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94.52% La Leyenda del Scire / Chapter 69: Capítulo 34: El legado de los Harch  

Chương 69: Capítulo 34: El legado de los Harch  

Fons, Koella, Residencia del Clan Harch - 9 de Mayo - Año 526

 

Casa Harch de Koella. Ese era el nombre completo y oficial de la casa Harch, un clan familiar que remontaba su fundación a quinientos años atrás, al comienzo de la conquista de Delta Ex Fons en el Continente Central, cuando el primer miembro de la familia: Angus Harch, ofreció su poder al conquistador y, junto a otras cuatro familias, formó parte del Ejército Real que lo nombró rey del Reino de Fons al final del año 15. La familia Harch pasó a formar parte fundamental de la política de Fons desde ese momento, junto con su riqueza y poder, así como miembros influyentes en el reino. Delta les otorgó como arma ancestral a Devoradora de Almas y como emblema una pantera negra con fondo azul oscuro, ya que el cabeza de clan; Angus, poseía de mascota este animal, luego de salvarlo como un cachorro en la selva que rodeaba la ciudad de Koella, el hogar de su familia. 

 Históricamente, el clan Harch fue la familia principal del reino, sólo por detrás de la Familia Real, y, luchando por este puesto con la Casa Relty de Raven, rivalidad que persistió por siglos, hasta la actualidad. Tal rivalidad nació como consecuencia de la elección del rey, Zack Ex Fons, para que la, en ese momento era su prometida y líder del clan Harch, Larissa Harch, se ocupara del liderazgo del reino mientras él peleaba la Primera Guerra Mundial, dejando de lado el pedido del líder del clan Relty, Rino Relty, quien se creía el más indicado para sustituir al rey en épocas de guerra. El rey Zack Ex Fons murió en batalla, y jamás llegó a casarse, por lo que al final de la guerra Larissa Harch fue destituida de su cargo de regente y en su lugar, el sobrino de Zack y primogénito de Delta, Ralph Ex Fons, fue proclamado rey. Ralph comprendió el error que había cometido su tío con su elección ante su reemplazo mientras él estaba en guerra, y lo que desató un enfrentamiento entre las dos familias más poderosas del reino, de tal manera, decidió unirse en matrimonio con la hija del líder del clan Relty; Marsha Relty, y permitió que su hermano se casara con la sobrina de Larissa; Lena Harch, sosegando las demandas de ambas familias que buscaban influencia en el Consejo.

 El estatus e influencia de clan Harch se mantuvo constante por cerca de sesenta años, hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El entonces líder del clan en ese momento, Sam Harch, comenzó a negociar con el gobierno la tecnología que su familia había comenzado a fabricar luego de décadas de estudio e investigaciones. Tal negociación se llevó a cabo entre él y el rey, Joe Ex Fons, que en ese momento estaba casado con la hermana mayor de Sam, Shirley Harch. Al inicio, como una ramificación del reino, la empresa familiar del clan Harch se encargó de proveer armas, vehículos y tecnología, la más avanzada del mundo en ese momento, al Ejército Real mientras se peleaba la Segunda Guerra Mundial. Tal rol fundamental en la victoria del reino al final de la guerra condujo al clan Harch a la cima del mundo con la independencia económica del reino y la fundación de la Corporación Harch convirtiéndose así en la familia más importante del Reino de Fons, dejando atrás al clan Relty, en demasía. Y su emblema, además de su lema: «Sobre nosotros, sólo el cielo», se volvieron conocidos en el mundo entero.

 —¿Quieres otro café? —preguntó Lisa, acercando la jarra que llevaba en su mano a la taza de su hermano sobre la mesa, vacía.

 —No —respondió Vince, colocando su mano sobre esta—. ¿Cuándo llegará Lara? Vine porque ella me pidió que lo hiciera, no para que tú me sirvieras café, Lisa.

 —Lo hago porque soy la anfitriona, Vince, no porque quiera quedar bien contigo —respondió Lisa, alejándose de la mesa. Su hermano había sido mezquino con ella desde que llegó temprano esa mañana—. Serina también está por llegar, tal vez su presencia sea más de tu agrado. 

 —No te enojes por eso, Lisa, no es que tu presencia me moleste... Sólo que, ha pasado tiempo, y ya no es lo mismo que antes —explicó Vince, suavizando su tono de voz, él también se había dado cuenta de su actitud hacia su hermana mayor.

 —Lo que pasó hace años ya pasó, Vince... Y eres mi hermano, eso jamás lo olvidé. —Serina llegó a la parte de la encimera, apoyando sus manos en ella al inclinar su cuerpo de espaldas a su hermano—. No sé si tú lo hiciste.

 —¿Yo? ¿Por qué lo haría? —preguntó Vince.

 —Por nada... Sólo esperemos a Lara y Serina. —Lisa sacudió su cabeza, y caminó hacia la nevera, necesitaba tomar algo de agua.

 —Lisa. —Vince se puso de pie y caminó hacia ella—. ¿Cómo va tu vida? ¿Robert? ¿Las chicas? —preguntó, cuando llegó a la parte de la encimera, donde ella había dejado la jarra de café. Se sirvió otro.

 —No vas a convencerme. —Lisa volteó a él—. Nunca preguntaste demasiado sobre mí, todos sabemos que tu preferida es Serina.

 —Porque Serina es la más cercana a mí, no es mi culpa que nuestras madres nos hayan criado tan separa dos hasta la muerte de papá, ¿Yo qué podía hablar contigo? Si cuando era un niño tú ya eras una mujer.

 —Tampoco me mates de esa manera, sólo nos llevamos nueve años, tenía más diferencias con Thomas que contigo en realidad. —Lisa se acercó a la encimera, enfrentando a su hermano—. Las pocas veces que hablamos en nuestra juventud, eran charlas amenas, ¿Por qué luego de la muerte de Thomas todo cambió entre nosotros? Sé que él nos unía mucho, pero... Yo seguía siendo tu hermana a pesar de todo, me dejaste sola, para que lidiara con Michael, y con todo lo que él dejó... Jamás te reprocharía algo, Vince, sé lo que fue Michael con ustedes, sé que tu vida estaba en peligro, pero al menos una carta cada tanto, no lo sé... Algo... ¿No lo crees?

