El amargo sabor de la esclavitud aún estaba pesado en su lengua, ¿cómo podía Neveah olvidarlo tan fácilmente?
Quizás fue por esta razón que, por más que Neveah lo intentara, simplemente no podía odiar a los dragones ni tampoco podía ponerlos al mismo nivel que los lobos de Colmillo de Eclipse.
Era irónico cómo Neveah consideraba que ser capturada contra su voluntad por los dragones era un destino mucho mejor que lo que había soportado en su propia casa... en manos de su propia familia.
Pero esta era solo la realidad, nada de lo que los dragones hubieran hecho podía empezar a compararse con la crueldad del Rey Alfa Lothaire.
Quizás era porque Neveah no había esperado mucho de los extraños, y donde no hay expectativas, no hay decepción.
Sin embargo de su propia familia... sin duda era un caso diferente.
—Eso es horrible —murmuró Neveah en voz baja.