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31.5% La Leyenda del Scire / Chapter 23: Capítulo 20: «No te soltaré jamás»  

Chương 23: Capítulo 20: «No te soltaré jamás»  

Remia, Crystel, Residencia Allen - 22 de Junio - Año 525

 

«Mi hermano es impresionante», pensó Vlas, cuando apareció frente a la puerta del edificio donde residían los Allen.

Entró a la construcción y caminó por el lobby. Subió al ascensor y marcó el piso número «15». Cuando llegó caminó por el pasillo buscando la puerta que correspondiera al apartamento, hasta que la encontró al final del pasillo... «Allen» se leía en ella. Tardó en tocar el timbre, todavía no estaba completamente seguro de lo que estaba haciendo, pero ya había ido hasta ahí, no había marcha atrás. Lo hizo.

Estuvo unos minutos esperando que abrieran la puerta. Hasta que por fin alguien atendió.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Kora, con un tono de enojo, extraño en ella.

—¿Sucede algo? —preguntó Vlas, al darse cuenta de la actitud de Kora.

Ella lo miró aún peor.

—No respondiste mi pregunta —aclaró Kora, apoyada en la puerta, en ese momento, frunció el ceño.

—Tienes razón —asintió Vlas—. Vine a visitar a Zenda, desde ayer que no contesta mis llamadas y me preocupé, ¿Sabes algo al respecto? —agregó, escondiendo la verdadera razón.

—Con que tú no tienes nada que ver con eso —dijo Kora, fue un poco irónica en su declaración.

—¿A qué te refieres? —preguntó Vlas, confundido. ¿Ella estaba burlándose de él?

—Zenda está así desde que tuvo esa charla contigo, no sé de qué hablaron, ni tampoco me importa, pero me molesta ver a mi hermana en ese estado —respondió Kora—. Si la razón de que esté así fue alguna acción tuya quiero que me lo digas, no quiero que siga siendo lastimada —agregó, acercándose a Vlas.

Él pudo notar que realmente estaba molesta, aunque estaba a centímetros de ella podía notar su aura distante y fría.

—Kora, tú sabes que sería incapaz de lastimarla, si estoy aquí es por la misma razón que tú, quiero saber que le sucede, me preocupo por ella —explicó Vlas.

Aunque esa no era totalmente la verdad, sintió que extrañamente estaba siendo sincero ante ella, esa frase no tenía nada de mentira.

—¿Entonces no sabes lo que le sucede? —preguntó Kora, disminuyendo poco a poco su molestia.

—No, es extraño que no me contara nada, sabes el vínculo y la gran confianza que ambos nos tenemos, y aunque la conozco bastante bien, no entiendo su actitud.

Esta vez sí, esa respuesta había sido una total mentira. Se había equivocado, todavía no estaba preparado para ser totalmente sincero con ella.

—Parece ser que pensamos lo mismo —declaró Kora—. No quiere hablar con nadie, está encerrada en su cuarto desde anoche... No comió, esta mañana no desayunó y tampoco almorzó al mediodía... Ni siquiera sé si está despierta en este momento —explicó, alzando sus hombros ligeramente. Ella estaba preocupada e intranquila, y la pena la agobiaba. Vlas podía entender sus sentimientos, él se sentía igual, pero ella no conocía la razón y probablemente esos sentimientos eran diez veces más fuertes, después de todo, ella amaba a su hermana más que a nada, y verla en ese estado había de ser muy difícil—. Te dejaré pasar... Quizás tú puedes hacer lo que nosotros no —agregó entrando a la casa.

Vlas la siguió y cerró la puerta al pasar. Kora lo guio hacia dentro de la casa, y se dirigió al segundo piso donde se encontraba la habitación de Zenda. Vlas la seguía, notando que el aura distante y fría que tenía al principio había sido reemplazada por una de preocupación y nerviosismo.

—Ey, ¿A ti te sucede algo? —preguntó Vlas, tomando la mano de ella en uno de sus movimientos, parando su caminata—. Sabes que puedes contarme lo que sea, creo que ya hemos hablado de este tema —agregó, cuando ambos cruzaron miradas apenas ella se dio la vuelta.

—¿Por qué lo preguntas? —indagó Kora.

—Porque pareces angustiada... Si es por Zenda déjame decirte que estés tranquila, sé que estás preocupada por su actitud que no es normal en ella, aun así debe haber una razón detrás, y si estoy involucrado, o tengo parte de culpa te prometo que me alejaré de ella, tal como tú lo dijiste, yo tampoco quiero que salga lastimada —respondió Vlas, bajando su rostro mientras decía eso. Estaba siendo demasiado desvergonzado ignorando el hecho de que él si estaba involucrado.

—Vlas —dijo Kora.

Ella en cambio, no sabía nada, y así, alzó su rostro. Lo miró con un poco de vulnerabilidad marcada en ese brillo azul de sus ojos... Parecían querer llorar.

—¿Qu...? —no terminó de preguntar cuando Kora lo abrazó, tomándolo por sorpresa—. Kora, dímelo por favor, ¿Estás bien? —insistió Vlas.

Una sensación desesperada de pedir ayuda invadió ese abrazo.

—Me siento inútil de nuevo, pero gracias a ti y a lo que me dijiste aquella vez puedo sobrellevarlo... Se siente mal no poder entender por lo que está pasando mi hermana, siempre hemos sido muy unidas y nos contamos todo, si ella decidió no hacerme saber lo que pasa debe ser algo que pueda llegar a lastimarme... Yo sé que no está relacionado contigo, en tus ojos se ve tu honestidad cuando hablas sobre ella, tú eres el único que la puede apoyar —respondió Kora, profundizando cada vez más el abrazo—. Gracias por venir, no sabes lo aliviada que estoy... Lo siento por haber reaccionado de esa forma y pensar que podría haber sido tu culpa, ya no sé qué hacer —agregó, casi entre lágrimas, con su voz quebrándose al final.

