Ella pareció sorprenderse cuando vio a Dora en la puerta, rápidamente se compuso.
—¿De qué estás hablando? —dijo.
Ella caminó hacia la cama, —Definitivamente no eres Nyx.
—Soy Nyx, ¿por qué dudas de mí Dora? —hizo un puchero con los labios.
Ella estaba un poco sorprendida cuando escuchó su nombre, —Tú... ¿sabes mi nombre? Eh... ¿cómo?
—Soy tu amiga, ¿por qué no iba a saber tu nombre? —se llevó la mano a la cabeza—. No puedo creer que de repente estés dudando de mí, qué mal de tu parte —sacudió la cabeza incrédula.
—Oh —Dora se sentó en la cama—. Oh, lo siento, pensé que eras... te sentías diferente —suspiró.
—Entiendo, no es tu culpa, probablemente me malinterpretaste —sonrió con malicia.
—Lo siento —inclinó la cabeza—. Perdón, debo haberte malinterpretado, me pregunto por qué —murmuró para sí misma.
Ella tomó su mano, —Está bien, ¿dónde está mi hijo?
—Él... está dormido, ¿debo despertarlo?