—La habitación estaba en un desorden caótico —con los sonidos crudos de cristales rotos y metal estridente perforando el aire como una discordante sinfonía de destrucción. Cristales y fragmentos de cerámica cubrían el suelo como un peligroso campo minado, amenazando con cortar a cualquiera que se atreviera a pisar el espacio. Muebles volteados y decoraciones rotas contaban la historia de una feroz tempestad que había arrasado con el que alguna vez fue un refugio pacífico.
La habitación, que una vez fue epítome de orden y refinamiento, había descendido a una escena de caos absoluto. Era como si una tempestad hubiera barrido el lugar, dejando devastación en su estela.