Impotencia. Al final, ese era el sentimiento principal por el que Kora estaba pasando. Al parecer esa era la única sensación que iba a estar presente al menos hasta el día de su decisión. No iba a desaparecer, la culpa tampoco y la angustia menos. Pero Rhys tenía razón, dejarse llevar por estos sólo desencadenaba una decadente desesperanza, la cual no se podían permitir, porque estarían abandonando la principal razón por la que seguían adelante... Ser felices. 

—No te preocupes por mí, no pasa nada, déjame ir a hablar con ella, veré que puedo hacer, y te avisaré lo que suceda. —Vlas intentó animarla un poco.

—Entiendo, gracias Vlas —respondió Kora, dibujando en su rostro una triste sonrisa—. Suerte —le deseó, dejándolo frente a la puerta de la habitación de Zenda.

—Gracias... —agradeció Vlas, y ella se alejó.

Vlas dio un profundo suspiro y alzó su mano... Tocó la puerta y cerró sus ojos sólo deseando que ella le abriera... Para de una vez por todas, poder hacerle frente a ese miedo y desasosiego antagónicos, que parecían querer separarlos para siempre.

—Zenda, ¿Estás ahí? —preguntó, luego de tocar la puerta, y notar que varios minutos después ella aún no había abierto.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Zenda, del otro lado.

¿Esa era su voz? Sonaba demasiado ronca y atenuada.

—Por la misma razón que estuve todos estos años, me importas y me preocupa que estés actuando así —respondió Vlas, él apoyó su frente en la puerta, con su mano posada en el picaporte.

—Si te abro la puerta sólo verías la peor versión de mí, no es necesario que estés aquí, si entré en esta situación puedo salir sola —ella declaró.

 Vlas, con su mirada baja, pero firme, apuntando al piso con ella, sonrío, quiso entrar y darle el abrazo más fuerte que jamás le podría dar, pero ella, ella ni siquiera le había dado una señal para que lo hiciera, quizás no lo quería.

—Vi todas las versiones tuyas, Zenda, y ten por seguro que tu apariencia es lo que menos me importa en este momento —También se permitió soltar algunas risas—. Además, déjame decirte que estás equivocada diciendo que «entraste tu sola»... Fui yo quien abrió esa puerta en primer lugar, también estoy dentro, estaré dentro hasta que ninguno de los dos lo esté, si me apoyas y te apoyo, podemos salir juntos —aseguró, y al mismo tiempo, apretó su mano, esta seguía posada sobre el picaporte—. Por favor, déjame pasar.

—La puerta está abierta —avisó Zenda.

—¿Puedo pasar? —preguntó él.

—Por favor.

Vlas entró a una habitación oscura, una habitación que contrastaba con la iluminada y colorida habitación de Zenda que él conocía, y aunque sabía que no era la de ella en Ajax, creyó que al menos tendría un poco de su identidad, pero nada... Ni siquiera eso. Al no ver nada decidió encender la luz, pero su idea se vio interrumpida cuando sintió el tacto de una mano ajena tomándolo del antebrazo y jalándolo hacia atrás.

—¿Qué sucede? —preguntó Vlas, confundido, al sentir sus piernas chocar contra algo, no era sólido, probablemente era el colchón de la cama.

—No enciendas la luz por favor, no quiero que me veas en este estado —respondió Zenda, ella apretó la mano de Vlas al bajar la suya un poco después de tomar su antebrazo... Esta le dio calidez.

—Entiendo —accedió Vlas, buscando su rostro a través del tacto—. ¿Estás llorando? —preguntó cuando lo encontró, lo que parecían ser sus mejillas tenían un rastro reciente de humedad. Eran lágrimas, lágrimas que él limpio, pero todavía no escuchaba la respuesta de Zenda.

Estuvieron así unos minutos disfrutando lo reconfortante que se sentía que estuvieran juntos. Vlas no habló, sólo le importaba que ella estuviera bien y a su lado sabía que ella nunca correría peligro. O casi nunca.

Zenda sabía que el final se acercaba, por esa misma razón se alejó de Vlas, no quería ser una piedra en su camino, ellos habían sido destinados a tener que separarse por un mandamiento del destino, ella no era nadie para enfrentarse a él, y si Vlas era ese «elegido» había una razón mucho más importante que ella misma. Aun así para Vlas no tenía sentido ver el mundo que le otorgaba ese poder si ese mundo no podía vivirlo con ella, el abandonaría su oportunidad de convertirse en un ser superior para que ella no perdiera su vida. Nunca una decisión en la cual más de una vida estaba en juego le había parecido tan fácil. Aunque de todas formas era lo más difícil del mundo.

Por primera vez desde que se conocieron no concordaban en ideas. Zenda no quería que Vlas se sacrificara por ella, él tenía esas capacidades, esas oportunidades y no quería ser quien se las arrebatara. Y Vlas, por el contrario, no quería que Zenda se sacrificara, porque no podía vivir sin ella, o al menos mostrarle lo que sería capaz de lograr. Y, aunque fuera imposible, por lo menos, cumplir un poco con ese sueño que se desvanecería junto con uno de los dos.

—No quiero perderte, Zenda —declaró Vlas, rompiendo el silencio que se había formado esos minutos tan reconfortantes, y reviviendo las palabras que le había dicho el día anterior en la playa.

—Tienes que hacerlo, por el bien de todos, si es necesario que muera para que tu llegues a la cima, lo haré Vlas, no quiero ser quien te quite esa oportunidad —respondió Zenda, aferrándose a él... Lo estaba necesitando. Las horas que estuvo sin él estuvieron a punto de volverla loca... Y él llegó, en el momento más indicado.

—No puedo aceptarlo, estás pensando en el bien común, no en el tuyo —protestó Vlas.

