Un fuerte estruendo desde dentro de la sala de la historia sacó a Neveah de sus pensamientos.
Desde donde estaba sentada en el alféizar, Neveah miró por encima del hombro hacia las puertas cerradas, con el ceño ligeramente fruncido.
—Él es el único que está allí dentro, ¿qué estará tramando? —Neveah se preguntó a sí misma.
Era irónico cómo hace apenas un momento, Neveah había estado furiosa con el rey dragón, pero en este momento, toda su ira se había esfumado.
—¿Dónde está la Guardia del Rey? Al menos uno de ellos debería estar aquí con él. —Neveah murmuró para sí misma, frunciendo el ceño al resonar otro estruendo desde la sala.
Neveah permaneció quieta, contemplando si debería llamar a alguien para calmar al rey dragón antes de que la sala de la historia fuera demolida a raíz de su enojo.
Un suspiro quedo escapó de los labios de Neveah, no creía que nadie se atreviera a acercarse al rey dragón dada su disposición, no tenía sentido llamar a alguien.