Cati se despertó de golpe con la respiración agitada. Se sentó y miró la habitación, que estaba oscura y en silencio. La lluvia caía en las ventanas cuando Cati se levantó, tocando el frío suelo con sus pies. Al acercarse a la ventana, vio que caía una fuerte lluvia y el cielo estaba lleno de nubes oscuras. Las gotas rodaban por el vidrio como compitiendo por llegar al fondo.
Hacía más de un mes desde el incidente en la casa del hombre de las muñecas, pero el evento no abandonaba su mente. El Señor Weaver se aparecía en sus sueños, listo para momificarla, y la pesadilla le dificultaba el descanso. Era un sueño recurrente que deseaba olvidar, pero el Señor Weaver no era el único que hacía acto de presencia. La muñeca con ojos azules y una vibrante sonrisa le resultaba aterradora.