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16.43% La Leyenda del Scire / Chapter 12: Capítulo 10: Regresar, y no arrepentirse – El «Niño Maravilla» I

Chương 12: Capítulo 10: Regresar, y no arrepentirse – El «Niño Maravilla» I

Remia, Crystel, Residencia del Clan Windsor - 5 de Junio - Año 525

—Su nacimiento no fue una casualidad, nada de lo que Rygal proponga es una casualidad... Podemos asegurarlo, aunque más que su nacimiento, que lo veo como una consecuencia al amor de Rygal hacia Clio, siento que su crianza es lo que define la importancia de Rhys en el plan de Rygal.

Su hermano quedó mirándolo, algo pensativo, intentando sostener tal hipótesis con los conocimientos que su mente había albergado en sus charlas con Rygal Di Rem, como todas sus menciones a Rhys y Clio, o aquellas indirectas entre tragos, agradecía que Rygal siempre haya sido sincero con él, porque podía asumir muchas cosas sobre él que nadie podía... Posiblemente ni siquiera su hermana tampoco.

—Archie, somos el centro de Remia en este momento, los únicos aliados de Rhys Windsor... No quiero decir que nos encontremos en el ojo de la tormenta por ser el clan Windsor, sólo digo que deberíamos apoyar lo que él quiera, a pesar de todo, ya que somos la familia más poderosa del reino, y ahora que Rhys volvió... Quizás la del mundo —aseguró William.

—¿Más que el clan Harch? —cuestionó Archie.

—Más que el clan Harch, o la Familia Real fonsesa, y la Familia Imperial filideiense —confirmó.

—Debimos hablar esto con Clio, ella es su madre, sabe lo que su hijo piensa más que nadie, y seguramente también sabrá por qué volvió... No creo que busque una guerra, aunque si lo hace... Deberíamos estar preparados.

—Una guerra podría ganarla él solo, no sería capaz de poner en peligro a su propia familia frente a la crueldad de Rygal Di Rem —supuso William, su hermano casi le dio la razón con una movimiento de cabeza, asintiendo en silencio.

—Vino por Vlas —manifestó Archie, la seguridad se apoderó de su frase y los intensos ojos verdes de la familia Windsor relucieron.

—Es obvio, él no quiere hacer la guerra, quiere evitarla, conoce las consecuencias de estas luego de su experiencia luchando en la Guerra de Fons... Vlas es un detonante para que Rygal Di Rem pretenda enfrentarse a él, pero antes de que eso suceda, Rhys actuará... Es muy inteligente, y sabe cómo evitar los problemas.

—El mismo genio que vi años atrás... Clio no se equivocó con ese presagio en su nombre: «El rey que se eleva por encima de todo», logró lo imposible.

Archie había descubierto ese talento cuando era su tutor, en la niñez del heredero al trono, antes de que Rhys Windsor siquiera fuera conocido como ese Chico Prodigio que tanto prometía. Pero un niño tan frío como arrogante, consciente de sus propias capacidades, de su propio augurio, mirando con altura a todo el mundo, bajo el peso de las expectativas de ese mismo mundo, que se volvía su obstáculo en sus peores momentos, no podía ser sólo una promesa, debía volverse realidad, aunque, entre tantos extremos, no supo del cual aferrarse, y cayó... Muy profundo. El pequeño Windsor era los ojos de su madre, era la ambición de su padre, era la figura de sus hermanos, era la lejanía de sus amistades. Era todo eso que nadie tenía, y que nadie quería tener, porque era peligroso, e insufrible. Era dolor, era tristeza... Era soledad.

No le hizo bien ser tan talentoso, ser un prodigio, y el hijo de las personas más importantes del país. No le hizo bien llevar tal apellido, tal legado. No le hizo bien su mirada de hielo, ni su personalidad de fuego. No le hizo bien ser tan adulado, o tan despreciado al mismo tiempo. No le hizo bien ser quien era, aun sin conocer su propia identidad, aquella de la cual se dio cuenta muy tarde, cuando el infierno ya lo rodeaba, y las fauces del diablo lo atraparon.

—El príncipe de Remia ya no es lo que era, Archie... Ahora es la persona más fuerte del mundo, y el único que posee ese poder para poder mantener a Rygal Di Rem a raya... Realmente estoy aliviado de que haya vuelto, porque aunque el clan Windsor hiciera lo posible para proteger a Vlas y Clio cuando todo ocurra, no podríamos contra alguien como él, aunque con Rhys... Todavía hay esperanza.

William recordó las palabras de su hermana ese día cuando volvió a su casa luego de Rhys haber abandonado Remia: «Algún día volverá, porque en el coloqué cada una de mis expectativas, y nunca lo obligué a nada, sólo lo dejé que siguiera su camino, ese camino que él anhelaba seguir... Él volverá porque ese es su destino, el que elegirá... No me equivoqué con él... No lo haré jamás... Rhys nos salvará a todos... Él es la última esperanza».

—Hablas como Clio —rio Archie, notando que ellos eran más parecidos de lo que pensaba.

—Confiar en ella nunca fue un error, sabes... Ella no mintió —replicó William, la figura de su hermana rápidamente vino a su mente—. Cuando se trata de las personas que ama, ella sabe muy bien de lo que habla.

