Detrás de la ventana, una impresionante vista de la ciudad maldita se extendía a lo lejos. El sol de la mañana bañaba las ruinas con una luz pálida, haciéndolas parecer amenazadoramente misteriosas.
Nephis sonrió.
—Además... ¿qué puede competir con esta vista asesina?
Como si respondiera a sus palabras, un lúgubre lamento resonó desde algún lugar lejano, haciendo eco en el viento como un grito agonizante. Sunny tembló.
—Supongo que lo decía literalmente.
Con un suspiro, dejó de lado el extraño lugar de residencia de Estrella Cambiante y se acercó al montón de carne.
—Comamos primero.
Los tres se sentaron en el suelo de piedra y comieron carne de monstruo, pasando la hermosa botella de vidrio de Cassie entre ellos. Era como en los buenos viejos tiempos, suponiendo que esos tiempos en realidad no fueran tan viejos y ciertamente no hubiera habido nada bueno en ellos.
Casi.