–¿Cuánto por la madre?– pregunta Shi, disimulando su voz.
El mercader la mira. Me mira a mí. Dudando.
–De verdad quieres separarlas. No se ven muchas madres e hijas. Es excepcional. Las dos juntos por 500 oros es una ganga– intenta convencerla él.
–Si es tan excepcional, estaría en la subasta. Si no se ven muchas, es porque nadie es tan estúpido como para venderlas así– le contradice ella sin contemplaciones.
No tiene ninguna piedad. Estoy seguro de que está irritada. El mercader parece reaccionar un poco hostil.
–¿Cómo que no? Lo que pasa es que…– intenta refutarla.
–No me jodas. Todos sabemos que hay granjas de cría. Si fuera tan bueno, habría cientos vendiéndose. La gente necesita una esclava o necesita una niña. No las dos. Si no las ponen juntas, es porque saben que las madres se deprimen cuando se las quitan. Es fácil que enfermen. Así que valen menos. 40 oros por la madre es una buena oferta.
Sin duda, se lo han estado pensando antes. Quizás incluso lo ha discutido con Song. Está en primera línea, mirando.
El mercader está empezando a sudar. No le está saliendo como esperaba. Además, otros están escuchando. Si no sabían que la madre se deprimía, ahora lo saben. Está intentando presionar al mercader.
–¿¡40 oros!? ¡No pienso venderla por menos de 400 los dos!
Shi me va mirando de reojo. Song también. Finalmente les digo que sí. La niña ha dejado de llorar. Me mira con curiosidad. Es débil, pero puedo llevármela.
–Que manía… Nadie va a querer los dos. Tú mismo. Es difícil que alguien los compre. Tendrás que alimentarlos. Ocupan espacio que no podrás usar para otros– se encoge de hombros y mira alrededor –. ¿Alguno piensa diferente?
Es un riesgo. Pero si alguien compra a las dos a la vez, les está bien. Sería un mal menor. Al menos, no las separarían. Aunque sería una pena perderla. Nadie responde. Excepto Song.
–Vaya pregunta más absurda. ¿Quién va a pensar diferente? Lo sabe todo el mundo– asegura ella, con desdén –. Puedo subir hasta 50 oros, ni uno más.
–¡Oye! ¿¡Por qué te metes en los negocios de los demás!?– exclama Shi, ofendida.
–Ahora es mi negocio– sigue Song con tono de desdén, arrogante.
–La niña parece sana, aunque no puedo estar seguro. No tiene nada de especial. Te doy 10 oros por ella– intervengo.
–No…– susurra su madre, incapaz de aguantarse.
Lamento hacerla sufrir así. Solo será un momento. Espero.
–¿10 por la niña? Al menos 100…– regatea el mercader, cada vez con menos convicción.
–Uff, mira la madre… Es peor de lo que pensaba. Retiro mi oferta– interrumpe Song, con el mismo tono de desdén.
Por dentro, deben de estar sufriendo las dos. En especial Song. Fue una de las que más quiso animar a aquella esclava. Estuvo bastante deprimida cuando murió. Y eso que los esclavos estamos acostumbrados.
–Bajo mi oferta a 20. No sé si podré aprovecharla– interviene Shi.
La mayoría del resto de posibles compradores se van a otros puestos. Claramente, han perdido interés. Algunos se quedan. Probablemente por curiosidad. Y Song. Es improbable que intervengan. Lo que ha hecho Song no está bien considerado. Han habido miradas y murmullos de reproche.
El mercader está sudando bastante. No ayuda que esté gordo. Y que sea un mortal.
–¿100? ¿Lo que vale un esclavo sano por una niña a la que hay que criar? ¿Estás de broma? Me interesa porque podría ser una esclava para mi sobrino, un poco mayor. Pero por 100, me espero a que crezca para comprarle una a su gusto. Puedo subir a 15, pero no puedo arriesgar más.
–¿Bueno, la vendes por 20 o no?– presiona Shi, intentando abrumarle.
–Al… Al menos paga los 40– casi suplica.
Sabe que es probable que se corra la voz. A la gente le gusta cotillear. Si es así, le será imposible venderla por más. Me cuesta no sonreír. Hemos ganado. Ahora queda la última negociación.
