Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526
La lucha había llegado a un punto muerto.
Lee no tenía pensando matarlo. Era muy extremo, nunca en su vida había matado a una persona. En la guerra sólo fue soporte de la primera línea, nunca llegó a estar en un combate más allá del asedio al palacio al final de esta. Donde muchas cosas sucedieron, donde más que nunca vio la muerte... Donde todo se vino abajo en su mente.
Pero, ante esto, él sabía que matar no se podía tomar tan a la ligera, por varias cosas, por su mente, por su corazón, por su alma, por su propia moralidad, por su puesto... No podría pretender dar el ejemplo y ser el mayor mártir de tantas personas sabiendo que tan poco le importaba la vida ajena. Era hipócrita profesar lo contrario a sus acciones, era hipócrita y narcisista creerse superior al resto con tal pensamiento.
Ser alguien violento no era algo que lo caracterizara, tampoco era algo de lo que podría llegar a enorgullecerse. Siempre prefirió la opción del dialogo, de llegar a un acuerdo entre ambas partes. Ese fue su pedido en la guerra hacia su padre, el de lograr una tregua con Rhys Windsor y los miembros de los grupos revolucionarios que querían ver al gobierno caer. Quiso paz, quiso evitar la pelea. Luego de la muerte de Diane... Más muerte era lo último que quería seguir viendo. La guerra lo había dejado en la nada, le había destruido el alma hasta que esta pareció arena volando con la brisa. Sin destino, sin dirección... Perdido en su sufrimiento, en su propia misera... Pero Ashley estuvo ahí, y le dio ese empujón necesario para entender lo que él mismo quería. Y ese destino atado a su herencia que algún día llegaría debería de tener principios firmes para llevarse a cabo, principios basados en su propia visión del mundo... La calma... La paz... Ya no quería volver a perder lo que más amaba... Volver a caer ante el dolor.
Ya no quería seguir sufriendo.
Pero no todo era paz. No todo era evitar la pelea... A veces, no había otra opción.
Como en ese momento.
Todo su espacio se reducía a un pequeño rango en el cual estaban atrapados. No podían usar ataques a grandes escalas, no podían alejarse, no podían moverse tan libremente como lo habían estado haciendo... Todo se reducía a esos seis metros. Todo se reducía a ese momento. Tenía que ser rápido. Se iban a cansar en un instante si pretendían sobrepasarse con su zona... O activar su Scire.
Mano a mano. Esa fue la primera decisión.
Lee ya se había acostumbrado a la intensidad de Yoh, pero sus movimientos todavía lo seguían complicando. Su velocidad era lo único que lo salvaba de no recibir ninguno, ya que estaba totalmente dedicado a la defensa, responder era insostenible, apenas su contrincante dejara una abertura la aprovecharía. Y quién sabe cómo podría terminar eso.
Yoh seguía atacando, se ayudó un poco con el entorno, levantando rocas con su pie, o con su mano, traspasando su arma de un lado al otro. Lee era más rápido que él, eso era algo que sabía, pero él era más fuerte y habilidoso, por lo que mientras lo cansara y redujera su velocidad y reflejos, podría obtener la ventaja sin mucho esfuerzo... Aunque cansarlo parecía ser imposible, no haber usado su Scire en casi la mayoría del combate le había ayudado a no gastar tanto su Energía del Alma. En cambio, la habilidad de Yoh usaba mucha energía, se había reducido a más de la mitad en ese lapso de tiempo en el cual pudo estar por encima, antes de que Lee encontrara su debilidad, pero eso no significaba que todo estuviera perdido... Una Zona Vacía daba muchas posibilidades... Demasiadas.
Yoh saltó hacía atrás... Cinco metros de distancia... Lo suficiente para actuar.
«Mierda, preparó algo», supuso Lee. Y no se equivocó.
Yoh dio un fuerte aplauso, manipuló las ondas del sonido creadas en base a este e impulsó una fuerte onda expansiva dirigida a Lee. Este no podía esquivarla, si se salía del rango de la zona esta perdía el efecto, sólo debía aguantarla, o usar algo para, por lo menos, anular el efecto... Algo como... Un sello barrera.
Aunque no podía usar su Scire para manifestarlo, encontrarse dentro de una Zona Vacía le daba suficiente capacidad como para crear uno, quizás más débil que los que usaba para retener el daño que sus explosiones causaban cuando las hacía, pero lo suficientemente fuerte como para impedir que la onda expansiva creada por Yoh no le hiciera daño.
«Predecible... Sólo debía probarlo», pensó Yoh, al divisar como Lee evitaba su ataque. Pero no cedió.
Yoh sabía que no iba a poder avanzar mucho en un combate mano a mano, y con tantas posibilidades dentro de la zona era ineficaz desaprovechar tal ventaja. Lee lo comprendió fácilmente, por eso fue él quien tomó el siguiente turno de atacar.
Las explosiones de su Scire eran demasiado básicas, eso a él no le molestaba ni le daba una desventaja, ya que no usaba mucha energía y eran rápidas y certeras. Pero en ese momento tenía que hacer algo más extraordinario que sólo una mezcla de gases con algo de combustible... Algo que había pensado tiempo atrás, su última carta, algo que podía significar su sacrificio... Pero tenía que ganar, era todo, o nada... Por eso tuvo que hacerlo, tuvo que usarlo... Algo así como... Antimateria.
Era algo demasiado complicado de hacer para un poseedor del Scire, no porque fuera imposible, sino porque requería una inmensa concentración y control de la energía. Separar la Energía del Alma en negativa o positiva era un proceso arduo, un proceso en el cual había que enfocarse más en un alma, dejando de lado las otras dos, entregando carencias defensivas y ofensivas, pero que si se cumplía se convertía en un arma letal.
La mayor demostración de tal maestría era Rhys Windsor, su control sobre el Scire era sublime, por lo que invertir sus poderes no era un proceso que se le dificultara. Pero Lee no era Rhys Windsor, no era el mejor poseedor del Scire de la historia, por lo que debía ser más cuidadoso en ese sentido. De igual forma, la Zona Vacía le otorgaba ventaja, dentro de un espacio repleto de Energía del Alma esta era más fácil de manipular, por consecuencia, más fácil de llevar a cabo... Y más fácil de... Materializar.
—¡¿Qué mierda?!
Impresión, sólo eso fue lo que Yoh sintió cuando esa luz proviniendo de las palmas unidas de Lee comenzó a aumentar de tamaño, casi en cámara lenta, en un instante, vio su vida pasar frente a sus ojos.
Un poco de energía positiva en su palma derecha. Otro poco de energía negativa en su palma izquierda. La materia cuando chocaba con la antimateria producía un efecto autodestructivo, ambas se desintegraban y dejaban paso a toda su masa convertida en energía... Una energía con una potencia miles de veces mayor a cualquier explosión nuclear...
Sí... Lee acababa de activar una arma de destrucción masiva, más fuerte que cualquiera de las que existía en el mundo... Una explosión de la que nadie podría escapar... Una explosión capaz de arrasar con el mundo entero en un sólo movimiento... Y si podía hacerlo con el mundo. ¿Qué le quedaba a su contrincante?
«Antimateria», pensó Yoh, cuando la explosión ya comenzaba a abrazarlo.
Usó su máxima velocidad, ni un segundo había tardado en romper la Zona Vacía que lo encerraba, hiciera lo que hiciera no iba a poder formar una defensa lo suficientemente fuerte como para aguantar tal daño en área, eso sobrepasaba su propio entendimiento... El miedo también lo invadió, ese poder se le había salido de control a Lee... ¿Si él no podía pararlo? ¿Quién lo iba a hacer?
La explosión sobrepasó los seis metros de la zona. Sobrepasó los kilómetros que los separaban de la ciudad segundo a segundo. Y siguió. El estruendo se oyó en toda la nación.
Yoh comenzaba a perder velocidad. La pelea, su habilidad, la Zona Vacía, el daño inicial del ataque de su oponente, el primer golpe que recibió de parte de Rhys Windsor. Todo eso era la sumatoria que formaba parte de la causa de su desgaste, si la explosión llegaba a él, no la contaría jamás. Pero el accionar de Lee era inaudito, porque si la explosión seguía su curso arrasaría con todo, con su nación, con su gente, con él mismo... ¿Qué planeaba? ¿Por qué no paraba?
—Sólo me queda eso —musitó Yoh, sin parar de acelerar. Su cálculo le daba que la explosión llegaría a él en menos de un minuto, y no se iba a salvar si antes no procuraba un movimiento. Lo único que podía hacer para al menos no salir tan afectado... Tenía que aceptar su derrota, porque aunque eso le sirviera, no podría seguir luchando... ¿Había perdido? Podía pensar eso luego, primero tenía que salvarse... Se lo había prometido a Michelle. Tenía que volver—. Defendens... Praesidium... —pronunció los encantamientos necesarios para la defensa, y los ayudó con un sello barrera—. No hay más. —Se encerró en sí mismo, envolviéndose en energía.
Y al fin, la explosión lo alcanzó.
Horas atrás...
Fons, Ash, Palacio Real – 3 de Abril - Año 526
—No puedes hacer eso... No tienes la habilidad para contener un poder de tal magnitud, Lee, ¿Qué harás si se sale de control? ¿Cómo lo suprimirás? Es una explosión múltiple veces más potente, destructiva y poderosa que las que haces siempre... Y a veces hasta estas se te vuelven complicadas —Rhys sólo se negó ante la propuesta del rey.
Ashley se encontraba sentada de brazos cruzados en una esquina de la habitación, en silencio. Kit, Dean, Mya y Vlas de igual manera, pero todos detrás de Rhys.
—Rhys, es sólo si ocurre un ataque... ¿Cómo lo manejaremos entonces? —insistió Lee.
—Me encargaré, para eso nos contrataste, ¿No? —preguntó Rhys, señalándose a él y a su equipo.
—Te contraté para proteger a los civiles, y a Ashley... No para que me protejas a mí, si un ataque sucede será mi propia pelea, y no quisiera que nadie externo a esta se involucre —respondió Lee, la decisión en sus palabras era clara.
—Ja... Antimateria —chistó Rhys, bajando la mirada. Comenzó a caminar alrededor de la habitación—. Lee, debes entenderme, eso no es un juego, por más que seas un poseedor del Scire, eso sigue siendo algo muy complejo, para ti y para cualquier persona que pretenda hacer lo mismo, no puedes suprimir la antimateria formada por tu energía negativa sólo con Energía del Alma, no funciona de la misma manera, vas a necesitar aún más energía de la que usaste en primer lugar, porque ese poder es capaz de arrasar con cualquier tipo de energía, materia, habilidad, lo que sea... Así funciona mi desintegración, y así funciona mi regeneración... Necesito más energía que la inicial, o se va de control... Si la usas, te va a pasar eso, no vas a aguantar, y te consumirá toda la energía que posees... Es un suicidio Lee, hazme caso.
—¿Acaso no harías lo mismo con tal de proteger lo que más amas? —cuestionó Lee, dejando en silencio a todos en la habitación.
Rhys alzó su mirada, y lo miró con seriedad. En ese momento escuchó los pasos de Ashley caminando hacia él, para luego sentir su mano apoyarse en su hombro
—¿Qué pasa, Ash? —preguntó Rhys, sin sacarle la vista de encima a Lee.