—Es su hijo, probablemente al que más llegó a conocer, más que a Demian, o a Vlas... Rhys no es fácil de comprender, pero si ella logró ver más allá en él, tendría confianza ciega toda mi vida en lo que ella asegure sobre el príncipe... En realidad, sobre los príncipes... Conoce a los dos hombres más importantes del mundo como la palma de su mano... —Archie bajó su mirada, pero una media sonrisa casi satisfactoria se hizo ver en su rostro cuando algo tan iluso como audaz llegó a su mente—. Siento que, a pesar de lo que ella dice, la última esperanza realmente es ella.

—Lo era, antes de que Rhys naciera, pero luego de conocer la verdadera naturaleza de Rygal supo que no podía hacer nada contra él, aunque ella fuera su única debilidad, y de esta manera, dejó tal favor en Rhys... Y así como sus sentimientos lo fueron en el pasado, sabe más que nadie que los de Rhys son inquebrantables, y por eso es tan determinada cada que habla de su hijo.

La puerta rechinó apenas William acabó de hablar. Archie alzó su mirada a esta, William tuvo que darse la vuelta para lograr el mismo campo de visión que su hermano ya que estaba de espaldas a la puerta, y en ese momento ambos apreciaron a Theresa, la esposa de Archie, darse paso en la habitación.

—Tessie, ¿Pasa algo? —preguntó su esposo.

—Mi amor... Alguien los busca afuera —avisó ella, sosteniendo la puerta entreabierta.

Los hermanos se miraron, aunque confundidos, también seguros de saber quién era su invitado.

—Hazlo pasar —permitió Archie.

Theresa se dio la vuelta, sacando su cabeza hacia afuera. Dijo algo, ninguno de los dos logró oírla, pero eso no importó cuando al volver adentro, lo hizo acompañada de alguien a quien ambos no veían desde hacía casi diez años.

«Habla del diablo... Y este aparecerá», pensó William, encontrándose con ese rostro tan conocido en el camino de su mirada a la puerta. Este los miraba a ambos con una sonrisa altanera, típica de él, y sus ojos verdes, como los de ellos también, estaban repletos de intrepidez.

—Hola tíos... —saludó... Y el ruido de su pasos resonó en la habitación silenciosa, luego de que Archie y William cesaran su charla, sólo para apreciar a su sobrino entrar—. ¿Me extrañaron?

—Vaya... Volviste... Rhys Windsor.

 

Mientras tanto...

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 5 de Junio - Año 525 

 

—Hola Leah.

Ella estaba juntando los platos de la mesa, Vlas se había quedado unos segundos parado en el último escalón de la escalera que daba a la cocina, intentando descifrar lo que ella hacía.

—Oh, Vlas. —Ella se dio la vuelta luego de oír su voz, le regaló una simpática sonrisa.

—¿Sabes? No es necesario que hagas eso, probablemente en unas horas venga alguien del personal, viene una vez por semana —explicó él, entrando a la cocina.

—Oh, es que, en casa normalmente nos turnamos, aunque la mayoría de veces Rhys lo hace todo solo —dijo ella, estuvo a punto de mencionar sus poderes, pero casi al instante se percató de que probablemente Vlas no supiera nada de eso, e iba a meter la pata.

—Así que Rhys se convierte en un amo de casa cuando está con ustedes... ¿Quién lo diría? —A Vlas se le escapó una carcajada—. Por cierto, hablando de él, ¿Dónde está? —preguntó, notando que si Leah estaba levantando los platos del desayuno significaba que; ella, Rhys y Lara ya lo habían hecho, pero estaban ellos dos solos en la casa.

—Rhys dijo que debía juntarse con alguien, no recuerdo muy bien su nombre, aunque creo que dijo dos... Archie y William, ¿Puede ser? —Ella intentó encontrar respuesta en la mirada confundida de Vlas, quizás él tampoco sabía de qué hablaba. Aunque, apenas dijo esos nombres, su rostro cambió.

—Mis tíos —musitó.

—Entonces sí, hablaba de ellos. —Leah se convenció.

«Espera, ¿De qué tendría que hablar Rhys con William y Archie?», se preguntó Vlas. Probablemente eran muchas cosas que se remontaban a la época en la que Rhys era activo e influyente en el clan, antes de su partida, cuando su figura política era la central en la familia gracias a su estatus como príncipe, y heredero al trono. En esos tiempos, él no entendía casi nada de lo que pasaba externo a su familia, no comprendía por qué un adolescente como Rhys era capaz de mover un país entero sólo con algunas palabras, nunca comprendió lo que eso significaba tampoco, y lo extraordinario que era.

A pesar de ser parte de una familia con tales influencias, nunca le importó la política, o su posición de noble, ni siquiera aprovechaba demasiado su poder, o su dinero, vivía bajo perfil, entre una satisfactoria vida académica y social, con Zenda y Kora como amigas, con su madre a su lado, un poco de reconocimiento, aunque no tanto, lo suficiente para sentir que lo merecía, y desde el regreso de su hermano, también lo tenía a él. Podía sentirse completo, casi feliz, en plenitud... Si tan sólo Demian siguiera a su lado.

 —¿Vas a desayunar? —la chica preguntó.

Vlas rápidamente alivió su mente al oír su voz, no pudo concluir con nada, ni con el recuerdo de su hermano, ni con la duda de su otro hermano.

—Sí, seguramente todavía quede algo en la cocina —dijo, algo modesto.

