Elena caminaba por el pasillo y se dirigió al estudio de Oberón, entró pero no lo encontró allí.
—¿Dónde habrá ido? —frunció el ceño.
Se dirigía de vuelta hacia la puerta pero se encontró con él.
—Oberón —exhaló sorprendida.
—¿Madre? ¿Qué haces aquí?
—Necesitamos hablar hijo.
—¿Sobre qué quieres hablar?
—Es sobre Nyx, tenemos que encontrar una manera de aplacarla, de cualquier manera posible.
Oberón la miró fijamente por un momento, —Sé eso madre, confía en mí cuando digo que lo he estado intentando, realmente me odia y quiere mantenerse alejada de mí.
—No la culpo, toda la culpa debería recaer sobre mí, hice algo muy malo —cubrió su cara con la mano.
—¿Por qué te culpas a ti misma, qué hiciste mal?
Elena levantó la cabeza y lo miró con lágrimas en los ojos.
—Perdóname Oberón, yo soy la razón de que nunca supieras que Nyx estaba embarazada.
Él frunció el ceño, —¿A qué te refieres?