—¿Cuánto quieres para encargarte de eso? —preguntó ella.
Lee sonrió.
—¿Encargarme de qué? —preguntó Rhys, dándose la vuelta. En ese movimiento se cruzó con el rostro de Ashley, dispuesta a negociar.
—De la consecuencias de que Lee use eso como último recurso —respondió ella, colocando la mano en su bolsillo—. Anota el monto —agregó, dándole un cheque en blanco, y un lapicero.
—¿Crees que el problema es el dinero, Ash? Y yo que creí que tú me conocías —declaró Rhys, con una irónica risa—. El problema no es el dinero, tampoco es no querer hacerlo... No me conlleva ninguna dificultad suprimir una explosión de tal magnitud, tengo la suficiente capacidad para hacerlo sin siquiera sudar, el problema es el daño que esto puede dejar en Lee... ¿Estarías dispuesto a arriesgar tu propia salud neurológica y física con tal de ganar una batalla estúpida? ¿Y todas las que vendrán? El Scire de tú familia se irá contigo, y nadie podrá proteger Fons luego de eso... ¿Te das cuenta a lo que te enfrentarás, Lee? Te enfrentarás al poder que devastó el Imperio Indil hace más de cincuenta años, ¿Podrás aguantarlo? —preguntó, devolviéndole el cheque a Ashley antes de volver su mirada a Lee.
—Puedo aguantar mis explosiones mediante un sello barrera, sólo debo formar uno lo suficientemente fuerte como para evitar que salga afectado esos segundos antes de que tú lo suprimas —respondió Lee.
—Necesitarás un sello barrera muy fuerte para soportar la presión del epicentro de una bomba nuclear, debes reforzar tu defensa... ¿Sabes reducir el rango de tu Zona Vacía, cierto? —preguntó Rhys. Lee lo miró con confusión—. Sólo debes hacer que la energía que se comprime en esos seis metros se reúna en ti cambiando los términos de la zona, volviéndola un sello barrera, ayudado con un encantamiento antes colocado, y condicionado, para que se active justo en el momento en el cual formas la explosión —explicó, sacando un sobre de su bolsillo—. Ten esto —dijo, otorgándole un papel en blanco.
—¿Un papel de sellado? —preguntó Lee, mirándolo con atención. Este no tenía nada especial.
—Sí... Escribe el encantamiento de defensa con tu sangre, luego le determinarás una regla a tu energía y este se activará cuando tú lo decidas, pero recuerda... Debes hacerlo al menos treinta segundos antes de activar el ataque, o este perderá su utilidad y estarás en serios problemas —avisó Rhys. Ashley rio a sus espaldas—. ¿Qué sucede, Ash? —preguntó, sin darse la vuelta.
—Al final fue fácil convencerte Windsor —bromeó ella.
—Para eso me contrataron —respondió él, enfilando hacia la salida—. Lee... —lo llamó, antes de cerrar la puerta al salir. Todo su equipo ya había salido de la habitación—. Esto depende de que tan capaz seas de enfocarte en tu propia energía, yo sólo suprimiré la explosión cuando esté llegando a la ciudad... Pero el resto está en ti, no voy a entrometerme en lo demás, tú sabes a lo que te arriesgas —agregó.
—Claro que lo sé... Ya te lo dije, Windsor... Déjalo en mis manos —aseguró el rey, esbozando una audaz sonrisa.
Rhys no respondió nada, sólo chistó antes de darse la vuelta una última vez, para luego cerrar la puerta apenas abandonar la habitación.
«En tus manos», pensó.
—Veamos qué tan capaz eres... Rey de Reyes.
Presente...
Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526
Yoh apenas pudo arrastrarse un poco para recostarse en un pedazo de roca que estaba cerca suyo. Había perdido su brazo izquierdo. Su pierna derecha ya no funcionaba. Probablemente tenía fracturadas varias costillas. No paraba de sangrar. No paraba de sentir todo el dolor del mundo... El sello barrera había sido potente, pero con tal fuerza, apenas fue capaz de aguantar la explosión un par de segundos luego de que esta lo atrapó. No supo qué fue lo que pasó, pero de la nada esta sólo desapareció, dejando únicamente un rango de destrucción inmenso a su paso.
Lee había hecho algo monstruoso, no lo creyó capaz de llegar hasta ese límite con tal de vencerlo, pero el rey se lo había dicho, iban a pelear hasta que uno cediera... Al parecer él fue el que cedió... Había perdido... Se había dicho a si mismo que no iba a asimilar el final de la batalla tan fácilmente, pero había sido un jaque mate, porque aunque en ese momento Lee estuviera en peores condiciones que él, él no se encontraba en tan buen estado como para volver y dar el golpe final, además de que tenía todas las desventajas de su lado.
Sólo podía hacer eso, eso que iba contra su voluntad, contra sus principios, contra todo... Eso que lo volvería un cobarde, un perdedor... Pero hiciera lo que hiciera iba a perder, y lo que le quedaba era morir o afrontar las consecuencias, pero morir conllevaba no poder volver a verla jamás.
«Peleo por amor», le dijo a Lee. Razón no le faltaba, pero también él había colocado las condiciones de la batalla: «Si ganas cesaré mis intentos de invasión y dejaré a tu nación en paz».
—Ganaste... Lee Ex Fons... Maldita sea —declaró, moribundo, apenas pudiendo abrir su boca sin que escupiera toda esa sangre. Pero la risa no pudo faltar—. Mierda, me duele todo —rio, sintiendo su pecho comprimirse repetidas veces, ese dolor era insoportable... Demasiado.
«¿Todo se acabó?», se preguntó, alzando su mirada.
El cielo azul. El sol en lo alto, apenas un rayo de este alcanzó su rostro... Todo era silencio, estaba en paz. El momento perfecto para morir, pero si no lo hizo antes, menos lo haría en ese contexto, porque le habían dejado en claro algo... Que estaba muy equivocado, que tenía mucho que recorrer, que aprender, que pensar... Mucho que arreglar, en él, en su nación, en el mundo... Todo se había acabado... O tal vez no. Y tenía que seguir vivo para poder apreciar el mundo que venía... Ese mundo que su padre y su maestro veían a través de sus ojos. Ese mundo en el que existía Michelle. Ese mundo que permitía a su nación avanzar... Y aunque equivocado, probablemente agradecía haber hecho todo lo que hizo, sin tales experiencias, sin tales errores... ¿Habría aprendido algo? No lo sabía, pero debía cargar con tales pecados... Atormentado el resto de su vida.
—Parece que aquí se termina mi camino de venganza... Maestro, padre... Lo siento por no lograrlo, creo que me dieron una lección, intentaré buscar algo que realmente me favorezca, algo que realmente dé resultado, algo que no envenene mi alma más de lo que ya está, hace demasiado tiempo... ¿Tendré salvación? —Sonrió, recostándose un poco más en la roca. Era hora de volver a casa. Con el único brazo que le quedaba buscó en su pantalón ese botón—. Aquí estás —declaró, encontrándolo en su bolsillo trasero—. Todo se acabó —musitó, apretando ese botón que lo transportó lejos... Al único lugar que pertenecía... Al que siempre perteneció.
A aquel que le daría respuesta a su pregunta.
Mientras tanto...
—Y tú no confiabas en que lo hiciera —declaró Ashley, entre risas, mientras ambos caminaban por el campo de esa batalla concluida. Desierto. Sólo quedaban las consecuencias de ese último ataque.
Las pruebas de un poder que sobrepasó todo límite.
—Sabía que lo haría... Hoy cedí ante su propuesta porque sabía que no lo iba a hacer cambiar de opinión, estaba demasiado decidido, y si yo no aceptaba, lo iba a hacer igual, y me terminaría involucrando de todas maneras... Al menos fue honesto, y me pidió que me encargue antes de que cometiera una locura, porque sin ese consejo de la defensa... No sé si hubiese salido tan bien —explicó Rhys, siguiendo su camino mientras intentaban encontrar a Lee entre todo ese desierto destruido.
Él rey se encontraba en alguna parte de ese lugar, pero con su energía casi acabada decidió desactivarla, y la única manera de encontrarlo era con sus Ojos del Alma, sin embargo, los había utilizado para detener la explosión, y todavía estaba descansando luego de su uso, no quería volverlos a usar.
—Por cierto, ¿Sentiste eso, cierto? —preguntó Ashley, señalando el suelo.
Rhys supo rápidamente a qué se refería.
—Me iba a encargar de él, pero hizo lo obvio, yo tampoco me quedaría en el lugar que ataqué, malherido y en riesgo de muerte... Probablemente volvió a Zardie con una habilidad de teletransportación o algo parecido... Eso es algo de lo que podremos encargarnos más adelante, no va a volver a molestar en mucho tiempo, el ataque de Lee fue suficiente para dejarlo en pésimas condiciones y evitar que regrese otra vez —indicó Rhys.
—Entiendo... Aunque no creo que el estado de Lee sea mejor que en el cual quedó Yoh Tales —dijo Ashley, desviando un poco su mirada por detrás de Rhys—. Ey, ahí está —dijo, señalando hasta algunos metros a la izquierda.
—Tienes razón —asintió Rhys, comenzando a correr. Ella lo siguió—. Sobrevivió —señaló, cuando ambos llegaron a él—. Físicamente no posee demasiados daños, probablemente sólo sean superficiales, por los golpes recibidos, debemos llevarlo a observación lo antes posible, para evitar que la falta de energía deje secuelas irreparables cuando vuelva en sí —agregó, dejándole un marca.
—Yo lo acompañaré —informó Ashley, acercándose a su hermano. Ella se arrodilló a su lado y le tomó la mano con fuerza.
—Mejor... Yo debo ir a ver a Vlas y Mya... Luego daré una vuelta por la nación, daré una revisión buscando que no haya quedado nada que pueda afectarnos luego —dijo Rhys, poniéndose de pie. Activó su selló, y estiró su mano, apuntando a Lee y Ashley con su palma—. Suerte Ash.
—Gracias, Windsor... Ten cuidado.
—Lo tendré —aseguró él, teletransportándolos al instante. Quedó solo en el lugar. Dio un vistazo a sus alrededores y no encontró nada fuera de lugar—. Vaya... Al fin terminó —suspiró, para luego elevarse lentamente del suelo—. Vaya... Jean —rio, encontrando la energía de él cerca de las de Mya y Vlas. Rápidamente impulsó su vuelo, y salió disparado hacia ese lugar.
Al otro lado de la ciudad...
—¿Quién es ese? —preguntó Vlas entre sorpresa, curiosidad, y cierto miedo, ya que aunque los había salvado del ataque de Sonny, todavía quedaba la duda de si era un aliado o un nuevo enemigo. Alguien que tan solo en un movimiento había dado una inmensa demostración de que era mucho más fuerte que ellos y Sonny... Juntos.
—No lo sé... Pero es intimidante, parece bastante confiado de sus habilidades —respondió Mya, ella todavía seguía frente a Vlas, intentando cubrirlo con sus brazos. Hasta que no estuvieran seguros de que estaban a salvo no se relajaría.