Su sentimiento era uno, esa impotencia le causaba una inmensa sensación de llorar, soltar cada pedazo de angustia de su alma en lágrimas, creyendo que todo se acabaría apenas se lamentara, pero sabiendo que no sería así, porque no todo era color de rosas, no todo era el cielo, existía la caída, el sentimiento de derrota, y el fin, existía la tragedia, así como la felicidad, y él... Nunca sería la excepción de nada, no podía creerse ni un poco especial.

No iba a llorar, porque frente a ella debía verse fuerte, estaba a su lado para consolar su propia pena, y si se derrumbaba frente a la desdicha de ella, ¿Qué consuelo podría darle? Por eso, en su lugar, sólo se tragó todo lo que quería sentir, y se recostó a ella, para dejarle en claro que no se iba a ir de su lado, con cada caricia, o sonrisa... Acariciando su cabello. Y sosteniendo en sus brazos su cuerpo, tan suave, liviano... E indefenso... Tan lindo... Tan sincero... Queriendo no perderla, ¿Qué sensación le daría el futuro que siquiera se asemejara a esa? Nada sería igual jamás... Sin Zenda... No volvería a amar.

—Este es mi bien, Vlas... Saber que por mí, tú y los demás que me rodean no correrán peligro, me atrevo a aceptar cualquier destino para que sea así, sería feliz viendo que ayudé a todos... Aunque no lo mereciera, aunque no fuera la última opción... Así es la vida, ¿No es así?

—Eso es un pensamiento muy altruista, no te mereces eso, tú mereces vivir una vida plena, y disfrutarla al máximo.

Vlas seguía empeñado en permitirle seguir viviendo, su negación a que ella aceptara ser quien se sacrificara era persistente.

—No quiero vivir una vida plena si no es contigo, tonto... Prefiero pasar estos últimos momentos junto a ti y que me recuerdes para siempre, luego de que termines tu tarea podemos vernos, te esperaré el tiempo que sea necesario —declaró Zenda, ella alzó su mano, y aunque la oscuridad no permitió su total vistazo, el ambiente que se había formado era suficiente para que esta llegara hasta el rostro de Vlas, y terminara acariciando la mejilla del chico—. Ese es mi deseo, Vlas... Ese siempre fue mi deseo, y quiero que me ayudes a cumplirlo —agregó con una suave voz.

Vlas comenzó a sentir que lagrimas caían por su rostro.

—¿Por qué me haces llegar hasta este punto? —preguntó, y tuvo que sonreír, para no quebrarse completamente, aunque limpiando sus lágrimas, ya que estas no dejaban de salir.

—Tu lado más humano es lo que más me gusta de ti —respondió Zenda, pasando el puño de su camisa por el rostro de Vlas. Las lágrimas habían cesado—. Quiero verlo estos nueve días que quedan... No voy a seguir escondida de ti, o encerrada sufriendo, pero quiero que me prometas que dejarás de fingir, y que serás lo más sincero posible con tus sentimientos... ¿Me prometes que lo harás? —preguntó, esta vez ella misma, con otra sonrisa.

—Prometo hacer hasta lo imposible para que cumplas tu deseo, no permitiré que llegues hasta este extremo por no lastimar a los demás, recibiré todo ese dolor si es necesario, y no seguiré mintiéndote a ti ni a nadie más, quiero que pase lo que pase, la último que veamos de ambos sea una sonrisa —respondió Vlas, abrazándola lo más fuerte que pudo con esas ganas que tenía desde el inicio, y con el sentimiento de saber que aunque no pudieran verse, ellos estarían siempre juntos, lo que ambos sentían superaba cualquier barrera.

La muerte nunca podría separarlos. Tal como la promesa de ese brazalete... De ese amor que se juraron tantos años atrás.

—¿Vlas? 

—Sí, estoy aquí.

—No me sueltes... Por favor... No lo hagas, yo nunca lo haré, ni aunque tú te vayas, ni aunque no vuelvas, ni aunque te tenga que esperar por toda la eternidad, nunca me iré, siempre estaré ahí —pidió aferrándose más y más a Vlas.

Cerró sus ojos y anheló que todo acabara ahí, ninguno de los dos sufriría de nuevo, y ya no tendrían que separarse otra vez.

Pero siempre existía el día después. La vida, aunque corta, no era predecible, y nadie sabía lo que seguiría luego de un suceso tan trascendente en esta. El sufrimiento y la nostalgia seguirían ahí, los recuerdos vivirían por siempre atormentando o consolando la melancolía naciente.

Quizás Vlas podría seguir adelante sin ella. Quizás reharía su vida y formaría una familia. Quizás sería feliz. Ella jamás se opondría a eso, pero sólo quería una cosa... Que él la recordara por siempre... Nada más.

—No lo haré... —prometió Vlas.

Los minutos pasaron, y la habitación se quedó en silencio. Vlas se puso de pie y caminó hacia la pared opuesta a la cama, tocó el interruptor y encendió la luz. Ella ya se había dormido.

«Eres tan hermosa», pensó, volviendo a acercarse a ella. Apoyó su cabeza en la almohada, y la cubrió con una manta. Le dio un beso en la frente antes de dar algunos pasos hacia atrás, para dirigirse a la puerta.

—No te soltaré jamás —soltó, antes de apagar la luz, y salir de la habitación.

Era momento de que le permitiera descansar.


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Chương 24: Capítulo 21: Cole Di Rem  

Remia, Crystel, Distrito Industrial - 22 de Junio - Año 525

 

—Uno menos.

Dejó el cuerpo a un lado, luego de darle una patada y apartarlo de su camino al comenzar a caminar por el rastro que la sangre del tipo había formado cuando lo arrastró. Sacudió un poco su mano, envuelta en esa sangre ajena, para luego colocarse sus guantes otra vez.