—Mamá dejó comida... Dijo que era para ti, Rhys dijo que era demasiado, que no te comenzara a malcriar —ella contó, con cierta gracia.

—Oh, que linda... Supongo que Rhys se puso celoso —comentó Vlas, siguiendo con el hecho de que era una situación divertida.

—Si, lo hace siempre —ella mencionó casualmente, como si fuera una costumbre—. Te dejo comer tranquilo entonces —dijo, al ver como Vlas se sentaba en la mesa destapando el plato de comida que Lara le había dejado—. Buen provecho.

—Gracias Leah, ¿Nos vemos luego? —preguntó él, un poco sonriendo.

—Claro que sí —ella asintió. Y se fue de la habitación rápidamente.

Vlas oyó el sonido de sus botas con fuerza en los escalones, hasta que se fue desvaneciendo lentamente en el segundo piso. Concluyó con el ruido de la puerta de su habitación cerrándose, dejándolo solo a él, que siguió con su desayuno en silencio.

«Es simpática», pensó, con su mente rememorando la sonrisa de Leah, un poco casi inconscientemente. «Es casi tan linda como Zenda».

—¿Qué? —preguntó en voz alta, dándose cuenta de lo que había pensado—. Zenda... No he hablado con ella desde lo sucedido con Kora —recordó.

«Que bien que ahora sean más amigos que antes, me siento feliz por ambos», le dijo ella cuando él le contó lo que habló con su hermana. Sabiendo que Kora se lo iba a contar todo más tarde, omitió algunos detalles que le daban algo de vergüenza recordar, como el abrazo, o el hecho de que Kora haya asegurado que él era el amor de la vida de su hermana.

Si Zenda lo amaba, él amaría tal sentimiento, toda esa vida que había formado desde que ella estaba a su lado daría sentido, merecer el amor de Zenda era para lo que vivía, para lo que quería seguir adelante, por tanto.

Si no tienes nada, no buscas nada, no conoces la sensación de arraigo a la vida, ni la de sentir que esta merece la pena, él lo supo años atrás, cuando quiso caer, y no sentir la caída, dormir eternamente bajo un amargo recuerdo del cual nunca iba a poder escapar. Si no tienes nada, esa nada no vale nada, por lo tanto, cada pequeña cosa que se logre conseguir, tendrá un valor infinito, como el valor de la vida que comienzas a apreciar al sentirte salvado, y con ese valor infinito, el merecimiento se vuelve una base, le da más valor a la vida, al camino, a cada persona que pasa por esta... Al mismo tiempo, dándole el mismo valor a las vida de ellos también.

No amaba a Zenda porque era un niño que prefería las chicas de ojos azules, o porque ella le hablaba bonito, pasaba tiempo con él, o algunas situaciones y características de las que muchas otras personas también podrían formar parte. No amaba a Zenda por simples razones triviales, ni por interés más allá de lo sentimental, ni por inocente, ni por tantas cosas que muchas personas pensarían... Amaba a Zenda porque sentía que ella se merecía que la amara, ella se merecía ese valor que ella misma le otorgó a su vida luego de salvarlo, muchas veces. Amaba a Zenda porque no amarla significaría no darle valor a sus sentimientos, a sus acciones, a todo lo que ella hizo por él, sería no entender la profundidad del amor, sería despreciar su empatía, dejarle ver su equivocación al salvarlo a él, cosa que era mentira, ella no estaba equivocada... Ella le salvó la vida... ¿Cómo podría estarlo? Él tenía que hacerlo, devolverle ese valor, dejarle ver ese camino que eligió para su vida, ese camino que ella le mostró... Y si la situación lo ameritaba... Compartirlo con ella... Él veía el amor así, como merecimiento mutuo, con el valor de la vida, de los sentimientos, de la empatía... No lo veía como una obligación, por eso no quería empujarla a nada, y sólo quería esperar a que ella estuviera lo suficientemente segura de sus sentimientos para poder corresponderlo... Y así, sentir que él también lo merecía.

—Vaya... Ahora la extraño, quiero verla —dijo, esbozando una sonrisa solitaria en su rostro, como él en ese momento, tal vez, queriendo que ella lo estuviera acompañando. Aunque: «Quiero verla» no fue un deseo, fue una decisión, una decisión hecha realidad al tomar su celular y marcar su número... Y luego del segundo tono, alguien atendió—. Hola Zenda... Quiero verte. 

 

Por otro lado...

 

Remia, Crystel, Residencia del Clan Windsor - 5 de Junio - Año 525

 

—Vaya... —William se recostó en su silla, estar mucho tiempo casi encorvado le hizo doler un poco la espalda—. Es demasiado —soltó, luego de estar unos segundos tomando aire, intentando digerir todo lo que Rhys les dijo a su hermano y a él.

—Demasiado... Demasiado es muy poco, es casi descomunal, no creí que eso pasaría algún día en nuestra familia. —Archie siguió con su consternación.

—Le dije a mamá que no sería fácil, pero que si estamos juntos, podríamos afrontarlo, intenté tranquilizarla, pero aquí vine a ser honesto... Y no es tan así —dijo Rhys, negando con su cabeza, con ligereza, resignado.

—Y dentro de todo esto, ¿El clan Windsor dónde queda? —inquirió William.

