Fons, Raven, Residencia Relty - 28 de Abril - Año 526
—Sabes que Lee se afianzó al trono, han pasado más tres semanas desde lo sucedido en la coronación, pero todo lo que hizo para despejar dudas ayudó en su resurgimiento, desde ese anuncio dos semanas luego, y el dinero que obtuvo para la reconstrucción de la capital... Las masas están contentas, las demás casas comenzaron a confiar en él desde esa reunión, hemos perdido apoyo, Troy... El clan Relty se está convirtiendo en la oveja negra del Reino de Fons.
—¡Maldita sea, ya lo sé! —Troy Relty lanzó el vaso de whisky que estaba sosteniendo en su mano, enojado, en consecuencia a todo lo que su hermano le estaba diciendo. Y mucho más—. Mierda, Luke... ¿No puedes venir con mejores noticias? Nuestro padre fue asesinado hace casi un mes, y no hubo culpables, no hubo consecuencias, los responsables se salieron con la suya, ¿Y no tienes ni un poco ira por lo injusto que fue todo?
—Troy, ¿Qué podemos hacer? Tú fuiste el que dio la orden de no relacionarnos con el nuevo gobierno, ni siquiera fuiste a la reunión que llamó luego de lo sucedido en Ash... Lee movió sus fichas, nosotros no, era esperable que esto sucediera. —Luke Relty trató de hacerlo entrar en razón.
Él era más tranquilo que su hermano, y aunque sí tuviera cierto enojo por la situación con su padre, no era el líder del clan, no podía tomar decisiones como sí lo hacía Troy. Pero a él ya lo había cegado la furia. Y la única palabra que había dicho en más de tres semanas en cuanto a tal situación no era nada más ni nada menos que: «Venganza».
—Luke tiene razón, Troy... Esto es culpa tuya —adhirió Megan Darma. Ella se encontraba recostada al escritorio de la oficina que perteneció a su padre, y que había pasado a ser de Troy desde su asesinato—. Sven me dijo que Rhys Windsor estuvo en la reunión.
—No vuelvas a nombrar a ese malnacido —ordenó Troy, alzando su dedo índice, casi a centímetros del rostro de su hermana. Su enojo seguía aumentando.
—No te la agarres conmigo, Troy, yo sólo estoy aquí porque tú me llamaste, ¿Qué quieres que haga? Si el enojado eres tú —respondió su hermana.
—Veamos. —Troy respiró hondo, intentando calmarse. Dio algunas vueltas por la habitación, hasta que tomó asiento en su silla, y suspiró. Varias veces—. Lo que sí sé es que podemos aliarnos con alguna que otra familia del reino —comentó—. Erika se encargará de su hermano, veremos qué responde el clan York... De paso, Felix está comprometido con la hija de Karl, su heredera, y ellos tienen una alianza, por lo tanto, tal vez el clan Froyd se una a nuestra causa... Megan. —Dirigió la mirada a su hermana—. En tus manos queda el clan Darma —señaló.
—¿Qué? —Megan le devolvió la mirada, en su lugar, con confusión.
—Sven te hará caso a todo lo que le digas, supongo que tendrás tus métodos, ¿Cierto? —respondió Troy, con sarcasmo.
—¿Qué estás insinuando, Troy? —Megan exigió respuesta.
—Tienes tres hijos y apenas tienes veinticinco años, Sven te quiere para una sola cosa, Megan... Dale lo que quiere, y él estará a tus pies, después de todo... Es para lo único que sirves —aludió Troy, su sarcasmo llegó a su límite con tal declaración.
—¿Eso piensas de tu hermana? Eres un ser desagradable, Troy —declaró Megan, su voz fue suave, eso que su hermano le había dicho fue doloroso... Realmente la había decepcionado.
—Troy, Megan tiene razón, no puedes decirle eso... Es nuestra hermana —aclaró Luke, detrás de ellos, en una de las sillas que rodeaban la mesa de reuniones.
—Sí, y como parte de esta familia, tiene un rol que debe cumplir... Megan, has lo que debes hacer, y déjate de tonterías, eres mujer, eres su mujer, ¿Tú crees que realmente papá firmó un matrimonio concertado porque creyera que amabas a Sven? Para nada, lo hizo porque sabía que mientras formaras parte de esa familia, ellos tendrían que estar de nuestro lado... Así funciona el mundo, Megan, lo siento por romper tus ilusiones de novia enamorada —Troy fue afilado, lo dijo como si realmente no le importara lo que estaba diciendo. Megan cambió su rostro en su totalidad—. No vayas a llorar —dijo, notando ese gesto en el rostro de su hermana.
—¿Todo esto es porque rechacé tu propuesta de matrimonio? —preguntó Megan, con su voz a punto de quebrarse.
«Tal vez», pensó Troy.
El primer hijo de la familia Relty. Siempre, desde pequeño, supo que sería el heredero del imperio. Sin embargo, no era más importante que su padre, era el heredero, sí, pero la sombra de Gino Relty era inmensa, y fuera quien fuera la persona que lo sucediera, jamás iba a ser siquiera una mínima parte de lo que él fue. Troy sabía eso, y vivió resignado toda su vida a tal verdad, procurando, al menos, ser lo suficientemente competente como para que el nombre que su padre dejó en la cima siguiera así por mucho más tiempo. Sin importar todo lo que tuviera que hacer para sostener ese legado... Nunca iba a superar a Gino Relty... Pero no sería un fracaso.
Muchas veces, de niño, de adolescente, hasta de joven, cuando su padre presionaba tanto sus habilidades para crear un «heredero a la talla», sentía que no valía tanto la pena, si hiciera lo que hiciera siempre sería apuntado con el dedo como «el hijo de...». Sin embargo, era bastante orgulloso, y en base al nombre y estatus de su familia, sentía la imperiosa necesidad de hacerse notar, porque su familia era la responsable de que él fuera lo que fuera, de que, a pesar de nunca estar a su altura, ser el elegido por su padre para continuar con su legado... Su familia... Era lo más importante... Su familia... Era su mundo. Su responsabilidad... Nada más, ni nada menos.
Él era el mayor de cuatro hermanos: Luke, Megan y Nate. Y como su familia, estos formaban parte fundamental de aquello que debía sustentar su propósito, y claro que los amaba, al mismo tiempo que protegía y procuraba su bienestar. Era necesario mantener una familia unida para mantener un estatus. Era una obligación. Sin embargo, entre ellos tres, entre sus padres, entre todos los miembros de su familia... Sólo una persona resaltaba para él, su presencia, era aquella que lo tenía en vilo y le daba sentido a su pensamiento positivo ante el valor de una familia: Megan Relty. Su hermana menor.
En Fons, las leyes de matrimonio eran complicadas, aunque no tan delimitadas para las casas reales. Para los civiles, el matrimonio entre familiares estaba prohibido, aun existiendo las leyes que autorizaban el matrimonio igualitario, o con una diferencia de edad considerable, a través de un consentimiento, sólo si la parte menor de edad sobrepasaba los dieciséis años y no había una diferencia de edad mayor a los ocho años. Sin embargo, para las cases reales, todo esto cambiaba. El matrimonio igualitario se seguía manteniendo, aquellos que cambiaban eran: El matrimonio entre familiares y el matrimonio infantil.
En el caso del matrimonio infantil, la edad de consentimiento descendía hasta los catorce años y la diferencia de edad hasta los diez años. Por otro lado, el matrimonio entre familiares, estaba permitido, sólo si el cabeza de clan firmaba un permiso especial que permitiera tal unión dentro de su propia familia, donde se hacía responsable de todas las consecuencias que tal acto podría llegar a acarrear.
Troy se enamoró de Megan en su adolescencia. Ellos se llevaban tres años, y cuando él se comprometió con Erika York, a sus dieciocho años, comprendió lo que significaba tener que hacer ciertos sacrificios por su familia. Él no amaba a Erika, su padre se la presentó en una de las reuniones de él y sus socios, uno de ellos era el líder del clan York, Ren, el padre de Erika. Pero asumió la responsabilidad que su padre había dejado en él, y aceptó el compromiso con Erika, a pesar de que amara a Megan.
Megan era una chica hermosa en su adolescencia, pero, en realidad, amarla no se basaba solamente en que le pareciera tan bella, eran muchas cosas, que con el pasar del tiempo, olvidó. Él sabía que lo que sentía por ella estaba prohibido, porque era su hermana, porque su padre lo mataría, por las miradas del mundo entero, por la decencia, por su propio rol en su familia, aquel que su padre le había otorgado, y que perdería... Junto con todo. Aun así, por una vez en su vida, quiso dejar de pensar siempre en lo «mejor» para su familia, y quiso, dejarse llevar.
«No... Somos hermanos, Troy... No puedo hacerlo». Las rosas cayeron al suelo. Ese anillo jamás obtuvo dueña. Lo que su hermana le respondió ese día luego de que él le propusiera casarse fue lo que él esperaba escuchar, pero, ¿Por qué era tan doloroso sentirse rechazado de esa manera? Eso era sensato, era lo que cualquier persona hubiese hecho en el lugar de su hermana... Sólo él se hizo ilusiones. «¿No me amas, Megan?», le preguntó. «Claro que te amo, pero como familia, Troy... Es lo que somos, y todo lo que se aleje de eso... Está mal».
Un año después de que ella rechazara su propuesta, Megan se casó con Sven Darma, el heredero del clan Darma, un joven de Sunrise con mucho dinero y poder, que también había asistido a la universidad con Troy, él lo conocía a la perfección. Y al parecer, su hermana estaba enamorada de él, ya que ellos, incluso antes de comprometerse, habían tenido una relación a escondidas... Y Megan estaba embarazada. El corazón de Troy se destruyó en mil pedazos con esa noticia. Y todo lo que vino después, fue aún peor; una boda, dos hijos más, y la renuncia de Megan al clan Relty, yéndose a vivir a Sunrise con su esposo.
El corazón de Troy se volvió frío. La única vez en su vida que no quiso seguir su deber, esa responsabilidad impuesta por su padre por haber nacido como su primer hijo, siendo su sombra. Y que, en su lugar, quiso dejarse llevar por sus sentimientos, fue un fracaso, fue... Lo peor que pudo haberle pasado. De tal manera, decidió, jamás volver a ceder a lo que su corazón pidiera, jamás volvería a confiar en sus sentimientos... Su deber, era lo único que iba a importar, y lo que tuviera que hacer para que ese deber siguiera en pie. Asi mismo, se casó con Erika, y concibió un hijo, que actuaría como su heredero, lo criaría igual que su padre lo crio a él. También, vengaría la muerte de su padre, ya que, luego de volverse el líder de su clan, ese legado que él le había dejado, debía cumplirse... El clan Relty, no podía caer... Eso, estaba en sus manos.
—¿Propuesta de matrimonio? —preguntó Luke, repleto de confusión. ¿Acaso ellos no eran hermanos? Sus hermanos ¿De qué estaban hablando?