–¿40? ¿La has visto? No puede ni aguantarse las lágrimas– sigue presionando Shi.
La esclava está destrozada. No puede contenerse. El mercader coge un látigo, dispuesto a azotarla. Enfurecido con ella.
–¡Maldita esclava!
–Si la hieres, bajará aún más su valor. En su estado, puede que la arruines del todo. No esperes que te la compre– dice Shi con aparente calma. Sé que no lo está.
El mercader se detiene de golpe.
–¿Me la vendes por 15 o no? Tengo un poco de prisa. Si no te interesa, me iré a ver que encuentro. Quizás pueda encargar una– amenazo.
–Vale, 15 oros. ¡Ni uno menos!– se rinde finalmente. –¿30? Pregunta ya bastante indeciso a Shi.
–Buff. 25 y soy generosa. Puede que los esté tirando. No sé si al final servirá. Quizás no debería comprarla…– asegura ella, reticente.
–¡Vale, hecho, 25!– se apresura a cerrar el acuerdo.
Ella paga primero. Le dan el papel de propiedad. El que coincide con el tatuaje de esclavo. Se puede quitar con qi si el esclavo consigue cultivar. Paga con la entrada y pone 15 oros más. Se aleja. Sigue de lejos a Song que se ha ido antes. Aunque se paran a mirar otros puestos. Más bien, a esperarme.
La niña también tiene su tatuaje de esclava. Y sus papeles. Está tranquila. La he hecho dormirse. Las sigo poco después. La esclava estaba casi histérica. Algo le ha dicho Shi. Se ha girado un momento. Shi la ha hecho volverse enseguida.
Lo curioso es que ahora siento una conexión. Es extraña. Quizás desesperada. Quizás de agradecimiento. Quizás de sumisión. De alguna forma, puedo llevármela también.
No tardamos mucho en salir. No hay mucho más que hacer. A Song le devuelven 5 oros. Al final, solo hemos perdido sus otros 5.
Nos reunimos en otro callejón. La esclava me mira con los ojos muy abiertos. Coge a su niña casi sin creérselo.
–Gracias– me dice temblando. Mirando a la niña. Con lágrimas en los ojos.
Las devuelvo. Luego hablaremos. Mientras, recorro un rato más el mercadillo. Hay muchas cosas inútiles. Puede que algunos tesoros ocultos. Sigo de incógnito. Me sacaré la ropa poco antes de volver. No quiero encontrarme a ese estúpido otra vez.
No puedo evitar sonreír. La nueva esclava estaba llorando, abrazando a su niña. Era conmovedor. Luego le presentan a las demás. Bueno, a Wang no. Supongo que le hablarán de ella. Y las presentarán cuando nuestra alquimista tenga un momento libre. Mejor no le digo que había puestos llenos de plantas.
Están un rato con ella. Aunque Song se ha apartado un poco. Está con el asta que he comprado. Y también ha sacado la punta de lanza. Espero que le sirva.
Algo me llama la atención. Es un puesto que venden un poco de todo. Aunque pocas cosas enteras. Entre ellas, un trozo de mapa. Me recuerda al que encontramos en la cueva del cultivador. Lo miro sin sacarlo del almacén. Tiene un estilo similar. Puede que incluso coincida por uno de los lados. Pero hay algo raro.
Quizás no me hubiera dado cuenta si no lo estuviera mirando directamente. El color es ligeramente diferente. ¿Será porque uno está más desgastado que el otro?
No, hay algo más. El borde del mapa que está en el puesto, el que no está roto, es bastante liso. El que tengo yo es más irregular. Incluso la tinta no es exactamente igual. Hay sutiles diferencias en la forma de los trazos.
Quizás no me hubiera fijado si no me dedicara a copiar los cuadernos. Hay que ser muy exactos al hacerlo. No solo en la forma, sino en los trazos del pincel. En su fuerza, dirección y extensión. ¿Puede ser una copia mal hecha?
Aunque lo fuera, tampoco importaría mucho. Pero, ¿por qué alguien vende una copia de un trozo de mapa?
