Sang Qianqian no había sentido tanta inquietud en mucho tiempo.
El incidente de la foto, el incendio en el hospital, el caso de secuestro, la muerte de Cui Yi...
La persona misteriosa que se escondía detrás de las pesadas cortinas aún no había revelado su verdadera apariencia, pero cada vez que provocaba una tormenta, se retiraba sin daños.
Si Shen Hanyu no hubiera instruido a Jian Zheng para investigar, Xu Meixi no habría sido sospechosa.
Todavía no estaba claro quién era esta persona y qué quería hacer. Sin embargo, la profundidad de sus artimañas era verdaderamente impactante.
Sang Qianqian se detuvo con sentimientos encontrados. —Hanyu.
Shen Hanyu se volvió. —¿Hmm?
Ella no respondió. Extendió su mano y lo abrazó suavemente, apoyando su cabeza en su pecho.
Ese abrazo familiar y el olor refrescante la hicieron sentir nostalgia. Él estaba justo frente a ella, pero no pudo evitar abrazarlo aún más fuerte.