—Vaya, y yo que creía que me darían algo de pelea —dijo, chistando ligeramente, con arrogancia.

Alzó su mirada y encontró algunos árboles uniéndose con el paisaje, estaba en alguna parte de un bosque en Crystel. Había llegado sólo un día antes, probablemente estaba perdido, ese tipo con el que había peleado lo arrinconó a ese lugar... Aunque lo hizo para no tener que acabar con él en público, y de esa manera hacer sabida su presencia en Remia. Eso sólo debía saberlo Rygal Di Rem por ese momento... Y tal vez, más adelante, Rhys Windsor.

—Hola... —Tomó su teléfono celular, y atendió la llamada de ese número desconocido—. Está bien... Nos vemos... Papá.

 

Mientras tanto...

 

Remia, Crystel, Hospital Norte - 22 de Junio - Año 525

 

—Ahora que todos se fueron podemos estar solos —dijo Rhys, cerrando la puerta.

Leah y los chicos se habían ido unos minutos antes. Se iban a dirigir al apartamento de Lara donde Leah había estado los primeros días. Luego él iría y comenzarían a organizarse para lo que pasaría nueve días más adelante. El séptimo impacto.

Lara no respondió, a lo que Rhys decidió darse vuelta para confirmar que todo estaba bien. Se sorprendió cuando la vio con el ceño fruncido, y cruzada de brazos, obviamente estaba enojada.

—¿Qué sucede? —preguntó confundido.

—Que rápido olvidas las cosas, Rhys Windsor, ¿O sólo recuerdas lo que te conviene? —preguntó Lara, mostrando que sí, las sospechas de su esposo eran ciertas, realmente estaba enojada.

—Okey, esto sí me sorprendió —respondió Rhys volteando a ella, y volviendo a acercarse—. ¿A qué te refieres? —preguntó, otra vez.

—Me refiero a lo que dijo Mya —respondió Lara—. ¿Por qué no me dijiste que coqueteaste con la recepcionista para que te dejara entrar? —preguntó enojada.

—Ah, eso —respondió Rhys, comenzando a reírse.

—¿De qué te ríes? No encuentro lo gracioso. —Esa risa la hizo molestarse aún más.

—No puedes enojarte por eso, cariño, no iba a ligar con la recepcionista, tú eres la única mujer en mi vida, además fue para que me dejara entrar, no se me ocurrió otra forma en el momento —explicó él, moviendo un poco hacia atrás la silla que estaba de lado de la cama de ella, para tomar asiento.

—Por Sun, te rodean las casualidades... No tienes remedio. —Lara esbozó una sonrisa—. No puedo dejarte un día solo que por casualidad ya enamoraste a alguna que otra chica, sólo Rhys Windsor es capaz de eso —agregó, inclinándose un poco en la cama, hasta lograr darle un beso.

—Ya me parecía a mí que no te habrías enojado por esa estupidez —suspiró Rhys.

—No creas que te salvaste igualmente, ahora me debes un favor —manifestó Lara, bajando sus piernas por el borde de la cama. Ella estiró su mano esperando que Rhys la ayudara a pararse.

—¿Eh? Pero si ya te dije que fue para que me dejara entrar —se quejó él, sosteniendo su mano en la cintura de ella, y la otra apoyada en la pared, mientras caminaban hacia la puerta.

—No importa, ese es tu castigo por no contármelo —dijo Lara, haciendo lo posible para llevarle el paso a Rhys—. Llévame al baño, tengo que ir —agregó, mientras ya salían de la habitación, caminando por el pasillo.

—Lo que digas, cariño —rio Rhys.

Su deuda no sería nada barata. Y eso era sólo el comienzo. 

 

Al otro día…

 

Remia, Crystel, Residencia del Clan Windsor - 23 de Junio - Año 525

 

—Es el decimoquinto, señor. —Su secretario pasó un documento con varias fichas, y algunas fotos enganchadas con algunos clips a las hojas—. En las últimas veinticuatro horas. 

—No pueden ser, ya van quince guardaespaldas de la familia, ¿Cómo se llegó a esto? —William analizó, hoja por hoja, y era cierto, ellos eran sus trabajadores, él mismo los había contratado.

Él sabía que eso no era algo normal, y tampoco algo casual, era un plan premeditado, con bases en alguien que conocía a la familia. Ya que ninguna persona en la nación sería tan audaz como para pretender atacar al clan Windsor sin saber las consecuencias que podría afrontar. Por lo tanto, según sus mismas sospechas, aquella persona que había cometido esos atentados no era alguien común y corriente, ni mucho menos un loco inconsciente, sino que formaba parte de algo más grande... Que superaba el mismo poder e influencia que el clan Windsor podría llegar a movilizar... Alguien perteneciente a otra familia poderosa de Remia, o de Fons, así como alguien de la mafia fonsesa... O de la Familia Real.

—¿Me llamaste? —Archie entró a la habitación, detrás de él también iban algunos escoltas de la familia.

—Archie, el número aumentó... Ya son quince —informó su hermano.

—¿Cómo? Pero si hasta ayer sólo eran cinco... Estábamos investigando las causas, en la noche triplicó los ataques, siento que es incluso hasta adrede.

—Pienso lo mismo... Pero esto ya está comenzando a sobrepasar algunos límites... Entre las nuevas víctimas están los jóvenes que protegían a Dyna y Theresa, y el chofer de Amelia... Archie... Si algo sucede con mi hija y mi esposa tendré que tomar medidas drásticas, y eso lo sabes. —William atizó su mirada, fría, apoyando su mano con fuerza sobre el escritorio.

Archie miró a su hermano, y un poco se estremeció. Con lo poco que llegó a conocer a su padre, de todas maneras consiguió ver parte de su crueldad, y aquella frialdad que lo invadía cuando debía encargarse de situaciones que necesitaban de decisiones extremas... Él sabía que William no era como su padre, pero seguía siendo un Windsor, por lo mismo... Podía llegar a ser muy cruel también, y más... Si el problema involucraba a su familia.

