"Cuando Abigail llegó a la oficina central del Grupo Sherman, un silencio cayó sobre la habitación. Los empleados dejaron de charlar y se volvieron a mirarla, —sus caras llenas de sorpresa y curiosidad—. Intercambiaron conversaciones en voz baja y miradas desconcertadas, intentando descifrar la razón detrás de su visita inesperada.
Abigail se movía con gracia, su postura recta y segura, despreocupada por el interés de ellos. Sus pasos decididos la llevaron a través de los pasillos hasta el ascensor.
Cuando las puertas del ascensor se cerraron detrás de ella, sintió una sensación de aislamiento de las miradas indiscretas de los empleados. Un tenso silencio acompañó el ascenso a la planta superior.
Al llegar al piso ejecutivo, Abigail siguió el camino familiar hasta la cabaña de Cristóbal. Su comportamiento sosegado contrastaba fuertemente con el ambiente ansioso que parecía impregnar la oficina. La secretaria, claramente alterada, se acercó a Abigail con cautela.