—En fuego cruzado —Rhys respondió al instante, dudar era una tontería cuando la respuesta era más que obvia—. De un lado tenemos a la Familia Real, a Rygal, a los clanes aliados, y las naciones que le sigan el paso, y del otro lado tenemos a Fons, Filii Dei, y los clanes que los apoyen... Habrá posturas neutrales, claro que sí, pero en algún momento deberán tomar partido, y no somos la excepción —se explayó.

—Pero todavía falta tiempo para eso, ¿Cierto? —preguntó Archie esta vez, del otro lado de la habitación.

—Volví lo suficientemente temprano, si me hago cargo podré alargar la situación un tiempo más, pero nada es para siempre, y en algún momento eso dejará de servir... Mientras tanto, debemos esperar su decisión, en base a eso, saldrán muchas posibilidades, la que menos peligro le traiga a mis seres queridos y al clan será la prioridad... Pero es algo demasiado impredecible, no quiero influenciar nada, no me siento con el derecho de hacerlo... Lo amo mucho, sé lo que se siente ser presionado, y no quiero eso para él.

William y Archie intercambiaron miradas, convencidos de estar ambos igual de sorprendidos ante el brutal cambio que Rhys había presentado en diez años, ni siquiera parecer la misma persona que hablaba con ellos cuando era un adolescente. Los años de experiencia lo habían forjado, la madurez y vista en frio de la situación ya formaba parte de sí, tanto como el hecho de dejar de lado su ego para procurar un bien mayor, aunque aún reflejado por sus intereses, no tanto como cuando se creía el centro del mundo, pero sí para seguir pensando que sus seres queridos eran su prioridad.

—Remia no será lugar seguro para ustedes en el futuro, sin importar su decisión... ¿Volverás a Fons? —Archie lo miró con cierto rostro de averiguación.

—Es mi hogar, el lugar donde mejor me puedo encontrar, ahí puedo tomar decisiones más meditadas, puedo dar con mejores escenarios en mi mente, y si ellos están a mi lado sé que van a estar seguros y tampoco debo preocuparme por eso, mi mente calmada funciona mucho mejor de lo que funciona cuando es sometida a situaciones que me llevan al límite, a pesar de que ese sea mi mayor fuerte —aseguró Rhys.

—Ya veo, es una decisión, Rygal tampoco tiene mucha influencia en ese lugar, al menos no tanta como en Remia, y escuché por ahí que parece que está comenzando a resurgir la fuerza y autoridad de la dinastía Ex Fons con este nuevo chico como heredero al trono —comentó William.

—Lo conozco, y puedo confirmarlo, también conozco a su hermana: Ashley... Ambos saben cómo funciona esto y el lugar que ocupan, ambos están seguros de lo que quieren también, son buenos aliados, y ocupando el lugar que ocupan puedo asegurarme de que Rygal no hará de las suyas mientras intento estabilizar las consecuencias que el acontecimiento pronto a ocurrir suceda —indicó Rhys—. Por cierto... Mamá es un punto clave en todo esto, no quiero involucrarla, pero ella ya lo está, incluso antes de que yo naciera, antes de que nacieran Demian y Vlas, antes de todo... Y Rygal lo sabe —añadió, su voz se volvió apagada, la seriedad lo invadió.

—No creo que lo haga —dijo William, cuando cierta conjetura vino a su mente al interpretar las palabras de Rhys de esa manera.

—No, no me refería a eso... Me refería a lo mucho que saldrá afectada, y a sus propias decisiones, pase lo que pase, porque los tres conocemos todos los caminos a los que llevará esto... Quiero que ella esté segura, y quiero que ustedes sean su apoyo en todo momento cuando tenga que volver a Fons... Son su familia después de todo, ¿No es así? —Rhys los miró con intensidad. Él conocía los antecedentes de su madre con su familia, y como eso la tuvo en vilo al sufrimiento por tantos años, las consecuencias que eso acarreó, y las debilidades que le dieron... No quería que volviera a sucederle algo así, y menos de las mismas personas.

—No somos nuestro padre, Rhys... Clio es nuestra hermana, y la amamos más de lo que parece, nuestras esposas la aprecian y admiran demasiado también, y nuestros hijos ven a su tía como una mujer encantadora... Ella siempre tendrá un lugar en nuestra familia.

William no habló sólo por él, a pesar de que realmente tuviera a Clio tan presente en su mente, casi siempre, porque era la hermana que más amaba, y la persona de la cual más sufrimiento había logrado apreciar. Cuidarla no era su deber, claro que no, pero sí que era su deseo, dejar de ver a su hermana sufrir, por culpa de muchas cosas que fueron resultado del trato de su padre en el pasado. No se sentía culpable por lo hecho por Mark, no se sentía orgulloso tampoco, aunque sí se sentía responsable, como líder de la familia, a unirlos de nuevo, y eso incluía a Clio, a Archie y a su madre también... Aunque Clio era la más importante, porque compartían madre, compartían padre, compartían pasado... Y compartían, más que nada, el dolor de la pérdida, y el deseo de anhelar ser felices... Sin poder serlo jamás, nunca completos... Siempre mirando atrás.

—Confío en ustedes —sonrió Rhys.

Archie y William le respondieron de la misma manera.

—Debo retirarme... Aunque todavía hay cosas que quedaron en el aire, y de las que iré informándoles a medida que los días pasen, y todo comience a ser más claro para las personas involucradas... Él, más que nadie. —Se levantó de su silla, y siguiendo el mismo camino que hizo para entrar, casi sale de la habitación—. Algo más... —Se paró en la puerta—. «No lo olvides...» —pronunció el lema de su familia.

