—El hada que llevaba la bandeja con la copa de vino envenenado se dirigió directamente al Rey Jian y por todas las señales, Neveah podía ver que el Rey Jian aceptaría la copa.
Ya había vuelto su atención al mapa, imperturbable por el alboroto que Neveah había provocado... como si Neveah fuera simplemente insignificante.
Neveah suponía que incluso se sentía aliviado, siempre la había despreciado, ahora podría deshacerse de ella fácilmente sin necesidad de levantar una mano y ni siquiera Xenon podría defenderla.
Neveah podía verlo en los ojos de Xenon que quería acudir en su ayuda repetidamente, pero el Rey Jian lo retenía y si había una persona que pudiera sujetar a Xenon, solo era el Rey Jian.
Neveah no se preocupaba por eso, su razón para irrumpir en la sala estaba justo ante sus ojos,
—Neveah echó un vistazo a las hadas que la rodeaban, todavía podía pasar por entre ellas ya que no lo esperarían y así lo hizo.