En el vasto universo, había un planeta que brillaba con luz púrpura.
Unas gotas de lluvia brillantes como diamantes cayeron del cielo una tras otra, emitiendo una luz deslumbrante. Cuando las gotas aterrizaron en el suelo, también eran doradas. Al cabo de un rato, se convirtieron en agua.
En ese momento, muchas personas estaban reunidas en un lugar extraño y grandioso.
Todas estas personas eran agraciadas y elegantes. Vestían magníficas túnicas largas. Ya fuera por sus ropas, su estilo, sus joyas decorativas o sus rostros dignos, no era difícil darse cuenta de que se trataba sin duda de un grupo de personas con un estatus superior en este planeta.
Era como ver a alguien con traje conduciendo un Mercedes-Benz en la Tierra.
Un hombre corpulento de mediana edad mira fijamente a una plataforma circular frente a él. A su lado había una hermosa mujer de mediana edad y, detrás de ella, unos cuantos jóvenes.
El hombre preguntó con seriedad: