Sentado en el nido del ave ladrona vil, Sunny frunció el ceño y cerró los puños.
Algo antinatural les estaba pasando desde que llegaron al Túmulo Ceniciento. Ahora que había recordado la advertencia de Cassie, era evidente que sus mentes estaban afectadas, haciéndoles olvidadizos y fácilmente distraídos.
Aun sabiendo eso, pensar con claridad era extrañamente difícil. Le requería toda su voluntad sólo mantener el conocimiento de la anomalía en su memoria.
Los eventos de estos últimos días seguían siendo borrosos. Recordando algo más, Sunny cerró los ojos con frustración.
¿Realmente habían pasado sólo unos días en esta isla? La cantidad de fragmentos de sombra que recibió al comer las frutas del Árbol del Alma sugería lo contrario. Era muy posible que hubiera pasado incluso un mes entero desde la primera vez que las comieron.