Observando a todos los discípulos luchar unos contra otros, Shiro apoyó su cabeza en su mano con pereza. Cada uno de ellos eran novatos y ella supuso que Lisandra probablemente podría derrotarlos a todos sin necesidad de molestarse ella.
—Pareces aburrida —Natash preguntó al poder ver el claro desinterés en los ojos de Shiro.
—Un poco. Esperaba más, sabes? —Shiro respondió.
—Bueno, si vamos por tus estándares, no son tan buenos. Pero de otra manera, puedo decir con seguridad que cada uno de ellos son de los mejores que hemos encontrado.
—¿Ah sí? ¿Por qué no dejamos que tanto Yin como Lisa los pongan a prueba entonces? —Shiro sonrió. Tanto Lisandra como Yin se detuvieron en shock y miraron hacia Shiro.
—Hmm, claro. Hagámoslo. Pero hay un pequeño problema —Natash respondió.
—¿Qué problema?
—Necesitas darles un incentivo. Después de todo, luchar con tus dos hijas no les da ninguna recompensa. Es como una pelea opcional si sabes a lo que me refiero.