El extraño siguió su caminata hacia Sonny. Había dejado en claro que se conocían pronunciando su apodo. Sonny no podía dejar de temblar... Ni seis años, ni cien, ni mil, ni todo el tiempo del universo borraría esa sensación de su alma. Creyó que no volvería a suceder, pero estaba equivocado... ¿Qué carajos hacía Jean Blake en ese lugar?
—¿Qué haces aquí? —Intentó retroceder un poco. Jean no paraba de acercársele, y él estaba dejando en evidencia todo su miedo.
—Digamos que... Estaba aburrido. —Jean fue demasiado sarcástico con sus palabras.
Sonny lo sabía, él nunca hablaba en serio. Pero ese sarcasmo era peligroso, como toda su persona, era tan impredecible y sanguinario como Rhys Windsor, pero al menos... Rhys Windsor tenía un poco de humanidad.
—Como hace seis años... Seis años en los cuales todavía sigues siendo más fuerte que yo —declaró Sonny, apenas pudiendo hilar algunas palabras.
—Se llama talento, eso nos diferencia, siempre seré más fuerte que tú... Jamás llegarás a mi nivel, Sonny Jin —respondió Jean, sacudiendo un poco su manga. De pronto, un filo comenzó a bajar por esta—. Terminaré algo que debí haber terminado hace mucho tiempo —agregó, tomando esa daga desde la empuñadura.
Al apretarla con sus dedos esbozó una sonrisa que congeló el corazón de Sonny.
—Creo que hoy no será ese día —Sonny rio.
Cuando el sello colocado en Zardie se activaba, no sólo era la energía de Yoh aquella que volvía a su lugar, también era la de todos sus subordinados. Por eso, cuando Yoh apretó el botón de teletransportación que lo regresó a su nación, se llevó con él a las personas que lo habían acompañado en su asedio a Fons... Sonny era uno de ellos.
—Ja... Huyó, eso sólo puedo hacerlo alguien que posea un Scire... Yoh Tales siempre salvándole el culo —dijo Jean, a carcajadas—. Bueno, entonces mi trabajo aquí terminó —añadió, dándose la vuelta. Guardó sus manos en su sudadera al comenzar a caminar al lado contrario.
—Espera. —Vlas notó que no era una amenaza. Por eso se puso de pie y comenzó a seguirlo, ese tipo les había salvado la vida, lo mínimo que podía hacer era agradecerle—. Déjame agradecerte por lo que hiciste por nosotros... ¿Me puedes decir tu nombre? —preguntó.
Jean sólo siguió su caminata haciendo caso omiso a las palabras de Vlas. Hasta que sintió esa energía. Su energía.
—No es necesario que yo lo haga... Tu hermano te lo puede decir —respondió Jean, apuntando con su dedo índice hacía arriba, para que sólo un segundo después, Rhys aterrizara frente a los chicos.
—Rhys —dijo Vlas, apreciando como su hermano se acercaba a ellos.
Rhys no dijo nada, sólo los tomó a ambos con cada mano y les dio un fuerte abrazo.
—Al menos están bien chicos —declaró, sin soltarlos. Mya se recostó a él con una pequeña sonrisa, era la primera vez que Rhys no era duro con ella, siempre la golpeaba cuando entrenaban, y no dejaba que ella se quejara de sus métodos, al menos en ese momento se permitió ser más receptivo. O tal vez sólo estaba preocupado—. Gracias por eso, Jean... Te debo una —agregó.
«¿Jean?», pensó Vlas, recordando las palabras de Mya en la pelea con Sonny. «Así que es él, ahora todo tiene sentido».
—Un gusto, Rhys Windsor —Jean era un hombre de pocas palabras, ya que apenas dijo eso desapareció del lugar sin dejar rastros.
Rhys rio, sabiendo que probablemente no se volverían a ver por algunos años más... Ese era Jean.
—Estoy orgulloso de ambos, lo que hicieron hoy fue la mayor demostración de lo preparados que están... Han llegado lejos —dijo Rhys, sólo tenía halagos para Mya y Vlas.
Ellos sonrieron, se repetía el mismo factor, si Rhys estaba orgulloso de ellos significaba que se habían superado a sí mismos, y ellos también podrían estar orgullosos de ellos mismos.
—¿Están todos bien? —preguntó Mya, con cierta preocupación en sus palabras.
—Sí, quédense tranquilos, Lee se encargó del jefe, todos abandonaron la nación, nadie salió herido de gravedad... Ahora sólo queda limpiar el desastre que causaron, pero de todo eso podemos encargarnos mañana, creo que todos estamos lo suficientemente cansados como para seguir con esto —añadió, suspirando con alivio. Pero antes de poder volver a su casa y estar con todos ellos otra vez, tenía algo que hacer—. Por cierto chicos... Tomen. —Les lanzó el botón de teletransportación.
Mya lo tomó y miró a Vlas confundida.
—¿Nos llevará a dónde se encuentran todos? —preguntó Vlas. Él ya sabía para qué servía eso, era el mismo que Lara le había dado aquella vez en Remia.
—Así es... Yo debo revisar todas las zonas atacadas y asegurarme que no haya nada peligroso que afecte en el futuro... Los demás se encuentran en Pines... Están Lara, Leah, Kit, Dean y Cassie, la hermana de Dean —respondió Rhys, activando su sello—. Nos vemos ahí, tengan cuidado —añadió, y su figura se difuminó. Desapareciendo en un instante. Como siempre.
Luego de eso, Vlas suspiró y se lanzó al suelo, quedando boca arriba.
—¿Te sientes bien? —preguntó Mya, acercándose.
El abrió sus ojos y apreció el rostro de la chica sobre el suyo. No podía creerlo, ella acababa de terminar una batalla que casi la llevaba al límite pero de todas formas no paraba de verse hermosa. Era un caso para estudiar.
—Sí, sólo que estoy demasiado cansado, ese lapso de tiempo en el que estuve dominado por el poder de Sonny me consumió mucha energía, ¿Podemos esperar un momento antes de ir a Pines? —preguntó Vlas, sentándose en su lugar. Apoyó sus manos en el suelo y se inclinó un poco hacia atrás.
—Me sorprendiste hoy —dijo Mya, sentándose a su lado—. Tuviste una muy buena actitud en la pelea, analizaste tan bien el contexto que después de todo fue tu estrategia y tu descubrimiento lo que nos hizo sobrevivir.. Y un poco de ayuda externa —rio, con cierta simpatía.
—Gracias Mya, tú también estuviste espléndida, tienes espíritu de lucha —Vlas respondió.
—Se lo dije a Rhys muchas veces... Jamás voy a permitir que alguien salga lastimado sin pelear, me planteé eso cuando murió mamá, no soy alguien deshonesta consigo misma, no voy a romper mi propio principio atado a mi propósito personal —declaró ella, con gran determinación, esa determinación que siempre la invadía.
Vlas la había divisado muchas veces, todavía era sorprendente cuando eso sucedía.
—También me ayudaste cuando entré en pánico luego de ver esa escena... Fue chocante, me habría perdido si no hubieses estado ahí.
—No todos tenemos las mismas reacciones a un suceso así, intenté ponerme en tu lugar, la empatía es la única forma de poder ayudar a alguien... Además, estabas vulnerable, si no te hubiera ayudado ese primer ataque de parte de Sonny te habría dado de lleno, y yo sola no iba a poder descifrar todo eso que tú sí pudiste —respondió ella, dándole una mirada, para luego dirigir su vista hacia el horizonte.
Se estaba haciendo tarde y el sol se había puesto, la noche se acercaba.
—Ey... Tu brazo. —Vlas notó un corte que iba desde el antebrazo hacia el bíceps, y le rodeaba todo el brazo—. Ven —agregó, rompiendo la manga de su camisa, y con cuidado, la envolvió en el brazo de ella—. Eso servirá por un rato —indicó.
—Hasta medico me saliste, ¿Quién lo diría? —bromeó Mya, dándole una mirada a su brazo. No era tan grave, pero lo de Vlas había sido lindo, así que no quiso decir otra cosa.
—Por cierto, gracias por eso último que hiciste, te lanzaste sobre mí y me protegiste arriesgando tu vida... ¿Qué hubiera pasado si Jean no llegaba y ese ataque de Sonny te impactaba?
—Hubiera muerto —aseguró ella, esbozando una sonrisa. Vlas notó ese gesto y se confundió. ¿Por qué sonreía?—. Pero eso no importaba en ese momento, si ese ataque me daba y moría, lo habría hecho orgullosa, sin demasiados arrepentimientos, habría otorgado mi vida para salvar otra y eso me habría dado una gran satisfacción personal... Quizás no hubiese llegado tan lejos en mi vida, ni hubiese logrado mi propósito, pero te habría salvado... Y eso era suficiente.
Con que por eso estaba sonriente. Vlas no comprendía muy bien qué era lo bueno de salvarlo a él. Más aun sacrificando su vida, dejando en vilo una promesa tan importante como aquella que ella le había hecho a su hermana. No tenía sentido, él no era tan especial.
—Y no poder volver a ver a Eva nunca más... ¿Por mí? —cuestionó.
—A veces no podemos comprender el poder que tienen las demás personas sobre nosotros, Vlas... Pero sí podemos comprender el poder que tienen otras personas en los que nos rodean... Vlas, eres la persona más importante en la vida de Rhys, eres muy importante en la vida de Leah también, en la vida de Lara, eres una parte fundamental en el corazón de cada una de esas personas que te quieren... Tienes un gran futuro, Vlas, y en ti se sostiene el deseo de esa persona a quien le hice la promesa de protegerte... El deseo de Rhys me causaba emociones encontradas porque me recordaba a lo que quiero yo también, ya te lo había dicho, pero... No soy egoísta, y sé lo esencial que es que Rhys no se derrumbe, si él se derrumba nos derrumbaríamos todos, y ese deseo egoísta que intentaría proteger evitando sacrificar mi vida perdería todo el sentido del mundo, porque sin Rhys, yo no puedo conseguirlo tampoco... ¿Me entiendes? Obviamente pensé en Eva, pensé en que no iba a poder verla de nuevo si moría, pero tampoco iba a poder verla de nuevo si lo hacías tú, pero, si te salvaba, sé que Rhys hubiese comprendido mi pensamiento, y hubiese tomado mi voluntad... Y aunque yo no estuviera ahí, él salvaría a Eva y cumpliría la promesa que me hizo... Esa de darnos a todos el futuro que nos merecemos... Ya te lo dije, Vlas, no soy tan egoísta como lo era antes, y no peleo sólo por mí, porque conocí el valor de una voluntad más allá de verse a uno mismo, más allá de quedarse solo, comprendí la importancia de salvar a otros, sabiendo que esos otros harían lo mismo por ti.
—Mya... ¿Sabes? Si tú hubieses sacrificado tu vida por mí, yo habría cumplido tu voluntad —aseguró Vlas.
Mya lo miró a los ojos, con una brillante sonrisa, un poco sorprendida de las palabras de Vlas, pero no tanto, sabía que de un chico como él podría llegar a escuchar algo así... Se sintió feliz al hacerlo... Aunque él no supiera lo que significaba hacer tal afirmación. Todavía era demasiado joven para hacerlo.
—Dime, solecito... ¿Me harías esa promesa? —preguntó ella, estirando su mano frente a él hasta alzar su dedo meñique.
