Elena estaba junto a la puerta, entrecerrando los ojos mientras observaba cómo Nyx empacaba sus últimas pertenencias en un pequeño y desgastado bolso de cuero. El silencio entre ellas era denso, cargado de preguntas no formuladas y un creciente sentido de temor. No podía deshacerse de la sensación de que algo estaba terriblemente mal.
—Nyx —Elena finalmente rompió el silencio, su voz temblaba ligeramente—. ¿Realmente vas a volver al palacio? ¿Después de todo lo que ocurrió? ¿Por qué ahora?
Nyx se detuvo, sus manos se detuvieron mientras cerraba el bolso. Se giró para enfrentar a Elena, su expresión era tranquila pero sus ojos fríos y distantes. —No regreso porque extrañe el lugar, Elena. Regreso porque tengo asuntos pendientes. Hay cosas que deben ser arregladas.
Elena frunció el ceño, confusión grabada en su rostro. —¿Qué quieres decir? ¿Qué asuntos podrían valer la pena para regresar a ese lugar maldito?