 —Lisa, hay cosas que no se pueden cambiar... Yo no quería abandonarte, mucho menos dejar de lado a mi familia, pero, era eso, o acabar como Thomas... Tuve que tomar una decisión, muy dura, donde mi esposa y mi hijo recién nacido estaban involucrados, sólo... Organicé mis propiedades —dijo Vince, no pudo alzar su mirada en ningún momento. Los ojos azules de Lisa no parecían querer permitirle que pidiera disculpas—. Lo siento, lo siento si te sentiste sola, si hice mal, o si todo lo que pasó luego de la muerte de Thomas te afectó... Realmente lo siento, pero no podía hacer nada, ninguno podía. —Al fin alzó su mirada. En los ojos azules de su hermana sólo había lágrimas.

 —Debo organizar algo en la oficina, avísame cuando lleguen Lara y Serina. —Lisa se dio la vuelta y caminó por alrededor de la isla de la cocina. Abandonó la sala por la puerta del fondo a toda velocidad.

 Vince bebió el café que se había servido. Y luego volvió a su lugar. En silencio. Aun así, recorrió toda la habitación con su mirada, de una lado al otro, y lo notó, ¿Por qué había una foto colgada en la esquina de la habitación? Eso sí era extraño, nunca había visitado una cocina que tuviera fotos colgadas por ahí, esas siempre se guardaban para los vestíbulos o salas principales de las casas.

 —Thomas... —musitó, al llegar a esta—. ¿Cuántos años pasaron de esta foto? Por Sun —preguntó, dejándose llevar por la risa. Ni siquiera recordaba mucho su época de niño, ni siquiera había vivido en la mansión de Koella en esa etapa, vivía con su madre, pero ahí estaba, una foto de él de niño... Junto a su hermano mayor... Su único hermano mayor.

 Ambos eran tan parecidos. Ese cabello marrón oscuro, esos ojos azules. No tenían facciones finas, eran más toscos en ese sentido, probablemente habían salido a su padre... Y las chicas a sus respectivas madres. Thomas le llevaba una considerable diferencia de edad, cuando él era un niño, él ya estaba casado y tenía una hija, era el líder del clan y el Director Ejecutivo de la empresa. Thomas Harch ya era el hombre más respetado de Fons, y uno de los más importantes e influyentes del mundo, además, de su ídolo. La muerte de Thomas le afectó más allá de saber que se había quedado bajo el control tan maquiavélico de Michael, ni porque su familia y sus hermanas corrían peligro, ni porque sabía que aunque Lara tuviera el espíritu de Thomas no iba a poder evitar que Michael hiciera lo que quisiera... Como le dijo a su hermana, nadie lo iba a poder hacer. Le afectó porque él amaba a su hermano como a un padre, ya que cuando este no estuvo en su vida, al haber muerto cuando él sólo era un niño de tres años, Thomas llegó y se ocupó de él, de su madre, y de Serina, como si fuera su obligación, aun sabiendo que no tenía que hacerlo ya que él sólo era el heredero del verdadero responsable. Thomas siempre puso a su familia por encima de todo, a Lara y a Marie, a sus hermanas, a él... Y haberlo admirado fue consecuencia de ese accionar, de esa actitud... De lo que fue con él, a pesar de todo.

 Sin embargo, detrás de su miedo y anhelo de escapar luego de la muerte de Thomas, se encontró con las palabras de su hermano en su mente, aquellas que le dijo la última vez que se vieron, él... Conociendo su destino: «Se llama Rhys Windsor, no olvides su nombre, ni Lara lo hará, él no pelea por nadie, ni por nuestra familia, ni por el legado de esta, pero pelea por Lara, y ella sí pelea por nuestra familia... Él también lo hará». Con lo dicho por Thomas, anheló conocerlo, y lo hizo en el transcurso de la guerra, aquel guerrero feroz e invencible al que su hermano le dejó su último deseo llegó a él una tarde... «Conocí a Thomas, él fue mi maestro, yo lo admiraba mucho», le dijo. Ambos sentían lo mismo en torno a Thomas, y cómo para no hacerlo, Thomas era digno de admirar. Rhys fue quien le dijo que escapara luego de su victoria en la guerra: «Lara se encargará de todo, tal vez parezca mucho para ella, pero saldrá adelante, yo estaré a su lado, para que Michael no pretenda hacer con ella lo que hizo con Thomas y Marie», le prometió... Él vio en sus ojos verdes la determinación que tenía su hermano ese día que le habló de él... Y supo que todo estaría bien.

 —Thomas... ¿Qué pasó? ¿Cómo lo supiste? Lara está a salvo, Lisa y Serina también, Michael recibió su castigo... Y Rhys Windsor... —Su mirada no escapó de la foto de su hermano, como él sí lo hizo en el pasado—. Thomas.

 —¿Qué pasa con papá? ¿Lo extrañas? —Una voz femenina recorrió la habitación.

 —Pero mira a quien tenemos aquí. —Vince volteó hacia la entrada. Vio a su sobrina parada en ella—. Has crecido, pequeña Lara.

 —Claro, como si nos lleváramos muchos años, joven Vince —ella bromeó, mientras caminaba hacia él—. Tanto tiempo, tío —lo saludo, luego de darle un fuerte abrazo.

 —¿Y a quién llevas ahí? —preguntó Vince, notando el pequeño bulto que ella llevaba en su barriga. Ya se estaba notando su embarazo.

 —Bueno, digamos que pasaron cosas, y llegó para mí el momento de convertirme en una madre —respondió Lara, sonriente.

 —¿No lo habías hecho ya? —preguntó Vince.

 —¿Te refieres a Leah? Bueno, sí... Tienes razón, ella es mi chica más grande, y ahora llegará su hermanito, o hermanita, veremos qué será.

 —Será un precioso bebé, tenlo por seguro, sé que a veces el primer niño puede ser un miedo constante, la inexperiencia siempre vence a la seguridad, pero no debes preocuparte por tales pensamientos, recuerdo que Mina también los pasó en el embarazo de Bruce, pero fueron pasajeros, luego de que él nació fue todo alegría.

 —Gracias tío... ¿Y Mina y Bruce? —Lara preguntó por la esposa e hijo de su tío.

 —Están bien, Bruce ha crecido, ya tiene seis años, y Mina, bueno... Ella está embarazada —dijo Vince, emocionado. Sus ojos fulguraron ilusión.

 —¿Sí? Que bien, felicidades tío —Lara lo felicitó regalándole una sonrisa—. Por cierto, ¿Sabes por qué te llamé, no es así? —preguntó, cambiando de tema. El ambiente se volvió serio.

 —Más o menos. —Vince movió su cabeza de un lado al otro, con intriga—. Por cierto, Lisa me dijo que cuando llegaras le avisara, así que, deberíamos decirle —recordó.

