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25% Percy Jackson: En DCU / Chapter 1: Capítulo 1 – Me marcho del Tartaro con dos grandes…y digo enormes amigos.
Percy Jackson: En DCU Percy Jackson: En DCU original

Percy Jackson: En DCU

Tác giả: Relicta_Novels

© WebNovel

Chương 1: Capítulo 1 – Me marcho del Tartaro con dos grandes…y digo enormes amigos.

Las cosas definitivamente no iban como deberían haber ido.

Estúpida Atenea, y estúpida Marca de Atenea. Maldita Atenea Pártenos, y mil veces maldita Aracne.

Estúpida niña sabia, demasiado orgullosa para aceptar que una búsqueda estaba condenada desde el principio. Hybris, el exceso de confianza, la arrogancia que nubla la mente y hace perseguir imposibles sin detenerse a cuestionar lo sabio, prudente o posible que es una meta.

¿Cómo pudo siquiera creer la supuestamente más brillante hija de Atenea en siglos creer que sería capaz de cumplir, en solitario una misión que sus hermanos mayores habían estado fallando, una y otra vez, siempre con resultados mortales para sí mismos desde el saqueo romano de Atenas hace dos mil años?

¿Y cómo es posible que yo, Perseus Jackson el "tonto", imprudente, con sesos de alga, sea el único capaz de darse cuenta de lo estúpido que fue esto desde el principio?

En este momento deberíamos haber estado cerrando las Puertas de la Muerte para que los monstruos, titanes y gigantes vencidos finalmente se queden muertos por más de unas pocas horas.

Pero no, no… Mi niña sabia… Annabeth tuvo que anteponer "ser la más exitosa" hija de Atenea a la misión principal.

¿Qué la Atenea Pártenos es un símbolo del Panteón Griego? ¿Qué recuperarla zanjaría casi dos milenios de conflicto entre Romanos y Griegos?

¿Alguien más se da cuenta de lo tonto e improbable que suena aquello?

Solo era una hija de Atenea siendo tan arrogante como su madre.

Creo que comienzo a entender porque mi padre, Poseidón no tolera a Atenea.

Annabeth es igual que ella, insufrible, orgullosa, descuidada, y demasiado terca para admitir un error.

Y aquí estoy ahora. Solo en el Tartaro. Abandonado por la chica que creía el amor de mi vida. Solo porque hice lo que tenía que hacer para sobrevivir.

Solo porque "controle lo que no debe ser controlado".

¿Quién en nombre de Tartaro se cree esa pequeña y molesta hija de Atenea para juzgar lo que es necesario para sobrevivir en el Pozo?

¿Acaso esperaba que dejara que Aclis nos ahogara en su veneno y nos diera muertes lentas y agonizantes?

Y que si "mate "a una diosa, no es realmente como si me hubiera desviado del camino para hacerlo. Fue una cuestión de matar o morir. Una cosa del día a día para los semidioses.

¿Qué importa si controle el agua en su icor? ¿Y que si la ahogue en su propio veneno mientras usaba su sangre para mantenerla inmovilizada?

No es como que hiciera algo demasiado diferente de lo usual … ¡Di Inmortales! Estaba seguro de que su padre era capaz de hacer exactamente lo mismo, solo que jamás había necesitado ir tan lejos. No se es dios de todos y digo todos los cuerpos de agua si no puede controlar el agua en los cuerpos… No es un juego de palabras. Es meramente la forma en que puedo explicarlo.

Después de todo, los cuerpos humanos tienen casi 70% de agua como componente, y de lo que aprendí con Aclis, los dioses en formas mortales son lo mismo, el 70% de ellos es agua.

Pero ella no pudo entenderlo. No pudo tolerar ese nivel de "violencia" de "crueldad".

¡Le salve la vida por el bien de Zeus! ¡Salte al Tartaro por ella, y así es como me lo paga!

Solo, me dejo solo en el Pozo. Solo para tratar de sobrevivir, solo para soportar el literal infierno debajo del infierno griego.

