Archi y Dora sostenían sus barriles, caminando felices hacia el arroyo.
—Archi, asegúrate de sostener bien tu barril, ¿vale? No quiero que se te escape y rompas tu barril.
—Soy lo suficientemente grande, puedo cuidar muy bien de mi barril.
—Eso es un buen chico —dijo ella con orgullo brillando en sus ojos.
Continuaron su caminata en silencio. Pasaron junto a una antílope y su cría, la madre era muy afectuosa con su pequeño, después de algunos segundos se les unió el padre.
Archi sintió dolor al ver esa escena, —¿Tía Dora?
—¿Sí, Archi?
—¿Dónde está mi padre? ¿Cómo es que tengo madre pero no tengo padre?
Dora se quedó helada ya que no tenía una respuesta definitiva a esa pregunta suya, trató de evitar su mirada al mismo tiempo que pensaba en la mejor respuesta a su pregunta.
—Archi... realmente no sé cómo responder mejor a tu pregunta —dijo, sacudiendo la cabeza.
Frunció el ceño, —¿Crees que madre tendría la respuesta?