Punto de vista de Selma Payne:
Grandes lágrimas caían de los ojos de mi madre. Sus piernas cedieron y se cayó en el sofá, temblando incontrolablemente.
—Cielos, cielos... lo siento mucho, Selma, lo siento mucho... —Se inclinó hacia adelante y su cuerpo encorvado era como un florero rajado que se rompería en polvo con un toque. —No sé. Quizá tengas razón... Oh Dios mío, lo siento. No sabía. Realmente no sabía...
—Madre, ¿estás bien? No te culpes. No es tu culpa.
Me di cuenta de que la situación de mi madre no era normal, así que le di palmaditas en la espalda con cuidado. Sin embargo, mi madre se asustó y me empujó.
Me quedé atónita. Mi madre reaccionó al ver esto y la culpa en sus ojos se intensificó.
—Selma, yo... yo... —Mi madre estaba aturdida. De repente, salió corriendo como una ráfaga de viento, sin siquiera tener tiempo de limpiar sus lágrimas.