Neveah podía sentir la preocupación en el tono de Lydia y eso la desconcertaba por completo.
Con todo derecho, ella debería haber sido una extraña de la cual Lydia no podía esperar deshacerse.
Si había algo que Neveah había descubierto, era lo poco acogedores que eran los Asvarianos con las especies desconocidas.
¿No era esa la razón por la cual todos en el refugio del dragón la detestaban?
—Tres días es suficiente tiempo, estaría mal de mi parte imponer más —Neveah declinó educadamente.
Nunca fue de quedarse más de la cuenta, además, Neveah sabía que necesitaba descifrar su próximo paso, no podía estar tranquila si seguía acostada.
—No estarías imponiendo, ya que mi hijo te encontró y te trajo a casa, entonces debo cuidarte hasta que recuperes completamente tu salud para que sus esfuerzos no sean en vano —Lydia insistió.
—Pero... —Neveah comenzó a protestar, pero Lydia la interrumpió.