El fuego aún estaba vivo y colorido, y se sentía como si la noche solamente se hiciera más brillante.
Natha me llevó a una gran carpa frente al escenario, donde se había dispuesto un grupo de áreas de asientos. Parecía ser para acomodar a aquellos que quisieran hablar con Natha.
Y así como así, en el momento en que Natha apareció, estaba rodeado por los comerciantes y visitantes que habían querido hablar con él desde nuestra cita de compras. Mientras tanto, me encontré siendo arrastrado por brazos familiares.
—¡Oh! —exclamó Arta al verme, levantando mis brazos y haciéndome girar como si llevara puesto un vestido de baile o algo así cuando todo lo que había hecho fue ponerme la túnica colorida y el poncho del comerciante viajero.
Aunque, como era suelta, la tela se movía bonito alrededor de mi longitud mientras me daban vueltas.
—El Joven Maestro es encantador con cualquier ropa —dijo mientras me pellizcaba las mejillas.