 —Sí, claro. —Lara tomó asiento en la mesa, luego encendió su celular y llamó su tía—. Ahora viene —dijo, al cortar luego de decir algunas palabras en su llamada—. ¿Serina también vendrá, no?

 —Me dijo que sí, estaba un poco complicada con sus niños, la escuela y eso —respondió Vince, tomando asiento junto a su sobrina.

 Ambos esperaron unos minutos a que Lisa volviera. La mujer saludó a Lara apenas llegar, y se sentó en una de las sillas libres en la mesa del comedor. Preguntó por su hermana, ella todavía no había llegado, así que tomaron la decisión de esperar a comenzar la charla cuando ella apareciera. Fueron una treinta minutos hasta que Serina llegó.

 —Perdón por la tardanza —se disculpó Serina, dejando el abrigo que se había quitado al entrar sobre el respaldar de la silla que le correspondía—. Hola hermanito —saludó a Vince, con un beso en la mejilla.

 —Hola hermana. —Vince le sonrió.

 —Hola Lara —saludó a Lara también. Ella respondió igual—. Y mi hermana mayor preferida. —Abrazó a Lisa desde la espalda y le dio un beso en la mejilla. Ella sólo sonrió, en silencio. Algunas miradas de Vince llegaron a ambas, y asintió, también en silencio—. ¿Y bien? ¿Por qué estamos aquí? —preguntó, interesada, luego de tomar asiento tras saludar a todos los presentes en una vuelta a la mesa.

 —Bueno, ustedes ya tenían algo de conocimiento sobre lo que pretendía charlar en esta reunión, en realidad es algo que hubiese hecho aquella vez, pero faltaba Vince —explicó Lara, primero dándole algunas miradas a sus tías, para luego hacerla recaer sobre su tío. Él la miraba confundido.

 —¿Sobre? —Vince afinó su mirada, con un poco de sospecha en esta.

 —Tío... Como sabes, luego de lo sucedido con Michael, pasé a ser la líder del clan y la consejera que representa políticamente a la familia frente al reino, hace años también vengo haciéndome cargo de la empresa, ya que, como decía el testamento de mi padre, esta era mi única responsabilidad, sin embargo, ahora que Michael ya no está para encargarse del resto de responsabilidades que no me involucraban, tuve que tomar las riendas de la familia —ella explicó, en detalle,

 —Lo sé, ¿Y a qué viene todo eso? —preguntó Vince.

 —Con Lisa y Serina llegamos a un punto muerto en el liderazgo del clan, ya les expliqué los motivos por los cuales no puedo hacerme cargo de todo, entre mi familia aparte del clan, la empresa, el Consejo y mi embarazo... Así que, tomé una decisión. —Lara sacó unos papeles de su bolsa, y los apoyó sobre la mesa—. Tío, necesito que te hagas cargo del clan por un tiempo... Estos papeles que ves aquí, son la sucesión... Los he guardado por años, esperando este momento, porque en realidad... Yo nunca la firmé, la empresa siempre ha pertenecido al clan, a ustedes, a nadie más... Es el legado de la familia después de todo, y yo sólo seguí los deseos de mi padre.

 —Espera —la interrumpió Lisa—. ¿Me estás diciendo que Thomas jamás te dejó a cargo de la empresa?

 —Sí lo hizo, pero... Yo no acepté ese cargo... En realidad... No he sido la Directora Ejecutiva de la empresa jamás, ya que, al firmar la sucesión, esta dejaba en claro que nadie además de yo podía tomar decisiones en la empresa, supongo que papá nunca quiso arrebatarle la empresa al clan para dármela a mí y la familia que tendría aparte de este, pero él sabía lo que pasaba con Michael, y que, a pesar de todo, él haría lo imposible para arrebatarme la empresa y hacer lo que quisiera con ella —aclaró Lara.

 —Entonces... Si jamás firmamos la sucesión, ¿Cómo es posible que te hayas hecho cargo de la empresa y Michael del clan? —Serina estaba demasiado confundida.

 —Es que... Hice una falsa, donde... Bueno... Dejaba en claro que el sucesor del clan tenía que ser elegido a través de una votación... Como pasó... Pero tengo explicaciones. —Lara intentó anticiparse a todo lo que sus tíos tuvieran para decirle

 —¿Cómo? —Lisa se acomodó en su silla, sorprendida.

 —Espera, eso es ilegal, Lara... —Vince no pudo creerlo.

 —Comparto la reacción —asintió Serina.

 —Tuve un poco de ayuda externa... Tengo una amiga que estudió derecho, y me ayudó con eso, recuerden que tenemos mucha influencia, a veces podemos saltarnos la ley sin saltárnosla... La mejor forma de hacerlo es hacer creer que la estamos siguiendo... De tal manera, tuve que ocultarle la verdadera sucesión a Michael... Porque esta es algo distinta. —Lara abrió la carpeta, en la primera página, ya se daba sentido a todo—. En realidad, papá nombró a dos sucesores... Yo me encargaría de la empresa... Pero alguien más se tendría que encargar del clan. —Giró hacia el lado de su tío, y le deslizó los documentos por la mesa. Estos llegaron a sus manos. Y su rostro dijo todo—. El verdadero heredero del clan eres tú... Vince Harch.

 —¿Qué? —Vince tragó saliva, sorprendido. No supo a quien mirar en la mesa, sus hermanas estaban igual de sorprendidas que él—. Lara, ¿Estás segura de lo que estás diciendo? —Tomó los papeles y buscó la página exacta en donde indicara tal afirmación.

 —Papá escribió esto hace mucho tiempo, años antes de su muerte, él siempre tuvo en claro quiénes serían sus sucesores, pero las cosas se desvirtuaron, nadie podría esperarse el actuar de Michael y las atrocidades que cometió, por lo tanto, tuve que tomar algunas precauciones para mantenernos a salvo a todos... O al menos a ustedes, yo sabía que hiciera lo que hiciera, Michael no se metería conmigo —explicó Lara—. No podía firmar esta sucesión, porque Michael sería avisado en la audiencia, si él sabía que el liderazgo del clan se te era dado a ti, tío, vaya alguien a saber lo que habría hecho contigo... Lo siento por mentirles, lo siento por ocultar la verdad por tanto tiempo, pero no quería que nadie terminara como papá y mamá. —Apretó sus puños que se encontraban sobre la mesa, y al bajar su mirada notó lo enojada que estaba. Siempre era igual con ese recuerdo, estaría enojada el resto de su vida.