Vlas rio ante la situación. No sabía lo que Mya tenía, ni tampoco entendía muy bien lo que haría con tal promesa, sólo sabía que si sucedía, no iba a retroceder. Aun así, Mya parecía entregarle toda confianza ante sus palabras, quizás ella nunca había escuchado algo así, quizás lo necesitaba... Aunque ella estuviera repleta de confianza.
Siempre le pareció ser bastante indiferente en cuanto a las promesas, casi nunca llegaba al final de estas, siempre las tomaba como una broma. Le prometía a Zenda que no haría trucos peligrosos con su patineta y lo hacía igual, le prometía a Kora que no haría trampa cuando jugaban ajedrez y lo hacía igual, a veces también le prometía a su madre que no faltaría al colegio, y de todas formas se quedaba durmiendo en su casa. Pero podía comprenderlo, no eran promesas que dependieran de mucho, no eran promesas que dejaban en vilo la vida, ni la voluntad humana, no eran promesas que afectaran más allá que algún que otro regaño de parte de ellas.
Pero ya no estaba en Remia, ya no era un niño, ya había perdido mucho. Y de las promesas que dependía en ese momento eran aquellas que lo mantenían vivo, aquellas que lo impulsaban a seguir adelante, a cumplir su propósito, para no romperlas jamás. La promesa más importante de su vida se quebró frente a su destino, frente a la inevitable muerte de Zenda. Y sufrió, como nunca. Sufrió no poder sentir la satisfacción de verla cumplida, de perderla junto a lo que más amó, de verla desvanecerse junto con ella esa noche oscura que lo marcó de por vida.
No quería volver a sufrir de tal manera, y frente a todas las promesas que hizo en el correr de los últimos ocho meses en los que avanzó en sí mismo como nunca, no quería ceder, iba a luchar por lo que fuera, contra lo que fuera, para salvarlos a todos, para conseguir que fueran felices. Para llegar al final, y mirar el cielo esperando que la estrella de Zenda le sonriera una última vez, y ella pudiera descansar en paz. De una vez por todas.
—Te lo prometo, Mya. —Él tomó su dedo, con una determinada sonrisa, encandilando los ojos de Mya.
Ella sabía que no se había equivocado cuando no pensó dos veces la posibilidad de salvarle la vida... Se había arriesgado por la persona adecuada, ese chico no rompería una promesa jamás, su alma era honesta, genuina y pura... Había hecho bien.
—Bien... Creo que es hora de que vayamos con los demás... Rhys se va a preocupar si llega y ve que no estamos aquí. —Ella rápidamente dispersó el tema y se puso de pie. Vlas hizo lo mismo—. ¿Listo? —preguntó, sosteniendo el botón en su mano.
—Listo —asintió Vlas.
Mya le tomó la palabra y apretó el botón. Dejando sólo una leve brisa que levantó un poco de tierra en la casi oculta tarde. Desierta.
Fons, Pines, Residencia Harch - 3 de Abril - Año 526
—Deberías hablar con Rhys cuando todo esto termine, creo que él tiene algunas cosas que decirte, algunas cosas que quizás quieres escuchar. —Lara siguió con su intento de convencer a Leah.
—No tiene sentido hacerlo, no quiero seguir escuchando sus disculpas, siento que me trata como a una niña procurando que no me doy cuenta la verdadera razón detrás del motivo por el cual me lo ocultó tanto tiempo —respondió Leah.
Ya se le había pasado su enojo inicial, estaba siendo más receptiva, pero de todas maneras todavía tenía un poco de molestia encima, de ahí su pertinaz negación.
—Él no te trata como a una niña, cariño, él sólo quiere que entiendas que no lo hizo adrede, realmente lo hizo para protegerte, ya te lo dije, yo también pensé lo mismo que él cuando me enteré, y no te molestaste conmigo aunque hayamos tenido las mismas razones y el mismo accionar.
Leah se encontraba sentada en el sillón, cabizbajo, acariciando con sus dedos el anillo que usaba en el dedo anular de su mano izquierda. Había sido un regalo de Rhys en su cumpleaños número quince, le gustaba que este tuviera una mariposa con algunos pequeños diamantes incrustados. Si mal no recordaba él lo había diseñado específicamente para ella, luego de que descubriera que le gustaban mucho las mariposas. A ella siempre le encantó ese detalle de su parte, no sólo por el regalo, sino por el hecho de haber recordado una nimiedad, como lo era su gusto por las mariposas.
Pensándolo bien, luego del impacto inicial apenas recibir la noticia de que él le había ocultado la verdad sobre la muerte de sus padres sintió muchas ganas de odiarlo, de no volver a hablarle en su vida. Pero sólo fue eso, la conmoción luego de tal declaración. Más tarde se tranquilizó, escuchó las palabras de Lara, y comprendió un poco el motivo de Rhys. Pero ojalá fuera fácil sólo dejarlo pasar, sin más, olvidando la rabia que sentía al pensar en que si lo hubiera sabido desde el principio no habría sufrido tanto, no habría lastimado a Lara con sus palabras, no todo habría sido cuesta arriba en su camino de sanación, no habría vivido años tratando de encontrar una respuesta.
No se habría enojado en vano. Estuvo mucho tiempo enojada, ¿Con qué?
Con el motivo que él le ocultó.
—Quizás... Quizás podría hacerlo —dijo ella, bajando su voz, sin dejar de mirar su anillo.
Sería egoísta no escuchar lo que él tuviera para decir. Al menos para cerrar el tema, luego podría sacar su propia conclusión.
—Mi amor — Lara la llamó, agachándose frente a ella. Alzó el rostro de su hija con su pulgas, para que ella la mirara a los ojos—. Él no tiene la culpa de lo que pasó, tú tampoco, ni yo, ni tus padres, ni los míos... La tragedia nos azotó inesperadamente, el culpable ya tuvo su castigo, y nuestros padres ya pueden descansar en paz, ahora sólo nos queda recordarlos para siempre con una sonrisa... Es lo mínimo que podemos hacer luego de todo lo que ellos nos dieron, ¿No crees? —preguntó ella, con sus cálidas manos apretando las de Leah.
No sólo sus manos eran cálidas. La sonrisa de Lara le daba seguridad en todo momento. Siete años después del principio de su relación y ella nunca dejó de darle esa sensación. Y tenía razón, porque gracias a lo que ella hizo fue que pudo seguir adelante, y ella actuó de tal manera siguiendo la voluntad de sus padres, y de los suyos... No había otra persona más indicada que Lara para decirle que siguieran adelante, dejando atrás el sufrimiento. Volviendo a cero, con ilusión, con esperanza... Con amor y un poco de nostalgia.
Ella debía seguir ese camino si quería realmente conseguir eso que anhelaba, no seguir atada a la idea de que la muerte de sus padres fue la razón del comienzo de sus miedos, de sus inseguridades, de sus errores... Porque ellos no lo eligieron así, y ella tampoco, no podía volcar años de una estúpida emoción aislada a sólo su pérdida, porque sería tonto reducir todo a un suceso, a algo que no duró más de un instante.
Ella fue la que se arraigó al sufrimiento que eso causó, sin más, no podía olvidar lo que sintió, obviamente, eran sus padres, y los había perdido. Pero reducir todo lo que le sucedió a sólo eso, ¿No era complacencia? Sólo echarle la culpa a tal situación. Y a nada más.
No quería reducirse a tan poco. No quería vivir toda su vida con ese pensamiento en su mente. No avanzaría jamás. No aprendería a vivir por sí sola juzgando sus propias decisiones, sólo sería un ida y vuelta de arrepentimientos, dependiendo de una memoria errada, de un sentimiento que no quería sentir, de la amargura de no poder recordarlos con felicidad, sólo con esa sensación de vacío.
Era una estupidez. Era una estupidez limitar la memoria de sus padres a la tristeza, sabiendo que doce años de su vida estaban junto a ellos, y que, como Lara le había dicho... Podía hacerlo con una sonrisa en su rostro... Porque fue lo que ellos le dejaron.
Y porque esa era la vida que ella quería vivir luego de que pudo darle tal valor.
—Han pasado muchos años Lara, la memoria de mis padres sigue vigente, también el dolor de su pérdida, pero creo que es momento de comenzar a superar tal acontecimiento... No quiero vivir estancada en eso toda mi vida, no es bueno para mí ni para las personas que me rodean, no quiero que los demás sufran viéndome sufrir, es egoísta —declaró Leah, extendiendo sus manos hasta llegar a los hombros de Lara. Ahí se inclinó un poco, y le dio un abrazo—. Gracias por estar siempre, mamá... Gracias por nunca dejarme sola, y aguantar todas mis estupideces, por consentirme, por tratarme como una reina, y por hacerme sentir que cada día que estás a mi lado es un motivo para vivir... Gracias, no puedo decir más —murmuró, cubriéndose el rostro al hundirlo en los brazos de Lara.
Ella rio con dulzura y recostó sus manos en el cabello de su hija, acariciándolo con suavidad.
—Tonta... Sabes que no tienes que agradecerme por nada de lo que hice por ti, lo hice porque te amo, y porque siempre velaré por tu bien, pase lo que pase —aseguró.
A lo mejor fue el miedo de que Leah nunca la viera como una figura materna. O de no poder hacerse cargo de su crianza. De no tener esas cualidades que le dieran tal estatus. Fue un miedo algo normalizado en ese momento en el cual la conoció, cuando sólo la azotaba la culpa y el arrepentimiento. Un miedo proveniente de no poder salvar a nadie. De que Rhys se fuera de su lado. De que sus padres perdieran sus vidas. Un miedo que la hizo sentirse la culpable de la tragedia en la vida de muchas personas.
No estuvo a la altura de muchas situaciones que causaron una carga autoimpuesta en su mente, un mal del cual no podía escapar. La presión de encargarse de tanto, no pudiendo siquiera arreglar su propia vida, de sentirse culpable, de sentirse vacía, de menospreciar su existencia, de no sentir que tuviera la gracia divina de estar viva en consecuencia a todo el daño que causó.
Sólo debía pagar sus pecados, aunque jamás fuera suficiente todo lo que hiciera, nunca arreglaría nada de lo que dañó... Y entre esa caída y esa oscuridad, sólo le quedó enfrentar a la muerte. Cara a cara. Esperando en silencio un sentimiento que la librara de tal peso, con la silueta difusa de aquel dolor que parecía no desaparecer jamás. Sólo necesitando recibir respuesta a ese alejado y silencioso: «Perdón».
Rhys y Leah... Ellos sostuvieron su espíritu para que este no sucumbiera ante la nada de la eternidad. Para que ella pudiera verlos a la cara y decirles la verdad. Ellos entendieron el significado de su pena, de sus demonios internos, y de cada sensación de vacío que acaecía en su alma. Ellos entendieron las represalias de sus actos, las consecuencias de su ira, aquellas que dejaron paso a un camino de heridas sin sanar, que no parecían querer sentirse aliviadas, o que no podían sentirse aliviadas. Así como su corazón tampoco quería sentirse amado, ni podía sentirse amado. No hasta que esa condena se acabara. Hasta que le soltara la mano a esos errores pasados cargados de miseria.
