La ciudad de Vagona era inmensa. Humanos de varios rangos llenaban sus calles, pero todos ellos llevaban túnicas y armaduras hechas de materiales divinos.
Grandes edificios similares a mansiones iluminaban la zona con la blancura irradiada por su metal. Esas radiancias obtenían diferentes tonos después de pasar por los cristales incrustados en su superficie, por lo que el halo de la ciudad no desaparecía con la luz del cielo.
El metal blanco y los cristales también llenaban las calles. Cada estructura en la ciudad de Vagona parecía perfectamente pulida y desprovista de cualquier mancha. Era un escenario divino, un entorno que ningún plano inferior podría ofrecer. Aun así, la presencia de cultivadores heroicos dejó a Noah confundido.
La invasión de las Serpientes Eternas había confirmado la presencia de existencias heroicas en las Tierras Inmortales, pero Noah no sabía cómo funcionaba ese proceso para los cultivadores.