—Llévate a Xenon contigo. Él no puede montar en su condición y yo me manejaré mejor solo —concluyó el Rey Jian antes de que Neveah pudiera decir algo más.
Neveah mordió su labio, la finalidad en el tono del Rey Jian dejó claro que ella no tenía voz en el asunto,
Aunque tuviera voz en el asunto, ¿qué es exactamente lo que diría? ¿Que ellos dos deberían pasar y dejarla a ella encontrar su propio camino? El arreglo del Rey Jian era el más factible.
—¿Piensas en dónde quieres que te lleve? Un lugar que sepas que será seguro para ambos al llegar. Sabes cómo funciona esto, ¿verdad? —preguntó el Rey Jian a Neveah.
Neveah asintió lentamente, imaginó la muralla de la Ciudad Duna, un lugar que ahora le era tan familiar después de muchas alboradas presenciadas desde esa altura.
El lugar desde el cual podía ver la vasta extensión de las Dunas Blancas y la ciudad misma a la que había llegado a querer.