—¿Tú? ¿Es sensato, William? Eres el líder, y ya pasó tiempo desde que podías enfrentar a alguien con tu energía... Con estos datos sabemos que el atacante, o atacantes, son usuarios de Energía del Alma, y son fuertes, así como eficaces... Correrías mucho peligro, William... Y lo sabes —expresó Archie, notando que la mirada de su hermano no cambiaba, seguía decidido. No pudo evitar sentir algo de miedo por lo que él estuviera pensando.

—Archie... Si algo pasara con Theresa, o con Joy y Joe... ¿No estarías pensando lo mismo que yo? —preguntó William.

—Sí, pero... No es la única opción, tenemos un as bajo la manga que tiene su propia fortaleza y reputación, y que además... Estaría muy dispuesto a encargarse de esta situación por sí mismo, para evitar que pase a mayores... Como miembros del clan —aludió Archie.

Al decir eso, se percató que la mirada de su hermano ya no era la misma, se había vuelto pensativa... Y al final, casi deductiva... Había encontrado sentido a esas palabras, estaban pensando en la misma persona.

—Debemos infórmaselo... Pero ahora está concentrado en todo el tema de Vlas, no creo que quiera involucrarse en esto —supuso William.

—Por favor. —Archie se dirigió a su subordinado, que estaba detrás suyo—. Dile a Theresa que llame a Clio, que le diga que necesitamos que venga... Y que traiga a Rhys con ella, es importante —pidió.

—Lo haré, señor. —El chico se dio la vuelta, y salió de la habitación.

William se puso de pie también, y rodeó el escritorio, llevando consigo esos documentos que tenía sobre este. Caminó hasta donde su hermano estaba parado, y se los entregó.

—Son ellos, no hay víctimas mortales, pero la mayoría está grave... Yo me haré cargo de los gastos médicos, así como de la protección a sus familias... Tendré una reunión con cada una de ellas... Archie, necesito que me prometas que resolveremos el tema, con o sin Rhys, y que encontraremos el culpable... Tengo que darle seguridad a esas personas, después de todo... Soy el responsable de su ataque al ser el líder de la familia —dijo, con firmeza, sosteniendo la mirada con su hermano.

—Lo haremos... Vendrán Clio y Rhys, y nos encargaremos del problema, tenlo por seguro —aseguró Archie, asombrado ante la firmeza y principios de su hermano... Sabía que era un líder ante todo, y eso era algo admirable—. Somos la familia Windsor... No lo olvides.

 

Más tarde...

 

—Tessie me dijo que nos estaban esperando en la oficina de William, hace tiempo no teníamos una reunión familiar, parece ser un tema serio —admitió Clio, mientras caminaba junto a su hijo por los pasillos de la mansión de su familia, en dirección a la primera planta, donde se encontraba la oficina de su hermano.

—¿Te dijo por qué me necesitaban? —preguntó Rhys, caminando detrás de su madre—. Formalmente ya no formo parte del clan, por lo tanto, no es obligación que me llamen a este tipo de reuniones, en las cuales no tengo demasiada potestad... Pude ser el líder hace mucho tiempo, pero renegué de ese puesto, así que...

—No importa... Eres el miembro más importante de la familia —lo interrumpió su madre—. Formes parte o no, tu presencia es necesaria, tu misma figura hace obligatorio llamarte a este tipo de reuniones.

—Si tú dices —Rhys aceptó la explicación de su madre.

Siguieron por el pasillo, hasta encontrar una gran escalera, una de las tantas que había por la residencia. Si Rhys mal no recordaba, esa era la única escalera que unía todas las habitaciones de la planta baja con la primera y la segunda planta, las otras estaban repartidas en lugares específicos entre los tres pisos, y funcionaban como pasadizos de emergencia, en situaciones extremas en las cuales fuera necesario salir de la mansión rápidamente, estas desembocaban todas en un mismo lugar... El bunker subterráneo.

—Deben estar adentro —indicó Clio, al ambos frenar en la puerta de madera de roble que poseía un cartel de metal, que indicaba la función de la habitación: «Oficina de William»—. Vaya, parece que están todos —añadió, cuando luego de empujar la puerta, entró a la habitación.

Dentro de esta, estaba su familia... Toda su familia. Sus hermanos, William y Archie, así como sus esposas, Dyna y Theresa. También estaban sus tres sobrinos; Amelia, la única hija de William y Dyna. Y cómo no, los mellizos, Joy y Joe... Los hijos de Archie y Theresa. Agradeció internamente que no se encontrara Sharon, la madre de Archie, y segunda esposa de su padre, viuda en ese momento. En el pasado tuvo muchos problemas con esa mujer, en consecuencia a ser la hija de Elizabeth, la primera esposa de su padre, y de la misma manera, a quien él más despreciaba por haber sido, según él, la «culpable» de la muerte de su madre.

Ella no odiaba a Sharon, no tenía sentido hacerlo, no le gustaba odiar a las personas, no se sentía hecha para eso, aunque le causaba algunas complicadas sensaciones el hecho de que ella la despreciara tanto, aun luego de la muerte de su padre, y de convertirse, junto con William, en la cara de la familia Windsor en la nación, y en el mundo. Ser subestimada y despreciada le trajo muchos problemas en el pasado, crisis de identidad y bajones de autoestima... En esa época, casi nunca se sentía suficiente para nada, y se culpaba la mayoría de veces por actos de los que no tenía ningún tipo de responsabilidad, sintiéndose sometida a arreglar todo aquello que fallaba a su alrededor, siendo sólo una víctima de tales errores, y no la razón de ellos.