—Megan. —Troy, alzando la voz, clamó su atención—. ¿Elegiste darle la espalda a tu familia?
—Troy. —Megan se puso de pie, se había dado cuenta de la mirada de su hermano, hacía varios minutos—. Luke, necesito hablar con nuestro hermano, déjanos solos, por favor —pidió, sin quitarle la mirada de encima a Troy.
—Lo haré, pero luego me van a tener que explicar lo de la propuesta de matrimonio... Por Sun, esto es maravilloso. —Luke abandonó la habitación rápidamente.
—No voy a hacer lo que me pides, Sven es el líder de su clan, él sabe lo que es mejor para su familia, y yo... Yo no estoy de acuerdo con tus métodos, Troy... Jamás avalaría una alianza entre nuestras familias —manifestó ella.
—¿Sí? ¿Por qué? ¿Sven tiene miedo de lo que Lee Ex Fons, el nuevo rey, pueda hacerle a su familia? Que no sea imbécil, somos tres familias contra la Familia Real, cuatro con la suya si es que quiere apoyar nuestra causa, como ya te dije... Es su única opción —indicó Troy.
—No, el problema no es Lee Ex Fons. —Ella trago saliva, sabiendo que lo que estaba a punto de decir haría estallar la furia de su hermano—. Es Rhys Windsor.
—¿Qué te dije de nombrarlo? —preguntó su hermano, entre dientes. Cada vez que oía el nombre de ese tipo, la imagen de su padre, muerto, sobre su una mesa inundada en su sangre, con su cuello abierto de un lado al otro, venía a su cabeza... Y no podía controlar su ira.
—Es la verdad, Troy... Todos lo vimos, todos lo oímos... ¿Te vas a enfrentar a él? Vas a terminar igual que papá, y eso lo sabes.
—¡Cierra la maldita boca! —Troy demandó, luego de pararse habiendo pateado su silla, hasta apoyar su mano sobre el cuello de su hermana—. Ese hijo de puta mató a nuestro padre delante de nuestros ojos... ¿Y apoyas su actitud? No me voy a quedar de brazos cruzados, maldita puta... Así que, me harás caso, te cogerás al imbécil de Sven Darma, y lo convencerás de que se alíe con nuestra familia. —Luego de su pedido, la soltó.
Megan cayó al suelo, entre tos y arcadas. Estuvo a punto de perder la conciencia mientras su hermano la sostenía del cuello, estrangulándola cada vez con más fuerza. Apenas logró volver en sí luego de que él la soltara, su mirada seguía borrosa, y quiso vomitar.
—Troy... ¿Qué...? ¿Qué pasó contigo? —preguntó, alzando un poco su mirada. Su hermano la mirada desde arriba, con sus gélidos ojos azules, tan insensibles como crueles. Ese no era su hermano... ¿Dónde estaba?
—No te acatas a tu deber, sólo te di un empujón... Tienes una semana para traerme una respuesta de Sven... Y espero. —Volteó, antes de salir por la puerta—. Que sea positiva —dijo, para luego abandonar la habitación.
Megan quedó dentro. Sola... Y lo único que pudo hacer, fue llorar.
Días después...
Fons, Ash, Palacio Real - 1 de Mayo - Año 526
—¿Cómo has estado con todos estos documentos que tienes que firmar? —preguntó Ashley, mientras caminaba hacia dentro de la oficina de su hermano. Con una caja repleta de más documentos.
—¿Sigues trayendo más? Carajo, me voy a terminar muriendo en este lugar —dijo Lee, con su voz arrastrándose, emulando el sonido de un quejido.
—Apaga ese cigarrillo, o quemarás las hojas si una brasa llegara a caerse. —Ashley acercó el cenicero que estaba sobre el escritorio hasta el rostro de su hermano.
—Sí, lo que usted diga, jefa. —Lee le hizo caso, y soltó el cigarrillo de sus labios, este cayó en el cenicero—. Por cierto, hay algo que quiero hablar contigo.
—Sí, claro, dime —respondió Ashley, sentándose en la silla de enfrente a la de Lee, al otro lado del escritorio—. ¿Es sobre esto? —preguntó, señalando los archivos.
—No, es sobre una información que llegó a los oídos de Felix York, y él me lo dijo a mí, pero por ahora son sólo rumores —aclaró Lee, con su concentración dedicada a los documentos.
—¿Qué pasó? —preguntó Ashley, con interés.
—Sven Darma quiere matar a Troy Relty —reveló el rey.
—¿Qué? —Ashley casi salta de la sorpresa—. ¿Qué sucedió? —Buscó más información.
—No lo sé muy bien, pero el rumor que se está esparciendo es que, al parecer, Troy Relty se pasó con su hermana... Tú me entiendes —insinuó Lee, golpeando ligeramente su escritorio con su puño.
—¿Con Megan? ¿Le pegó? —preguntó Ashley, aun sin creerlo.
—Estrangulamiento de hecho, al parecer tuvieron una discusión sobre el rumbo que la familia iba a tomar luego de lo que sucedió con Gino y el liderato de Troy, pero tú sabes, Troy parece ser de esos tipos a los que no se le puede decir qué hacer, y no aceptó las críticas de su hermana —contó Lee.
—Había un rumor que decía que ellos dos estaban en un romance, ¿Cierto? —Ashley creyó recordar.
—Sí, pero eso fue hace mucho tiempo, luego de la guerra de hecho, pero quedó en eso, en un rumor... No lo sé, Ashley, si Sven quiere asesinar a Troy significa que las dos familias se verán envueltas en una guerra interna... El clan Darma tiene aliados, y el clan Relty también... Lo último que necesitamos es una guerra civil cuando pudimos evitar una hace no más de un mes... ¿Es sensato llamar a una reunión? —consultó Lee.
—Tal vez... No creo que el clan Relty haga presencia, pero si lo hace Sven podemos hacer lo posible para que se quite esa idea de la cabeza, y no lo sé... Encuentre otra forma de ajustar cuentas —dijo Ashley—. Aunque, ¿Recuerdas cómo reaccionó ese día cuando quise intervenir en lo que dijo sobre mí? No creo que me tomen tan en serio, Rhys tuvo que defenderme —añadió. No es que tuviera ciertas inseguridades, pero no podía negar lo obvio, y ella era novata en ese sentido, no tenía demasiado voz ni voto en el Consejo, así como tampoco tenía una influencia marcada.
—Está bien, Rhys se percató rápido ese día, e intervino antes que yo, pero Ashley, soy el rey, y te elegí como mi mano derecha, ellos deben aceptarlo, y si no lo respetan... Haré que lo hagan, quédate tranquila en ese sentido... Ellos no son estúpidos. —Lee se puso serio, sus palabras no habían sido banales, era algo que realmente pensaba, y planeaba llevar a cabo si sucedía.
—No puedes pasar por encima de todos sólo porque eres el rey, Lee —declaró Ashley.
—Ellos no pueden pasar por encima de mí, ya que soy el rey... Y eso es suficiente —respondió Lee—. Llama a una reunión para mañana... Quiero que se presenten todos... Llama al clan Relty también... Tal vez a Troy se le ocurra querer venir... Yo me encargo del resto —ordenó, y se puso de pie rápidamente.
—Así será, su majestad —asintió Ashley, también poniéndose de pie.
—Tomaré un descanso... Luego terminaré con esto, nos vemos más tarde, linda. —Lee camino hasta la salida, y abandonó la oficina.
—Nos vemos más tarde, hermano. —Ashley hizo lo mismo.
Al otro día...
Fons, Sunrise, Residencia Darma - 2 de Mayo - Año 526
Megan entró a la oficina de su esposo, Sven. Él la había llamado algunos minutos atrás, cuando ella estaba tomando un baño luego de levantarse. No había nadie en esta, ni siquiera la luz estaba encendida. Tal vez Sven ya se había ido. Era extraño, porque siempre se iba luego de las 10:00 a.m, y apenas pasaba de las 9:30 a.m.
—Ey. —Sven apareció detrás de ella.
—Oh, aquí estabas —dijo Megan, al sentir la mano de su esposo sobre su hombro—. Creí que ya te habías ido.
—No voy a la empresa hoy, de hecho, tengo que volar hasta Ash, Lee llamó a una reunión —explicó Sven, mientras acomodaba varias carpetas que se encontraban sobre su escritorio. Megan se había quedado en su lugar—. En el llamado especificó que esperaba que asistiera yo, especialmente... Supongo que es por todo este tema con tu hermano.
—¿Y vas a ir? —preguntó la joven.
—Claro, es el rey... Debo ir, es mi deber como parte del Consejo y como cabeza de clan... El resto es algo de lo que puedo encargarme, además, creo que es entendible que Lee prevea un enfrentamiento entre dos familias tan importantes en su reino —expresó Sven.
Megan dio algunos pasos hacia la parte del escritorio, ahí había un asiento de más, aparte de la silla de Sven. Este era un sillón individual, algo minimalista, de madera revestido con felpa, color bordó. En este, a veces se sentaba el secretario de Sven, cuando tenían reuniones, o sus hijos cuando querían pasar tiempo con su padre. Las pocas veces que ella lo había usado era cuando pasaba la noche con su esposo en la oficina. Muchas veces él se encontraba ocupado en temas de su empresa, y ella, queriendo su compañía, siempre se quedaba a su lado, por el tiempo que fuera necesario.
—¿Enfrentamiento? Es sólo de un lado, Sven... Él quiere una alianza —corrigió ella, tomando asiento.
—¿Sabes? Es extraño verte en ese sillón... Luego de todas las veces que hicimos el amor en él —señaló Sven, esbozando una sonrisa.
—Eres un idiota. —Ella se cruzó de brazos. Quiso sonreír ante la ocurrencia de su esposo, aunque no lo hizo, al percatarse de que tal vez él lo había dicho sólo para desviar la conversación que ella había planteado—. ¿Por qué desviaste el tema?
—Megan —Sven suspiró su nombre—. Ven, quiero decirte algo —dijo, luego de tomar asiento en su silla, acariciando su regazo.
—¿Qué pasa? —Megan le hizo caso, y al ponerse de pie caminó hasta el lugar de su esposo, para sentarse en sus piernas.
—Hay dos razones por las que no diré nada en cuanto a la propuesta de tu hermano: La primera es que yo sé muy bien cuál es el camino que quiero que mi familia tome, y sus ideas no me representan, ¿Una alianza para hacer caer al rey y a Rhys Windsor? Es una tontería, no le va a salir, haga lo que haga terminará arruinando todo lo que Gino Relty, a pesar de su peligrosa ambición, logró construir, y yo caeré con él... Y la segunda —dijo, con su mirada concentrándose en el rostro de su esposa. Ella tenía el cabello negro, este se envolvía en ondas alrededor de su rostro, casi cubría su hombros, ocultando detrás de este esos penetrantes ojos azules, en un tono oscuro fascinante—. ¿Cómo está tu cuello? —preguntó.