—«No lo olvides...» —replicaron sus tíos, al unísono.

Esbozó una sonrisa ante ese gesto, y luego de darse la vuelta, abandonó la habitación de una vez por todas.

—Sabes lo que tienes que hacer... Niño Maravilla —musitó William... Y la habitación se hizo al silencio, por última vez. 


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Chương 13: Capítulo 11: ¿Cómo explicas el amor? – Sueño de primavera I

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 5 de Junio - Año 525 

 

—¿«Quiero verte»?

Apenas Vlas abrir la puerta, luego de escuchar el sonido del timbre varias veces, se encontró con el rostro de Zenda detrás de ella, sonriente, contagiándolo con ese mismo gesto.

—No mentía, viniste y ya me alegraste el día —dijo él, un poco emocionado al verla.

—No seas tonto —rio ella. Entró a la casa cuando Vlas le dejó el paso, luego él cerró la puerta—. ¿Estás solo? —preguntó, notando el silencio de la casa, además de que todas las luces estaban apagadas.

—Algo así —respondió él, recordando que ella no sabía lo de Leah, estuvo a punto de decírselo, pero un cierto presentimiento impidió que lo haga—. Rhys salió esta mañana y no ha vuelto, supongo que está por regresar —dijo, en su lugar.

—Oh, ¿Y Lara? Supongo que trabajando

—Sí.

Ambos se dirigieron a la sala de estar, donde se encontraba la televisión, casi el único objeto colgado en la pared, además de algunos cuadros en lugares al azar. Lo más resaltante de esta era el inmenso sillón de cuero negro en forma de «L» que ocupaba la mayor parte de la sala, y la alfombra de felpa del mismo color.

—¿Estabas estudiando? —Ella vislumbró algunos libros abiertos, sobre la alfombra, y su laptop también.

—Traspasé algunas transcripciones de Derecho al archivo de tareas, quise ponerme al día antes de que vuelvan las clases —respondió Vlas, agachándose para juntar los libros y la laptop—. ¿Me esperas aquí? Iré a dejar esto en mi habitación.

—Sí, espero —ella asintió.

—Bien... Ahora vengo. —Rápidamente él abandonó la sala.

 

Después...

 

—Vaya, dos semanas es mucho, yo no podría estar tanto tiempo fuera de mi hogar —dijo ella, luego de que Vlas le contara lo del viaje de sus padres.

—Es una situación demasiado fuera de lo normal, lo de los asteroides en Ajax fue lo que hice que se aplazara más de lo común, siempre son dos o tres días... ¿Recuerdas que ese era el tiempo que faltaba al colegio cuando viajaba con ellos?

—Sí, recuerdo, ¿Y por qué no fuiste esta vez? Rhys, supongo.

—Así es, él aceptó quedarse a cargo, él y Lara en realidad... Se quedarán en la casa hasta que mamá y papá vuelvan.

—Ya veo... Y como te encontrabas solo me llamaste para que te haga compañía —ella dijo, entre risas, siendo un poco insinuante al mismo tiempo.

—¿Acaso me lees la mente? —Él sonrió.

—No tengo que hacerlo, te conozco muy bien, Vlas Windsor —ella replicó, esbozando también una sonrisa cómplice.

—En realidad... Comencé a pensar en ti, inconscientemente, te extrañaba, y sólo quería verte, ¿Acaso eso está mal?

Ella comenzó a reír ante su pregunta. «Eres un tonto», pensó, sabiendo que él se la había hecho sólo para que ella respondiera de forma positiva, como: «No está mal», o algo así, y que le terminara dando la razón, o que en el mejor de los casos, le diera un abrazo sin darle respuesta... Que fue la que eligió.

—Eso... Eso es suficiente —dijo él, luego de que ella se aferrara a sus brazos.

«Suficiente, para siempre», confirmó él.

Vlas extrañaba esa sensación, la de sentirse con una cómoda calidez siendo acariciado por las manos de Zenda. No habían pasado muchos minutos, pero luego de ambos sentarse en el sillón y abrazarse, él se recostó en este, ella estiró sus piernas dejándole lugar a su cabeza, y luego se afianzó a su cabello, pasando suavemente la yema de sus dedos por los finos hilos de su cabello castaño claro.

—Así que... Han ido bien las cosas con Rhys... —ella dijo, el silencio que se había formado no era para nada incómodo, pero él no había mencionado nada de su hermano, y ella realmente estaba un poco curiosa.

—Hemos hablado mucho, de varias cosas, poniéndonos al día, dejando salir algunos sentimientos que teníamos escondidos, que tal vez sólo nosotros comprendemos... Me he dado cuenta de que Rhys me hacía mucha más falta de la que yo creía —respondió Vlas.

—No es algo que debas decirme, siempre hablabas de él, en todo momento, me acuerdo de que cuando te veías apagado, casi melancólico, y no podía hacer casi nada para revertir esa emoción, siempre era por su recuerdo... Esos días ya terminaron Vlas, ¿No es así?