Ante ese sentimiento de ruina, sólo la misericordia de ella sería su salvación. Si la persona que más sufrió por sus actos la entendía y la perdonaba... Podía aceptar ser amada por ella, podía aceptar ser iluminada por su luz, podía aceptar que su mano la sacara del pozo de oscuridad en el que se encontraba. Podía aceptar mirarla a los ojos y ver su futuro. Ver su felicidad. Un motivo más allá que ese egoísmo que la llevó a la ruina. Que le pudrió el alma.
No acompañaba el sueño de Rhys por ella misma. No era ausente de defectos y de deudas, de pecados y de maldiciones. No era ausente de nada de lo que la arrinconó al fuego del infierno en el pasado. Pero mientras Leah sonriera y le diera validación a sus acciones, podía sentir que valía la pena seguir viviendo para remediar tales actos. Para satisfacer cierto deseo de amor encontrado en la chica que supo ver más allá de su superficie. Para darle un mundo en el que todo lo que ella hizo mal, dejara de existir.
Sí, era una redención propia, pero dirigida a quien le había dado motivos para volver a sentirse amada y necesitada... Era una redención propia que Leah le había otorgado... Luchar nunca iba a ser en vano si era por ella. Si era por su amor. Por su felicidad.
«Por todo lo que hice, por todo lo que haré, por todo lo que pude darte, por todo lo que te quité... Por ti, y por tu felicidad, por tu perdón... Por tu salvación».
Era simple, vivir sólo por y para ella misma nunca iba a tener sentido si volvía a llevarla a lo más sombrío de su propia alma. Dejó de querer ser individualista cuando conoció la soledad... Y eso era mucho peor que la culpa. Llegó a tener ambas, y sólo una podía eliminar de sí misma, ya que no volvería a cometer los mismo errores, por lo que no podía desechar su culpa y sus enseñanzas. Y como siempre lo supo. Prefería escapar de la soledad antes de dejarse absorber por el vacío de esta.
Siempre habría un arcoíris detrás de la tormenta. Siempre habría forma de volver a sanar luego de tal daño emocional. Siempre existiría el mañana. Y ella sólo quería un mañana con ellos a su lado, ese era su único sentido.
Esa era su única redención. Su única libertad.
Mientras tanto...
Republica de Zardie, Meta, Casa de Gobierno - 3 de Abril - Año 526
Un camino de contras, nunca hubo un pro. No quiso aceptar su equivocación, porque sólo veía esa cara de la moneda. No permitió percibir el panorama entero y sólo quiso ir en contra de todo lo que no coincidiera con su ideología. Pero nadie tenía la razón en su totalidad, la disparidad del mundo era obvia, para él, para sus rivales, para sus enemigos, para sus aliados incluso. No todo tenía arreglo. Y aquel que no conocía su historia estaba destinado a repetirla.
Morir en guerra no era su sueño, pero era lo único que buscaba sin razón, ahogado en un pozo sin fondo que no le daba más que insatisfacción. ¿Qué le daría vivir para algo de lo que no tenía futuro? Cuando llegara ese momento el vacío sería inmenso, ¿Y su vida? Desdichada e indigna. Como la de aquellas personas que no quiso dejar atrás. No seguía su camino por voluntad propia, quizás una voluntad que creía propia, pero propiedad del odio y de la ira.
Propiedad de la desgracia. Propiedad de la desesperanza.
—Yoh.
A lo lejos oyó su nombre, luego del sonido de una puerta abrirse con fuerza. Realmente estaba lejos, no podía verlo... No quería verlo. La vergüenza, la aflicción, el fracaso... ¿Eso le había abrumado su alma?
—Michelle —dijo.
Si esa voz que lo llamó tuviera nombre sólo podía ser ese... No quería seguir estando equivocado. No podía hacerlo.
Paso tras paso. Cada vez se acercaban más, no estaban tan lejos después de todo, o quizás era él el que no podía distinguirlo, perdido entre la distancia y la proximidad. Sólo debía descubrir de qué estaba lejos, y de qué estaba cerca.
—Mírate... ¿Qué hiciste, Yoh? ¿No te lo dije? Te dije que sería un error... ¿Por qué no te das cuenta de que estás por el mal camino, Yoh? Maldita sea.
Sabía que ella estaba enojada con él. Se fue sin avisarle, a una misión suicida, de la cual ella se negaba... Quizás de eso se estaba alejando... Aunque todavía seguía sin darse cuenta.
—No pasó nada... Sólo fue... Sólo fue un ajuste de cuentas —murmuró él, con ese ligero tono de broma que ella siempre odiaba.
—Deja de tomarte todo a la ligera, imbécil... ¿Acaso no te importa nada? ¿Qué hubiera hecho sin ti? Dímelo, Yoh.
Ella ya estaba a su lado, estaba más cerca que nunca, tomando su mano, y aunque estuviera enojada, su preocupación era genuina.
—Sí, me importas tú, por eso fui... Lo hice por ti, si lo lograba no ibas a necesitarme de nuevo... ¿Era lo que querías, cierto?
—No entiendes nada, Yoh... ¿Por qué arriesgarse tanto por algo que no tiene solución? Yo no necesito tu salvación, ni lo que perdimos en la guerra, ni que los que me dañaron paguen por eso... Sólo quiero que tú te des cuenta del error que cometes llegando tan lejos... Sólo no quiero quedarme sin ti.
Él escuchó algunos sollozos a medida que ella decía eso.
—Ey... Sé a lo que te refieres, quédate tranquila. —Intentó calmarla—. Pero sacrifiqué gran parte de mi vida para eso... Debes entenderme, Michelle, debes entender que no sólo depende de mí, o de ti... Depende de la nación, del futuro, del legado de mi padre y de mi maestro... Depende de tanto.
—Tanto que no comprendes... Tanto que ya se perdió... Tanto que no volverá — ella lo interrumpió—. En serio, Yoh... ¿Qué finalidad tiene esto? ¿Morir sin nadie a tu lado? Repleto de arrepentimientos y sin haber podido disfrutar tu vida jamás... Sólo hay una oportunidad de que puedas vivirla, y el tiempo corre, Yoh, dejando atrás muchas cosas que deberían quedarse atrás... Dime, Yoh, ¿Acaso eres el único que sufrió las consecuencias de la guerra? —preguntó ella.
La respuesta de aquella pregunta que él le hizo a Lee volvió a su cabeza.
—Creo que todavía debo comprender muy bien a lo que me refiero con «salvación»... Ya que hay algunos que no la tienen —declaró, apretando la mano de Michelle. Recordó a su padre, recordó a su maestro... Se recordó a sí mismo.
—Por favor, Yoh... Deja el pasado atrás, todo lo que nos lastimó, todo lo que perdimos... Sufrimos demasiado como para pretender seguir haciéndolo en lo que nos queda de vida... Y menos ahora, que tenemos tanto por delante... Si realmente quieres solucionar algo, comienza por Zardie, comienza por ti... Comienza por lo que te pertenece... Lo que realmente te pertenece, Yoh, no lo que pretendes «recuperar».
—Te amo Michelle. —Él abrió sus ojos y apreció la mirada de su novia, repleta de humanidad.
Ella realmente sabía de lo que hablaba... Y con firmes bases en su pensamiento... No se iba a equivocar con tal afirmación... Tal vez debería comenzar a hacerle caso... Debería comenzar a vivir por lo que él quería vivir.
—Entonces demuéstralo, Yoh... No permitas que vuelva a tener esa sensación que tengo cada que te lanzas al vacío sin pensarlo dos veces... No me hagas infeliz... Demuestra que puedes cambiar, y que todo lo que representas puede ser una verdadera salvación... ¿Qué piensas, Yoh?
«¿Qué piensas Yoh?», se repitió en su mente. Eso se iba a volver costumbre desde ese momento... Siempre debía recordar lo que él pensaba... Lo que él quería.
—Pienso tantas cosas... Pero en este momento, pienso que no te quiero volver a hacer sufrir —dijo, esbozando apenas una sonrisa a la mitad, el resto de heridas de su cuerpo impedía que pudiera hacerlo en su totalidad. Pero Michelle lo entendió, porque se inclinó un poco en su postura y acariciando con suavidad su rostro llegó hasta sus labios, y le dio un beso.
—Es el comienzo Yoh, sé que no será fácil... Pero podemos intentarlo.
—Sólo no te vayas de mi lado, quiero demostrarte que puedo hacerlo... Querida.
—No lo haré... Te prometo que no lo haré.
Y junto con esa promesa también llegó ese abrazo... Ese abrazo podía ser el lugar al cual pertenecía... Aquel que le daba la respuesta a su pregunta.
Tal vez... Aquel abrazo era la salvación.
Más tarde...
Fons, Pines, Residencia Harch - 3 de Abril - Año 526
—¿Cómo se encuentra? —preguntó Lara, viendo entrar a Kit a la sala.
Él llevaba la chaqueta de Dean en su mano, la dejó en una silla antes de tomar asiento en uno de los sillones de la sala. Frente al que estaban sentadas Lara y Leah.
—No ha despertado todavía, pero es sólo cansancio, está recuperando su energía... Cassie se quedó con él —respondió Kit, recostándose en el almohadón que tenía en su espalda. Alzó sus manos y ligeramente rascó su cabeza—. Por cierto, ¿Mya y Vlas no volvieron? —preguntó.
—No, Rhys fue a asegurarse de que estuvieran a salvo, pero sabiendo que le pidió a alguien como Jean que se encargara de vigilarlos probablemente ellos estén bien —respondió Lara.
—Mejor así —asintió Kit, y luego se quedó en silencio, recostado en su lugar, apreciando la ventana que daba hacia afuera.
El ambiente de incertidumbre seguía ahí, hasta que todos estuvieran juntos no se iría. Leah sostenía la mano de su madre, algo nerviosa, pensar en Vlas la tenía insegura, sabía que estaba a salvo, pero no iba a dejar de estar preocupada hasta que lo viera con sus propios ojos.
—Listo... Llegamos.
Todos alzaron sus miradas al escuchar la animada voz de Mya.
En el rostro de Leah rápidamente se formó una sonrisa cuando logró divisarlo caminando hacia el centro de la sala. No dudó mucho, sólo se puso de pie en un instante y corrió hasta lanzarse a él.
—¡Vlas! —Él la atrapó en el aire y se unieron en un fuerte abrazo. El impulso hizo que ambos cayeran al suelo entre risas—. Estás bien —dijo ella, apreciando la sonrisa en el rostro de Vlas.
Él no respondió, sólo tomó el rostro de ella apoyando las manos en sus mejillas, acercándolo hacia el suyo. Logró darle un beso al final.
—Claro que estoy bien, bonita... ¿Acaso no confiabas en mi poder? —preguntó él, con gracia.
Ella acercó su cabeza hasta su pecho, y se mantuvo ahí unos segundos.
—Estaba preocupada, tonto... No sabes lo aliviada que estoy —susurró ella, sintiendo la mano de Vlas apoyarse en su cintura.
Él seguía con su mirada sobre Leah, pero cuando por instinto miró a Lara notó una sonrisa en su rostro. Ella formó un corazón con sus manos cuando advirtió que él la estaba mirando. Vlas no pudo evitar reír ante su reacción. Leah seguía en su lugar, y todos los estaban mirando, acostados en el suelo en el medio de la sala. Era una situación hilarante, pero le dio un poco de vergüenza luego de caer en cuenta.
