El esposo parecía algo avergonzado y maldijo.
—Deje de decir tonterías. De todas maneras, salga ya de aquí y no amenace a mi esposa de nuevo. Mi esposa está experimentando efectos secundarios severos y ninguno de ustedes podrá evitar responsabilizarse.
—¿Así que quiere que esto escale? ¿Está decidido a quitarle millones al hospital? —inquirió Huo Mian fríamente.
—Así es. Vamos a hacer que toda la ciudad se entere.
—De acuerdo, pero no se arrepienta.
—Claro que no nos arrepentiremos. Sus amenazas no funcionan con nosotros, y no les tememos. Tan solo es una enfermera pretendiendo ser poderosa, así que pelearemos hasta la muerte.
—Bueno, estaré esperando.
—Huo Mian frunció sus labios y se marchó.
Ni bien ella salió de la habitación, el esposo de la paciente la levantó de la cama y le dio una cachetada en toda la cara.