Vivía encerrada en ese pensamiento de ser una decepción, la falla de una familia perfecta, la única pieza que no encajaba en el rompecabezas de los Windsor. Estuvo mucho tiempo luchando contra esos sentimientos, y luego de su muerte, intentando abandonar esa cárcel mental en la que su padre la había metido. La vida que eligió luego de casarse con Rygal fue el comienzo de ese escape, luego llegó su primer hijo, su libertad, estudiar lo que quería, trabajar de lo que quería, y así, seguir ampliando su familia bajo su propia consideración, algo que realmente se volviera su responsabilidad. Llegó su segundo hijo, y la mejor etapa de su vida, y de su relación con Rygal... Hasta que cuando nació Vlas, todo pareció haber estado en trance por muchos años, y aunque volviéndose un poco monótono, ya que no tenía demasiadas cosas más que hacer, sabiendo que aquello que más anheló ya lo había conseguido. De esta manera, comenzaban las consecuencias, y los problemas, y con eso, las verdaderas responsabilidades que en el pasado la atormentaron, pero esta vez... Siendo la razón de ellos... O en sí, por lo menos una parte. Siendo también, tal vez, una víctima de estos.

—Aguardando el regreso de nuestro sobrino mayor.

Esa era la voz de su tía, Dyna, Rhys lo supo, ya que ella fue la primera en acercarse a él a saludarlo apenas se hizo paso dentro de la habitación. Theresa también lo saludó, aunque ella ya lo había visto días atrás cuando tuvo esa reunión con sus tíos.

—Hola tía, tanto tiempo... —Sonrió. Al mismo tiempo, consiguió alzar su mirada por encima del hombro de Dyna, detrás de ella, a lo lejos, estaba su prima... Amelia—. ¿Tú no saludas? —preguntó, con mordacidad.

La chica seguía mirándolo con ese rostro de pocos amigos. Rhys no entendió muy bien qué sucedió, pero dio unos pasos hacia delante luego de que William, su padre, se acercara a ella y le dijera algo en el oído mientras le daba algunos toques en la espalda.

—Antes eras más lindo conmigo, ¿Qué sucedió contigo? —la chica preguntó, parando apenas unos metros antes de llegar a él.

—¿Estás enojada? —preguntó Rhys, notando su retraimiento.

—No estoy enojada... Me siento traicionada, hiciste cosas que me decepcionaron, Rhys... Y ahora vuelves como si nada, perdón Rhys... —Ella siguió su camino, pero no paró al cruzarlo a él, siguió hasta la salida, y abandonó la habitación en silencio.

Rhys volteó al verla pasar junto a él, cabizbajo, y luego de verla irse de la habitación quiso seguirla y preguntarle qué le sucedía, porque era extraño, y porque la última vez que vio a Amelia, ella tenía nueve años, por lo que no recordaba algo especifico en lo que él la hubiese podido decepcionar.

—Vaya, parece que se lo tomó en serio —dijo, volviendo su mirada a su familia—. ¿Qué le sucedió? —preguntó, dirigiéndose a William concretamente. Él era su padre, tendría que saberlo.

—Ha estado así desde que se enteró que volviste, no sabemos muy bien por qué, pero seguro sea porque se enteró de lo que sucedió contigo en Fons —explicó su tío.

—Ella te admiraba mucho de pequeña, Rhys, antes de que te fueras, y todo eso que tú le enseñabas... Dijiste que sería tu sucesora... Siempre te vio como una figura a seguir —adhirió su madre.

Al oír sus palabras, Rhys no pudo evitar sentirse ciertamente acongojado, porque así como sucedió con Vlas, había sucedido con Amelia, pero del lado opuesto... Ellos eran las dos caras de una moneda. Vlas lo aceptó, a pesar de lo que él hizo, su hermano lo perdonó, asumió que todos cometían errores, y que sin importar estos mismos, él siempre sería su hermano, y procuraba su bienestar como nadie.

Él sabía que con Amelia la cosa no funcionaba de esa manera, porque ella no era su hermano, y ese lazo que ambos poseían se tornaba complejo de volver a unir, aunque fueran familia, y ella lo admirara demasiado en el pasado, esos errores que él cometió fueron para Amelia una puñalada en la espalda, desvaneciendo su confianza como su admiración. Y era entendible, él siempre estuvo preparado para ese tipo de reacciones, aunque las esperaba más de Vlas que de cualquier persona... Si hubiera sabido que Amelia se sentía así, se habría disculpado con ella de la misma manera... Y debía hacerlo, no podía dejarla a partir.

—Lo sé... Debería hablar con ella más tarde. —Rhys miró por encima de su hombro, la puerta cerrada—. Por cierto, ¿Y estos pequeños? —Se acercó a sus otros sobrinos. Joe y Joy. 

—Niños, saluden... Él es su primo mayor, Rhys. —Archie los impulsó.

—Hola, supongo que tú eres Joy, ¿Cierto? —preguntó Rhys, agachándose frente a la niña... Ella era muy linda, y era una Windsor, esos ojos verdes y ese cabello castaño no mentían, él sabía que la sangre Windsor era fuerte, más que ninguna, y cada uno de los miembros de la familia eran la prueba viviente de tales genes—. Y tú, Joe... —Se dirigió al niño, igualito a su hermana—. La última vez que los vi eran unos bebés, apenas comenzaban a caminar, mira todo lo que crecieron.

Theresa, su madre, luego de que los niños saludaran a Rhys, se los llevó con ella fuera de la habitación. La reunión debía dar lugar, y ese no era uno donde pudieran estar niños, todos conociendo el tema a discusión. En la habitación sólo quedaron Clio, Rhys, William, Archie y Dyna. Hasta que Theresa regresó y se les unió.

—¿Y bien? ¿A que se debe tal reunión? —Rhys preguntó.

Se había sentado sobre el escritorio, frente a él, sus tíos y su madre lo rodeaban, William y Archie parados detrás de los sillones donde estaban sentadas las mujeres.