Su mano se deslizó suavemente por el rostro de Megan, bajando hasta ese lugar, donde antes tuvo los moretones oscuros sobre su pálida piel, que le causó el ataque de su hermano. Ese día la furia lo invadió apenas verla llegar a su casa entre lágrimas, herida... Admitir que iba a matar a Troy Relty fue sólo una consecuencia de su enojo, tal vez, se había pasado, aunque... Si pudiera hacerlo, lo haría.
—Está bien, el dolor pasó, y ya casi no se notan las marcas —respondió ella, con su mano alcanzando la de Sven, ambas se unieron en ese lugar.
—Entiendo que sea tu familia, Megan, entiendo que lo ames porque sea tu hermano, entiendo que te sientas confundida, entre dolor, decepción, y ese sentimiento fraternal que él presentó en el pasado... Pero esto no puede volver a suceder, Megan... Nuestros hijos no pueden volver a verte herida, mucho menos sabiendo que la causa de tales heridas es tu propio hermano... Es desagradable, es... Triste.
—Hace mucho tiempo me separé de mi familia, Sven... No es como que realmente necesitara de ellos para seguir adelante, pero... Nunca fueron malos conmigo, y ante todo, siempre fui la consentida de papá y de mamá... No lo sé, a veces siento que Troy fue dejado de lado muchas veces por nosotros, sólo porque era el mayor, y el heredero, y no podía vivir la vida normal que nosotros vivíamos... No fue su culpa, todo lo que pasó... Él jamás lo mereció.
—Tú tampoco tienes la culpa, Megan... Tú, tú sólo fuiste sincera con él, comprendiste lo que significaba que fueran familia, algo que él sólo vio como un deber... La extraña manía de querer mantener un legado por sobre todo arruinó la mente de tu padre, y ahora... Sigue él, con las mismas enseñanzas, con el mismo camino... ¿Crees que Rhys Windsor no se hará cargo de él si pretende hacer lo mismo que Gino hizo? Tú estabas ahí, yo estaba ahí... No voy a pretender que me preocupo por él, es grande, sabe, más que nadie, lo que significa querer llevarle la contraria a Rhys Windsor... Pero, me preocupo por ti, porque sé que te lastimaría perder a tu hermano, como fue perder a tu padre... Ya que, a pesar de sus errores, los amaste de igual manera... Pero es así, Megan... Troy no tiene salvación. —Sven notó el brillo en los ojos de su esposa, y tragó saliva, sabiendo que lo que estaba a punto de decir, le iba a romper el corazón—. Y si no tiene salvación... Su único final es la muerte.
Megan bajó su mirada. No sintió angustia, nada parecido. ¿Por qué negarse? Si ella misma había pensado lo mismo desde ese día, le dolía saber que su hermano apuntaba a ese destino, y así, como la perdición que lo aguardaba a él, a su familia también. Quedaba resignarse, porque ella no era más una miembro del clan Relty, y porque Troy poseía esos aires de grandeza que lo convencían de poder enfrentar a Rhys Windsor y a Lee Ex Fons, haciendo que, de igual manera, su pertinacia ante su deber y el estatus de su familia nublaran su sensatez.
«Sólo espero que te des cuenta a tiempo, Troy», procuró, internamente. Sabiendo... Que no se iba a cumplir.
Más tarde...
Fons, Ash, Palacio Real - 2 de Mayo - Año 526
—Todavía se me hace difícil saber cuándo debo comenzar las reuniones. —Lee tomó asiento en la silla que indicaba su posición. En la punta de la larga mesa de vidrio que ocupaba casi todo el espacio de la sala del Consejo. Frente a todos los integrantes de este—. Cada vez que tomo asiento todos están hablando entre todos y se siente extraño tener que dar la orden del silencio —expresó, y sus manos se dejaron a la vista, luego de apoyarlas sobre la mesa—. Pero aquí estamos... Comienza la reunión.
—Sí, su majestad —como un discurso paralelo, todos asintieron al mismo tiempo.
Lee dio un vistazo a la mesa, y a los presentes a su alrededor. Casa York, casa Froyd, casa Darma, casa Minuis... ¿Casa Harch? Ni Rhys ni Lara habían hecho presencia. Era extraño, él se aseguró de avisarle a ambos, personalmente inclusive. Su presencia en la reunión iba a ser considerable, después de todo, el tema a tratar les involucraba directamente, en base a todo lo sucedido con Gino Relty luego de la decisión de Rhys Windsor para proteger a Lara y Ashley.
—Faltan personas, todavía —indicó Felix.
—Sí, Lara Harch. —Clara notó lo mismo.
—Escuché que aún hay un vacío de poder en el clan Harch, están buscando un sucesor, luego de la muerte de Ferral, el hijo de Michael —comentó Bash.
—Dicen que tal vez Vince, el hermano menor de los Harch, regrese, esto a pedido de Lara Harch —adhirió Felix.
—Son sólo rumores, por ahora la única líder del clan Harch es Lara Harch... Y si ella no puede presentarse, normalmente debería enviar a su reemplazo —dijo Lee, intentando desvanecer las dudas y los comentarios que se habían plantado sobre la mesa.
—Rhys Windsor —Sven se dio el permiso de decir algo por primera vez desde el comienzo de la reunión.
—¿Me llamaron?
Como si se tratara de un presagio, como una invocación. Las palabras de Sven fueron la revelación necesaria para que Rhys se hiciera paso dentro de la sala del Consejo. Su voz fue suficiente para que todos los presentes voltearan a la entrada, apreciando su caminata, aunque... No venía solo. En realidad él era el acompañante de la verdadera poseedora del asiento perteneciente a la casa Harch.
—Lady Lara de la casa Harch... Bienvenida de nuevo —Lee le dio la bienvenida, extendiendo sus brazos un poco por encima de la mesa—. Tanto tiempo.
—Tanto tiempo, Lee Ex Fons... Su majestad —respondió Lara, parando para hacer una especie de reverencia—. Veo que hay muchas personas nuevas en este lugar, ya me siento la más vieja entre tantos chicos jóvenes —dijo, dando una caminata alrededor de la mesa, pasando por detrás de cada uno de los presentes—. ¿Este es mi asiento? —preguntó, al llegar a su silla.
—El de la casa Harch —respondió Rhys, jalando la silla hacia afuera, para luego ayudar a su esposa a sentarse en esta.
—Gracias, cariño.
Mientras el matrimonio tenía su intercambio, los demás miembros presentes en la sala del Consejo los miraban entretenidos. Rhys Windsor y Lara Harch eran, dentro de todo, luego de la Familia Real, las dos personas más famosas de la nación. Eran celebridades con un gran renombre, con influencia, dinero, poder y conexiones. Por lo tanto, verlos en persona, era sorprendente para cualquier individuo que supiera de ambos, a pesar de ser un miembro de otra familia importante en Fons incluso. De tal manera, nadie les podía quitar los ojos de encima.
—¿Llegaremos hasta ese punto? —Felix se inclinó un poco a su costado, ahí estaba Clara sentada a su lado. Su prometida.
Ella rio, apenas pudo ser percibido por Felix únicamente, y su mano pasó por debajo de la mesa hasta tomar la de su prometido.
—Espero. —Sonrió.
Lara se acomodó en su asiento luego de que Rhys lo moviera para atrás. Él se alejó de ella luego y sentó en otro lugar, en una silla al lado de Ashley, a uno o dos metros de su esposa. Ella volteó su rostro al sentir que él no estaba más a su lado, y se encontró con su sonrisa cuando lo ubicó. «¿Por qué no te sientas a mi lado? Eres mi esposo», ella pensó, obviamente confundida, ya que, a pesar de ella ser la consejera real a la que pertenecía el lugar de la casa Harch, Rhys tenía la misma o incluso más influencia que ella dentro de esa mesa. Entendía el hecho de que probablemente él lo hizo porque ese era su lugar, y porque él sólo fue su reemplazo la reunión anterior, siguiendo la lógica que él siempre usaba, la de no tener que involucrarse en la política de una nación que no era la suya, y haciéndolo sólo por ella, de una forma en la cual su figura política no se relacionaba para nada con la suya tampoco.
Remia era Remia. Fons era Fons. Y las casas Windsor y Harch, ambas casas más grandes e importantes de sus respectivos reinos, no tenían una unión entre ellas más allá que el matrimonio independiente de Rhys Windsor y Lara Harch, aun sabiendo que el hijo que ambos esperaban tendría los dos apellidos, y podría decidir de cuál familia formar parte. Tal unión, de igual manera, no afectaba las relaciones diplomáticas entre estas, ya que Rhys había dejado de ser parte de su clan oficialmente desde que abandonó Remia casi once años atrás. Por lo tanto, la única unión que alguna vez existió entre estas fue cuando Thomas estaba vivo e hizo negocios con Clio Windsor y Rygal Di Rem. Aunque eso no era trascendente en la carrera política de Lara, ni la de su clan, se basaba mayormente en negocios, no afectó para nada la decisión de Lara de comenzar a tomar partido en la política de su clan, ni de aceptar el puesto en el Consejo de nuevo.
Cuando Lara era joven y su padre ocupaba ese puesto en el Consejo, ella sabía que algún día debería de reemplazarlo, cuando él la definiera como su sucesora, por lo tanto, tuvo que tomar una preparación aparte de sus propios estudios en la universidad para dirigir la empresa. Cuando la guerra comenzó, ella tenía veintitrés años, y apenas había hecho lo suficiente para mantener a raya sus capacidades, no era Rhys, por lo tanto, no era tan fácil llevar tanto en su mente, y su propio sueño rivalizaba con sus responsabilidades. Luego de la guerra, de la muerte de sus padres, de sus altibajos emocionales, de su casamiento y de volverse una mujer de familia, no quiso volver a tener que llevar una vida tan intensa, así que le dejó a cargo el puesto del Consejo a su clan, pero como se sabía, la incompetencia de Michael arruinó todo, y luego de que él ya no estuvo para ser ese impedimento y separación de ella con su clan, tuvo que volver a tomar sus responsabilidades, revivir su figura política y convertirse en consejera real... Ya, de una vez por todas, siendo aquello que su padre fue en el pasado completamente... Directora Ejecutiva de su empresa, líder de su clan, y consejera real.
—Es una reunión repentina, ¿No es así, Lee? Avisaste apenas ayer sobre que teníamos que venir hoy —preguntó Lara, apenas tomar asiento.
Ella sabía que era su primera vez en ese lugar, pero no quería quedarse bajo nadie, por lo tanto, si tenía el poder para hacerlo, iba a solicitar respuestas a sus dudas. A Lee, o cualquier persona de las que estaban sentadas en la mesa.
«Así que ella es Lara Harch, vaya que tiene confianza, apenas llegó y ya tomó la batuta», pensó Sven, dándole una mirada de reojo, ella justo se había sentado a su lado.