Si no hubiera encontrado ese pequeño templo de Hades que de algún modo cayo al Tartaro desde el mundo mortal, ni siquiera habría sabido que ella, la gran y maravillosa, inteligente y sabia Annabeth Chase había logrado llegar a las puertas de la muerte pasando completamente desapercibida hace meses.

No habría sabido que las Puertas de la Muerte fueron cerradas por los otros miembros de los Siete. O que sufrieron una derrota aplastante contra Gaia en el Campamento Mestizo.

Si el tío H, no me enviara mensajes a través de su templo… Ni siquiera sabría que de todos mis amigos solo quedan Nico y Thalía.

¡Di Inmortales! Solo están vivos porque tanto la Reina del Drama, también conocido como Zeus; el tío H, y mi propio padre prohibieron a sus hijos semidioses (mi padre le prohibió a Tyson pelear).

Y, por si fuera poco, de repente, con los Gigantes dominando sobre los mortales, Gaia despierta, y los Dioses encerrados en sus respectivos reinos, salen tres idiotas cuasi divinos, el Triunvirato de Emperadores Romanos y no cualquiera de los emperadores, no, los mas crueles, tiránicos, y estúpidos a la vez. Es como si ahora hubiera cuatro Zeus en el mundo.

Y yo atrapado en el Tartaro, sin poder ayudar o hacer nada.

Nada mas que quedarme en casa de Damasen, con Japeto y Damasen, peleando cada día con un Drakon como si fuera un pequeño paseo por el parque, que repetimos rutinariamente.

Lo que es peor… el imbécil de Zeus envió a Apolo, sin apoyo en forma completamente mortal, a limpiar el desastre causado por ese Triunvirato… ¡Y sorpresa!

No lo logro.

Ni siquiera tuvo oportunidad, no con los Gigantes vagando por ahí. Ni siquiera con su tío Lelantos ayudándole. Sin campamentos de semidioses. Y sin recursos, Apolo acabo "muriendo" durante la primera búsqueda que emprendió.

El Rey No Muerto Tarquino se había hecho con el mundo rápidamente después de eso, lo que dejo a los Gigantes gobernando pequeños reductos de supervivientes.

Los Dioses y Titanes cuyos dominios dependían directamente de la existencia de la humanidad se debilitaron, al borde entre la existencia y la inexistencia. Su llegasen a morir siquiera una vez, ya no se reformarían, se quedarían muertos. Dispersos para siempre, con sus almas regresadas al propio Caos.

Hace una semana, el tío Hades le había revelado los planes finales del Panteón Griego.

Iban a abandonar el Mundo. Y dirigirse de regreso a un Mundo que habían abandonado hace siglos.

No pregunten. Ni siquiera entiendo como podían haber gobernado sobre distintos "mundos" o mas bien realidades paralelas a la vez.

No son competentes para gestionar una, así que varias… Hablando de morder mas de lo que pueden masticar.

Quizás solo es mi sensibilidad como hijo de Poseidón. ¿Pero no debería un capitán hundirse con la nave?

Bueno, de cualquier forma, me es imposible imaginar a Zeus como el capitán de un barco. Ni siquiera como el piloto en un avión. Seria una especie de niño rico sentado en primera clase mientras los demás se encargan de todo lo complicado.

Tampoco es que pudiera hacer mucho para evitar que continúen con su plan.

Después de todo… Estaba en el Tartaro.

Aun así, no serviría de nada en este momento. El Mundo ya estaba acabado, al menos en palabras de Hades; ya que casi hace una semana ninguna alma entraba en el Inframundo, porque… bueno, no es que quedaran muchas mas personas vivas para seguir muriendo.

Así que, aquí estamos otra vez.

Tartaro, cerca del lecho del Flegeronte, marchando sin rumbo fijo con Damasen el pacifico Gigante de la Guerra (eso de hacer antítesis totales de los dioses no fue muy bien cuando se trata de Ares, ¿no?). Y Bob, anteriormente conocido como Japeto, Titan gobernante del Inframundo, y aquel que una vez mantuvo el pilar del Oeste que evitaba que Urano cayera sobre Gaia.