Él quiso decir que sí, más que nunca, pero su mente decidió oscilar, sentirse por primera vez desde el regreso de Rhys, insegura. Tenía sentido igualmente, si él se fue una vez, podía irse dos, y todas las promesas que hiciera no aseguraban nada, también las hizo en el pasado, antes de que ese botón de plata se convirtiera en el testimonio de un juramento quebrantado. No sabía cómo sentirse ante esa desconfianza a la mismísima palabra de Rhys, porque no quería culpar a su hermano de lo sucedido, lo hacía sentirse culpable consigo mismo, por ser egoísta con sus deseos, sin pensar en su hermano. «¿Él pensó en ti?», fue lo que muchas veces se preguntó en el pasado, cuando esto sucedía, y por su mente revoloteaban teorías inciertas, porque sin el punto de vista de Rhys no podía sacar conclusiones de la totalidad de la situación. Aunque con su propio juicio, nunca quiso dejarlo verse como el villano de la historia, aunque el mismo Rhys pensara así de sí mismo, como le dijo ese día en el cual mencionó lo de su culpa. También le dijo que pensó en él ese día, y todas sus teorías se derrumbaron, se puso en el lugar de su hermano, y dejó de creer que él podría haber sido el culpable de su abandono. No poder encontrarse entre la soledad fue una consecuencia para ambos, y ambos lo sufrieron de igual manera, llevándolos a sus peores versiones, a esos pensamientos tan oscuros como el futuro que aguardaban si seguían ese camino... Si ellas no hubieran aparecido en sus vidas.

—Zenda... —susurró.

No quería hacerlo, en realidad, sólo fue lo primero que vino a su mente cuando pensó en lo que hizo que no perdiera su camino luego de la ausencia de Rhys.

—¿Qué pasa? —ella preguntó, confundida, ni siquiera había obtenido respuesta a su primer pregunta.

—Si tuvieras que darle una explicación al amor... ¿Cuál sería? —preguntó.

—¿Eh? ¿Por qué de la nada me preguntas eso? —Ella no pudo evitar reír, ¿A qué lugar intentaba llegar con esa cuestión?

—Simple curiosidad... El otro día me percaté que el amor es complicado... Pero tan simple al mismo tiempo, y que depende de cómo lo veas, tu vida depende de ello.

—No lo sé... Supongo que todo comienza con el sentimiento de necesidad que la falta de este otorga; ¿El amor aparece? ¿O lo buscas? Nadie puede responderte eso, porque las respuestas pueden ser para ambas preguntas al mismo tiempo, ambiguas... Yo no lo busqué, pero tampoco siento que este haya aparecido abruptamente, fue un proceso, de descubrimiento de este sentimiento y lo que causa en mí, desde el comienzo de este, hasta hoy en día, entre tantos vaivenes... Nada es eterno, ni siquiera el amor, pero quizás sí la sensación de querer amar... Y eso es suficiente para que este vuelva, una y otra vez.

—Zenda... Si te dijera que te amo... ¿Cómo lo tomarías? —él preguntó, y luego de eso notó como ella paró su mano, y soltó su cabello.

—Como una demostración de sentimientos sincera... Pero arriesgada, aunque eso es porque tomo como argumento que te conozco, y que conozco tu forma de expresar tus sentimientos, y porque sé que nunca me lo dijiste antes... —respondió ella.

«No te des la vuelta», rogó, si lo hacía, él se iba a dar cuenta de que ella se había sonrojado ante su pregunta... Aunque quizás fue su declaración. De igual manera, lo más vergonzoso de todo, fue su propia respuesta.

—Te amo Zenda... —él dijo, esta vez... En serio.

Zenda también amaba a Vlas. Ese amor al que se refirió en su respuesta era al que sentía por él, al que él despertó en ella... Ella tenía apenas seis años cuando lo conoció, más que amor, fue sólo un enamoramiento infantil, hasta que su adolescencia dijo todo lo contrario, cuando verlo reír era algo que adoraba, sentir su calor en un abrazo, o sentir su cabello en su tacto, su actividad favorita. Ella se dio cuenta que lo amaba cuando se sentía mal al verlo triste, sin poder ayudarlo, o cuando se enojaba con los demás cuando las personas lo juzgaban, sin saber lo que él sentía, cuando estaba a su lado, sin importar lo que él estuviera pasando, incluso sin poder hacer nada, angustiándose con él, compartiendo ese dolor, sintiendo que si no intentaba al menos comprenderlo, no haría nada por él, y no tendría sentido que siguiera en su vida. Ella se dio cuenta que lo amaba cuando se ponía feliz de los logros de Vlas, cuando se ponía celosa de su interacción con otras chicas, de Kora inclusive; cuando sintió que su mundo se venía abajo cuando él se besó con ella, y cuando sintió un inmenso alivió con sus disculpas, y su seguridad al decir que no le significó nada. Se dio cuenta que lo amaba cuando se sentía egoísta a su lado, sabiendo que ella no lo era con nadie, cuando sentía que con él podía ser tan honesta, como libre con sus sentimientos. Se dio cuenta que lo amaba cuando se percató que la presencia de él en su vida era tan significativa como la de su hermana, o sus padres... Y en algunos momentos, hasta más. Se dio cuenta que lo amaba cuando comenzó a anhelar una vida a su lado... Casarse con él, tener hijos... Y ser felices... Se dio cuenta que lo amaba, cuando quiso responder ese «Te amo Zenda», con un: «Yo también te amo... Vlas».