Lo dejo y examino otro. Para disimular. También parece un trozo. Ni idea si es real, una copia o simplemente falso.
–Estos mapas parecen incompletos– miro al vendedor un tanto confuso. Aunque mi confusión es por otra razón.
–¡Por supuesto! Son mapas reales, pero incompletos. Si encuentras las otras partes, ¡podrás hacerte rico! Si el destino te ha llevado a uno, ¡te llevará a los otros!
Sabe vender su mercancía. Si no fuera porque desconfío, estaría tentado.
–A 200 oros, ¡es una ganga! ¡Puede valer millones lo que encuentres! ¡O más!– sigue ofreciendo.
Sí, claro… El destino me ha llevado a los ocho trozos de mapa y tengo que comprarlo todos. Dejo el que estoy mirando. Aunque dudo, decido no comprarlo. Hay algo extraño, aunque no sé el qué. De hecho, ni siquiera sé si el nuestro es auténtico.
Alguien se pone a mi lado. Me medio empuja de malas formas. Es un hombre de pelo morado. Poco más puede verse que lleva una cola. Un pañuelo y un sombrero ocultan su rostro. Podría haberme pedido que me apartara. Aunque mejor no digo nada. Está en la etapa 8 de Alma.
Coge el mapa. El que parece que coincide con el mío. El que parece una copia. Paga los 200 oros sin pestañear. Me lo quedo mirando. Me ignora. El vendedor se encoge de hombros, como disculpándose conmigo.
Me levanto y sigo mi camino. Me quedo mirando al que se va. Al que me ha empujado. Entonces, veo que dos siluetas se ponen en marcha tras él. Le siguen. A escondidas.
Estoy tentado de ir tras ellos. Pero no soy tan estúpido. Si él estaba en la ocho de Alma, los otros dos puede que más. Y no es asunto mío. Pero me intriga. ¿Tiene relación con que haya cogido ese mapa? Quizás sea más peligroso de lo que pensaba
Miro de reojo el puesto. Para mi sorpresa, ha puesto otro mapa exactamente igual. Eso confirma que es una copia. Puede que sea falso. Me quedo con ganas de saber más. Lo que está claro es que debo ir con cuidado con cualquier cosa relacionada con el mapa. Por si acaso. Hay gente vendiendo y gente acechando. ¿O quizás era por otra razón? Como sea, no puedo saberlo. Así que mejor ser precavido.
Las chicas están bañando a la niña y a la nueva esclava. Hablando con ella. Parecen bastante alegres. La esclava está sorprendida. Supongo que le están contando acerca de nosotros y la Residencia. Abre muchos los ojos.
Están todas allí. Song ha dejado la lanza para luego. Al menos, no la ha desechado del todo. Puede que haya alguna posibilidad. La escena de verlas desnudas en el agua siempre la encuentro muy sensual. Con una novedad. Y sin Wan.
No es lo que se consideraría una belleza. Si lo fuera, hubiera estado en la subasta. Sus pechos son algo más pequeños que los de Ma Lang. Quizás, están un poco hinchados. El bebé chupa a gusto uno de ellos.
Su piel es algo más oscura de lo habitual. Su pelo rojo oscuro. Corto. Sus ojos tienen un tono anaranjado. Su culo ni muy prominente ni todo lo contrario.
Rui, Ning, Rong y Bronceada están entrenando. La primera y la última con convicción. La segunda porque Rui la vigila. Rong no lo tengo muy claro. ¿Quizás debería ofrecerle alguna técnica? Cuando lo insinué, me ignoró. Si no me puedo fiar de ella, tampoco importa mucho.
Dejo atrás los puestos y la gente. Es algo más solitario. Me escondo en una calle lateral para quitarme el exceso de ropa y dejar solo la de estudiante. Ya estoy llegando a la salida de la ciudad. La que lleva a la secta.
Al poco de salir, aparece alguien cortándome el paso. Otro detrás. Los he visto antes. El de detrás es el de la etapa 3 que estaba con mi "viejo amigo", el estudiante Fen. Sé que su nombre completo es Niu Fen.