—Ey, bonita... ¿Sabes? Me duele mucho el cuerpo, ¿Podemos sentarnos en el sillón? —preguntó, acercándose a su oído.
Leah alzó su mirada al escucharlo, en ese instante notó exactamente lo mismo que Vlas había notado antes. Ligeramente se sintió un poco avergonzada también.
—Sí, perdón por eso —musitó, poniéndose de pie rápidamente. Ella extendió su mano frente a él, predispuesta a ayudarlo a ponerse de pie.
Vlas le sonrió y tomó su mano con confianza, para que luego de un tirón de su parte pueda ponerse de pie junto a ella.
—¿Estás bien, Vlas? —Kit se acercó desde atrás—. Debe haber sido un combate duro, ¿No es así?
—Ni que lo digas —suspiró Vlas, volviéndose a Mya—. Mya le dio una paliza... Debieron verlo, fue una demostración de poder que nunca vi antes... Quizás sólo con Rhys, pero debieron verlo —insistió Vlas, con emoción.
Todos voltearon a Mya, ella ya había esbozado una sonrisa orgullosa. Como siempre hacía.
—Ey, no fue tan así, aunque si le di un poco de su propia medicina... Pero, ¿Saben lo que esperaba? Que alguien también viniera corriendo hacia mí y me lanzara al suelo en un abrazo —bromeó ella, lanzándole una mirada a Leah. Desató las risas de todos con su comentario.
—Cierto, tú te pones celosa. —Leah comenzó a caminar hacia ella entre risas, antes de que pudiera siquiera subir esos tres escalones que separaban la sala de la entrada ya había extendido sus brazos para alcanzar a Mya—. Que suerte que estás bien, tonta —agradeció, cuando logró darle un abrazo.
—¿Ves, Vlas? Leah es mía —declaró Mya, sosteniendo a su amiga con su brazo. Oyó las risas de la chica y también sintió la necesidad de hacerlo. Aunque entre tantas risas y bromas se percató de un elemento faltante, porque todo eso sólo le hizo recordar a Dean—. Espera... ¿Dónde está Dean? ¿No estaba contigo, Kit? ¿Por qué no está aquí? —preguntó, señalando a todos con su dedo. Las risas cesaron, el silencio dio una respuesta que no quería recibir, por eso, intentando encontrarle sentido a ese extraño cambio de ambiente, dirigió su mirada a Kit, cuando este se dio cuenta que ella lo miraba, bajó su rostro... Le estaba intentando ocultar algo—. ¿Qué pasa Kit? —Se acercó a él, con exigencia. Kit seguía sin alzar su rostro.
—Mya... Pasó algo, pero Dean está bien, quédate tranquila —informó Kit.
Pero eso no era suficiente para tranquilizar a Mya. Y el hecho de que él no la mirara a los ojos para decirle eso fue lo que la tenía algo confundida todavía.
—Dime que no lo hizo —dijo ella, tragando saliva. Una ruin sensación estremecedora recorrió su cuerpo cuando ese pensamiento pasó por su mente—. Kit... Dime que no lo hizo —insistió.
—No, Mya... No lo hizo, peleó mucho y llegó a su límite, sabes que él no es bueno dándole un uso eficiente a su energía, abusó mucho de sus poderes y se terminó por desmayar. —Kit al fin alzó su mirada.
Mya notó que no mentía.
—¿Dónde está? —inquirió.
—Ven —la llamó Lara, tomándola de la mano—. Sígueme —agregó, llevándola con ella.
Ambas desaparecieron en el pasillo de las habitaciones. Hasta que su figura dejó de verse luego de cruzar la puerta ella no dejó de asediar a Kit con su mirada.
—Me va a matar —aseguró él, negando con su cabeza apenas dejó de ver a Mya.
—¿Qué pasó con Dean? —preguntó Vlas, con curiosidad.
Él había estado presenciando todo el intercambio entre ellos con cierto interés. Notó la preocupación en los ojos de Mya, en su tono de voz, en sus preguntas entrecortadas. También había notado el miedo de Kit ante la firme y exigente personalidad de Mya. Aunque más que miedo, era respeto, o miramiento.
—Es una larga historia —dijo Kit, tomando asiento.
Vlas miró a Leah buscando respuesta, ella asintió al notar su mirada... Así que ella también lo sabía.
—Creo que tenemos tiempo. —Vlas lo acompañó en el sillón, sentándose a su lado.
Kit lo miró y soltó una amistosa risa.
—Bien... Te la contaré.
Mientras tanto...
Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526
No parecía ser la ciudad más famosa del mundo. La capital de la prosperidad, el orgullo más grande de cada uno de los ciudadanos fonsesés. Ash era la ciudad más grande del reino más grande del mundo. Un hito en la historia de la humanidad, el significado de hegemonía, de avance y de fuerza... El significado de la grandeza que representaba Fons... Pero en ese momento no era más que ruinas, tierra, escombros. Los modernos rascacielos que llegaban casi al cielo se encontraban adornando una desesperanzadora vista, bajo ellos no había nada, las calles vacías, el aire lleno de polvo. Sólo el ruido de sirenas, murmullos, llantos, penas. El desolador ambiente de la guerra. Las consecuencias de las luchas que involucraban más allá que sólo el ego de los combatientes... Y como Rhys lo supuso, lo único que todavía se mantenía en pie era el palacio.
La estructura seguía impoluta, sin daños, siempre pensó que era indestructible, tanto como impenetrable o monumental. Pero si era algo que el mismísimo Delta había construido, podía entenderse la razón de tal estabilidad.
Rhys caminó entre pedazos de edificios gigantes que alcanzaban el tamaño de casas de dos pisos quizás, muchos de estos eran parte de lo que unas horas antes era el edificio más alto de Fons: La Torre Light. Era un edificio de no más de quince años, fue construido sólo como un homenaje por los quinientos años de la nación. Aunque en esa época solamente se entendió como un movimiento político del antiguo rey para alegrar a las masas y alejar la vista de lo que estaba sucediendo a las afueras de la nación entre los pueblos de la periferia, con los grupos revolucionarios alzándose ante el Ejército de Fons. El comienzo de la Guerra de Fons. Diez años atrás.
—Pequeñas consecuencias que se arreglaran en no más de un par de meses... Fons sigue siendo Fons... La nación invicta.
Rhys había llegado a la entrada del palacio. Una puerta de acero fonsés de casi cinco metros de alto y tres de ancho, decorada con el emblema de la casa Ex Fons: Dos espadas plateadas cruzadas detrás de una corona dorada. Esta se podía divisar detrás de varios pilares de piedra blanca, que sostenían los techos del mismo material que se alzaban a lo alto, convirtiéndose en torres altas y balcones que señalaban las habitaciones especiales. Hasta llegar a lo más alto, donde la cúpula del salón de eventos hacía presencia.
El camino a la entrada era una extensa explanada de unos cien metros de largo, y la mitad de ancho. En esta había estado ubicado el escenario justo frente a la puerta, delante de los pilares, y los asientos de los invitados repartidos por todo el extenso suelo de losa de piedra gris. En ese momento ya no quedaba nada de lo que hubo esa tarde en ese lugar.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Rhys, frenando antes de subir esos escalones que lo dejarían a centímetros de la puerta. Él estaba sentado ahí.
—Te estaba esperando, Niño Maravilla... De nuevo salvando el día, debes estar orgulloso —declaró Rygal, con ese cinismo característico de él.
—No hice nada, sólo me encargué de lo que debía encargarme... De volver a su lugar todo lo que desordenas, Rygal... Una y otra vez.
—Puede ser, no voy a negar que me gusta jugar con las personas, es un experimento muy interesante que da algunas certezas sobre la condición humana, pero no te quiero agobiar con eso, déjame con mis pensamientos... Por cierto, no mentiste hoy, acabaste con Michael y su hijo, al parecer no sentencias algo en vano.
—¿Te vienes a sorprender ahora? Luego de todo lo que ha pasado en diez años, de la guerra, de nuestras peleas, de la mafia y de lo sucedido en Remia... Creí que era algo que ya tenías muy en claro, y por eso no actuabas, no hasta que encuentres una forma de quitarme de tu camino.
—Es mejor prevenir que lamentar, Rhys Windsor, por eso envié a Yoh como conejillo de indias, sabía que iba a fallar, aunque tenía un plan B al que pretendía darle uso... Pero eres un genio, no debí subestimarte de nuevo, por eso acabaste con Gino Relty, ¿Cierto?
—Desde la guerra sabía que él era la puerta que daba entrada a tus acciones en la élite de Fons, no me convenía dejarlo vivo, y creo que haberlo matado frente a todos los demás miembros del Consejo fue suficiente como para demostrar que no soy tan ausente como ellos creen, y hagan lo que hagan puede llevar a que Gino no sea el único... Ya nadie puede darte entrada a Fons, Rygal... Deberías aceptar tu derrota.
—Hmm... Eso crees tú, el miedo no siempre funciona como método de control, aunque es el más seguro, no te voy a mentir... Pero no puedes ocultar una cara por siempre, no existe ningún plan perfecto, ni siquiera el tuyo, Rhys Windsor, por más genio que seas... Nunca tendrás a todo el mundo de tu lado —expuso Rygal, poniéndose de pie. Comenzó a caminar bajando las escaleras del palacio, hasta pasar al lado de Rhys—. Después de todo, tú eres el enemigo del mundo... La razón por la que todos están alerta, siempre... Eres la pieza que no encaja en ningún rompecabezas, y nadie quiere que destruyas los suyos... Pronto nos volveremos a ver, Rhys Windsor. —Y como un soplido, desapareció.
—Claro que sí, Rygal Di Rem —asintió Rhys, esbozando una sonrisa satisfactoria.
La actitud de Rygal dejaba en evidencia lo enojado que estaba luego de haberle arruinado la fiesta. Rhys sabía que le había ganado la pulseada. Pero también sabía que lo último que su padre dijo era verdad, y debía estar listo para lo que se viniera... Pero mientras tanto, luego de que todo se hubiera acabado, sólo le quedaba una cosa por hacer.
«Siete meses», pensó, alzando su mirada hacia el cielo, casi apagándose. El día estaba por terminar.
—Hoy ha sido un día agotador —dijo. Su corazón quería una sola cosa—. Extraño a Lara.
Por otro lado...
Fons, Ash, Palacio Real - 3 de Abril - Año 526
Ashley miró el rostro de su hermano, repleto de cables a su alrededor, con el respirador activado, y sus ojos cerrados. Los doctores habían hecho lo posible para mantenerlo estable, no era una condición que lo tuviera dependiendo totalmente de que ellos estuvieran a su alrededor en todo momento, por eso le permitieron que ella se quedara a su lado todo el tiempo que quisiera... Había estado ahí horas, desde que llegó al palacio con él luego de que Rhys los teletransportara.
Los médicos no tardaron nada en aparecerse apenas ella gritó por ayuda, junto con ellos, algunos guardias, mayordomos, y su padre. La tranquilizaron mientras los médicos se lo llevaban a la sala de observación, ahí recibió primeros auxilios y algunos exámenes más, ella estuvo esperando en un asiento al lado de la puerta hasta que una enfermera le permitió entrar. Y desde ese momento no se fue de su lado.
