Mu Hijodelnorte miró a Ji Ning. Finalmente, él asintió.
—Bien. Los dos lo haremos.
—¡Ja, ja, ja! ¡Así es que me gusta!
Ning se echó a reír, luego le dio una palmada en el hombro. Hijodelnorte miró a Ning y también sonrió. En lo profundo de su corazón, sin embargo, grabó firmemente el recuerdo de esta bondad en su alma.
...
Las dos horas de descanso habían concluido. Todos los individuos vestidos de gris salieron de sus diversas residencias. Hijodelnorte también regresó, su cabello aún estaba desordenado.
—Dense prisa.
—Todos ustedes, ¡apúrense!