 —Está bien, pequeña, te tuviste que encargar de mucho a una edad muy temprana, y dentro de todo, pudiste salir airosa luego de luchar contra tanto, ¿Qué podemos reprocharte? —Lisa estiró su mano sobre la mesa, y llegó a la de Lara, acarició suavemente por encima de la palma de su sobrina.

 —Lisa tiene razón, a pesar de todo, estamos aquí... Los que debíamos estar. —Serina hizo lo mismo que su hermana.

 —Gracias tías... Y yo que desconfié de ustedes en el pasado, lo siento. —Lara apenas esbozó una sonrisa, casi arrepentida.

 —No podías hacer otra cosa, todo se volvió en tu contra en esos momentos, te entendemos, y perdonamos. —Lisa le regaló otra sonrisa.

 En ese momento, la hermana mayor de los Harch, le dirigió una mirada a su hermano. Este las miraba, ciertamente envuelto en sus propios pensamientos. Casi anonadado. El impacto que tuvo la noticia de Lara en él lo hizo casi aislarse de lo que estaba pasando en ese lugar, sintiéndose alienado. Sólo la figura de Thomas estaba en su mente, la de su hermano mayor, su héroe, su ídolo... ¿En serio él le había dejado tal responsabilidad legada aun sabiendo lo que significaba liderar al clan Harch? No podía creerlo, no estaba mental ni emocionalmente preparado para enterarse de tal acto de confianza que su hermano le terminó dejando al final. Y su hija, su mayor legado, estaba en ese momento otorgándole el derecho a aceptar la voluntad de su padre... Como él quisiera. Era hermoso, era satisfactorio al mismo tiempo, pero también tenía mucho miedo, sabía que jamás iba a estar a la altura de Thomas Harch en ese sentido, él estaba en podio de los líderes históricos del clan, junto a grandes figuras; como Angus o Sam Harch. Sin embargo, Thomas siempre confío en él, y hasta cierto punto le transmitió muchas de sus costumbres, le enseñó casi todo en la vida, y hoy en día era el hombre que era gracias a su hermano mayor. Tomar esa decisión era, de alguna manera, una forma de devolverle algo de lo que Thomas le dio a él... Tenía que cumplir su legado... Seguir con la historia... Dar la vuelta la página oscura que había atravesado el clan Harch, y recuperar en demasía el poder que emanaba aquel lema: «Sobre nosotros, sólo el cielo».

 —Ellas tienen razón —dijo Vince, su mirada concentrada en su nombre escrito en ese documento no hizo ningún movimiento—. Nada de lo que pasó es tu culpa, Lara, ni de tu padre, ni de ninguno de nosotros... Y al final, las cosas dejaron a cada uno en su lugar.

 —Tío... —Lara apenas acarició la punta de la hoja con su dedo—. ¿Qué piensas de esto?

 —Lo haré. —La decisión se enmarcó en su firme mirada al alzarla—. Me haré cargo del liderazgo del clan.

 

Más tarde...

 

 —Felicidades. —Lisa regresó a la cocina. Sólo estaba su hermano ahí, Serina y Lara ya se habían retirado minutos antes. La reunión había acabado.

 —¿Tú dices? —preguntó él. Ella no le había hablado desde que su hermana y su sobrina se habían ido, lo que le dijo fue abrupto.

 —Eres el líder de clan ahora, ¿Cierto? Te felicito, te lo merecías... Mejor tú, que nadie —respondió Lisa, y tomó asiento al lado de su hermano—. Mejor tú que nadie, Vince Harch —musitó, al recostar su cabeza en el hombro de él.

 —Te amo, hermana. —Vince hizo el mismo movimiento—. Tanto como a Serina, o a Thomas... Tanto como a mi esposa o a mis hijos... En serio... Te amo demasiado.

 —No tienes que decirlo, no es necesario... ¿Tomaste este puesto por él, cierto? —preguntó Lisa.

 —¿Por Thomas? Tal vez —Vince afirmó, alzando sus hombros—. Supongo que es una consecuencia directa a todo lo que Thomas hizo por mí... Y fue tanto.

 —Por todos hizo tanto, él era único, creo que jamás se importó tanto a sí mismo como si le importamos nosotros... Por eso, sólo se dejó morir, porque aunque no pareciera, él sí tenía el poder para hacerle frente a Michael... Era muy fuerte, pero aceptó su destino... Y eligió ese final, supongo que sabía lo que hacía, más que nadie.

 —¿Tú crees que no pensó en su esposa e hija? Con lo mucho que las amaba.

 —Siento que en realidad, fue un aceptación mutua entre ellos para salvar a Lara, ya que; ¿Qué pasó con Marie al final también? ¿Me entiendes? Era eso, o el final de todos, y ellos no querían perder a Lara, pero sabían que la chica, aun sin ellos, podía llegar lejos... Y mírala ahora, mira quien es, todo lo que consiguió... Es la vida de la persona más fuerte del mundo sólo por haber sido ella misma siempre... ¿Sabes? He querido proteger a Lara hace mucho tiempo, y aunque sé que Rhys Windsor es capaz de eso y más, a veces sólo quiero que a esa chica le salga todo bien, y sea feliz, porque es la firme representación de los deseos de Thomas, de todo lo que él quiso para el mundo, para nosotros, ella es la imagen de su mayor propósito... De todo su amor... Ella es Thomas, ella es una Harch hecha y derecha, ¿Y quién más que ella para representarnos a todos, cierto? 

 —Realmente... Y yo estoy muy honrado de haber sido aquel que ella eligió para tal puesto siguiendo los deseos de su padre, eso significa que Thomas aún sigue vivo en ella, y que si me eligió por encima de sí misma... Significa que no busca grandeza o satisfacer su ego... Sólo quiere que todo vuelva a la normalidad... Como lo fue hace tanto tiempo atrás.

 —Es imposible.

 —Sí, ella lo sabe... Todos los sabemos.

 El silencio funcionó de conclusión. Casi como una puerta que cerraba la idea que no tenía respuesta.

 Vince dio un vistazo a su reloj luego de unos minutos, se le había hecho tarde para ir a buscar a su hijo a la escuela, su esposa estaba embarazada así que ella no iba a poder hacerlo. Se puso de pie y al voltear a la silla tomó su chaqueta colgada sobre el respaldar de esta. Le dio una mirada a su hermana, ella le respondió con una sonrisa. Fue una despedida silenciosa. Calma.

 —Vince —Lisa lo llamó, luego de que él casi llegara a salir por la puerta.

 —Dime. —Él apenas giró su cabeza.

 —Yo también te amo —declaró Lisa.

