—Ah, sí. He olvidado decirte algo... —sostuvo el martillo y sonrió como si no estuviera haciendo nada bueno—. Además de ser un guerrero incompetente, también soy un herrero. ¿Sabes qué es un herrero, verdad? Entonces, te aconsejo que seas más honesto. Si haces que me cabree, te arrojaré al horno y veré si el legendario Mjölnir se puede derretir.
Después de que Lin Li terminara su frase, el martillo en su mano dejó de luchar. Al cabo de un rato, oyó una voz ronca.
—Tú... ¿Qué quieres saber?
—Tus orígenes —Li sonrió después de hablar y le recordó amablemente—: Toma nota: tus verdaderos orígenes, no los del maldito Mjölnir. Realmente no sé lo que estás pensando... Deberías mirarte al espejo antes de fingir que eres Mjölnir. Mírate, estás tan sucio. Peor que las prostitutas que han trabajado durante decenas de años. ¿Aún te atreves a llamarte reliquia de los Enanos del Hierro Oscuro? ¿No tienes vergüenza?
—...