Tres pesos pesados vagando por el Infierno literal del mundo griego, unidos como hermanos de armas, aunque uno sea tan viejo como mi abuelo (Cronos), y el otro tenga una edad parecida a la de Dionisio. Vaya solo nos falta un dios y un Protogenoi y tendríamos un conjunto mitológico completo.

—¡Por el Tartaro me muevo! ¡A las Puertas estoy yendo! ¡Apolo no es nada increíble! —cantaba Percy mientras se movía junto a sus dos compañeros.

Japeto, con sus ocho pies de altura, y overol de mantenimiento, blandió su trapero con molestia, Percy que ya se lo esperaba salto a un lado evitando completamente el ataque.

—¡Cierra la boca Jackson! —gruño el titan— ¡Si tengo que escuchar otra mala rima que no rima, me volveré loco!

—¿Entonces no tendrías problema con una mala rima que rime? —pregunto Percy con una sonrisa descarada, apenas forzada.

Algo que el Titan pareció notar, pues solo gruño de mal humor en respuesta antes de apoyar su trapeador sobre el hombro como si se tratara de un bastón tactito o una lanza.

—Supongo… que sería un poco más tolerable —concedió Japeto.

—Ves sabia que no eras un viejo amargado —respondió Percy por quizás, centésima vez desde su reunión hace once meses.

—Si fuera un viejo amargado te habría convertido en colador tan pronto como recuperé mis recuerdos, Jackson —gruño Japeto— Aun me debes por haberme lanzado al Leteo.

Damasen siempre silencioso y pacífico, no intervino en la conversación, pero estuvo atento a ellos en todo momento, después de todo, nada seria mas contraproducente ahora que Percy y Japeto decidieran emprender otra batalla épica para ver si son capaces de romper el empate tácito entre ambos.

—Entonces… —comenzó a decir Percy con un tono un tanto sarcástico— El panteón Griego decide dejar "esta" Tierra, y aparece Nix en nuestra casa, y de pronto, ¡voila! Una ruta directa a las Puertas de la Muerte. —el tono de Percy era una mezcla de ira y sarcasmo, nada extraño en los últimos meses— Si Nix sabia donde estaban las malditas puertas porque no nos lo dijo antes de que todo se fuera al… bueno, al Tartaro.

—Lady Nix, Perseo, puede que estes molesto con ella, pero sigue siendo una Protogenoi, el mero hecho de que se acercara en persona para darnos la ruta a seguir es mas de lo que cualquiera podría esperar, no suelen intervenir en asuntos de sus inferiores —explico Damasen en un tono bastante medido y aplacador— Además, no creo que sea prudente invocar el nombre de mi padre, especialmente cuando vagamos literalmente sobre su cuerpo real.

 Percy puso los ojos en blanco, y sonrió.

—Vamos, Damy, no es como si el viejo huraño aterrador del tío bisabuelo Tarty se fuera a enojar mas de lo que esta —respondió Percy con su habitual descaro.

—Hah —Japeto suspiro— Si no nos agradaras tanto, engendro del mar, hace tiempo que te habríamos aplastado por tu falta de respeto perpetua.

—Si, si, yo también te quiero tío abuelo Japeto. Eres mil veces mejor que mi maniaco abuelo come bebes— respondió Percy con media sonrisa antes de redoblar el paso.

Damasen y Japeto, quedándose unos metros por detrás de Percy solo pudieron mirar como el joven e impertinente semidios avanzaba por la arena del tormento eterno del pozo.

—Si continua así, eventualmente enojara a alguien que lo matara realmente, no solo amenazar con ello —se quejó Japeto.

—Ha hecho enojar a todo el panteón Griego, hermano —respondió Damasen— Es increíble la habilidad que tiene para detenerse antes de presionar más allá de la línea.

—Lo es —accedió Japeto— Ojalá Prometeo tuviera una pizca del sentido de la preservación del joven Perseo —añadió— Pero mi segundo hijo es mas estúpido de lo astuto que se cree a sí mismo.