—Han sucedido algunas cosas en los últimos días que creo que se tienen que tomar con cierta precaución para que nada desemboque en una tragedia —explicó Lee, moviendo su mirada de un lado al otro de la mesa, entre Sven, Lara, Felix, Bash y Clara.
—A mí sí me diste los motivos —reveló Sven—. ¿Es sobre lo que pasó con Troy Relty y Megan, no es así?
Rhys no le había prestado demasiada atención al inicio de la reunión, sin embargo, apenas Sven Darma dijo los motivos que Lee le había dado para llamar a una reunión, quiso saber más... ¿Troy Relty y Megan Darma? Ellos eran hermanos, el primer y tercer hijo de Gino Relty, respectivamente. ¿Qué podría haber pasado entre ellos como para que Lee tuviera que involucrarse de esa manera?
—Ponme al tanto —pidió Rhys, casi en voz baja, tocando el antebrazo de Ashley, que estaba apoyado en el apoyabrazos de la silla en la que ella estaba sentada, a su lado.
—Al parecer, Troy Relty tuvo una reunión con sus hermanos hace unos días, donde les dejó claro algunas cosas que pretendía llevar a cabo, Megan no estuvo de acuerdo, y bueno... La violentó —explicó Ashley.
—Carajo, se fue demasiado lejos —dijo Rhys, sorprendido.
Para él, era inadmisible pasarse con una mujer, y aunque sabía que existía más de un millón de situaciones en donde eso no debería de importar, no podía, iba contra sus propios principios. Incluso en batallas que tuvo en el pasado con mujeres, en la guerra, con varias soldados, o cuando entrenaba con Artemisa y Lara, nunca fue con todo, sabiendo que si las lastimaba, se iba a sentir mal. La única chica con la que tal vez es capaz de admitir que se sobrepasó fue con Mya, ya que cuando la entrenó tuvo que golpearla varias veces para llevarla a su límite, aunque eso no estaba en él mismo, ella insistía, y tuvo que tragarse su propio orgullo y malestar porque le había prometido que haría lo que fuera para hacerla fuerte. Sin embargo, cuando estaba a solas, este malestar se convertía en desprecio hacia sí mismo, y vomitaba ante su propio accionar. Llegó a cuidarla noches enteras luego de que ella no pudiera seguir adelante en consecuencia a las heridas que él le causaba... Y estaba seguro de que ella no lo olvidaba, ya que muchas veces se lo recordó, diciendo que, ella sentía que él no la quería mucho... Obviamente mentía... Él la adoraba.
Aun así, él sabía que a otras personas no le importaba mucho el sexo de su contrincante. Sin ir más lejos, Lara, su propia esposa, había sido golpeada varias veces por hombres en distintas peleas. Y eso era lo que más le hacía hervir la sangre, porque nadie tenía el derecho de siquiera tocarle un pelo, y aquel que se atreviera, no iba a tener perdón... Iba a morir bajo sus propias manos. Por lo tanto, con ese pensamiento en su mente, descifró la situación al instante... «Ya veo», pensó, luego de caer en cuenta del verdadero motivo de la reunión.
—Y ahora Sven quiere venganza por lo sucedido con su esposa —asumió.
—Eres tan perspicaz y acertado que me haces enojar, Windsor —dijo Ashley, un poco molesta—. Pero sí, al parecer admitió que lo matará.
—Y qué sentencia —rio Rhys.
—Lee dijo que él se hará cargo, pero no sé si su actual influencia sea suficiente para mantener a raya a Troy Relty y a Sven Darma, a pesar de ser el rey y un poseedor del Scire, pero quién sabe... Veremos cómo lo maneja —concluyó Ashley.
Ambos volvieron su atención a la reunión. Algo había pasado mientras ellos se ponían al tanto, porque Lee estaba hablando sin parar:
—Las cosas son claras, lo que Troy hizo con Megan está mal, Sven, pero no puedes asumir que la única solución a su actitud es matarlo... No puedes matar a nadie, ni siquiera amagar a la idea, estás frente al rey, Sven, y el homicidio es un delito. —Lee se había adueñado de la voz de la reunión.
—No dijiste lo mismo luego de que Rhys Windsor asesinó a tres personas el día de tu coronación —replicó Sven, sabiendo que lo que había dicho no era más que una simple forma de querer llevarle la contraria a Lee. A pesar de que este tenía razón.
Lara no pudo evitar llevar la vista hacia el lugar de Rhys. Él ya la estaba mirando, como habiendo estado esperando que ella lo hiciera. Ambos cruzaron miradas luego de regalarse unas sonrisas cómplices, y así como Rhys bajó la suya, Lara volvió a concentrarse en la mesa.
—Son situaciones distintas, y eso lo sabes —especificó Lee.
—Así es —reconoció Sven—. Pero, hay algo que Rhys Windsor me dijo en la anterior reunión cuando critiqué su actuar ante lo de Gino Relty. —Giró su rostro, y a su mirada la acaparó la figura de Lara—. «No creo que te hubieses quedado tranquilo, y menos si se hubiera tratado de tu esposa».
«Cierto, le di la razón inconscientemente», pensó Rhys, sonriendo internamente. Él sabía que Sven pensaba lo mismo que él, ¿Qué hombre no llegaría a esos límites con tal de defender a la persona que ama? Era una respuesta automática, tanto sentimental como lógicamente, y ellos, ¿Qué podían hacer ante su propio instinto?
—Lara Harch está aquí, en la mesa del Consejo, frente a todos nosotros, ya que Rhys Windsor pasó por encima de todo y todos sólo para protegerla cuando Michael pretendía atacarla de muerte, o cuando Gino conspiraba una forma de hacerla caer si es que algo sucedía con él... Y nadie en este lugar dijo que estaba equivocado, o que su accionar fue impremeditado, hasta le dieron la razón... ¿Eso no es una hipocresía? ¿O por qué Rhys Windsor es amigo del rey y de la princesa se le perdonan todos los crímenes que cometió, o vaya a cometer? —Sven se impuso en la discusión, con su ojos verdes reluciendo ante su cuestión.
La habitación se convirtió en silencio apenas él terminó.
«Al fin alguien lo dice», pensó Rhys, ya no quería seguir haciéndose el inocente en ese sentido, porque sabía que era un asesino, más allá de que hubiese sido para proteger a Lara y Ashley, aun así, era su propia decisión aquella de hacerlo, y aunque lo juzgaran mil personas, o sólo una, él no iba a cambiar su pensamiento, ya que aceptar sus pecados y errores era algo que él mismo sabía cómo hacer, y se basaba en su propio dilema moral que acaecía en él hacía años, desde su primer asesinato. Ni aunque Sven quisiera sentenciar y demonizar sus actos, ni aunque Lee no haya estado de acuerdo con su accionar, ni aunque hubiese traído consecuencias aún más complicadas de las que trajo... No importaba: «Acaba con todo, Rhys», le dijo Lara, y sólo le importaba lo que ella deseaba, y si mató para protegerla actuando en base a su pedido... ¿Quién iba a ser aquel que juzgara sus actos? Sólo ella. Nadie más.
—Soy la persona a la cual te estás refiriendo, Sven... Soy la persona a la cual, Rhys Windsor... Mi esposo... Se refirió cuando dijo eso que planteaste... Soy la persona que estuvo en riesgo de muerte luego de que algunos altos mandos de la nación me quisieran quitar del camino... Y ante todo eso, soy la persona que le pidió a mi esposo que matara a Gino Relty y a Michael Harch... Ahora, te pregunto: ¿Tu esposa te pidió que mataras a Troy Relty, Sven Darma? —Lara le preguntó, y su tono de voz se volvió frío como su mirada de hielo, y su poder.
—¿Quién eres tú para pedirme explicaciones? —Sven se puso de pie y enfrentó a Lara luego de apoyar sus manos en la mesa y empujar un poco su silla para atrás.
—¡Ey! Ten cuidado con lo que planeas hacer... Sven Darma —advirtió Rhys, también poniéndose de pie, aunque de su lado, su movimiento fue mucho más intimidatorio.
—Windsor, por favor... —Lee tuvo que hacer lo mismo que ambos, no iba a permitir una pelea.
—Windsor, estamos en una reunión, no hagas una tontería. —Ashley lo sostuvo desde su antebrazo, notó que Rhys estaba tenso. No pudo evitar sentir un poco de miedo en torno a lo que estaba por suceder.
—Está bien. —Lara alzó su mano, justo la colocó enfrente al rostro de Rhys, dejando en claro que no quería que siguiera—. Está bien, Sven tiene razón, ¿Por qué debería pedirle explicaciones? Si no tengo ninguna autoridad en este lugar —agregó, aunque su mirada no se separó en ningún momento del rostro de Sven.
Él sabía que todo se le había vuelto en contra. Justo tuvo que provocar a Rhys Windsor, fue una estupidez reaccionar así ante la pregunta de Lara Harch. Aun así, no era Rhys Windsor aquel que lo preocupaba, era esa mirada que no se quitaba de sí... ¿Por qué Lara Harch era tan intimidante? Más que Rhys Windsor inclusive, era fría, seria... No parecía querer ceder... En ese momento entendió aquello que caracterizó en el pasado a la Reina de Hielo.
—Sven, toma asiento... Rhys, tú también —ordenó Lee, intentando restaurar el orden inicial.
Los dos hombres le hicieron caso, y la sala del Consejo clamó silencio de nuevo.
—Lo siento por eso, Lee. —Rhys fue el primero en disculparse.
Él bajó su mirada hacia su puño, cerrado, apretado con fuerza. La mano de Ashley seguía alrededor de su antebrazo. ¿Cuándo ella se había vuelto tan fuerte? No iba a negar que le estaba haciendo bastante presión, las venas de su mano se habían comenzado a marcar en consecuencia a que ella estaba casi impidiendo la circulación en su brazo.
—Me disculpo por mi actitud, su majestad. —Sven hizo lo propio, agachando su cabeza.
—No puedo volver a permitir que algo así suceda en una reunión en mi presencia... La próxima vez que alguno de los dos o de esta mesa altere el orden del Consejo, no pensaré dos veces la posibilidad de quitarle su puesto de consejero... Para siempre... Y nadie de su familia podrá volver a serlo de nuevo —determinó el rey, su voz seria sonó grave, casi como sombría. Impuso su posición con un simple movimiento de mano, al apoyarla con fuerza sobre la mesa.
«¿Ese es Lee?», pensó Ashley, sorprendida. Así como lo había estado hacía días, casi semanas.
Lee había cambiado, eso era algo que saltaba la vista, algo de lo que ella se percató al instante, porque lo conocía mejor que nadie, y porque ese chico ciertamente engreído y un poco infantil que ella aprendió a adorar en el pasado ya casi no existía en su hermano. Desde ese día de su coronación y su pelea con Yoh, él se había vuelto firme, decidido y tenaz ante sí mismo y su posición, casi como la figura inamovible que él creyó necesitar para afianzarse en su puesto, ese puesto que al inicio él renegó, pero que terminó abrazando cuando no encontró otra salida.