 Vince volvió su mirada hacia adelante. Y con una ligera risa, abandonó el lugar... Tal declaración no necesitaba respuesta... Era una respuesta a la suya. A Lisa siempre le encantaba ser la última en dejar en claro lo que sentía... Supo acostumbrarse a tal actitud de su hermana.

 «Claro que sí... Lisa».


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Chương 70: Capítulo 35: Hacia la eternidad, sólo queda el recuerdo de haber amado a esa persona – Memorias del pasado I  

Remia, Ajax, Parlamento - 20 de Abril - Año 526

 

Seguía siendo la misma puerta de madera ébano sin barnizar, tan insípida como lo fue por más de treinta años. Ese lugar que guardaba siempre un aura oscura, silenciosa y seria. Detrás de esa puerta se encontraba la emblemática oficina del Primer Ministro de Remia. Ubicada en el Parlamento. La oficina de Rygal Di Rem.

 No quiso tocar, su mente dudó cuando posó su mano en esa cerradura de perilla. Hacia su derecha era el movimiento indicado para desbloquear la cerradura, pero su mano se trabó cuando intentó hacerlo, y comenzó a temblar. No era miedo, no era inseguridad. Estaba ligeramente emocionado, tanto como ansioso. Luego de pasar esa puerta ya no habría forma de volver esos pasos hacia atrás y huir de ese lugar, aunque ese tampoco era su plan, nunca fue su manera de afrontar las situaciones. Sin embargo, sin importar lo que pasara dentro de esa habitación desde ese momento, al irse de ese lugar, más tarde, cuando tuviera que reunirse con su madre, con su hermano, y al volver a su hogar, con su esposa e hija, tendría que hacer como que jamás sucedió. Ignorar todo lo que su padre le fuera decir, sólo guardárselo para sí mismo. Porque era su problema, era lo único que le pertenecía intrínsicamente, a pesar de todo, era esa forma de ver la vida desde que nació, la cual, aunque siempre tomó caminos distintos que lo llevaron a ciertos lugares que amó o despreció, no importaba, seguía teniendo en sí, y esa actitud de siempre chocar con su contraparte, ese detalle de tener un antagonista en su vida que le diera más a esta misma que todo lo que hizo en ella, era lo que de alguna u otra manera también lo hacía sentir un poco vivo.

 No sabía qué pasaría con él cuando lograra quitar la figura de su padre de su camino. Tal vez faltaba tiempo para analizar algo así, no estaba preparado para ponerse a pensar esas cosas, no había vivido suficiente, y siempre pensó que esa era la razón por la cual muchas veces aplazó ese enfrentamiento. No era el miedo a morir, aunque cupiera la posibilidad. Ni tampoco era el miedo a matar a aquello que le dio la vida, irónicamente. No era el miedo a terminar con todo, y tal vez no saber encontrarse en el mundo que quedaría luego de eso... Sentirse vacío. Ya que sabía que pasara lo que pasara con él, con Rygal, o con su familia. Alguien estaría al final, alguien le daría una nueva razón para seguir. Pero era eso, era seguir viviendo, era seguir creando razones, rellenando ese vacío que jamás estaría completo, por todo lo que dejaba atrás, por todo lo que aún le quedaba por conseguir... Todavía faltaba eso, responder ese: «¿Quién eres?» que vino de parte de Lara, catorce años atrás.

 Su mano dejó de temblar cuando notó una señal, aunque casi imperceptible, lo suficiente para que sólo él se diera cuenta. Rygal lo estaba llamando. Él ya sabía que estaba ahí. Por esa razón... Giró la perilla, y abrió la puerta... Entrando a la habitación.

 Frialdad y solemnidad. Eso representaba el rostro de su padre, aquel que logró apreciar apenas la puerta dejó de cegar su mirada dentro de la oficina. Cerró la puerta al pasar, y caminó por la inmensidad de habitación con lentitud. Tan gigante y tan vacía, sólo algunas bibliotecas en las esquinas, y cuadros que adornaban las paredes. Lo más resaltante era ese colosal escritorio de madera oscura, que ocupada de un lado al otro de ancho, con pilas y pilas de archivos, en cajas y en carpetas, algunos se desbordaban, hasta había un par en el suelo. Rygal se encontraba sentado en su silla, detrás de este, inmóvil.

 —Tomaré asiento —Rhys habló primero. No había un asiento para que alguien pudiera hacer compañía en ese lugar, por lo que formó uno con su propia energía. Un sillón de madera revestido de cuero negro.

 —Tienes buen gusto, Windsor —señaló Rygal, con gracia.

 —Mis años en la nobleza habrán servido de algo —replicó Rhys, luego de tomar asiento.

 —¿Deberé hacer la pregunta o sólo comenzarás a hablar? —preguntó Rygal, sonó apurado, aunque aún se sentía curioso, quería saber la razón por la que su hijo estaba en su oficina.

 —Te daría la respuesta sin que te pusieras tan ansioso, pero notando que realmente quieres saberlo rápido... Lo haré... Mamá... Vine por ella —reveló Rhys.

 —¿Qué pasó con Clio? —Rygal se acomodó en su asiento, intentando limitar el movimiento de sus manos. No estaba nervioso por la presencia de Rhys, sólo que el nombre de Clio a veces le daba cierto estremecimiento.

 —Nada preocupante, nada tan malo como lo que le ha pasado toda su vida... Solamente quiero que me digas qué pretendes con ella, nada más.

 —¿Qué pretendo con ella? —Rygal afinó su mirada, en señal de confusión.

 —Sí, ¿Ella vino aquí ese día, cierto? ¿Qué le dijiste? —inquirió Rhys.

 —Ciertamente, no le dije nada más allá de la verdad... En realidad, fue ella quien vino buscando explicaciones, quería saber lo que había sucedido en Fons.

 —¿Y no se lo dijiste?

 —No.

 —¿Por qué?

 —Porque ella y yo ya no estamos juntos.

 —Hace mucho tiempo, Rygal... Más de diez años, ¿No es así?

 —En realidad... —Rygal bajó su mirada, y con su pulgar apoyándose en su labio inferior, comenzó a recordar... Y su mente lo transportó a ese día, catorce años atrás, cuando todo se terminó de verdad—. Clio sólo seguía a mi lado por ustedes, no hemos estado juntos desde el nacimiento de Vlas —confesó.

 —¿Qué? —Rhys preguntó, sorprendido.

Era algo que podía esperarse, él sabía que la relación de sus padres estuvo quebrada muchos años, inclusive antes de que él se fuese de Remia, antes de lo de Demian, de lo de su infidelidad, antes de muchas cosas... Pero, ¿Diecisiete años viviendo en una farsa? ¿Qué significaba todo?