El otro está en la etapa 5. También es inestable, pero son 4 etapas de diferencia. Esto puede ser peligroso. Si atacan, no sé si saldré de esta. Aviso a las chicas. Siento molestarlas, pero no hay más remedio. Las saco del estanque y les pongo delante de las armas y ropas, y toallas. La nueva parece confundida.
Niu Fen sale de detrás del de la etapa 5. Muestra una sonrisa satisfecha de sí mismo.
–Je, je. ¿Creías que te iba a dejar escapar así como así, que iba a dejar escapar mi venganza?– me amenaza.
–No sé de qué me hablas. Si hiciste algo mal, simplemente admítelo. Ya te han echado, no te van a hacer nada más– respondo, intentando ganar tiempo.
Las chicas se visten y arman en un momento. Rui también. Incluso tengo a Ning preparada. El problema está que, incluso con ellas, será muy difícil. Quizás podamos asustarlos, pero dudo mucho que matarlos. Eso no sería bueno. Si son testigos de que ellas salen de la nada, puede ser un grave problema. Claro que es peor morir.
–¡Sé que fuiste tú! ¡Tú pusiste las píldoras allí! ¡No pudieron ser mis amigos!– me acusa.
Tiene razón, fui yo. Aunque no es como si fuera a admitirlo.
–Era un esclavo entonces. ¿De dónde quieres que sacara no sé qué píldoras?
–¡Tú sabrás! ¡Escondías tu cultivación, también esconderías las píldoras!
–Una cosa es esconder la cultivación, pero ¿píldoras? A los esclavos no se las dan, no tienen dinero para comprarlas– argumento.
Se queda por un momento sin saber qué decir. Pero eso no me da la posibilidad de huir. O de atacarle. Si lo cogiera prisionero, seguro que podría escapar. Por desgracia, sus guardaespaldas están vigilándome. Uno de ellos interviene.
–¿Quizás la robó?
–¡Eso! ¡Las robaste para conspirar contra mí!– afirma hinchando el pecho, como si se le hubiera ocurrido a él.
¿Por qué tenía que meterse? Lo curioso es lo cerca que está de la verdad. Por pura casualidad. Tengo que conseguir que vuelva a dudar.
–¿Estás diciendo que un esclavo roba píldoras y, en lugar de usarlas él, las usa para ir contra ti? ¿Sabes lo absurdo que es eso?
En realidad no tanto. Guardarlas o usarlas sería muy peligroso. Podrían descubrirte enseguida. Pero él no lo sabe. Espero.
–¡Mierda! ¡Alguna razón tendrías! Además, ¡me caes mal! ¡Y podrías chivarte de esto! ¡A por él! ¡Matadlo!
Esto no es bueno. Las chicas están preparadas y tensas. Las he avisado del peligro. Siendo más, quizás no que puedan con nosotros. Podemos amagar con atacar a Niu Fen. Tendrán que protegerlo. Pero lo único que lograremos será escapar con vida. Espero. Lo que no sé es que pasará si ellos hablan de lo que haya pasado. Les digo que se preparen.
Los guardaespaldas se acercan. Empuñan sus armas. Noto como sus qi se concentran. Probablemente, van a usar alguna habilidad.
Es cierto que han forzado su cultivación y es algo inestable. También es cierto que han tenido tiempo de sobras para perfeccionar sus técnicas. Sin esperanzas de mejorar su cultivación, es la mejor forma de hacerse más fuertes. Tampoco me extrañaría que fueran veteranos en este tipo de peleas. No como los estudiantes.
Les marco la situación a las chicas. Incluido el objetivo principal. Dos irán a por él. Forzando a uno de los guardaespaldas a protegerlo. El resto nos enfrentaremos al otro. Solo espero que no tenga algún artefacto que pueda protegerlo. O que el que está con él pueda alzar un escudo.
Saco el bastón. Me preparo imbuyendo qi. Poniéndome de lado. Para verlos a los dos. Cuando se acerquen un poco más, las llamaré. Espero que podamos sorprenderlos. Quizás una se pueda colar y cogerlo como rehén.
¿Y si le pasa algo a una de ellas? Aunque me han prohibido sobreprotegerlas, no puedo evitar pensarlo. Claro que si muero, no sé que les pasaría a ellas.