Ella sabía que la responsabilidad que Lee había aceptado cargar era en demasía para aquel chico que él fue, por eso, tuvo que hacerse fuerte mental y físicamente por sí solo, tuvo que comenzar a demostrar frialdad cuando se necesitara, o piedad también, al mismo tiempo que no podía sólo dar el brazo a torcer ante cualquier situación, y ser ese que definía el destino de miles de personas. Lee no estaba preparado al inicio, por eso, su cambio fue tan abrupto, y aunque con ella, en la intimidad, seguía siendo ese Lee. No podía dejar de pensar que tarde o temprano, su posición y su figura como rey se uniría con su propia persona, e iba a tener que encontrar un balance entre ambas, volcándose a un dilema... Un dilema al cual ella le tenía miedo, porque... ¿Lee podría tomar la decisión correcta? Aunque no existiera un decisión correcta, porque cualquiera podía significar formas distintas de afrontar distintas situaciones, no quería que su hermano perdiera en su totalidad aquello que todavía le tenía los pies en la tierra y no lo hacía volcarse del todo al ego y soledad que otorgaba tener tanto poder, así como el recuerdo de Diane o de su madre, y todo lo que tuvo que sacrificar para ser rey. Ese sacrificio que llegó a cambio de hacerse cargo de su deber.
—Lo siento, su majestad, no volverá a pasar, ya se lo dije —Sven supo que Lee estaba hablando en serio, y que, en mucho tiempo... Un rey en Fons no iba a dejar que su propio reino se le fuera de las manos.
«Vaya, esto era lo que necesitaba para apoyar tu moción, Lee Ex Fons», pensó Sven, había esperado alguien a la talla hacía mucho tiempo.
—Bien. —Lee se acomodó en su asiento—. Volvamos al inicio... Troy Relty, Felix me dijo algo interesante sobre él, ¿Puedes repetirlo? —preguntó, dirigiendo su mirada al joven.
—Claro. —Felix se aclaró la garganta—. Erika, mi hermana, vino a mi hace dos días, de parte de Troy Relty, a ofrecerme una alianza... Troy Relty quiere venganza por el asesinato de su padre, y dentro de esa venganza entra derrocar al rey, o sea Lee... Se supone que necesita de al menos tres familias más además del clan Relty: El clan York, el clan Froyd, y el clan Darma —contó.
—Eso también lo sabía. —Sven le sumó algo de información a la charla—. De hecho, esa fue la razón por la que golpeó a Megan, ella se negó a proponérmelo.
—¿Una alianza? —Lee se reclinó en su silla, llevando su mano hasta su barbilla—. Sabía que esto iba a suceder, Troy Relty es un problema, así como lo fue Gino Relty en el reinado de mi padre... Pero es un problema que se puede mantener a raya, ya que... Nadie dentro de esta habitación está de su lado, ¿Cierto? —preguntó, su cuestión era eso, una cuestión, pero intentó hacerlo sonar como si de una orden se tratara... Una amenaza.
Todos quedaron en silencio.
Sólo miradas.
Sólo tensión. Esta era tanta y tan densa que podía cortarse con una daga.
—No estarían aquí si así fuera, Lee —dijo Ashley, siendo lo más obvia posible.
Lee le dirigió la mirada, asintiendo internamente, con el conocimiento de que ella lo había dicho sólo para dispersar la incomodidad que se había creado en el ambiente luego de que él se hiciera cargo de mostrar, de una vez por todas, que era el rey, y que mandaba en ese lugar... Como nadie lo había hecho en treinta años.
—Mejor así —dijo él, al final.
—¿Qué haremos con Troy, Lee? —preguntó Lara, luego de que el ambiente fuera lo suficientemente receptivo como para que alguien le pudiera pedir respuestas al rey.
—Lee... —Sven comenzó—. Troy no va a parar por nada, eso lo sabes... Es un Relty, y fue enseñado por su padre, desde joven, si piensan igual... Actuarán igual.
Lee sabía lo que eso significaba. Pero, él se había propuesta limpiar la imagen de su reino, y eso apuntaba a que, ante todo... No iba a derramar sangre para mantener su puesto. Con su poder, con su influencia, con su propia figura, con eso iba a tener que ser suficiente. Como lo hizo en ese mesa tan solo unos instantes atrás.
Pero Troy no estaba en ese lugar, él no vio su decisión en sus ojos plateados, no entendió el motivo detrás de sus propias palabras, de esas órdenes directas y crudas. Y si Troy se salía de la línea, ¿Qué otra solución iba a encontrar?
—No puedo permitir que eso suceda... ¿Qué imagen le dará Fons al mundo si la única solución que encuentra su gobernante para mantener a raya a aquello que amenaza su reinado es la muerte?
—No es necesario llegar a ese límite. —La voz de Rhys irrumpió con fuerza en la conversación.
—¿Hay otra solución, Windsor? —preguntó Ashley.
—Sí la hay... La prisión —declaró Rhys.
—¿La prisión? —preguntó Lara—. ¿Cómo llevarás a la prisión a un usuario de Energía del Alma sin que se escape? —inquirió.
—Me pregunto exactamente lo mismo que Lara Harch —dijo Felix, señalando a la mujer.
—Yo igual... Danos tu perspectiva, Rhys. —Lee volteó hacia él, con el mismo interés que todos en la mesa.
—Tal como hice en la guerra, con Yoh Tales... Puedo bloquear la energía de un usuario con mi Possessionem... Es algo básico, y la única forma de que alguien pueda siquiera revertir ese bloqueo es con un Scire... En Fons, además de Lee, y yo... No hay más poseedores del Scire, por lo tanto, será imposible que él pueda hacerlo, de tal manera, no se escapará de prisión... Aunque, Richmount es el único lugar —Rhys dio su punto de vista, detalle a detalle.
—Richmount —musitó Lee.
Richmount se encontraba ubicada al sur del Reino de Fons, y junto a otras tres ciudades, formaba la frontera que separaba Fons de Bellum Giant, y de paso, la cadena montañosa más larga del mundo. Esta partía desde el oeste de ambas naciones, el extremo del Gran Desierto de Infiana, y acababa por el sur de Bellum Giant, funcionando también de frontera con Magnuria por este lado. La cordillera pasaba por distintos ambientes en toda su extensión, desde la aridez del desierto en su inicio, pasando por la humedad y frondosidad de la selva en su paso por Fons, hasta acabar en el frío y blanco ambiente nevado del sur del Continente Central. Así como era la frontera más larga del mundo, también era la más peligrosa, ya que separaba a las dos naciones más grandes del mundo, y extendía esa rivalidad que llevaban desde la Primera Guerra Mundial. Richmount también era el lugar donde concluía la selva que atravesaba Fons de norte a sur, que pasaba por ciudades como Raven, Koella, Ash o Pines, de tal manera, estaba rodeada por un clima tropical, ya que de paso tenía salida al océano, ya que ahí acababa la costa oceánica de la nación que comenzaba en Pines.
Era el extremo final de Fons, y no sólo la morada de puntos estratégicos tan importantes como la aduana o el puerto, sino que también en esta estaba ubicada la base militar más grande e importante de Fons, donde residía el Ejército de Fons, comandado por Felix York, luego de la destitución de su padre. La Academia Militar a la que Lee y Felix habían asistido en su juventud era una institución anexo de tal base militar, así como la Prisión de Máxima Seguridad de Richmount... Lugar donde se encontraban encarcelados los criminales más peligroso de Fons, y algunos del mundo, aunque sólo en naciones donde la extradición estaba permitida, como Remia. Ese lugar al que Rhys quería enviar a Troy Relty.
—Debo pensarlo... Por ahora sé que Troy no intentará nada, no tiene apoyo, así que... Debo analizar la situación, no puedo sólo enviar a prisión al líder de una casa real sin motivos, y decir que planea una conspiración para derrocarme no es motivo, ya que no hay pruebas, y luego de lo sucedido en la coronación, no puedo sólo seguir tomando decisiones sin motivos, o con motivos que se pueden tomar entre pinzas... Aún no estoy tan asentado como quisiera, y por ahora... Voy por buen camino. —Lee posó su mano sobre su insignia de rey, aquella que llevaba en la solapa de su traje. El emblema de su casa: Dos espadas plateadas cruzadas detrás de una corona dorada. Su símbolo... Su insignia... Su identidad.
«Sí... Voy por buen camino».
Fons, Ash, Residencia Harch - 2 de Mayo - Año 526
Vlas había dormido toda la tarde luego de levantarse temprano para entrenar con Rhys esa mañana. Él se había ido casi al mediodía junto con Lara, al parecer ambos tenían una reunión en el Palacio Real con el rey. Por lo tanto, él se había quedado solo en la casa, ya que Leah estaba en la universidad.
—Ey, ya volviste. —Al entrar a la sala de estar, Vlas vio a Leah sentada en al sofá, mirando la televisión—. Que lindo verte. —Sonrió.
—No nos hemos visto en todo el día —ella replicó.
Desde ese día en el que se declararon su amor, su relación no había parado de avanzar. Tenían algunas charlas profundas muchas veces, eran largas, duraban horas, él le había contado mucho de su vida en Remia, de su pasado, de aquello que sentía sobre muchas cosas, como su relación con su familia, con Zenda, su promesa con Kora, y aunque ella ya lo supiera, lo que quería lograr desde ese día en el que habló con Rhys y decidió su propio camino. Vlas sintió que ella sabía cómo comprenderlo, a veces no decía nada ante sus declaraciones, pero tomaba su mano con fuerza, o le daba un abrazo, y eso, era suficiente para saber que ella estaba ahí, y lo oía... Lo consolaba.
También dormían juntos todas la noches, en la habitación de Leah. Vlas sabía lo que eso significaba, era una gran demostración de confianza y privacidad de parte de Leah. Ella, al igual que él le había contado sus propios sentimientos, y pensamientos, también lo hizo. Ella nunca había estado con un chico, y aún conservaba su virginidad. Vlas no quería hablar mucho de eso igualmente, aunque le dejó en claro que él ya había tenido su primera vez, con Zenda... Esa noche.
Leah después de oír eso no volvió a mencionar el tema, aun sabiendo que sus noches juntos eran cada vez un paso más cerca hasta ese momento, y aunque mantuviera cierta inocencia en ese sentido, clamando ternura y calidez a su lado esas noches que dormían abrazados, a veces pensaba en dar ese paso, pero volvía al lugar de inicio cuando se percataba que aún estaba en ese estrado en el cual saber cuándo sería el momento indicado era complicado, sintiendo que... Tal vez, no estaba preparada todavía para entregarse a Vlas de esa manera.
—Cierto, ¿Cómo estuvo tu día? —Vlas se sentó a su lado.