—¿Tu madre nunca te contó lo que pasó esa noche? —preguntó Rygal.

—¿A qué noche te refieres? —Rhys preguntó, con curiosidad.

—La del cumpleaños de Rudd... Seguro la recuerdas —respondió Rygal.

Claro que la recordaba. Esa noche habían sido la noche de su primer beso con Lara. Cuando esos sentimientos que creyó equivocados e impropios se volvieron parte de sí, y ella le dejó en claro la verdadera esencia de Rhys Windsor. La noche de su hermano y Ashley, la noche que vio a su madre llorar en su habitación... Cierto, era eso... Así que a eso se refería ella cuando le dijo: «Todo estará bien, mi amor... Mamá jamás se separará de ustedes». Eso... Todo hacía sentido en su cabeza. Ella se refería al quiebre de su relación con su padre.

—Espera... Ese día... —comenzó, parando para volver a recordar la sucedido—. ¿Fuiste tú? Tú fuiste el causante de su llanto... Por eso lloraba, ¿Qué le hiciste, Rygal? —preguntó, un poco molesto. No del todo, habían pasado tantos años que no tenía sentido enojarse por eso, pero estaba seguro de recordar que en ese momento sí se sintió mal por ver a su madre llorar... Esa imagen, no se la podía borrar de la mente.

—No del todo... Ella, lloró porque se dio cuenta de su propio error... Ese día... Ella me rompió el corazón —dijo Rygal. Su voz apagada daba paso a cierto arrepentimiento en sus palabras. Recuerdos que quiso olvidar. Ese día, ¿Fue el inicio de todo?

 —¿Mamá te rompió el corazón? ¿Qué dices? Ella jamás haría algo así —Rhys se negó, tenazmente.

 —Le propuse tener otro hijo... Una niña... Ella me había dicho muchas veces desde el nacimiento de Demian que sólo nos faltaba eso... Se lo dije casualmente, como un plan a largo plazo, éramos jóvenes, ella tenía treinta y cuatro, y yo treinta y cinco... Pero ella se negó —Rygal dijo todo con cierta nostalgia, pero no una nostalgia feliz... Una nostalgia triste... Recordando la única vez en su vida, que se sintió tan humano como para llorar.

 —¿Por qué se negó?

 —«No estamos bien», dijo ella... Yo la entendía... Ella se había enterado que le estaba siendo infiel con la madre de Cole... Antes de que supiera que tenía un hijo... Le dije su nombre esa noche, le dejé en claro que esa mujer nunca significó nada, como si ella para mí... Que sólo lo hacía para sentir que su amor por mí era inmerecido, y que no podía estar a su lado... Ese día, realmente quise hacer las cosas bien... Ese día... Luego de verla frente al espejo, sonriendo, con ese hermoso vestido azul oscuro... Ese día quise creer que tal vez había una escapatoria, había salvación... Quise creer que podía ser feliz con Clio y ustedes a mi lado... Rhys... No siempre fui un monstruo... En algún momento quise ser feliz.

 Rygal alzó su mirada. La frialdad en sus ojos de plata desapareció por un instante. Y lo que había en ellos, ¿Qué era? ¿Arrepentimiento? ¿Tristeza? ¿Soledad? ¿Qué era tal gesto? Su alma, su alma salió a la luz. Rhys no lo quiso creer, lo que había escuchado de parte de su padre era inaudito, pudo haber aceptado que fuera una mentira, como todas las que hizo en su vida. De él... Se podía esperar cualquiera cosa menos honestidad. Pero Rhys al mismo tiempo sabía que todas la veces que hablaron Rygal fue honesto con él, porque entre ellos no tenía mucho sentido seguir actuando... Menos si se trataba de Clio. La mujer a la que ambos amaban.

 «¿Por qué me lo dice ahora?», se preguntó Rhys. Y entre tantas preguntas que no tenían sentido cuando de Rygal se trataba, y de ese ataque de honestidad y vulnerabilidad que había tenido en ese momento, intentó encontrar respuesta a una sola... Si no siempre fue un monstruo, entonces, ¿Qué fue lo que lo convirtió en uno? ¿Su madre? ¿Clio? ¿Ellos? ¿Qué pasó para que al final, terminara siendo tan inhumano como para matar a su propio hijo? ¿Por qué?

«¿Por qué, Rygal?».

—Yo... Yo no puedo creer lo que estoy escuchando —declaró Rhys, aun pasmado.

—Ni yo lo que estoy diciendo —replicó Rygal, su humor se prestó para que él esbozara una ligera sonrisa.

—¿Qué pasó entonces? ¿Por qué rompió tu corazón? —Rhys quiso saber más.

—Insistí... Sólo la quería a ella... No quería nada más... Ni mi puesto, ni mi poder... Ni esa maldición que no podía exorcizar... No quería nada más en este mundo que a Clio tomándome de la mano, y dejándome en claro que no estaba solo... Pero ella, a diferencia de mí... No estaba sola, y no iba a hundirse hasta lo más profundo de una mente rota para poder sacarme de ese lugar... Ella, siempre los puso a ustedes por delante de todo... Incluso de mí.

—¿Nosotros? Fue eso... Así que... Ella nos eligió por sobre ti —Rhys cayó en cuenta.

—Nunca iba a poder ser para ella lo que eras tú, Rhys... O lo que era Demian, o Vlas... Nunca... A pesar de que ella me amaba, de que era parte fundamental de su vida... A pesar de todo... Ella juró acabar con mi vida si era por ustedes... ¿Entiendes lo que eso significaba? Yo no era todo para Clio, pero ella si era todo para mí.

—Sólo querías que ella te quisiera a ti... Eso es egoísta, sabías que jamás iba a pasar, porque todo lo que le diste a ella, fuimos nosotros... ¿Cómo no previniste eso? Era obvio que sucedería.

—Yo no quería que ella dejara de amarlos, en realidad, quería que siguiera ese camino, porque yo no merecía su amor, y ustedes sí, y a ella le hacía bien, le hacía bien tenerlos en su vida, purificaba su alma... Sin embargo, una vez alguien me amó de la misma manera que ella los amaba a ustedes... Y yo... Yo sólo quería volver a sentir esa sensación para no perderme para siempre... Para no seguir ese camino que guio a mi madre hacia la muerte, hacia la soledad perpetua... Yo quería que Clio no me dejara solo... Rhys... Yo quería...

—Que ella te amara como te amó tu madre... —Rhys se le adelantó. Al final, era más parecido a su padre de lo que alguna vez pensó.