—Qué intrépido fuiste, tonto —murmuró, entre sonrisas—. Dejaste a tu hermana mayor como una cobarde a tu lado.
Habían sido siete años desde que conoció a Lee. Él era un adolescente cuando su padre la presentó ante él como su hija. Fue complicado llevarse con él al comienzo, ambos habían sido hijos únicos de sus propias madres, por lo que se criaron con la idea de que jamás tendrían un hermano, y con ese pensamiento, varios sentimientos algo egoístas y posesivos los invadieron a ambos.
A Lee le cayó mal la idea de tener una hermana, encima mayor que él. Y a ella le cayó mal la personalidad malcriada de Lee. Discutían la mayor parte del tiempo, su padre no podía hacer mucho para unirlos, además de que tampoco la conocía mucho a ella, por lo tanto, era un trabajo doble.
Cuando la guerra comenzó, Lee fue al combate, y ella se quedó como su reemplazo, asistiendo a su padre en cuestiones diplomáticas, pero no era lo que ella quería, así que lo convenció de que le permitiera forma parte de la Guardia Real. Ella había asistido a la Academia de Policía luego de dos años en la universidad, y tenía la capacidad suficiente para enfrentar los retos que ser guardia real le otorgaba.
En el correr de la guerra se encargó de proteger el palacio. Fue nombrada Líder de Escuadrón, y tenía bajo su mando sólo hombres, todos mayores que ella... No quería sentirse subestimada como si sucedió en Remia, el miedo a no estar a la altura, o de que sus capacidades no fueran las suficientes fue difícil de enfrentar, pero ante su propio camino, decidió luchar contra sus miedos, y cumplió su trabajo a la perfección. Y antes del final de la guerra ya se había convertido en Subcomandante.
Lee volvió unos meses antes del asedio al palacio. Aquel que dio inicio a la recta final de la guerra, cuando Rhys Windsor se enfrentó a Rygal Di Rem. En el asedio al palacio la Guardia Real se alzó en armas, acompañados por el Ejercito de Fons. Ella tuvo que liderar la tercera facción, aquella en la que se encontraba Lee.
Fue una batalla dura. Jean Blake y Terry Silla se encargaron de liderar la carga, y ellos no tuvieron piedad, y hasta que el Ejercito de Remia y Rygal Di Rem aparecieron para balancear la situación ellos fueron arrollados.
En esa pelea, Lee perdió a la chica que amaba, Diane Schalke, una joven que había conocido en la Escuela Militar, y de la cual estaba sumamente enamorado. Tal pérdida lo destruyó, física y mentalmente, y hasta que la guerra terminó, él no volvió a luchar.
Fue en ese momento cuando ella actuó como la hermana mayor que Lee necesitaba. Su madre había fallecido cuando él era apenas un niño, y su padre estaba concentrado en sostener al reino en plena guerra, por lo que él se encontraba solo... Ella era la única que debía estar a su lado.
El tiempo en el que ella estuvo cuidándolo pasó rápido. En ese transcurso de varios meses le tomó aprecio a su hermano, y comenzó a quererlo como lo que era, porque aunque fuera un joven malcriado y algo egoísta, seguía siendo su sangre, y estaba sufriendo... Ella sólo quería ayudarlo. Lee también se ayudó a sí mismo, y pudo salir adelante con su entereza. Al él recuperarse poco a poco se volvió más unido a ella. Comenzó a hacerle caso, bromear con ella, a veces hasta entrenaban juntos, y luego del final de la guerra se volvieron inseparables, casi como el uno para el otro, y Lee vio en ella lo que pudo ver en su madre, y en el amor de su vida.
Él decidió su destino por el sentimiento de hermandad que los unía. Por eso luego de saber que sería el próximo rey le ofreció el puesto que ella ostentaba en ese momento... Su mano derecha. Y ella, de la misma manera, para protegerlo de sí mismo, lo aceptó, aunque eso significara entrar en un mar de tiburones. Después de todo, su vida entera había sido un reto, y ella tenía el valor suficiente para enfrentar tal ambiente a su alrededor.
—Despierta pronto, príncipe engreído... Tu hermana te está esperando —musitó ella, recostando su cabeza sobre el pecho de Lee.
Oyó su respiración y sonrió, pero se llevó una gran sorpresa cuando sintió una mano posarse sobre su cabello, acariciándolo con suavidad.
—¿Eso es bueno o malo?
Eso que había escuchado, ¿No era él? ¿O sí?
Dio vuelta su cabeza sobre él, y en ese instante su sonrisa se amplió mucho más, cuando logró apreciar otra también... En el rostro de su hermano.
—Lee —dijo, apenas largando las palabras, con un llanto haciendo presencia en su garganta. Estaba a punto de soltarlo—. Volviste... Hermano.
Al mismo tiempo...
Fons, Pines, Residencia Harch - 3 de Abril - Año 526
—Está aquí —señaló Lara, parando frente a la puerta de una habitación, en medio del pasillo. Miró a Mya al momento, ella tenía cierta incertidumbre en su rostro—. ¿Pasa algo?
—¿Está bien? —preguntó la chica, con gran preocupación.
—Claro que está bien —respondió Lara, dándole una tranquilizadora sonrisa, intentando sosegar la inquietud de la chica.
—Lo digo porque... Él no... —No quiso seguir, hablar de eso era algo que había estado evitando desde ese día en el cual él le contó... Todavía era chocante.
—Él no lo hizo, Mya... Lo hizo Rhys.
Ella escuchó la voz de Lara demasiado tranquila como para que fuera mentira, y también como para que le estuviera diciendo tal cosa. Aunque era de esperarse viniendo de Rhys, de todas maneras, todavía no encontraba respuestas al por qué Dean se encontraba en esa habitación.
—¿Qué? —preguntó, y en su rostro se dibujó un atisbo de incredulidad.
—Sí, Rhys se encargó... ¿Creíste que él iba a dejar que Dean se convirtiera en un asesino así como así? Sabiendo todo lo que eso significa para él... Subestimas mucho los sentimientos de Rhys por ustedes, Mya.
—A veces es muy difícil percibirlos —alegó Mya.
—Lo sé, más que nadie. —Lara bajó su mirada, dejando salir su risa—. Por cierto, ¿Por qué te preocupas tanto por él? —Inclinó un poco su cabeza hasta la puerta.
Mya se percató que hablaba de Dean.
—¿Tú no te enteraste lo que pasó en Remia? —preguntó Mya, confundida.
—Mas o menos, sé que te besó, y sé que tú le dijiste que querías un tiempo... Pero nada más, no sé el trasfondo ni la razón de por qué pasó eso.
—Luego de lo del asteroide lo cuidé, ya que él se había desmayado por el sobreesfuerzo que había hecho, cuando despertó tuvimos una charla, yo le recriminé que no me contaran sus cosas, él y Kit, me molestaba que me dejaran de lado, pero él me dijo que no era porque me subestimara, o porque fuera una chica, o por mi frialdad en cuanto a mostrar mis sentimientos... Sólo me dijo que me quería mucho, y que no quería que yo saliera lastimada por lo que él pretendía hacer.
—Ya veo... Ahí te contó lo de su venganza.
—Sí... Peleamos porque yo le dije que era una locura, él me reprochó que yo pensaba hacer exactamente lo mismo con mi vida.
—Y tiene razón.
—Sí, claro que tiene razón, pero por eso se lo dije... «Sé lo que significa vivir con esa idea en la cabeza, sé lo que significa deshumanizarte cada día más en pos de un objetivo sin sentido... Sé lo que significa hacer las cosas mal pero de todas maneras hacerlas, porque quizás es lo único que puede darle un poco de sentido a tu vida... Sé eso, sé el martirio que eso es, y no quiero eso para ti, no quiero eso para nadie» —ella citó sus palabras.
Lara la miró con entendimiento, el discurso de Mya le había erizado la piel, porque ella misma lo había vivido en carne propia, habiendo conocido ese sentimiento también, y cada una de las palabras que escuchó la representaban a ella, y a ese pasado tortuoso que quería olvidar.
—Ahora te entiendo a ti, chica —reveló Lara.
Mya sonrió.
—Es difícil Lara, luego de eso sólo lloré, porque me sentía tan impotente que fue lo único que pude hacer, y porque me sentía cuidada a su lado, sentí que podía mostrarle mi lado vulnerable, ya que él me había mostrado el suyo... Él me besó, y fue extraordinario, nunca me habían besado antes, nunca me había sentido de tal manera —dijo ella, recordando tal sensación—. Pero tú conoces a Dean, conoces su fama... Sabes cómo es con las chicas, y por eso cuando me dijo que le gustaba me invadió el miedo, las inseguridades, me sentí muy agobiada, como si no valiera nada —agregó ella, bajando su mirada, con su voz temblando.
Revivir cada sentimiento que un solo recuerdo podía causarle le dolía mucho, peor aun cuando ese sentimiento era lo único que quería sentir.
—¿Por qué tienes miedo, linda? ¿Por qué sentir miedo cuando alguien deja en claro sus sentimientos por ti? —cuestionó Lara.
—Ya salí lastimada muchas veces por confiar en esos sentimientos, Lara... Y no es que no confíe en Dean, sólo que... Es inconsciente, no puedo dejar atrás ese miedo... Y no quiero que él me deje sola, por otra chica, que se aburra de mí y que todo se venga debajo de nuevo... No quiero —respondió ella.
Lara notó que tal y como se lo había contado segundos antes, al parecer con ella también se sentía cuidada, porque le estaba dejando ver su lado vulnerable como no había pasado en los cinco años que la conocía, incluso sabiendo que fue con la única que al principio al menos se abrió un poco, contándole su historia y un pequeño vistazo de esos miedos que la invadían... Pero por más que fuera la más cercana a ella, Mya seguía dudando mucho en cuanto a dejar en manos de los demás su confianza, y aunque fuera Lara, Kit, Dean, Rhys o Leah... Ella seguía teniendo miedo.
—Eso no pasará, cariño... Dean es un gran chico, y si realmente te quiere genuinamente, jamás haría nada para lastimarte como tú crees... Él sabe lo que se siente eso, y como tú no querías que él sufriera lo que tú sufres, él tampoco quiere que tú sufras lo que él sufrió.
—Eso fue lo que él me dijo... Me dejó en claro que no se iría de mi lado, pasara lo que pasara, si lo rechazaba, o no, si aceptaba su propuesta, o si no funcionaba... Me dijo que iba a seguir siendo muy importante en su vida, y que mientras estuviera a su lado, no importaba lo que fuéramos.
—¿Ves? Es sólo arriesgarse, linda... Obviamente no todo es color de rosas, eso lo sabes, todos los sabemos, pero la vida no sólo quita, también otorga, tienes como ejemplo a Dean, a tu hermana, a mí, a Rhys, y a los chicos... Todos te queremos, y anhelamos que seas feliz, y estoy segura que él más que nadie, una relación no sólo es de una parte, ambos están lastimados, ambos pueden curarse el uno al otro, ambos pueden aportar un poco de cada uno, llenar sus corazones rotos... No te voy a obligar a nada, chica... Pero piénsalo, ¿Si? —preguntó Lara.