Continuaron la marcha junto a la orilla este del Flegeronte, hasta que alcanzaron el lago de los Cinco Ríos, donde el Cocytus, Flegeronte, Aqueronte, Estigia y el Leteo se desembocaban en una mezcla de gran poder.

El paisaje estaba desolado, hacia semanas que no veían a un solo monstruo, e incluso la densa oscuridad de Erebus parecía mas clara. Tartaro parecía enfriarse lentamente, y su ambiente opresor era cada vez más ligero.

Los Cinco Ríos del Inframundo habían estado mermando sus caudales, y ahora, poco mas que un hilo de agua fluía por sus causes.

Allí, frente al menguante pero aun colosal lago de letales aguas, se encontraba la entrada de un enorme túnel con puertas reforzadas del negro acero estigio, con su particular resplandor purpureo.

Una única figura les aguardaba ante las puertas, un hombre alto, pálido y con un aspecto ordenado y delicado, con una belleza inhumana. A quien Percy reconoció al instante de la primera misión en la Legión de Nueva Roma. Thanatos, el dios literal de la muerte les esperaba allí, con un aspecto cansado y estresado.

Se acercaron a él con paso tranquilo, listos para enfrentarlo si parecía dispuesto a obstaculizar su paso.

En su lugar, sin embargo, la muerte sonrió al verlos y les hablo con mal disimulada molestia.

—Ya era hora, mi madre me ordeno que me quedara aquí hasta que llegaran —Thanatos no parecía para nada contento— ¿Qué les tomo tanto tiempo? ¡Ya todos se han ido! ¡Somos los últimos, por el bien de Caos!

—No necesitabas esperar, podríamos cruzar siempre que las Puertas estuvieran aquí —respondió Percy.

—Hah… —suspiro Thanatos arrastrando su mano sobre su rostro con exasperación— Si fuera tan sencillo me habría ido hace tiempo, Perseus. ­—respondió Thanatos.

Percy miro hacia las puertas, atadas con cadenas de bronce celestial, y forzadas en posición de apertura.

—Si… —dijo Percy— Claro… ¿No se supone que mientras las Puertas permanezcan abiertas no se moverán? Entonces podríamos irnos incluso si no estabas aquí.

Thanatos lo miro ceñudo.

—¿No lo sabes? —pregunto incrédulo— ¿No lo has sentido? ¿Como tu conexión con el Mar, la Tierra y las Tormentas crecieron hace como tres o cuatro días?

Percy lo miro como si le hubiera crecido una segunda cabeza.

—¿No hay mar, tierra o aire en el Tartaro para poder sentir esos dominios? —respondió el semidios de dieciocho años.

Thanatos solo lo miro como si fuera el tonto mas grande que había visto alguna vez. Negando con la cabeza desvió su atención hacia Damasen y Japeto.

—¿Y qué hay de ustedes? —pregunto— ¿No sientes mayor conexión al Tartaro y a la Tierra en este momento, Damasen? ¿Y tú Japeto, a los cielos y el Inframundo?

Percy frunció el ceño por un momento y abrió los ojos de par en par.

—¡Los dioses ya se fueron!, ¿No es así? —pregunto, pero antes de que Thanatos pudiera confirmarlo continuo— ¡Así que los dominios de nuestros padres en este momento solo se sustentan con nuestra presencia! ¡Así que mantengo la presencia básica de Ponto, Gea y un poco de Urano! ¡Japeto mantiene mas de Urano, el Inframundo y Gea! ¡Damasen el Tartaro, la Guerra y Gea! ¡Y tu la Muerte, el Inframundo, y Nix!

Thanatos, Damasen y Japeto lo miraron con un desconcertado asombro.

—¿Eres capaz de razonar así? —mascullo Damasen sin intentar ofenderlo de ninguna forma, lo que fue aún más ofensivo.

—Creía que tu cráneo estaba lleno de agua de mar, tal parece que me equivoque —declaro con seriedad Japeto.

—¿Eres realmente Perseus Jackson? ¿Desde cuando puedes pensar? —añadió finalmente Thanatos.