—No quería volverme mi padre... Pero fue inevitable. —La voz de Rygal casi se quebró.

«No puede ser», pensó Rhys... Ese deseo... ¿Qué era? ¿Por qué se le estremecía hasta el alma al oírlo?

—Y yo... ¿Por qué me llevaste hasta ese lugar entonces? Todo se hubiese resuelto si tan solo tú no... Tú no me hubieses querido convertir en ti... Tú fuiste el culpable de tu propia desgracia, Rygal... Y junto con eso... Nos llevaste a todos al infierno —dijo Rhys, apretando sus puños con fuerza.

Rygal le estaba diciendo todo eso en un papel de víctima, ¿Y dónde quedaba la autocrítica? Aunque su madre hubiese rechazado su pedido, ella no era la responsable de tal accionar, ella sólo, era algo más que él tomó para justificar su inhumanidad... Nadie tuvo la culpa, y Rygal sólo veía a todos de la misma forma... ¿Por qué no aceptaba que el único culpable era él?

—Estás equivocado, Rhys... Yo no soy culpable del destino que te esperaba, yo quise hacer lo posible para que tú no cometieras ese error... Porque sabía lo que Clio sentía por ustedes... Porque sabía que... Sin ti... Ella terminaría de la peor manera.

—Y si lo sabías... ¿Por qué no me dejaste sólo elegir por mí mismo? ¿Por qué mataste a Demian? —preguntó... Ese verde de sus ojos, relució... No quería llorar, pero ese recuerdo era una y otra vez el mismo... Quería de una vez por todas... Saber la verdad.

—Yo no maté a Demian... Rhys... Nunca lo hubiese hecho... Él... Es mi hijo —aseguró Rygal, con firmeza.

—¿Qué? ¿Qué dices? —Rhys se puso de pie al instante. Su cuerpo se movió automáticamente. Pero... No... No lo quería hacer... Eso que él le había revelado... Era verdad... Sí... No era una mentira—. Demian... ¿Qué pasó con Demian?

—Demian... Demian no murió, Rhys... Demian... Está vivo.

 Latidos.

 Ese golpe de su corazón. A punto de estallar. Casi con la necesidad de no querer seguir bombeando. Parecía que todo iba a acabar en ese instante. Como todos los instantes de su vida que sintió lo mismo. Un grito ahogado, mudo. Una vista borrosa, casi blanca, casi ciega. Ese estremecimiento casi capaz de partir su alma en trizas... Otra vez el pánico de la inminente muerte que llegaría algún día... De su vida consumiéndose paso a paso. Como una hoja de papel volviéndose cenizas gracias al fuego... Como todo lo que tuvo en sus manos y perdió, que se deslizó por estas como arena. Como el sufrimiento por el duelo. Por los arrepentimientos. Por la vida que pudo vivir... Que perdió en el infierno que visitó. Por esa persona que fue, y que no quería volver a ser... Como todo. Como ese poder... Que le había quitado todo... O nada.

 «Un ataque de pánico», pensó, luego de comenzar a volver en sí, unos segundos después de esa revelación. Tal sensación pareció durar una eternidad. Pero logró controlarlo. Sólo respirar. Poco a poco.

 —Así que así se ven.

Una voz llegó a sus oídos. ¿Tan lejos? Pero estaba a su lado.

—Windsor... ¿Tan débil eres?

Otra vez la misma voz.

«¡Cállate! ¡Cállate!», rogó internamente. Sus palabras aún no salían. Se estaba hundiendo sin freno en ese mar de desesperación que siempre rodeaba su consciencia. Pero... Algo siempre lo calmaba cuando caía en ese espiral de negrura infinita:

«Demian no murió... Demian... Está vivo». Y ese rostro... Otra vez.

Su hermano menor... Había vuelto.

—Demian —pudo decir—. ¿Qué pasó con él? ¿Dónde está Demian? —preguntó, cuando la normalidad ya era parte de sí.

—Vaya, es interesante ver como logras recuperarte... Así que eso era lo que siempre te sucedía en tu adolescencia... La razón por la cual te enfrentaste a mi infinidad de veces. —Rygal siguió con su atenta mirada sobre él, y ese imborrable gesto de curiosidad.

—¡Dime qué pasó con Demian! —Rhys gritó. Él no daba respuesta. Él sólo dejó en claro eso, ¿Y luego? ¿Por qué no dijo más? ¿Le mintió? ¿Entonces que fue eso que vio en sus ojos? No pudo haberse equivocado.

—Ya te lo dije, ¿No me crees? —Rygal no cambió de posición.

—No me puedes estar diciendo esto ahora, Rygal... ¿Dónde está? —Rhys no podía parar de respirar con rapidez. Esa agitación era la prueba de su ansiedad. Era la prueba del anhelo de saber qué había pasado con su hermano.

 —Rhys... Demian... Está en otro lugar, y él... No creo que quiera que sepas donde está.

 El corazón de Rhys paró. Siguió. Y volvió a parar. ¿Eso era dolor?

 —¿Cómo? ¿Por qué Demian no quisiera algo así? Soy yo... ¿Por qué no querría verme?

Era inadmisible pensar en que su hermano no quería volver a verlo. Al menos sentir su presencia. Al menos... Luego de diez años, oír su voz. ¿Por qué? No podía aceptar algo así. No podía. Demian no era así.

—Demian ya no tiene doce años, Rhys... Nada es como antes.

«Demian», Rhys pensó... El sacrificio de su Scire. Su mayor arrepentimiento. El enlace de su alma y su poder. Su vida... ¿Por qué? ¿Qué sentido tenía todo lo que vivió si él estaba vivo? ¿Qué sentido tenía su pasado? Esa tragedia. Su dolor. Su sufrimiento. ¿Qué sentido tenía haber soñado noches eternas con esa pesadilla? Donde él volvía a morir, una y otra vez. Ese recuerdo tan atroz y martirizante. ¿Qué sentido tenía su vida con Lara? Lo que sufrieron. El llanto y sufrimiento de su madre. Su culpa por haber desaparecido diez años. Lo que le hizo pasar a Vlas. Esos errores. Haberse vuelto un asesino. Ese sentido que buscaba, que iba a buscar por siempre. La vida que había elegido vivir a pesar de todo. ¿Por qué? Todo eso se había resumido a la muerte de Demian. Y si él no había muerto, ¿Por qué todo eso pasó? ¿Por qué? No podía dejar de preguntárselo... No podía... No iba a poder... ¿Seguir?

