William Cole y Sean Lawson intercambiaron miradas.
—¿Sabes quién es Miyamoto Yamauchi? —ladró Sean Lawson.
—No te atrevas a hacer falsas acusaciones. Si te atreves a difamar al Sr. Miyamoto, te enviaré de vuelta a la prisión en las afueras de Pekín. —La mera mención de la prisión en Pekín tornó el rostro de Levi Weaver de un color ceniza.
Estaba tan asustado que se acurrucó en las mantas, con un aspecto de desesperación grabado en su rostro—. Director Lawson, le juro que no estoy mintiendo.
—¿Qué bien podría hacer ese bastardo de Miyamoto Yamauchi? —Lo conocí cuando estaba de luna de miel en Japón hace diez años.
—Me dio mucho dinero, eso sí, pero de verdad es un canalla, definitivamente no es una buena persona.
—No puedo creer que el Sr. Miyamoto hiciese algo así —tenía una mirada escéptica Sean Lawson.
—¿Sabes cuál es la posición actual del Sr. Miyamoto? Es el subdirector de Ito Machi, el embajador japonés, y también el representante de la Sociedad de las Mil Manos en Japón.