Ella miró su brazalete, e inconscientemente quiso sonreír, como una tonta. Era ingenua con sus sentimientos, con querer besarlo, sólo a él, con querer verse linda para que él se lo mencionara, con pensar en él cada que sus amigas mencionaban a sus novios... Con imaginarse lo lindos que ambos se verían juntos... Pensar en el nombre de sus hijos... En su vida en familia. Su mente era algo soñadora, y no se sentía avergonzada de eso, le daba espacio a profundizar mejor en sus sentimientos, teniendo la respuesta a la mención de cada uno de ellos... Y el amor de Vlas... No era la excepción.

—¿Me amas? —preguntó, segura de la respuesta de él, más aún cuando lo vio voltear su rostro, en dirección al suyo.

—Sí... ¿Tú no? —él preguntó, y una pizca de inocencia se reflejó en sus ojos, como miedo también, porque aunque la respuesta a su pregunta no era una obligación, ni tampoco demasiado seria. Sus sentimientos sí lo eran, y estos habían sido expresados dejando en vilo la vulnerabilidad de su corazón... De la respuesta de ella se sostendría su estado de ánimo, no había dudas.

—Sí, lo hago —respondió Zenda, dispuesta a seguir, notando la mirada de ilusión en el rostro de Vlas, dándole cierta ternura—. Te amo Vlas —dijo... De una vez por todas.

El silencio formó una burbuja alrededor de ellos, y el mundo pareció pararse. Ellos se habían dejado en claro muchas cosas en el pasado. Se habían declarado su amor muchas veces mutuamente, y aunque siempre lo vieron como promesas que se harían realidad algún día, todavía no estaban arraigadas a ellos con firmeza, porque para tales destinos, necesitaban la base... Y esa base era el amor.

Un «te amo» confirmaba muchas cosas, las volvía eventuales, casi inevitables, así como volvía realidad a muchas otras. Esas que invadieron la mente de ambos casi al mismo tiempo, dándole sentido a tal sensación que formó un ambiente sólo para ellos... Para sentirse juntos, y dejarse llevar, tal vez... De la manera que ambos querían.

—¿Es real? —él preguntó. Se había sentado otra vez, aunque inclinado hacia ella, con sus ojos posándose en el rostro de ella, con firmeza.

—¿Desconfías de mí, Windsor? 

—Desconfío de mí, es que... Siento que es demasiado bueno como para merecerlo, o al menos que sea real... Perdón por eso. —Su firmeza se desvaneció, y al bajar su mirada se dio cuenta de que todavía no había sido capaz de superar tal barrera.

—¿Por qué dices eso? ¿Cómo no vas a merecerlo? 

—Tú lo sabes Zenda, tenemos una relación extraña, ¿Cierto? La siento desbalanceada, ya que a pesar de que soy un desastre, siempre estás ahí para mí, me cuidas y proteges de mí mismo, de aquellos problemas que tuve, o que tengo, en mis peores momentos, cuando no es igual para mí, cuando yo no veo lo que tú ves... Es una ironía... Es una gran ironía, pero... Ahora tú me dices que me amas, ¿Y yo qué puedo pensar?

—Vlas. —Ella bajó su mirada, con una sonrisa esbozándose en su rostro, casi cerca de la risa. Y chistó ligeramente—. Está bien así, tú haces tú parte y yo la mía... Así ha sido hasta ahora, así ha sido siempre, y nos ha salido bien, ¿No es así? No sé por qué te sientes así, no sé cuándo nació ese sentimiento, pero yo no lo veo de esa manera, y tampoco veo que no te merezcas que te ame, Vlas... Mis sentimientos los considero bajo mi propia resolución, y si yo siento que debo amarte... Así será.

—¿O sea que me merezco tu amor?

—Así como yo me merezco el tuyo, porque es igual para ambos, no es un desbalance, Vlas... Es nuestra forma de relacionarnos, es nuestro amor, ¿Y tú lo quieres así, cierto? Si tú me amas, y yo te amo ¿Por qué cambiarlo?

—Tienes razón, es un sin sentido sobrepensar la situación... Sólo hablo de merecimiento, Zenda... Sólo quiero que lo nuestro sea mutuo, no quiero cargarte toda mi responsabilidad afectiva a ti, no quiero que te hagas cargo de mis problemas, ni de mis sentimientos... No quiero que sufras por mi culpa. 

—Mírame. —Ella alzó el rostro de Vlas, sus cálidas manos se posaron en sus mejillas, y el azul de sus ojos, como el mar, profundizó su alma—. Vlas Windsor... Eres increíble. —Sonrió.

—¿Por qué lo dices? —preguntó él.

—Por muchas cosas, Vlas, porque amar no se reduce a un sentimiento, y creo que eso es algo que sabes bien, ¿Verdad? Tu explicación sobre el amor también es algo que meditaste, mucho... Porque no me lo dijiste abruptamente, esperaste mi propia consideración.

Él no dijo nada. Sólo la miró a los ojos y alzó su mano hasta tocar su mejilla. Al llegar a ella, la acarició con suavidad

—Es que, no me gusta dejarte en una encrucijada clamando respuesta inmediata a mis sentimientos... Puedo esperar, lo he hecho diez años, podría hacerlo mil más... Sólo quiero que al final, sin importar la explicación, sin importar tu respuesta, o mi merecimiento... Sin importar nada más que nuestros sentimientos... Quiero poder casarme contigo.

Creyó que podría hacerlo con atrevimiento, pero no fue así, rápidamente su rostro se puso rojo y bajó la mirada, ni siquiera pudo ver la reacción de Zenda.

