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—Te lo digo, la palabra terrorífica es demasiado suave para describirlos —el hombre tragó un sorbo del té caliente antes de susurrar misteriosamente.
—Aquí la gente son cultivadores; sus seis sentidos son agudos; ¿cómo no iban a escuchar lo que susurraba?
—¡No demores el tiempo; cuéntanos rápido!
—Escuché que esas personas solo tardan unos minutos en destruir una Ciudad Viento Azul tan enorme y próspera.
—¡¿Pero qué...?!
—¡Mis ancestros!
—¡Maldita patata! —uno por uno, todos olvidaron sus modales, golpearon las mesas con fuerza y maldecían en voz alta. Su voz temblaba debido a las excesivas noticias que recibieron.
—... se arremangó las mangas, preparándose para golpear a alguien que se atreviera a usar su nombre —señor Patata.
—¡Laozi se va a retirar en reclusión hasta que todo vuelva a la normalidad! —un hombre golpeó la mesa bruscamente antes de levantarse.