Percy, complemente enojado por el insulto percibido. Y si, sabia lo que significaba "percibido", tenia muchas ganas de golpear a alguien, de preferencia a tres personas, deidades, lo que sea, que estaban con él en aquel momento.

—¡Claro que puedo pensar! —grito Percy— ¡Dirigí la Batalla de Manhattan y lideré en varias misiones!

—Creía que eso fue cosa de la hija de Atenea —murmuro Thanatos.

—Annabeth es lista, inteligente, no lo negare, pero apesta improvisando. ¡Los planes de batalla no sobreviven al contacto con el enemigo! Atenea no ha aprendido eso en tres milenios, y sus hijos e hijas no lo aprenderán en el lapso de una vida mortal. —gruño Percy completamente ofendido, y molesto mas con Annabeth que con Thanatos.

—Bien, bien… —intervino Damasen apoyando una mano en el hombro de Percy— Tranquilo, niño, ¿No deberíamos cruzar ya? Creo que ha llegado el momento, Perseus.

Thanatos que observaba todo, asintió rápidamente. La verdad es, que incluso si el era quien sustentaba el dominio de Nix en este momento, no quería ni creía poder enfrentar a un semidios con niveles de poder similares de los de Apolo y Artemisa, y con control sobre, posiblemente los dominios naturales más amplios de todo el panteón griego.

—Debemos cruzar juntos, al mismo tiempo, este mundo durara tanto como nosotros nos quedemos, aunque hay un límite, nada que sustente la Luz, el Tiempo, el Amor, o la Vida. Incluso si permanecemos aquí, el mundo colapsara eventualmente, quizás mañana, en una semana, un mes o un milenio.

—Creo que diste un salto enorme en el lapso de tiempo allí, amigo —interrumpió Percy.

—Eso no importa, Perseus, la cuestión aquí es, que mientras los cuatro estemos aquí, el mundo detiene su deterioro, pero si incluso uno de nosotros cruzara antes que el otro, el resto perecería cuando el mundo se derrumbe de regreso a Caos —explico finalmente Thanatos.

Percy paso de sarcástico y juguetón a completamente serio al instante.

—Entonces debemos movernos a un rito constante, sin adelantarnos entre nosotros —concluyo Percy— ¿El pasaje se mantendrá mientras crucemos?

—Este mundo se mantendrá mientras cruzamos, pero tan pronto como pasemos al por la salida de las Puertas de la Muerte, este mundo desaparecerá completamente —explico Thanatos.

Percy, Damasen, Japeto y Thanatos se quedaron en silencio unos minutos, hasta que Japeto dejo caer el trapero que usaba cuando limpiaba el palacio de Hades, y comenzó a empujar a los demás hacia las puertas.

—Bien, ¿a que esperamos en este deprimente lugar? —dijo simplemente el Titan del Oeste, gobernante del Inframundo en la Edad de los Titanes, padre de Atlas, Prometeo, y Epimeteo. Mientras encaminaba a los otros tres hacia las puertas.

No tomo demasiado tiempo, cuando cruzaron las puertas, se encontraron con un tortuoso túnel de piedra rojiza como la sangre, similar a la que componía el propio Tartaro, como si fuera un túnel cavado en el cuerpo físico del Protogenoi del Pozo. La roca rojo sangre luego dio paso a piedra negra de basalto, luego a caliza y por último parecía ser del gris de la piedra pizarra, antes de pasar a tierra compacta y ladrillo romano.

Se detuvieron ante las puertas de la salida, Thanatos puso una mano en el hombro de Percy y añadió una nueva explicación.

—En cuanto crucemos, nosotros, los inmortales accederemos a la dimensión divina de ese mundo, tu, en cambio, Perseus, estarás en el mundo de los mortales —dijo simplemente cuando las puertas se abrieron, justo cuando cruzaban el umbral.

La oscuridad del túnel dio paso a una fuerte y blanquecina luz que cegó a Percy por un momento. Antes siquiera de poder procesar las palabras de Thanatos, Percy se encontró en Central Park, solo, en un mundo que no era el suyo.

 


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