—¿Qué sucede contigo Vlas? De la nada te has vuelto muy sentimental —dijo Zenda, su tono fue risueño, ciertamente enredada, seguía sin procesar la declaración de Vlas.

—Es extraño que lo digas, ya que contigo es con la única persona que soy así—respondió aún avergonzado. Apenas pudo alzar un poco su mirada.

—Sí, eso lo sé, es que, me dijiste que me amabas, pero hay una gran diferencia entre declarar tus sentimientos abiertamente a pedirme matrimonio... Aunque, si me pongo a pensarlo más profundamente, ¿A qué viene esto? —pregunto acercándose. Su voz sugerente puso nervioso a Vlas.

—No me hagas esto, sabes como soy —dijo Vlas, bajando la mirada otra vez. Zenda hizo caso omiso a su pedido, siguió con su rostro a centímetros del suyo—. ¿Sabes a que viene esto? —preguntó, sabía que ella no iba a ceder hasta obtener respuesta. Y tenía razón, porque asintió al escuchar esa pregunta—. Quiero estar contigo el resto de nuestras vidas, Zenda... Y quiero poder hacerte feliz, ya que si tú eres feliz, yo también lo seré... ¿Qué más que eso?

Vlas sintió la mano de Zenda apoyarse en su barbilla, y con un sutil movimiento esta alzó su rostro de nuevo. Quedó enfrentando a esos grandes ojos azules, que parecían un cielo despejado, eternos, podías perderte en su mirada y jamás volver a la realidad. Lo miraban con intrepidez, seguros y orgullosos. 

—Vlas... Eres demasiado lindo diciendo esas cosas. —Su todavía firme mirada se vio acompañada por una sonrisa—. El pequeño Windsor quiere casarse conmigo... Vaya, creí que jamás me darías el honor —soltó, con una suave risa—. Ven, acércate, quiero decirte un secreto. —Acercó más su rostro al de Vlas, y sus labios se colaron por su izquierda, hasta quedar cerca de su oreja... Y susurró en su oído—: Yo también quiero casarme contigo, Vlas Windsor.

—Zenda... —A Vlas se le escapó su nombre, con su corazón latiendo a mil.

—Espera —ella lo interrumpió, colocando su dedo sobre sus finos labios—. ¿Prometes no romperme el corazón? —Lo miró con más intensidad al hacer esa pregunta.

—¿Romperte el corazón? —preguntó Vlas, mirándola con su mirada tan difusa como perdida, sin una respuesta clara. En ese momento, sólo era confusión lo que lo irrumpía.

—Quieres casarte conmigo, ¿Cierto? Yo también quiero casarme contigo... Pero sólo quiero que cumplas una condición para que ese deseo se haga realidad, Vlas... Quiero que no me hagas sufrir... Por eso repito mi pregunta, ¿Prometes no romperme el corazón?

Ella se veía demasiado decidida y sus ojos reflejaban el fuego de su alma, ella quería estar él, no podía ocultarlo, pero al mismo tiempo tenía miedo de salir lastimada, no podría aguantarlo.

Ella conocía muy bien a Vlas, sabía que él sería incapaz de hacerle de algo así, sabía que era la persona más pura que conocía, sabía lo mucho que él había sufrido y obviamente jamás le haría algo así a otra persona. Pero ese era su mayor miedo, hacerla sufrir no siempre significaría que tuviera que ver con situaciones donde Vlas fuera malo, o cruel, o donde la lastimara. Hacerla sufrir también significaba no dejarla sola, permitir ayudarlo con sus problemas, permitirle hacerlo feliz. Hacerla sufrir significaba que Vlas también sufriera... Ella sabía lo dañado que él estaba, conocía sus heridas, sus inseguridades, sus mayores miedos, pero jamás permitió que él se dejara llevar por estos, no podía verlo en ese estado, la destrozaba. Quizás era muy exigente, quizás cada persona podía hacerse cargo de sus problemas, quizás el mundo otorgaba tal sufrimiento para lograr conocer el valor y poder aprender mediante las malas experiencias. Pero la unión que ella tenía con Vlas era tan grande que todo lo que le afectara a él también le afectaría a ella... Por eso, e irónicamente pensando lo mismo que él... Si Vlas era feliz, ella también lo sería a su lado. 

—Vamos linda... Por favor, tú sabes que jamás te haría sufrir, jamás te rompería el corazón, jamás te mentiría ni te ocultaría cosas, jamás haría nada que pudiera lastimarte... Y ahora que ya dejamos muchas cosas en claro puedo decir que te amo demasiado como para actuar de esa forma contigo, eres lo más importante que tengo en mi vida... Ese brazalete refleja muy bien lo que siento por ti y lo que es nuestra relación... No tengas miedo de sufrir a mi lado, yo no me lo permitiría nunca, traicionaría mis principios y todo lo que significas para mí... Tú a mi lado siempre serás feliz... De eso no hay dudas... Nunca las habrá —respondió Vlas, apoyando su frente en la de ella.

Mirando sus ojos notó lo brillante que estos estaban, y vio una lágrima caer por su mejilla, pero no era tristeza... Él pudo asegurar que con esa mirada ella no demostraba nada más que felicidad.

—¿Entonces? —preguntó Zenda, con una sonrisa de par en par.

¿Cómo no merecer su amor?

—Sí linda... Prometo no romperte el corazón.


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