—Normal, tú sabes... Una que otra clase aburrida, presentar tareas, volver y estudiar algunas horas, de hecho, me senté a descansar apenas hace veinte minutos, quería ver una película, y luego... Dormir, a tu lado —respondió ella, inclinándose un poco hacia él.
—Sí, claro... Como todos los días. —Él la ayudó a recostar su cabeza en su hombro, y luego colocó su brazo a través de su espalda—. Leah... Eres tan cálida —dijo, al sentir el roce de sus palmas.
—Me gusta estar a tu lado, tonto... Me gusta... —ella dijo, pero paró al final.
«No hay nadie en la casa... Sólo él y yo», pensó.
—A mí también me gusta, Leah. —Vlas notó, bajo el cabello que caía por el rostro de Leah, sus labios fruncidos, ella obviamente había querido decir algo más, pero no se atrevió—. ¿Pasa algo, hermosa? —preguntó.
—Sólo... Sólo quería decirte que te amo, Vlas. —Ella apretó más fuerte la mano de Vlas, y ligeramente fue moviéndose poco a poco más a él, hasta conseguir esconder su rostro en su pecho. Haber dicho eso había sido vergonzoso, y su rostro reaccionó a esa sensación, tornándose rojo.
—Eres tan linda —Vlas rio, y sabiendo que ella se había avergonzado, ayudó a sosegar ese sentimiento acariciando su cabello, con delicadeza—. Yo también te amo, Leah... Ya te lo he hecho saber —añadió, y con un sutil movimiento, la llevó hacia él, hasta tomarla de la cintura. Logró dar una vuelta para poder recostarse en el sofá, con su espalda apoyándose en el asiento, y posicionando a Leah encima suyo.
Ella sintió todo ese movimiento y no pudo evitar alzar su mirada, sabía qué posición habían tomado, porque tal inclinación en su posición delataba lo que él había hecho con los cuerpos de ambos. Al permitir que su rostro dejara de esconderse entre los brazos de su novio, su vista consiguió acaparar esos hermosos ojos verdes, brillantes, ardientes y apasionados. No paraban de mirarla con una emoción que saltaba a la vista... Tal emoción, ¿Era por ella?
Al percatarse de esto, el corazón de Leah comenzó a latir mucho más rápido que lo normal, y estaba tan nerviosa y emocionada que sus manos temblaban, seguramente él se daría cuenta de eso en un instante.
—Leah, ¿Qué pasa, bonita? ¿Por qué estás tan nerviosa? ¿Acaso... Es una situación incómoda? —Vlas tomó su rostro entre sus palmas. Tan angelical, tan tierna... Una preciosura entre sus brazos.
«Mi corazón también late muy rápido, pero ella no se percató», pensó Vlas.
Leah. Su cabello rubio. Leah. Sus ojos marrones. Leah. Su rostro, pequeño. Leah. Sus labios, finos. Leah. Su nariz, diminuta. Leah. Su piel, suave. Leah... Ella... Única.
Vlas sabía que él estaba apurándose en ese sentido, y no era porque tuviera experiencia previa, o porque supiera cómo todo comenzaba en ese instante. Era por Leah, porque sabía que ella aún no se sentía preparada, y porque, aunque lo estuviera, iba a procurar su comodidad ante todo.
Pero, no podía siquiera querer dejar pasar ese momento, ya que habían llegado hasta ese punto, en el que ambos se encontraban casi en la misma sintonía, porque con sólo algunas sensaciones parecidas, miradas y respiraciones entremezcladas se podía distinguir el deseo en el ambiente, ese anhelo de que sucediera, de que sus cuerpos se unieran, de que sus almas clamaran una armonía mutua, compartir ese calor, esa sensación de arraigo el uno del otro... Sobrepasar el amor... Llegar el núcleo de su relación, y de ahí... Saber que no había vuelta atrás.
—Vlas, es que... Eres tan lindo, y me siento avergonzada cada vez que pienso que me gustas demasiado, y que... Quisiera hacer tantas cosas contigo... Yo... —Ella miró los profundos ojos de Vlas, buscando una explicación a lo que le estaba sucediendo. Sus palmas sudaban, su agitación aumentó, y entre tantas cosas, no pudo evitar pensar: ¿Su cuerpo se lo estaba pidiendo?
—Leah... Entiendo que soy el primero, entiendo que muchas cosas pasaron entre nosotros, que... Te dije muchas cosas de mí, asi como tú me dijiste muchas cosas de ti misma, nos conocimos, encontramos comodidad el uno en el otro, logramos confianza... Conseguimos intimidad... Leah... Te amo, Leah... Y quiero seguir amándote más tiempo, cuidarte el resto de mi vida... Y que tú y yo no nos separemos jamás... Leah... Quiero hacerte feliz... Quiero... Te quiero a ti... Estar contigo... Sólo eso... Sólo nosotros... Unidos... Juntos... Para siempre.
No era una indecisión, estaba claro lo que él sentía... Lo que él quería. Ese ligera palpitación en su voz, denotando agitación, demostrando deseo... Amor... Pasión... La necesidad de superar barreras, de no estancarse, de que los sentimientos surgieran con viveza, como un fuego inextinguible, que los envolviera... Que los convirtiera en uno.
—Vlas... Tengo miedo. —Ella supo de dónde venía tal agitación, tal corazonada... Tal estremecimiento.
—¿Miedo? ¿De qué?
—De no saber a dónde nos llevará esta situación.
—Nos llevará hacia donde tú quieras que nos lleve... Yo no haré nada que tú no desees, Leah... Yo... Sólo estoy para ti —aseguró él.
La situación se volteó para ambos. Había cambiado. Ella se sintió extrañamente cómoda con las firmes palabras del chico. Vlas le daba seguridad, como él mismo lo había dicho. Le daba confianza. Permitía su propia intimidad. Consideraba su preocupación, sus deseos. Y eso la hacía muy feliz. Sintiendo como el ambiente se volvía cada vez más perfecto para ambos.
—Quiero algo... Pero... Todavía no sé qué es... —respondió, confundida, enredada entre tantas emociones juntas, al mismo tiempo, un torbellino dentro sí... Y ya no aguantaba más, su corazón estaba a punto de estallar.
—Sólo debes pensar en ti en este momento, Leah... Qué es lo que quieres para ti... Nada más —declaró Vlas, con tranquilidad.
Ese tono de voz, suave y cálido, la calmó... Hasta cierto punto.
Pensó demasiado lo que planeaba decir. Sabía que no iba a haber retorno luego de que esas palabras salieron de su boca, y por esa razón, apretando fuertemente la mano de Vlas, se preguntó tantas cosas: ¿Acaso realmente el chico que estaba frente a ella en ese momento podía darle lo que quería? ¿Era Vlas el indicado? Tantas preguntas que pasaron por su cabeza, pero que no pudo encontrarle respuestas a ninguna.
De tantas veces que habló con Mya sobre eso, los avisos de Lara, miradas silenciosas que le pedían cuidado. Esa incomodidad cuando sus compañeros mencionaban el tema. No sentirse segura de hacerlo. No sentirse bien consigo misma al no haberlo hecho. Pensar en Vlas, al mismo tiempo que pensaba en lo dicho por él. En no ser suficiente para satisfacer su deseo. Hasta compararse con Zenda, y odiar injustamente que ella hubiese sido la primera vez de él, ya que... Si no se sentía igual, ¿Él qué pensaría?
También el egoísmo y orgullo de sentirse amada y necesitada por él, de ser la única que él quería en su vida, en ese momento... De ser la imagen de sus ojos, el fuego de su alma, la razón de su pasión. Así como la sensación de despojo, de aceptar entregarse a él, en cuerpo y alma, de sentirlo dentro de ella. El miedo al dolor, al daño, a las consecuencias, a la desilusión. Que, al final, tal suceso no fuera como ella siempre lo imaginó. De no saber qué hacer, de no ver el futuro. El miedo a la soledad, aunque inconsciente e irreflexivo, posible, a que eso fuera lo único que él quisiera... De que luego... Ya no sirviera. La felicidad de ser elegida por él, de ella haberlo elegido igualmente. De que eso fuera el comienzo de mucho. Un vistazo a años adelante. A un anillo de matrimonio. A una vida juntos. A muchos hijos. A su mirada perpetua... A que... Como él lo había dicho... No se separaran jamás.
Eligió amar a Vlas. Eligió... Tomar ese riesgo. Lanzarse al vacío esperando que él la atrapara en sus brazos, y le diera luz, le diera vida... Tal como en ese momento. Todo su amor, su adolescencia, su inocencia y su camino se habían decidido para confluir en ese instante. En el descubrimiento de nuevos sentimientos, de nuevos deseos, de nuevos gustos. En el descubrimiento de su sexualidad, y de que ese mundo que antes veía con unos ojos restringidos, se ampliara, y muchas cosas comenzaran a tener un sentido más allá que el que ella llegó a darles en el pasado.
«¿Qué deseas Leah? ¿Qué...? ¿Qué quieres de Vlas? —se preguntó—. Confianza... Cariño... Protección... Calor —se respondió».
Y entre su propio deseo y anhelo, creyó que él logró leerle la mente, o tal vez ya habían comenzado a unirse antes de todo, por eso, tal vez... Se decidió en ese momento en el cual escuchó las palabras de Vlas:
—Elijas lo que elijas... Haré lo imposible para otorgártelo, Leah... Haré lo imposible para que te sientas bien... Para que te sientas cómoda... Tu bienestar es mi prioridad... Tu cuidado... Tu vida... Leah... Yo... Prometo que no te haré daño, que... Pase lo que pase... Sólo importarás tú.
Listo. Con esas palabras él había dicho todo. Lo supo, porque su corazón paró un momento, al comprender que eso era lo que ella quería... Que sólo importara él dentro de su mente... Que, ambos pensaran lo mismo, al mismo tiempo... Que ambos sintieran lo mismo... Que ambos quisieran lo mismo.
Vlas quería a Leah... Y ella... Ella quería a Vlas.
—Te quiero a ti —respondió, acercándose a sus labios.
Por un segundo, el espació se congeló. Sólo se escuchó la respiración de ambos mientras se miraban a los ojos. Deseo y amor... Eso era lo único que los rodeaba.
Lo besó, y sintió que su cuerpo entero hervía. Apretó sus manos y se recostó todavía más a él, sintiendo una extrema felicidad y placidez. En ese momento, en su mente, sólo había una imagen: Era ella, caminando sola, por un cielo de nubes... Tratando de llegar a un lugar, lejano, que anheló llegar... Que soñó tocar... Ella sólo estaba... Llamando a las puertas del cielo.
—Debo confirmarlo, Leah... ¿Realmente lo quieres? —Vlas estaba listo, y esa sentencia de parte de Leah, daría paso a todo.
—Sí... Es lo que quiero, si no eres tú... No será nadie. —Ella inhaló profundamente, sintió que estaba a punto de desmayarse, y antes de perder el aire, acercándose al oído de Vlas, lo soltó—: Hazme una mujer... Vlas.
