—No es asunto tuyo. ¡Piérdete! —los ojos de Ellen estaban llenos de asco.
—¿Te sientes bien ahora? —gritó Jamie con los ojos inyectados en sangre mientras bajaba la cabeza y mordía el hueso de la clavícula de Ellen.
Aunque Ellen no podía mover su cuerpo, aún podía mover uno de sus brazos y abofeteó a Jamie con su mano.
¡Sangre salió volando de las comisuras de la boca de Jamie!
—No es asunto tuyo.
Los delgados labios de Jamie se tiñeron de rojo, y su frío y guapo rostro se veía aún más siniestro.
—¿Te gusta golpearme, verdad? —dijo él en voz baja mientras agarraba una de las manos de Ellen.
—Por supuesto —se burló Ellen.
—Y aquí.
Jamie ofreció su otra mejilla y apretó la mano de Ellen dándose una fuerte bofetada.
—¡Bang!
Se escuchó un sonido sordo pero nítido.
El otro lado de la cara de Jamie se volvió instantáneamente rojo e hinchado. Él abofeteó más fuerte que Ellen.
—¿Es suficiente?
La voz de Jamie era fría y sus ojos estaban rojos. Estaba reprimiendo su ira.