El cielo se llenó una vez más con el calor del sol mientras la oscuridad perdía su lugar, los rayos del sol tocaban la tierra con su calor y vida. Abrí los ojos sintiendo el mismo calor en mi rostro.
Un nuevo día, un nuevo comienzo, hoy tenía que dar un espectáculo frente a todos esperando que Isabela viniera. Sabía que todos pensarían que Isabela no vendría a la fiesta, pero yo sabía que Isabela no dejaría pasar esta oportunidad de ninguna manera. Ya era sorprendente que Isabela no hubiera venido al palacio durante la última semana.
Después de aquel almuerzo hace 2 días, incluso Casio y Philip no me habían molestado más. Lo que más lamentaba era que Casio había negado que Killian durmiera conmigo en nombre de la disciplina. Podría jurar que aquel día había dormido mejor, a pesar de tener fiebre.
Su calor había dado a mi corazón desierto y congelado el calor que deseaba.