El beso que llegó después sólo lo confirmó aún más.
Más tarde...
VLAS
—Vlas, pequeño... Despierta, ¿O vas a dormir toda la vida? —alguien me llamó.
¿Espera? ¿Qué? Esa voz, era imposible. ¿Por qué ella estaba ahí?
—Zenda... —con eso dije todo.
¿Qué más podía expresar? ¿Qué era eso que estaba pasando?
—No tardaste casi nada en darte cuenta, bueno, supongo que aún me recuerdas —dijo ella.
Claro que lo hago, ¿Cómo podría olvidarte? Pero, ¿Dónde estaba? ¿Por qué justo Zenda me había despertado? Quise encontrarle lógica a todo, di un vistazo a mis alrededores, era un bonito lugar, había árboles, altos, tan altos como el cielo, un suelo repleto de hojas de estos mismos, donde yo estaba acostado. Zenda estaba ahí, agachada frente a mí, su rostro dejaba ver su miramiento hacia mi persona. Nos rodeaba un río, de agua cristalina, daba la sensación de que brillaba. Como los ojos de ella.
—Sí... Te recuerdo... Tú... Estás aquí.
Comencé a darme cuenta poco a poco lo que estaba pasando, a comprender la situación. En primer lugar, ese escenario donde ambos estábamos, era tan fantasioso que dejó en claro al instante que era imaginario. Recordé la sensación que me dejó aquella vez que recibí mi Scire, y mi recorrido con «Ser» por el Vacío Temporal. De tal manera, al recordar eso, recordé lo que Rhys me había dicho ese día cuando mi Scire se descontroló: «Zenda es tu Scire, ella está en ti hace mucho tiempo». Y con eso, sus palabras también consiguieron que las entendiera, por eso asumió que aún la recordaba... Eso daba muchas certezas, Zenda estaba ahí porque mi alma había necesitado muchas respuestas, y ella... Era la representación de mi alma en mi mente, de mi Scire, de mis deseos... Ella... Estaba ahí porque su vida había pasado a formar parte de mi hacía mucho tiempo atrás.
—Ven, levántate, hay algunas cosas de las cuales debemos hablar.
Ella me alcanzó con su mano, y con un poco de mi ayuda, a la vez que su movimiento, me puse de pie.
—¿Algunas cosas de las cuales debemos hablar? —pregunté, confundido.
—¿Te diste cuenta que llegaste a este lugar luego de ese momento? Me refiero a tu unión con Leah —ella mencionó.
—Cierto... Ella y yo... Tuvimos nuestra primera vez —realicé—. ¿Entonces ahora mismo estoy dormido en mi realidad?
—Algo por el estilo, el Scire responde a emociones, Vlas... Y tú estás aquí porque tu propio alma lo decidió... Debemos ponernos al día, ¿Cierto?
Zenda iba delante mío en nuestra caminata, adentrándonos cada vez más dentro del bosque en el que había despertado, siguiendo el borde de ese río.
—¿Emociones?
—Emociones que necesitan respuesta, o al menos una comprensión subjetiva de ti mismo, tienes suerte de que esté aquí... Creo que soy la persona que más te conoce, podré darte algunos consejos —dijo ella entre risas.
—Dentro de todo —aludí.
—Tardaste mucho en percatarte de tus sentimientos por Leah, ¿No?
—Bueno, tú aun seguías en mi mente, Zenda, y el dolor de tu pérdida me había nublado el juicio, había suprimido muchos sentimientos que no quise sentir, por miedo... Por inseguridad.
—Sí, lo sé, pero sabías que ella te gustaba, siempre lo supiste, haberlo ocultado detrás de tantas capas de negación fue una tontería, ¿Por qué decidiste lastimarte a ti mismo por tal miedo?
—No decidí lastimarme a mí mismo, lo hice justamente para no lastimarme, para no... Sufrir de nuevo lo que sufrí cuando te fuiste de mi lado.
—Ciertamente, pero, te estabas lastimando, porque no querías estar lejos de nadie, no querías sentir que eras un decepción para Rhys, o verte como el raro que no quería relacionarse con aquellos de los que necesitaba, con aquellos de los que anhelaba oír esa afirmación.
—Lo hice, luego de que ellos me lo hicieron saber, emprendí un camino, Zenda, tú lo sabes, estabas ahí cuando lo decidí... Esa noche, tu estrella brillaba en lo alto.
—Vlas, ¿Sabes? Yo siempre noté cierto patrón en tu accionar, en tu forma de expresar sentimientos, de darte cuenta de estos mismos también... Sé que das vueltas, estuviste diez años para hacerme saber que me amabas, y no es un reproche, fue un momento hermoso... Pero dime, ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Porque tenía miedo de que tú no pensaras lo mismo, de que no tomaras mi declaración de la manera que quería, y que todo entre nosotros se terminara.
—¿Te diste cuenta?
—¿De qué?
—Del patrón.
—¿De no saber cómo tú ibas a responderme?
—Del miedo, Vlas... Ese patrón que se repite en tus sentimientos es el miedo —ella reveló—. Dime, ¿Por qué jamás le hiciste saber a tu madre todo eso que siempre ocultaste por dieciséis años?
—Porque luego de lo que sucedió con mis hermanos tome cierto alejamiento de ella, sabía que el recuerdo de ellos la lastimaba, sabía que yo era una parte esencial del recuerdo de ellos, ella me lo dijo mil veces, mi rostro le recordaba al de Rhys... Y no quería lastimarla, tampoco lo vi como una necesidad, sabía que ella me amaba, y que yo también, y dentro de tantos sentimientos que había en torno a nuestra relación, a lo que habíamos pasado, a todo eso... Tal vez no quería expresarlos por miedo a que estos no fueran suficiente para su propia pena... En ese momento creí lógico mi accionar, años después me di cuenta de que ella sólo necesitaba ese cariño de mi parte, que con eso... Era suficiente para consolar su dolor.
—¿Por qué no permitiste que Rhys te ayudara al inicio? Cuando te mudaste a Fons.
—Si no estaba a la talla, él... ¿Cómo me iba a ver? En ese momento no lo sabía, no sabía que a él no le importaba la decisión que yo pensara tomar, que me iba a amar y apoyar igual.
—¿Ves? ¿Por qué tanto miedo? Sé que en el pasado, amar te pasó factura... Con Demian, con Rhys... Conmigo... Pero, ¿Por qué, Vlas? ¿Por qué tienes tanto miedo?
—Ya te lo dije, no puedo comprender los sentimientos de los demás, no quiero correr el riesgo a que lo que yo siento, no pueda serme devuelto, tener que reprimirlo, no poder sentirlos de nuevo... Tener que sufrir en silencio... En soledad.
—El miedo a la soledad es inevitable, casi inconsolable, porque es una constante en la mente humana, y eso lo sé yo, lo sabes tú, y lo sabe todo el mundo... Pero no es una excusa, no es una explicación tampoco, los lazos que formamos son aquellos que con el tiempo van haciendo de esta sensación una sensación desacertada e inservible... Nunca estarás solo si tienes personas a tu lado, y de ahí, de ahí viene tu complicación... Sé que para formar lazos se necesita de confianza, y la confianza es complicada también... Y no me refiero sólo a confianza con la otra persona, sino que con uno mismo.
—¿Crees que no tengo confianza?
—No del todo, eres un chico determinando, tienes cierta firmeza en tus palabras, en tus sentimientos y en tus deseos, sabes qué es lo que puedes conseguir, y aquello que te ayudará a hacerlo... Pero, la confianza no sólo se resume al plano superficial, a un sueño determinado... Va más allá, va hasta el lugar más profundo de tu alma, el inicio de tus motivaciones, la esencia de tu persona... Yo no quiero decir que seas emocionalmente inestable o dependiente de los demás, pero... Ese miedo que tú tienes, se repite, y se repite con cada nueva relación que formas, y tú no tienes miedo a quedarte solo, porque sabes que ellos jamás te harían de lado... En realidad, tienes miedo a no ser suficiente, a no estar a la altura.
—Bueno, no voy a negar que a veces me siento relegado a un segundo plano, pero he trabajado en eso, Zenda... Sé que no podría llegar a lo que es Rhys, porque, no tengo esa forma de ser, y como tú dijiste, no es mi esencia, pero he tomado varias decisiones que me dejan en una posición en la cual yo quiero estar, y a la que me arraigo con firmeza... Hay cosas que me afectan, y eso es obvio, creo que hasta necesario, nadie es de hielo, y si tuviera que reprimir cada emoción que siento me volvería loco... Pero, ellos, hacen mucho por todos, hacen mucho por mí, Rhys básicamente vive y pelea por mí, para que sea feliz, me lo dijo él mismo, mamá sufrió diez años en silencio para que no me afectara el ambiente en el que vivíamos, y tú... Tú moriste por mí, Zenda... Mya estuvo a punto de hacerlo también.... Y Leah dijo que jamás me dejaría solo... Entonces, pienso: ¿Yo qué debería hacer? No puedo dejarlos a la deriva, no darles lo mismo que ustedes me dan... No puedo permitir que no haber estado a la altura me los vuelva a quitar... ¿Me entiendes?
—¿Por qué con Leah fue con la única persona que no te sentiste así al inicio? Y entiendes a lo que me refiero.
—Sí... No lo sé, ella es insistente, supongo que por eso... Porque, hizo muchas cosas por mí, y no esperó nada a cambio, y yo ya estaba demasiado decaído como para haberme dado cuenta que a ella no le podía devolver nada... De tal manera, sé que con ella es con la única que puedo sentirme inferior, porque sé que lo soy, y sólo me resigné a tal sentimiento, porque es injusto para ella que yo me sienta así en base a lo que hizo por mí.
—¿Y quieres depender de su amor?
—¿De qué manera?
—Sucedió conmigo, pero eso acabó cuando me sacrifiqué por ti, todavía sigues persiguiendo esa estrella y anhelando cumplir mi promesa por ese sentimiento de no haber estado a la altura, y eso es bonito, porque no es algo que te haga daño, alimenta tu propia confianza, y tomaste esa reflexión que dejé al final como lema de vida, y vives por lo que quieres vivir, has elegido tal camino bajo tu propio razonamiento, por eso pregunté... Lo que quieres, ¿Es tener su amor para siempre?
—Zenda, tú sabes lo que he pensado en torno a eso, desde hace mucho tiempo, y creo que te diste cuenta cuando me dejaste en claro que jamás te molestaría que estuviera con otra chica luego de verla.
