—Media hora después, el Rey Águila llegó al hospital con sus hombres.
—La Sra. Cole ya había convocado a mil Guardias del Tigre Negro, que estaban custodiando la entrada del hospital. Al llegar el Rey Águila y sus hombres, la Sra. Cole los detuvo —Rey Águila, ¿qué tramas? El Maestro Santo había decretado que a los Cuatro Grandes Señores no se les permitía regresar a la Ciudad Santa. ¡Tu retorno no autorizado ya ha violado la regla!
—Ja, señora, está equivocada.
—El Rey Águila sonrió —Fue el decreto de la anciana lo que me trajo de vuelta.
—El rostro de la Sra. Cole se volvió negro como el carbón mientras miraba a la anciana —¡Madre, no deberías haber hecho esto!
—¡Humph, qué tiene eso de malo? —La anciana resopló fríamente, su rostro lleno de ira, señaló la nariz de la Sra. Cole—. No te toca a ti comentar cómo hago las cosas.
—Madre, ¿alguna vez has escuchado una historia de la Dinastía Han? —La Sra. Cole sacudió la cabeza impotente.