Eyra
"Los primeros días"
—¡Muy bien, es hora de despertar! —gritan fuera de la puerta.
Me despierto con la misma ropa que ayer —no alcancé a cambiarme— y salgo así mismo.
—Que horrible vista —acota la Sargento Tyler—. Los que ya estén despiertos, lavense y tomen desayuno, los que no, serán castigados por no aparecer a tiempo en el entrenamiento. No voy a tolerar impuntualidades.
Se va a paso fuerte y derecho, dejándonos, a casi la mayoría, con un dolor terrible de cabeza, o es lo que supongo yo.
Me regreso a mi habitación y tomo mi traje, el cuál estaba perfectamente planchado bajo mis cosas, me dirijo hacia el baño y comienza mi primera prueba.
Siempre he tenido problemas con mi cuerpo, quiero decir, provengo de una familia que se mantiene bastante bien, pero mi estomago, caderas y piernas, son bastante gruesas.
Además de que estos baños, son compartidos y abiertos.
Miro hacia los lados y entro en una cabina abierta de ducha para bañarme de las primeras.
Apresuro el lavado lo que más puedo hacia todas las zonas de mi cuerpo y, apenas escucho que alguien más entra, me enjuago para salí envuelta en toallas hacia los casilleros.
Abro el mío, —lo reconozco porque cada una tiene el propio escrito en él— y guardo todas mis cosas mientras me visto.
—¿Ustedes también sintieron la tensión de la chica de ayer? —dice una chica del grupo que acaba de entrar.
—Se ve que tiene contactos peligrosos. No deberíamos juntarnos con ella, incluso si tuviésemos que hablarle por algo puntual —responde la otra.
Me voy secando el cuerpo y me pongo de una el uniforme. Mi cabello corto se ve mal de esta forma, debería ponerle capas, después de todo volvieron mis ondas.
—¿Porque piensan eso? —pregunta otra chica.
—Eso es porque, aun después de interrumpir, aquellos hombres no hicieron nada con ella. Es bastante ruda como para tener buenos contactos.
—¿Además, viste su piel? —pregunta, de inmediato, otra chica—. Es gorda, tiene la piel reseca, no lo ha pasado bien, pero sigue viva. Si convives con los cerdos, te conviertes en un cerdo. Ya saben. Ley natural.
Termino de arreglarme y salgo por al lado de ellas, escuchándolas como claramente intentan intimidarme.
Yo no caeré tan bajo enfrentandome con ellas, no soy extremadamente fuerte, pero confío bastante en mis habilidades.
Esto solo me incentiva a querer pisotearlas.
—Cinco y veinte minutos. —Se asoma Fred, a la salida de los baños de mujeres—. No puedes demorarte en comer o vomitarás —dice con un rostro neutro.
—Eso haré Fred —le sigo el juego.
Ambos caminamos recto y derecho al comedor. Tomamos algo para comer y nos sentamos.
—¿Porque estás aquí? Pensé que estabas muy lastimada —dice él de primeras.
—Puedo decir lo mismo y más. ¿Que sucede con tu esposa e hijo? —pregunto al mismo tiempo en el que doy una mordida a mi manzana.
—Presisamente por ellos estoy aquí —dice y pega una mordida gigantesca a su pan.
Es probable que, a casi todos los de aquí, nos hayan prometido lo mismo. Seguridad para nuestra familia. ¿Podrán protegernos a todos?
—¿Por qué finjiste no conocerme? —pregunta Fred, acabando su desayuno.
—No fingí. Solo no te conozco del todo, además, ¿porque apoyaría una discusión desde el primer día? —Termino de comer y me levanto junto a él—. Solo quería dormir, no es que estemos aquí para reírnos y salir sin ejercer lo que aprenderemos.
—Tienes razón —concluye y avanzamos hacia la zona de entrenamiento.
No conocía esta zona, es cerrada, es un gimnasio estudiantil. Lo más probable es que se hayan adueñado de una de las tantas escuelas vacías por el país.
—Tan solo faltan 5 minutos, ¿será realmente puntual la Sargento?
Empiezan a escucharse murmullos.
Miro a mi alrededor y, como primer día de clases, todos están nerviosos.
Solo espero no sobreesforzar mi cuerpo, no estoy del todo recuperada.
—Muy bien, muchachos —aparece la Sargento Tyler junto a otro chico, exactamente, a las seis en punto—. La primera lección será igual de intensa como todo lo que verán durante el mes.
La gente comenzó a hablar por lo bajo, sorprendidos de que esto durase solo un mes o aterrados de que durase demasiado.
—Les traje a uno de mis subordinados, su nombre es Ghan y es el mejor de nuestro escuadrón —lo presenta la Sargento y el rompe su postura—. El les mostrará los entrenamientos y será su instructor. Desde ahora no me verán ni un pelo, a no ser de que sean expulsados o acusados de algo indebido en estas instalaciones. ¡¿Me extendieron?!
—¡Sí, mí Sargento!
—Perfecto —termina de decir y se aleja a paso firme.
—Como escucharon, soy Ghan, pero ustedes deberán llamarme Instructor Ghan. ¿Una queja?, Instructor Ghan, ¿una felicitación?, Instructor Ghan —dice mientras se pasea en nuestra línea improvisada—. Una vez entendido, hagan una fila horizontal. ¡Rápido!
