Dentro de la habitación...
Abigail y Viviana estaban de muy buen humor. Se habían refugiado en el balcón, y sus risitas y susurros se esparcían por el aire de la noche.
—¿Has notado su cara? —preguntó Viviana—. Está claramente perturbado. No puedo creer que se esté alterando tanto por nada. Sigamos ignorándolo y hagámoslo aún más celoso. Voy a divertirme. ¿Tú lo estás disfrutando? —Le dio un toque juguetón en el brazo.
Abigail asintió y dijo:
—Sí, sí. Está tratando de evitarme. Ahora, lo haré celoso.
Viviana, siempre dispuesta para un poco de drama, estuvo de acuerdo con entusiasmo:
—Oh, eso va a ser divertido. Te ayudaré a torturarlo.
Se sentaron en el balcón, su conversación ligera llenando el aire.
Una hora después...