—No tengo otra opción —Archi se lanzó al pecho de Dora y comenzó a llorar suavemente.
Dora lo miró con ojos tristes —No hicimos nada malo, pero aún así tienes la intención de matarnos —tragó saliva.
Ella miró la cabeza de Archi —No tengo nada que decir, pero que nuestra inocencia hable por nosotros —dijo en voz baja.
La cabeza de Aldof se inclinó y la daga se cayó —No los mataré a ambos, no tengo el corazón para hacerlo —negó con la cabeza y se secó una lágrima en la esquina de su ojo.
El resto de los guardias lo miraron sorprendidos —¿Aldof? ¿Estás seguro de esto?
—Este cachorro es el heredero del Alfa, ¿qué nos pasará si algo le sucede?
Callaron, se inclinó y ayudó a Archi a levantarse, secando sus lágrimas —No llores, no les pasará nada a ambos —lo consoló.
Miró a Dora —Los ayudaré a salir de aquí, deben dejar este lugar y nunca regresar —dijo con firmeza.
Ella asintió —Sí, muchas gracias —dijo con los ojos llorosos.