Hicimos lo pedido y, para mi mala suerte, quede de primeras, escuchando las gargantas de todo el resto.
—¿Como te llamas, niña? —pregunta el Instructor.
—Me llamo Eyra, Instructor Ghan —respondo en voz alta.
—Correcto, señorita Eyra. Aquí pareces sus compañeros confían mucho en usted para hacer el primer ejercicio —dice, mirándonos a todos.
Mi rostro no cambia ante nada, soy una roca en todo momento. Soy fuerte.
—Comencemos con el primer ejercicio de atrás hacia adelante —dicta el Instructor—. Será simple, el compañero de atrás atacará, de forma repentina, a su compañero de al frente. Una vez, su compañero de al frente, logre responder el ataque, cambiarán de turnos. ¡Comiencen!
Todos se alejaron un poco entre sí para poder practicar con comodidad, me preparo y posiciono a la par con Fred, estando atenta a cada uno de sus movimientos.
—¿Porque cambió el Instructor de ejercicio, tienes alguna idea? —pregunta Fred.
—¿Porque crees que cambió los ejercicios? —pregunto, posicionando mis brazos a la par de mis caderas.
—¿Ves la cuerda frente a ti? —bajo la mirada y la encuentro cerca—. Estás Estás la posición perfecta para tomarla.
Sin esperar más, Fred se lanzó hacia mi con fuerza, pero como ya estaba preparada, pude esquivarlo a tiempo.
—Entonces, debes saber el porqué lo hizo —respondo mientras lo ayudo a levantarse del suelo—. Solo me estás poniendo a prueba.
Lo posiciono frente a mi y lo dejo de espaldas para que comience a prepararse.
—Me has demostrado cosas, las cuales mis seguidores no han demostrado jamás. Es obvio que me interesan tus habilidades.
En vez de lanzarme, le doy una patada en la parte trasera de su rodilla, haciéndolo caer sobre ella y, para rematarlo, le doy un empujón, dejándolo sin la posibilidad de atacarme.
—Es, simplemente, la ventaja de jugar con lo que sabes que tienes. —Le extiendo la mano y lo ayudo a levantarse—. Si confías solo en tu fuerza, te fallara tu destreza. Suena lindo, pero puede llegar a ser mortal.
—¡¿Eso es todo lo que tienes?! —grita, el mismo chico que casi desata una pelea el día de ayer, hacia una chica tirada en el suelo—. ¿Porqué me pusieron con una mujer?, es obvio que le ganaría.
La chica que estaba en el suelo, lo mira con asco y repudio. Se nota que no la deja ni empezar a recomponerse para volver a atacarla.
Esto solo es una practica.
—Haz silencio —responde la chica y se levanta con dificultad—. Para ser un hombresito eres bastante idiota.
Se sacudió su ropa y se cruzó de brazos, el otro chico la mira con furia, como si lo que le dijo fuera una inmensa ofenza. No sabía que seguía existiendo gente así.
—Eres una bastarda.
Fue lo último que respondió el chico antes de que viniera otra persona a avisar algo urgente a nuestro Instructor.
Todos lo vimos llegar, ya que abrió con fuerza las puertas del gimnasio y se acercó corriendo.
—Asistiré de inmediato —responde el Instructor—. Quiero que todos se mantengan aquí, no salgan a no ser de que los llamen.
—¿Que sucedió? —pregunta una chica.
—Se han infiltrado dos güls —responde de inmediato y se marcha corriendo.
—¿Deberíamos seguirlo? —pregunta la chica que estaba discutiendo.
—Debemos hacer caso —responde Fred—. Si ellos no se la pueden, nos llamarán.
Eso dijo, pero cada vez que pasaban los segundos, iban apareciendo los gritos cada vez más cerca de nosotros.
De nuevo tengo este presentimiento, el de ser cazada. Esto es una trampa.
—Es todo —dije en voz alta—. Necesito que me ayuden a idear un plan.
—No haremos nada hasta que...
—¿Hasta que esa cosa llegue y nos maten? —Detengo a Fred—. Es claro de que es una trampa para nosotros. No se han escuchado disparos, tampoco mucho movimiento. Debes tener claro de que el objetivo aquí, somos nosotros.
—¿Pero que hacemos?, ¿comenzamos con nuestro primer ejercicio y ya nos tendieron esto? —Sale a relucir el mismo chico que vi en la fila.
Un grito cercano nos hizo movernos inconscientemente. Esto no es un juego, si nos demoramos, morimos.
La mayoría fuimos corriendo hacia un cartel que estaba por allí y lo levantamos para cubrirnos, en caso de que fuesen a entrar.
—¿Cerraron la puerta?
—Creo que Tania lo hizo.
—¿Ella es la que estaba discutiendo?
Se escuchaba susurrar mientras estábamos agachados y lo más quieto posible. Miro hacia mi izquierda y me encuentro con Fred, me acerco a él y le pregunto:
—¿Tienes alguna idea de lo que podemos hacer?
—Hasta ahora, solo podemos seguir las instrucciones —dice y en eso, se escucha un balazo perdido—. Seguramente se han infiltrado más gül de los que se creían.
— Chương tiếp theo sắp ra mắt — Viết đánh giá