—¿No se han enterado? —preguntó William, en ese momento, sacó los documentos que había leído esa tarde, y se los lanzó a Rhys—. Quince guardaespaldas de la familia atacados en el correr de las últimas veinticuatro horas... No hay culpables, aunque la investigación sigue abierta, hemos hecho lo posible para que se explore más, pero al parecer es alguien diestro en este tipo de crímenes, ya que no dejó ninguna prueba.

—Hmm... Ya veo... El único objetivo es debilitar la defensa de la familia Windsor, eso es algo que salta a la vista, es adrede, intenta llamar la atención... Y no hay pruebas... —indicó Rhys, mientras leía informe por informe—. Esto es obra de un usuario de Energía del Alma... Y de alguien muy bueno en tal disciplina —añadió. Dejando la carpeta a su lado, sobre el escritorio—. Tío, ¿Tienes un cigarrillo? —Miró a Archie.

—Sí, claro. —Su tío sacó una cajetilla de su bolsillo, y se la lanzó, junto con un mechero.

—Rhys, no sabía que habías vuelto a fumar. —Su madre lo miró con algo de desaprobación en su rostro.

—Tranquila mamá, es sólo para pensar. —Rhys dio una pitada a su cigarrillo y bajó su mirada—. Es alguien fuerte, y si es alguien fuerte, y que usa Energía del Alma entonces lo conozco... La familia no había recibido un ataque desde que asesinaron al abuelo en el Incidente de Ajax, y eso fue un atentado en contra de la nación en realidad... Por lo tanto, esto va sólo contra los Windsor, y es porque regresé... Es personal —aseguró, casi acabando su cigarrillo a medida que avanzaba con su explicación.

—¿Crees que tienes que ver en esto, Rhys? —William preguntó.

—Claro que sí, y si no soy yo, no sé quién sería, porque no ha sucedido nada en los diez años en los cuales no estuve... Alguien se siente amenazado con mi presencia en Remia, y es alguien que al mismo tiempo tiene algo contra la familia. —Alzó su mirada, y con una mirada afilada, encontró los rostros de su familia, expectantes de lo que dijera—. ¿Han intentado atentar contra un miembro del clan? ¿O sólo han sido empleados?

—Uno de las victimas era nuestro guardaespaldas —respondió Dyna, señalándose a ella y a su hermana, Theresa—. Y otro era el de Amelia.

—Nos está distrayendo de su objetivo principal entonces, si las hubiera querido atacar lo habría hecho, ya que sin guardaespaldas, se encuentran vulnerables ante cualquier peligro, y sabemos que el atacante es uno de esos. —Rhys terminó su cigarrillo y lo dejó en el cenicero. Luego, se puso de pie.

—Espera, ¿Estás asumiendo que es uno solo? —preguntó Archie.

—Es uno solo... Si fuera un grupo, los ataques habrían sido todos en paralelo, pero si se dan cuenta, hay un lapso de tiempo considerable entre uno y otro, además de que son todos en lugares distintos... Alguien sólo hizo al azar, las victimas no llevan un patrón, mientras fueran empleados de la familia, no importaba nada —explicó Rhys, comenzando a caminar de un lado al otro, cabizbajo, con el pulgar en sus labios. Pensativo—. Sé de esto, y como sé de esto, puedo asegurar que el atacante es alguien a quien he conocido en persona... Conozco este método —aseguró, frenando, y alzando su mirada—. Cole Di Rem.

 

Más tarde...

 

Remia, Crystel - 23 de Junio - Año 525

 

Al finalizar la reunión, Clio y Rhys volvían a la residencia de ella, a las afueras de la ciudad. El viaje en coche había sido silencioso. Clio no había querido hablar sobre el tema, ya que haber escuchado el nombre de ese chico le había otorgado un estremecimiento más allá del miedo a su accionar... Estaba enojada, y frustrada... Porque ella sabía lo que significaba que él estuviera en Remia, y también, su mismísima identidad, por encima de todo

—¿Cómo supiste que era él? —preguntó, Rhys también había estado en silencio, pero rápidamente se volvió a ella al oír esa pregunta.

—Se los dije, conozco este método, lo ha usado cientos de veces, típico de la mafia, y usado en la guerra de su parte, de parte de Rygal también, supongo que de él lo aprendió —explicó su hijo.

—No puede ser. —Clio negó, sacudiendo su cabeza—. Entre todas las personas que existen en este mundo para que decidieran ponerse en contra de la familia, justo tuvo que ser él... Cole... El hijo de Rygal —murmuró, y ese estremecimiento volvió.

Cuando se enteró que Rygal había tenido un hijo extramatrimonial con esa mujer con la que se había visto tantos años, se sintió destruida. Eso significó, en ese momento, el verdadero final de su relación, la máxima traición de Rygal, y la mayor pérdida de confianza en base a ella. Nunca conoció al chico, nunca conoció a la madre del chico, pero sólo saber que existía por ahí, alguien además de sus hijos que podrían proclamar el título de padre de su esposo, le causaba muchas cosas. Recelo, algo decepción, y obviamente un sentimiento de perjurio inmenso.

Ella jamás odiaría a ese chico y a esa mujer, porque sabía que el mayor culpable de que eso haya sucedido era Rygal, y de eso no había dudas. Pero no podía evitar sentir cierto desprecio, o más que nada, apatía hacia ellos. Renegaba de ese sentimiento, no se sentía ella haciendo lo que con ella hicieron en su niñez, tanto tiempo atrás, y siempre buscaba alejarse de la sensación de desprecio a la existencia ajena. Pero era imposible al menos no sentir la sensación, porque era doloroso saber eso, tal traición, y ver esa traición transformada en una persona, que existía, y que era real, ya que sólo con ver la prueba de esta, escuchar su nombre, o ver su persona, le recordaba lo que sufrió al enterarse, al ver como su vida entera se derrumbó a causa de ese suceso... La existencia de Cole, y la infidelidad de su marido no iban a desaparecer de la nada, y por eso, ella jamás iba a dejar de sentirse así, por mucho que lo intentara, por mucho que quisiera ver el lado bueno, o perdonar a Rygal y aceptar al chico... No podía hacerlo... No lo iba a hacer jamás.