—Si no me dices dónde está... Te lo sacaré a la fuerza —amenazó, apuntando con su dedo índice a Rygal. Su Scire ya se había activado.

—Yo tampoco sé dónde está Rhys... Te dije que no tiene doce años —explicó Rygal.

—No... No... Mierda... ¡¿Por qué?! —Rhys pateó el sillón, furioso, destruyéndolo completamente—. ¡Maldita sea contigo, Rygal! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué carajos soy un maldito poseedor del Scire si él no murió?! ¡Dímelo!

Nada. Todo se había reducido a nada. A un absurdo inmenso sin justificación. Si ese nunca fue su destino. ¿Eso que tanto quiso comprender por diez años? ¿Qué era? Al final, ni siquiera esa charla que tuvo con Demian en la guerra, en su alma... Allí, donde supo por primera vez en mucho tiempo el significado de ser Rhys Windsor... ¿Qué había significado? Si ni siquiera fue Demian. Nadie fue... Nada de nada... Rhys Windsor... Estaba vacío. Vivió en una mentira... Otra vez.

—No lo sé... Sólo pasó... Supongo que fue un milagro.

—¿Un milagro? Sí... Es un milagro que en este momento no pueda matarme... Ya que sólo tú sabes dónde está Demian —dijo, entre dientes. Era injusto, era injusto y frustrante.

—No se lo digas a Clio, Windsor... No la hagas sufrir en vano —pidió Rygal.

—No lo haré... Nadie lo sabrá... Pero ten por seguro que hallaré a mi hermano, Rygal... Él... Volverá a mi lado... Aunque tenga que dar vuelta el mundo entero con tal de hacerlo —prometió... Y esa promesa... Brilló junto con sus Rexyss.

—Eso no te hará hallarlo, Windsor —señaló Rygal.

—Lo sé. —Rhys se dio la vuelta. Debía salir de ese lugar lo más rápido posible—. Pero hay algo que es obvio... Él no podrá ocultarse por la eternidad.

Antes de abrir la puerta oyó la silla de su padre rechinar. Él se había puesto de pie. Volteó cuando percibió ese movimiento, y el verde y la plata se cruzaron en el camino de sus miradas.

«Los ojos de Demian», pensó Rhys.

—Tal vez así sea, Windsor... Tal vez... No haya eternidad... Aun así... Algo quedará, algo que perdure, y nos deje en claro quien tuvo razón al final. —Rygal dio paso a una seguridad inmensa en sus palabras. Y el tono sencillo y honesto que había usado en toda la charla... Desapareció. Su seriedad y frialdad hicieron presencia de nuevo.

 —Pronto lo sabremos... Rygal Di Rem.

 —Tenlo por seguro... Rhys Windsor.

 Sus sentencias se desvanecieron cuando la puerta se cerró luego de que Rhys abandonara el lugar.

«¿Vas a ser infeliz toda tu vida solamente para que nosotros podamos disfrutar de las nuestras? Si piensas hacer eso déjame decirte que jamás lo aceptaré... No pienso permitir que jamás seas feliz por tu «destino», Rhys... Porque eso no existe».

En su regreso a la mansión de su clan. Todo lo que Demian Windsor alguna vez le dijo cayó en su mente como una avalancha de recuerdos. Todo. El niño siempre vio en él algo que nadie vio jamás, y cuando él murió, creyó que jamás volvería a haber otra persona con la misma capacidad. Estuvo equivocado en eso también. Con el tiempo se dio cuenta de que muchas personas lo hacían, pero que en realidad, el único con el valor suficiente para dejárselas en claro era Demian. Luego Lara, y más tarde, Vlas. Aun así, Demian Windsor fue el comienzo de todo, y el eje de lo que su persona decidió ser, siguiendo todo lo que su hermano le dejó luego de su muerte. Paso a paso, aun habiendo errado en algunos, que lo hicieron caer. Pero, a pesar de eso, Demian siempre volvía a él. Sus preguntas que hallaron respuestas años después. Sus recordatorios que le regresaban la nostalgia de lo que significó ese pasado a su lado. Demian fue para él el guía de un camino que aún no se había creado, pero que, al parecer, él ya conocía.

Si Demian Windsor no hubiese muerto. Rhys Windsor no hubiese sido lo que fue. Eso era un dictamen indubitable. El camino que marcó fue condicionado por ese dolor, por ese recuerdo, y por el poder que la muerte de su hermano le dejó. Y aun así, enterarse que seguía vivo, ¿Qué le dejaba? Tal vez la duda que tuvo al momento de saberlo no era tan incontestable, porque a pesar de que la muerte de su hermano hizo de sí mismo la persona que era. También lo hizo la presencia de Lara, de su madre, de su hija, de su hermano, y de todos. Y ellos, ellos no sabían lo que significó que Demian hubiese existido en su vida, por tal motivo, nadie hizo lo que hizo por él pensando en lo que Demian le dejó, ellos sólo actuaron por sí mismos... Por esa razón no quería dejar de lado a nadie, y aunque le ganara el sentimiento de negación y de sentirse vacío tanto como perdido al creer que nada tenía sentido si su hermano estaba vivo, no podía dar vuelta su propósito o su vida sin más, y dedicar todo lo que hacía a buscarlo. No podía porque su hija estaba por nacer, porque su hermano tenía su propio propósito al que él mismo había decidió apoyar... Y no podía más que nada, porque les había prometido a todos ellos darle ese futuro donde pudieran ser felices.

 Tal vez la pregunta que se hizo ese mismo día antes de entrar a la oficina de su padre podía esperar la respuesta. Porque no sólo Lara se la había hecho. También su madre. También Vlas... También Demian. Y la respuesta llegaría cuando pudiera comprender lo que realmente cada uno dio a su vida, y si al final, lo que Demian le dio, no era lo que siempre pensó, la respuesta a esa pregunta sería una incógnita hasta que lo encontrara y ese sentido que asumió, tuviera su explicación... Aun si su padre estaba detrás de eso. Aun si Demian no era esa persona que fue. Aun si... Su hermano nunca fue lo que él creyó... Aun si el poder que tenía no era suyo, o su destino, o él el elegido para poseerlo. No importaba. Podía pensar todo eso luego, lo había pensado... Todavía le faltaba mucho camino. Y en ese camino, habría personas que volverían, y otras que se irían... Por eso... Demian, vivo o muerto... Le daría su respuesta tarde o temprano. La respuesta que sólo él podía dar.

«Deberé hallarlo por mí mismo... Nadie lo puede saber... Tal como te lo dije esa vez... Nos volveremos a ver, Demian Windsor».


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