—Sí, es verdad... Y he conocido hasta el más mínimo de tus sentimientos por ella desde que me volví parte de tu alma, Vlas... Sé lo que sientes por ella, y sé lo que piensas de tu amor hacia ella... Por eso, te lo pregunto, para que lo entiendas, para que le des lógica a tu accionar esta noche, o a todas la veces que has estado a su lado, a la vez que la abrazaste pidiéndole que no te deje solo, cuando la besaste esa madrugada, cuando te percataste que la amabas, incluso cuando me amabas a mí... Todo eso tiene una base, Vlas... Y es base es la respuesta y la solución a tu miedo también, porque Leah supo ver a través de él, y apelar a otra forma de hacerte ver la realidad... Algo que nadie ha sido capaz antes... Ni yo.
—Así que debo responder si quiero tener su amor para siempre... Vaya, es complicado de asumir, y no porque no la ame... Sino porque ponerte a pensar algo así es injusto para la otra persona, ya que... Si ella no quisiera amarme para siempre, ese amor no sería eterno.
—¿Crees que ella te amará para siempre?
—Si no lo hace... ¿Cuál sería mi respuesta?
—No lo sé, eso lo sabes tú.
—Tal vez... Sí... La amaría igualmente, porque el amor que siento por Leah es el único amor que no depende de lo que ella sienta por mí... Aunque... Ningún amor depende lo que ellos sientan por mí... ¿No es así?
—Eso es lo que necesitas para dejar atrás ese miedo de sentirte a la altura, Vlas... La sensación de no depender del amor de nadie, sólo del que tú profesas, y aunque anheles que Leah te ame para siempre, amarla para siempre en realidad no depende de ella, sino de lo que tú quieras de ella... De tu vida, de vivir por ellos a pesar de todo.
—¿Eso es vivir por mí? Dejar de sentir que ellos deben amarme como yo los amo a ellos... ¿Sabes? Ahora que lo pienso, ¿Eso es egoísta, cierto?
—En cierto modo, comenzar a amar a alguien porque este te ama es egoísta, aunque, darte cuenta de que amabas a alguien luego de percatarte que te ama... Eso no es egoísta, y es lo que sucedió contigo... Tú amabas a Leah antes de darte cuenta que te amaba, pero el miedo a no ser suficiente cegó tu visión... Cuando supiste que con ella no ibas a tener ese miedo fue cuando te diste cuenta que la amabas por tus propios deseos, que la quisieron por lo que es... Y no por lo que siente.
—Yo creí que Leah me amó antes.
—Lo sé, se lo dijiste a tu madre... Pero, dime... Si pensaste eso, ¿Por qué luego dijiste que la amas desde que la conociste? Si en ese momento no sabías sus sentimientos.
—Porque me di cuenta que mi amor por ella no fue consecuencia de haberte perdido y de encontrar consuelo en ella, sino que fue consecuencia de mi deseo de merecer tal amor.
—¿Y ese amor que crees merecer? ¿Te diste cuenta que no es el que siempre pensaste que era?
—Lo sé, no es el de ella... Es el mío, ¿No es así?
—Merecer un amor es hermoso, pero, ¿Qué amor? El amor de Leah estuvo ahí, bajo tu propia consideración, y fue lo que tomaste como razón para comenzar a explorar los sentimientos que ella te causaba, aun sabiendo que no era así, pero que con tu miedo, se volvió casi una verdad indiscutida, sin embargo, ese amor que realmente mereces, es el amor que creó en ti tu visión de Leah... No el que Leah te otorgó, sino el que sientes por ella... ¿Mereces amarla? ¿Puedes ser feliz con ella? Esas son las preguntas principales entre tu confusión, de depender de su amor, o de tu merecimiento.
—Sé que te amé a ti porque creí merecido tu amor también, amé a muchas personas por creer merecido su amor... Cuando en realidad las amaba porque yo quería amarlas, porque creí merecido ese sentimiento dentro de mí, esa necesidad de amar... No quería ser un caparazón vacío.
—¿Ves? Todo tiene una segunda vuelta de tuerca, Vlas... Ese miedo de no estar a la altura con nada evitó que pudieras darte cuenta que en realidad, lo único que siempre quisiste fue amar a todos, aunque ellos no te devolvieran lo mismo, sólo querías sentir merecida esa sensación dentro de ti, por ti mismo, querías sentir, cualquier cosa... No ahogarte en el vacío emocional... Sentir te hace vivir, y esa vida que quieres a su lado, depende de que la ames tú a ella, y lo que suceda con los sentimientos de ella, va en lo que ella quiera de sí misma, por lo tanto, si no te ama, no es la vida que mereces, no es la vida que debes seguir, porque estarías siendo egoísta, al querer ser amado por ella, cuando ella no siente lo mismo por ti.
—Estás diciendo que si algún día el amor de Leah por mí, se acaba... Yo no puedo obligarla a nada, ¿Cierto?
—Sé que quieres ser feliz con ella, pero, una vida a su lado, donde sea por obligación, y no por motivo propio, sería infeliz, y ninguno se la merecería... Y ahí, ahí realmente no estarías a la altura, y ese miedo tendría sentido... Pero, como ambos sabemos, en realidad Leah sí te ama, y como tú a ella, con tu decisión, y el verdadero motivo detrás de tu amor y de tu miedo... ¿Me responderás esa pregunta?
—¿Cuál?
—¿Quieres tener su amor para siempre?
Tener su amor. Tener su amor no dependía de Leah, porque como me había dado cuenta, en realidad el amor de los demás no debía de ser mi dependencia, más bien, ser una contraparte al mío propio, y al mismo tiempo, algo que lo complementara. El amor de ellos no debía ser mi razón para amar, debía ser mi consecuencia. Tener su amor era una pregunta enrevesada, ya que «su amor» era el que ella sentía por mí, aun así, «su amor» para mí, era el que yo sentía por ella, el amor que Zenda me ayudó a darme cuenta que había nacido de mí mismo, más no de lo que ella expresó por mí. Tener su amor... Era tener el deseo de amarla. El deseo de que esa ilustración de la vida merecida que Zenda me dejó saber no se volviera realidad... Tener su amor, era tener su presencia en mi vida, era anhelar que cada momento con ella, tuviera un sentido más allá que aquel egoísta de sentirme amado, sino de uno que nos regalé las mismas sensaciones a ambos... Tener su amor era sentirme a la altura de mis sentimientos, y del que ella tenía en mí... Tener su amor era no querer escapar... No querer dejar de vivir... Tener su amor era amarme a mí, y verme como suficiente para ella... Y entre todo, si eso era tener su amor... Tenía respuesta.
—Sí... Quiero tener su amor para siempre.... Quiero amarla toda mi vida.
Zenda sonrió luego de darse la vuelta. Ambos ya habíamos llegado casi al final del camino que seguimos en todo momento. El extremo del río. Este desembocaba en un lago con el agua igual de cristalina y brillante que este. El lago era extenso, casi infinito. Me vi reflejado en el agua cuando llegué a la orilla.
—No quiero decir que se acabó, Vlas... Pero... ¿Qué más no queda? Si tú mismo llegaste a la conclusión que procurabas llegar —dijo ella, a mis espaldas, luego de que yo estuviera demasiado tiempo concentrado en mi reflejo en el agua.
—¿Debo irme? —pregunté, volviendo a ella.
—Debes volver con ella, Vlas... Con la persona que amas, con la persona que quieres estar... Me lo dijiste, ¿No?
—¿No te vas a ir de aquí, cierto? ¿Puedo volver?
—Probablemente, aunque... Ojalá sea en mucho, mucho tiempo... Cuando tu larga vida junto a Leah se haya hecho realidad.
—Zenda. —Me acerqué a ella. No quise caer en el sentimiento de anhelar tocarla, o darle un beso, porque sabía que era un reflejo de mi alma, tal como «Ser» me lo había dicho. Mi propia interpretación. Pero ese rostro que estaba frente a mí, era un rostro que extrañaba ver, a pesar de todo—. Nunca dejarás de ser hermosa, aun... Luego de la muerte.
—Supiste capturar muy bien mi mejor versión —respondió ella, soltando una risa.
Sí, era ella. Claro que lo era.
—Como despedida... Antes de que me lances al lago y vuelva a mi realidad... Déjame sentirme como tiempo atrás me sentí a tú lado —pedí. No era verdad, todo lo que estaba viviendo, sabía que era un fantasía, por lo tanto, no le haría mal a nadie queriendo algo así.
—No, Vlas... Tú amas a otra persona, y no puedes dar ese paso... Si así fuera, lo hubieras hecho desde el inicio.
—Eres sensata... Sabes como me siento, y sabes que quería escuchar eso.
—Mucho por hoy, ¿No es así? Cierra tus ojos, pequeño —dijo ella, luego de apoyar su palma en mi pecho.
Ambos estábamos en el borde del lago, sabía que con sólo un ligero empujón caería de espaldas a este, y acabaría ese sueño... Volvería a mi realidad, ahí, donde tenía mi sueño cumplido... Ese que soñé vivir al lado de Leah.
—Adiós... Zenda. —Cerré mis ojos y apenas me incliné para atrás.
Tal vez yo no me iba a animar a hacerlo. Pero al parecer, su alma lo quería, por eso, mi deseo en realidad siempre fue de ella, y como ambos estábamos compartiendo alma... Llegó a mí, ya que, a medida que iba a cayendo hacía atrás, la suavidad de sus labios se dejó sentir en los míos... Ella me había besado sin importarle demasiado el contexto, y eso era típico de ella... Ya era el final de todas maneras... Ya me estaba sumergiendo en el agua... Cayendo en lo profundo... Terminando mi sueño... Dejando a Zenda atrás.
Al instante...
Vlas despertó de su sueño. Era de noche, pasando la madrugada seguramente. No tenía su celular a mano para poder confirmarlo, pero sabía que era así. Cuando su cuerpo se despertó consigo, logró sentir el de Leah encima suyo. Y al bajar un poco su mirada sobre ella se encontró con su cabeza apoyada en su pecho, su cabello rubio desparramado por su hombro, y sus manos todavía unidas a las suyas.
Ella dormía, plácidamente. Apenas unos suspiros salían de su boca, y en su rostro, bajo sus ojos, la calidez se vio representada a través de un intenso rubor. Eso ampliaba su belleza, remarcaba tanto su angelical rostro que era hasta injusto, ya que lo hacía sentir con ganas de revivir lo sucedido horas atrás. Porque sí, con esa chica que en ese momento dormía en sus brazos había hecho el amor esa noche, había traspasado una frontera que ansiaba traspasar hacía tiempo, le había dado esa confianza necesaria, para sentir que amarla no era un deseo egoísta, sino merecido. Por tal razón, lo que vivió con ella esa noche lo hizo tener ese sueño, llegar a lo profundo de sus sentimientos y lograr tal introspección... Lo hizo replantearse casi diecisiete años de sentimientos confrontados, enredados en miedos y confusiones, con una idea del amor difusa que creyó clara... Ella, le había dado sentido a todo, y a su vez... Le había otorgado el poder para tomar esa decisión que en su sueño se convirtió en la respuesta que su alma clamaba.
—Sí, Leah... Quiero este amor para siempre... Quiero amarte toda mi vida.
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