—Creí que no sabías sobre eso, ¿Cuándo te enteraste? —preguntó Rhys.

—Unos años después de que te fueras, antes de la guerra creo, me lo dijo luego de que pasáramos la noche juntos. —Ella paró. ¿Qué le estaba diciendo a su hijo? Le estaba dejando en claro su debilidad, y eso que más odiaba de sí misma, no era adecuado hacerle saber eso, ¿Qué estaba pensando?—. Perdón, no debes de oír eso. —Se sintió avergonzada.

—Tranquila, está bien, te entiendo... Como para no hacerlo, son cosas que pasan, a todos nos afecta la soledad. —Rhys la miró, y al mismo tiempo dibujó en su rostro una comprensiva sonrisa—. He caído en el mismo círculo de autodestrucción muchas veces en mi vida, y a veces por razones tan estúpidas, no puedo juzgar a nadie, y menos a ti mamá... Porque sé todo lo que has pasado en tu vida, y lo que yo he pasado no es ni siquiera la mitad de lo que has pasado tú.

—Eres tan lindo, mi amor... —Ella alzó su palma, y al recostarla en la mejilla de su hijo, la acarició.

—¿Por qué tiemblas, mamá? —Rhys notó un ligero temblor en la palma de su madre—. ¿Tienes miedo? —preguntó, al llevar su palma sobre la de ella, y tomándola, dándole algo de tranquilidad. Esta dejó de temblar.

—¿Qué hace este chico aquí? ¿Qué planea? ¿Está contra la familia, cierto? No puedo evitar sentirme intranquila, ¿Y si pasa algo malo? —Ella dejó salir toda su preocupación, aun con sus manos sostenidas por las de su hijo. Eso no le permitía dejarse llevar, la mantenía en la línea de la calma.

—Yo dije que estaba desviando la atención de su propósito principal al atacar a los empleados de la familia... Creo que él no sabe muy bien cómo funciona la organización de los Windsor, no sabe que tú, Vlas y yo somos parte del clan, pero de la misma forma estamos bajo nuestra propia autonomía... Y es eso, esa la clave para deducir lo que busca.

—¿Estás diciendo que en realidad no va en contra del clan? Sino que va en contra de nosotros... La familia de Rygal —Clio asumió.

Ambos se dieron cuenta al mismo tiempo. Fue eso, mencionar a la familia fue la respuesta que ninguno pudo concretar para encontrar la razón de la presencia de Cole en Remia. O de su propio objetivo.

—Mamá... ¿Dónde está Vlas? —Rhys encontró la mirada de su madre, casi paralizada... Repleta de miedo.

—En la... En la casa... —Ella apenas pudo decir.

—¡Hector, detén el coche! —avisó, empujando el asiento de su chofer.

—¿Qué pasa jefe? —preguntó Hector, luego de jalar con fuerza el freno de mano. El coche quedó en el borde de la carretera.

—Bajaré aquí, lleva a mamá de regreso a la casa del clan... No pueden volver a la casa todavía —dijo, abriendo la puerta del coche. Antes de siquiera poner un pie afuera de este, sintió su brazo siendo jalado.

—Rhys, por favor... —Clio lo sostenía, sus ojos estaban al borde de las lágrimas, su voz era un ruego.

—Estará a salvo... Te lo prometo. —Le dio un beso a su madre. Y salió.

El auto giró en U, y regresó por el camino que venía. Al verlo alejarse, Rhys activó su sello. Mantuvo su energía concentrada, buscando la ubicación de su hermano... Y no se había equivocado... Estaba ahí.

—Tenías que hacerlo... Arriesgarte de esa manera, Cole. —Alzó vuelo.

«Meterte con mi familia es sinónimo de sentencia de muerte... Y no eres la excepción».

 

Mientras tanto...

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 23 de Junio - Año 525

 

—Príncipe Vlas —lo llamó la sirvienta, entrando a la sala.

Vlas estaba concentrado en su celular, leyendo algunos informes. Esperando el regreso de su hermano y su madre de la casa de su clan.

—Sí, ¿Pasa algo, Joan? —preguntó, al girar su cuerpo y apoyarse encima del respaldar del sillón.

—Lo buscan en la entrada —ella avisó.

—¿A mí? ¿Segura? —preguntó él, confundido, y sorprendido al mismo tiempo.

—Si, a usted... Dijo que buscaba a Vlas Windsor —respondió Joan.

—Okey, gracias por avisar, ahora voy —Vlas asintió. Y Joan abandonó la habitación. 

«¿Quién puede ser? Zenda o Kora entrarían sin pedir permiso, y Rhys y mamá están en lo de William», pensó Vlas, dirigiéndose hacia la entrada principal de la casa. Pasó por el pasillo que llevaba a la puerta bloqueada. Ahí no había nadie.

—Hola, ¿Me estaban buscando? —preguntó parándose en la entrada luego de abrir la puerta.

«Que extraño, probablemente sea una broma de alguien», pensó, decidiendo salir por la otra parte, rodeando el portón de la entrada de los coches... Y así, salió hacia la calle.

Tampoco había nadie, ni un alma. Miró hacia todos lados, ciertamente extrañado, Joan le había asegurado que alguien había preguntado por él, por lo tanto, lo había visto, era una persona... ¿Cómo había desaparecido tan rápido?

—Con que tú eres Vlas Windsor. —Esa voz heló el cuerpo de Vlas—. Te estaba esperando.


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