Mientras Neveah miraba al hombre de negro con los ojos entrecerrados, el hombre también la miraba fijamente a ella.
Neveah no podía ver sus ojos ya que estaban cubiertos por una máscara que le cubría toda la cara, pero a Neveah tampoco le importaba verlos.
Lo único que Neveah quería ver en los ojos del hombre de negro era ese momento cuando la luz en sus ojos se apagaba lentamente mientras ella le quitaba la vida.
Sólo haría falta un salto... un solo salto y Neveah acabaría rápidamente con el hombre de negro, hundiendo sus colmillos en él y desgarrando su carne.
Neveah intentó avanzar pero frunció el ceño levemente cuando sus miembros no se movieron, como si una fuerza invisible los sujetara con fuerza y los mantuviera en su lugar.
—No intentes moverte. Si te resistes, sentirás que los lazos se aprietan más y más hasta aplastarte... así que si yo fuera tú, me quedaría quieto... y no me movería ni un centímetro —El hombre de negro habló desde donde estaba sentado.