Mya alzó su mirada de nuevo. Encontró la sonrisa de Lara frente a ella, e hizo lo mismo. Ella tenía razón... Aunque sería un proceso difícil, y todavía le quedaba mucho por recorrer, tampoco podía complacerse con eso, porque Eva aún esperaba por ella, y hasta que no volviera a verla, todo lo que tuviera en su vida, podría llegar a ser efímero... Sólo tenía que aceptarlo, aceptar el daño que eso causaría... Incluso con ellos a su lado, a pesar de todo lo que sentía... Sólo quería salvar a Eva, y si para eso debía no confiar en nadie... Quizás era lo único que podía hacer... Aunque le doliera en el alma.
—Claro... Lo intentaré —aseguró Mya.
—Espero que lo consigas, linda —procuró Lara, dándose la vuelta—. Dentro está Cassie, lo está cuidando desde que llegó... Te dejo, ¿Sí?
—Gracias, Lara.
—De nada, Mya... Cuídate. —Lara siguió su camino por el pasillo, y la dejó sola en la puerta de la habitación.
Ella apoyó su mano en el perilla. «¿Por qué tiemblo?», pensó, notando esa vibración de su mano. «Debe ser consecuencia del uso de mi energía», se convenció. Y giró la perilla, abriendo la puerta.
Mientras tanto...
—¿Estás bien? —Leah se apareció detrás de él.
Rhys rápidamente se dio la vuelta, inconscientemente sintió la necesidad de sonreír ante la presencia de la chica.
—Claro, ¿Y tú? —preguntó él.
Ella caminó hasta pararse a su lado, apoyándose en la baranda de la cima del edificio de apartamentos.
Ambos se quedaron mirando hacia el frente, apreciando el paisaje de la tarde cayendo sobre la playa, en un cómodo silencio que acompañó la melancolía del ambiente.
—También... Estoy más tranquila ahora que sé que todos estamos a salvo... Vlas y Lara... Y tú también —declaró ella.
Había pensado muy bien si subir luego de percatarse que él estaba arriba. Lo que Lara le había dicho ayudó un poco. Ella sabía que Rhys tenía mucho para decirle, porque él siempre ocultaba razones detrás de otras razones, y «protegerla» era sólo la punta del iceberg de esos sentimientos que él tenía hacia ella. Esos sentimientos que quería conocer, que quería apreciar de Rhys. Como con el anhelo de darle motivo a su enojo y a su reacción, ya que si le molestó lo que él hizo significaba que lo apreciaba, y también sintió amargura... Porque no quería perderlo, ¿Por qué? No lo sabía. Pero ahí estaba... Para descubrirlo.
—Ya veo... Por cierto, ¿Cómo sabías que estaba aquí? —preguntó él, curioso.
—Noté tu energía, estaba con Vlas y Kit en la sala, y ellos estaban muy concentrados hablando entre sí, supuse que estabas solo porque Lara estaba con Mya... Y no me equivoqué —respondió ella.
—Para nada... ¿Vlas está bien?
—Sí, está con Kit, él le está contando todo sobre lo de Dean, Mya, y eso... Lo está poniendo al día digamos —ella comentó, riendo.
—Típico de él... De igual manera, me parece extraño que vinieras, ¿Sucede algo? —preguntó Rhys.
Aunque él sabía que obviamente sucedía algo, no podía ignorar el elefante en la habitación. Sólo que... Eso le daría más razones para comenzar a charlarlo, porque no sabía cómo comenzar tampoco. Nunca antes había tenido una conversación de ese estilo con Leah, e iba a ser complicado llevarla, con todo eso que ella le hacía sentir. Con lo que pensaba de la chica... Con su anhelo... Con lo que quería que ella le hiciera sentir.
—No, sólo quería estar contigo un rato... Luego de todo lo que pasó hoy siento que nos merecemos una charla, ¿No crees? —preguntó ella.
Fue un poco graciosa en su pregunta. Eso hizo reír a Rhys.
—Si, pienso lo mismo... Pero es que no sé por dónde comenzar —él confesó.
—Yo tampoco —ella replicó.
«Vaya, estamos en el mismo lugar ahora», pensó Rhys, luego de que ambos se miraran con una sonrisa.
—Empieza tú, eres el adulto aquí después de todo —dijo ella.
—Es complicado, Leah... ¿Sabes? Soy muy adaptable, en todo sentido, si fueras otra persona no estaría en esta situación, pero es que con ustedes todo es distinto, nunca podré manipular la situación a mi favor... Nunca funcionará, aunque lo intente, porque mis sentimientos me pueden —Rhys comenzó.
—Lara me contó que tuviste un episodio de ansiedad luego de la discusión que tuvimos... No sabía que tenías tal condición, no te voy a negar que tuve sentimientos encontrados al enterarme de eso... Lara me dijo que te sucedía cuando te sobrepasaban las emociones, que sucedía siempre que te encontrabas nervioso, o cuando tenías miedo de que eso que querías se te fuera de las manos... Cuando tenías miedo de perder lo que amabas... Como yo, por ejemplo.
—Tiene razón... No creo que sea lo único, pero sí, sucede en consecuencia a eso la gran mayoría de veces, pasó con ella, con Vlas, con mamá, o con Demian... Pasó con todas las personas que llegué a amar en mi vida... Y ahora me pasó contigo, y no es que intente hacerme la víctima con eso, Leah, sólo es algo involuntario, yo sé que estuve mal, que no debí mentirles... Pero sólo quería que dejaran de sufrir por ese pasado que ya no volvería, sólo quería verlas felices... ¿Qué sentido tenía seguir mirando atrás?
—Es necesario Rhys, sabes que lo es... Y no es que estemos atados a nuestro pasado, sólo que no debemos olvidarlo, con todo lo que eso significó, con todo lo que eso nos enseñó, cada paso de nuestra vida, pasos en falso, o saltos, caídas y subidas, llantos o risas, no importa... Todo pasa por algo, ¿No es así? Si no me hubiera enterado de la verdad detrás de la muerte de mis padres no sé si habría podido comprender lo que ellos dejaron para mí, lo que ellos hicieron por mí, para mi vida... No sé si habría podido superar ese sentimiento de tristeza que sólo me hacía extrañarlos cada vez más, sin avanzar, realmente atada al pasado, realmente sufriendo por este... ¿Me entiendes, Rhys? A veces es necesario saber la verdad, por más dolorosa que esta sea, porque la mentira sólo crea sentimientos equivocados, que luego lastiman aún más... Al saber nunca fueron reales.
—Lara tampoco tiene la culpa, ¿Cierto?
—¿Qué puedo reprocharle a Lara? Esa mujer, después de todo lo que hizo por mí, de todo lo que sufrió por mí, atada a su pasado y a sus pecados sólo para redimirse... Nadie tiene el valor de ser capaz de no soltar ese dolor sólo por amor... Nadie tiene esa voluntad... Por eso ella es tan especial, porque no se va a rendir por nada, sea por mí, sea por ti, o sea por el bebé que nacerá... Luchar hasta el final, por lo único que tiene, es lo único que ella anhela... ¿Cómo podría hacerlo?
—Sólo nos queda eso, ¿Cierto? Cargar con ese peso, caminar cuesta arriba buscando la luz, a pesar de todo, porque ya nada tiene sentido, y al menos podemos pelear por el que creemos que es el nuestro... Por lo único que poseemos.
Al oír eso, ella recordó esa charla que tuvieron meses atrás, en Remia. Sobre el miedo a la muerte, sobre aferrarse a la vida. Sobre ese deseo que él poseía, sobre el motivo que lo hacía seguir adelante, que le daba razones para vivir.
«¿Qué es lo que me hace amar a una persona?», ella pensó, muchas veces. Así fue como decidió amar a Lara, luego de perdonarla, de sosegar la culpa que ella poseía por la muerte de sus padres. Decidió amarla porque Lara decidió su motivo de vida en base a ella, a su presencia en esta, a lo que ella más anhelara, a su futuro... A su felicidad. Decidió amar a Lara porque encontró en ella algo que nunca encontró en otra persona, porque ese amor que ella le profesaba no podía quedarse estancado solamente de un lado, porque su madre aceptó sacrificar una parte de su vida por ella, para otorgarle algo que ni ella misma iba a poder conseguir... Decidió amar a Lara porque Lara la amaba de igual manera, y el amor no era amor si sólo era de un lado, él debía recibir respuesta... Debía alimentarse, debía crecer... El amor no era eterno, sin embargo, dentro de esa eternidad, existía el deseo de recibirlo, o de otorgarlo, por lo tanto, dentro de esa eternidad, se podía decidir a quién amar, cómo amar... Se podía decidir el motivo.
¿Qué era lo que la hacía amar una persona? Fácil... El deseo de amar. El deseo de devolver el sacrificio que alguien más hacía por ella, por amor... El deseo de que su sentido no fuera sólo su sentido, sino que fuera el de esa persona también... La unión... Eso sí era eterno... Eso sí daba esperanza, daba felicidad... El amor era un sentido de vida... El amor era lo que iba a hacer que ella no tuviera arrepentimientos al final... Amar... Y que la amaran... Sin esperar nada a cambio... Sólo amar.
«¿Amas a Rhys?», se preguntó, y esa frase vino a su mente: «Intento prolongar mi destino lo más que puedo... Y el de todas las personas que amo... Quiero que vivan... Es mi único motivo para vivir también».
«Si él te ama... ¿Qué te queda por hacer a ti?».
—¿Sabes, Rhys? Tengo un sentido en mi vida, un sentido más allá de mí misma... Un sentido que los tiene a todos ustedes como protagonistas, que me permite darles un espacio en mi corazón... El sentido también le da sentido a mis sentimientos, y a ese amor que me hace querer sentirlo por siempre, con ustedes siempre a mi lado —dijo ella—. Eres parte de mi sentido, Rhys... Y comprendo tu motivo, acepto que hayas querido protegerme, acepto que me ames tanto como para pensar sólo en mi propio bien, acepto tus disculpas... Acepto ser parte de tu sentido... Te perdono, Rhys.
Ella se acercó a Rhys, hasta que él pudo sentir un peso en su hombro. Un intenso color dorado brilló a su lado, reflejando el sol, y la suavidad de la palma de Leah ya acompañaba la tibieza de la suya.
«Sólo me queda amarlo... Amarlo por lo que es».
—Te amo, papá.
«Papá», Rhys se repitió en su mente... Era eso... Ella lo había elegido... Ese amor... Tenía sentido.
Ese amor... Le había dado una gran felicidad.
Claro que ellos eran el sentido de su vida. Si él sólo seguía adelante para escuchar esas palabras, para sentir ese calor. Seguía adelante sólo para que cada día de su vida ellos no lo dejaran atrás. Porque si ellos le daban lo que él tanto buscaba, se merecían que hiciera hasta lo imposible por ellos... Más allá del amor, del odio, o de la melancolía. La nostalgia del pasado, la incertidumbre del futuro... O la comodidad del presente... Más allá de todo eso. De su poder, o de su debilidad, de sus miedos, o de sus sueños... Más allá de su alma, de Rhys Windsor y de su destino... Ellos iban a estar más allá de todo... Para siempre... Y no podía seguir desperdiciando cada momento de su vida apuntando al futuro cuando lo que lo definía siempre estuvo ahí.
Tal vez, por eso... En ese momento... Más que nunca... Quiso ser feliz.
—Yo también, Leah... Te amo, hija.
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