Se acercan un paso. Otro. Dos más y las llamo. Otro. Uno de los dos va a lanzar algo.
De repente, un aura poderosa nos rodea. Todos nos quedamos paralizados. Ellos parecen asustados. No tardan en aparecer unos estudiantes. El aura es la de uno de ellos. Es un estudiante de élite. Los otros tienen ropa de estudiantes internos.
–¿Qué sucede aquí? ¿No estaríais atacando a un estudiante de la secta?– les interpela con tono amenazante.
–¡No, no, claro que no! Solo charlábamos y le mostrábamos unas técnicas– asegura inmediatamente Nui Fen, haciendo varias reverencias.
Voy a desmentirle, pero me callo. Me ha llegado un mensaje del estudiante a la mente.
–Ten la boca cerrada. Tienen contactos en la secta. Es mejor dejarlo así, o todos tendríamos problemas.
Me da rabia. Entiendo que lo vamos a dejar escapar. A pesar de haber atentado contra un estudiante. Contra mí. De todas formas, saludo con respeto y agradecimiento al estudiante. Fuera o no su intención, me ha salvado la vida.
Sigue su camino y me ignora. La mayoría del resto también. Algunos me miran con superioridad. Quizás arrogancia. Otros se dedican a adular a quien me ha salvado.
Mis enemigos se han alejado en cuanto han podido. Yo hago lo propio. Sigo al grupo a cierta distancia. De vuelta a la secta. A mi cabaña.
Ya les he indicado a las chicas que todo había pasado. Parecen nerviosas. Así que las llamo en cuanto entro.
–¡Kong! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
–¿Quién ha sido? ¿Estás herido?
–Estoy bien, por suerte. Ha sido Niu Fen…
Se muestran ofendidas, enfadadas, preocupadas y asustadas, aunque también aliviadas. Tampoco les hace mucha gracia lo del mapa. Decidimos ignorarlo. Como si no lo tuviéramos. Aunque pudiera ser valioso, no tenemos la fuerza para intentar obtenerlo. Intentar venderlo sería peligroso. Es mejor simplemente no meterse en problemas.
Luego me hablan de la esclava. Se llama Shun. La niña, Wei. Al parecer, el adolescente hijo de sus propietarios se "divertía" con ella. Sin que sus padres lo supieran. Pensaban que él era aún demasiado joven. Ella era su esclava, no se podía negar. Por ello, no le habían dado nada para evitar embarazos. Por ahorrar una miseria.
Cuando lo descubrieron, decidieron venderla y enviarla lejos. Que nadie pudiera relacionarlos con el bebé. Tuvo suerte. Otros la hubieran hecho abortar. O incluso matado. Fueron relativamente benévolos. O codiciosos al querer venderlas.
El mercader le dejó dar a luz. Creía que podía sacar más dejándolas juntas. Se equivocó.
Cada día temía que la separan de su hija. Me dicen que nos está muy agradecida. Que está dispuesta a hacer lo que sea. Me hacen prometer que la trataré bien. ¿Quién se creen que soy? Se ríen cuando me quejo. Me han provocado queriendo.
–Si te portas bien, luego seré buena contigo– me promete Song.
Creo que lo del asta la ha conmovido. Aunque quizás no le sirva. Ha dicho que no está segura. Por desgracia, solo podemos unirla de forma un tanto precaria. No somos herreros. De todas formas, lo intentará.
–¡Yo también seré buena!– Se ofrece Liang, entre risas.
–¡Y yo!– sigue Yi.
–Yo… también– se añade Yu.
–¡Yo siempre soy buena!– exclama Shi.
Todas se ríen. Yo incluido. Ella protesta. Se hace la ofendida.
–Yo también– me susurra Lang al oído.
De todas formas, no la llamaré hasta que me digan. Sea hoy, mañana u otro día. No hay prisa. Mejor dejarla que se recupere. Ahora está durmiendo junto a su niña. Según las chicas, estaba agotada. Física y mentalmente.
—————
–Lo siento, me esperaban, no he podido darles esquinazo– se disculpa Ken cuando llega.
–¡No seas mala!– protesta Bi Lang.
–Teníamos que venir a recompensar a Kong por su trabajo– se defiende Bei Liu.
