Luciana entró en la cámara que compartía con su esposo y lo encontró sentado allí, comiendo algo y bebiendo vino.
—Me alegra que estés aquí ahora, mi amor. He estado muriéndome de hambre y esperaba que llegaras para pedirle a las criadas que nos trajeran algo para comer. ¿Dónde has estado? —Su primer pensamiento fue pedirle que le dijera a su madre que le trajera comida, o mejor aún, que le pidiera comida a la esposa que estaba planeando conseguir. Pero sabía que era mejor no decir algo así.
Hace un día, se habría sentado emocionada a su lado, y para ahora, ya habría pedido a las criadas que les sirvieran un brunch en su cámara. Pero después de escuchar la conversación que había tenido con la reina anteriormente mientras él estaba aquí pretendiendo que todo estaba bien, sentía que sus entrañas hervían de ira.