—¡Bedivere, te extrañé tanto! —Lilia abrazó a su esposo con fuerza.
—Yo también te extrañé mucho, mi amor —respondió Bedivere mientras la abrazaba con su mano derecha y con la izquierda acariciaba la cabeza de su hija, Heidi. La niña lloraba a lágrima viva mientras se aferraba al cuerpo de su padre—. Tú también, Heidi.
—¡Papi! ¡Wuwuwu! —Heidi lloraba porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que vio a su padre. Igual que su mami, lo echaba terriblemente de menos.
—Sé que los dos tenéis muchas preguntas, pero no hay tiempo —dijo Bedivere mientras se apartaba para mirar a sus dos familiares—. Necesitamos dejar este lugar ahora mismo.
Lilia, que había estado con Bedivere durante muchos años, asintió comprendiendo. Ya sabía que su esposo había ofendido a poderosos nobles en el pasado, lo cual era la razón por la que huyeron a Ciudad de Brookwest.
—Empacaré nuestras cosas —afirmó Lilia—. Cuida de nuestra hija.