–¿No sería mejor que él nos recompensara por el nuestro?– sugiere Ken.
–Tú no estabas– le saca la lengua Bi Lang, vengándose.
–¡Os daba apoyo moral!– ríe Ken.
–Vosotras seguir discutiendo– se burla Liu, tirándose en mis brazos.
–¡Eh! ¡Traidora!– se queja Lang.
–Aprovechada…– ríe Ken.
Yo la cojo de la cintura. Alzo su vestido de una pieza. Sacándoselo por la cabeza. Dejándola en una fina lencería blanca. Semi transparente. Le beso la parte alta de su pecho. Ella arquea su cuerpo hacia atrás.
Mis manos pronto exploran la piel de otros dos preciosos cuerpos. Se han puesto a mis lados. Ellas me lamen el cuello. La oreja. Me soban el culo. Tientan mi entrepierna. Contrataco contra las suyas.
Cuando Ken está mojada, me vuelvo hacia ella. Ella siempre es la primera. Es la que más sufre. Y la primera que se tiene que ir.
Se deja caer sobre la cama. Estira los brazos hacia mí. Llamándome. Sus piernas abiertas. Esperándome.
La penetro despacio. Mirándola. Esperando su señal para ir más rápido o despacio. Ella me sonríe. Gira su cuerpo sobre el mío. Se pone encima. Me mira desafiante. Se muerde el labio y empieza a moverse. Ansiosa. Desesperada. Algo le ha pasado y no quiere decirlo. Supongo que sé el qué. Hay un estudiante en la etapa 4 que la está molestando.
Yo acaricio sus piernas mientras ella me cabalga. Puede oírse el sonido de nuestros cuerpos chocando. Sus pechos, de tamaño medio-grande, botan obscenamente.
–Pervertido. ¡Aaaaah! Deja de mirarme las tetas. ¡¡AAaaaaaahhhhHH!!– me acusa.
–Entonces, bésame– le sugiero.
Ella sonríe. Se detiene un momento. Se inclina sobre mí. Sus labios se solapan a los míos. Mientras sus caderas reanudan su movimiento.
–¡¡Aaaah!! Liu quería que la follaras a cuatro patas. ¡Aaaaahh! Lang quería mimos ¡¡Aaaaaah!!– me susurra al oído entre gemido y gemido.
Su pelo rubio roza mis mejillas. Su lengua busca la mía con voracidad. Su ritmo aumenta a medida que se acerca el orgasmo. Buscando alcanzarlo cuanto antes. Y se acaba corriendo mientras me besa.
Me la quedo abrazando. Luego me giro poco a poco. Poniéndola a ella debajo. Me deja hacer. Me mira con pasión. Saciada un poco su desesperación.
Me empiezo a mover despacio en ella. Voy acelerando poco a poco. Jugando con sus pechos. Con sus pezones. Con su cabello. Besándola. En la boca. En el cuello.
Ella gime. Ahora algo más tranquila. Entregada a mí y al placer. Ojalá pudiera librarla de su sufrimiento. Quedármela. Al menos puedo hacerla disfrutar. Hacerla olvidar por un rato. Llevarla un par de veces más al orgasmo. Abrazarla después de llenarla.
–Gracias– me susurra –. Ahora más te vale atender a esas pervertidas, o se te tirarán encima.
Nos sonreímos. Ella mira hacia Liu. Yo asiento. La dejo y cojo a Bei Liu por sorpresa. La pongo a cuatro patas y la penetro. Ya estaba más que mojada.
–¡¡¡AAAAaaaahhhhHH!!! ¡Kong! ¡No seas…! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAaaahhhhHHHH!!!! ¡Ken, traidora! ¡¡¡AAAAAAaaaaaaaAAHHHH!!!
No le dejo quejarse. Embisto en ella una y otra vez. Con fuerza. Hasta el fondo. Ella gime apasionada. Ken ríe. Lang nos mira mientras se estruja el pecho. Desnuda. Se frota su entrepierna.
La cojo de su cola morada. Estiro con suavidad para que gire la cabeza. Lo suficiente para poder besarla. Penetrando su boca con mi lengua. La suya no se queda atrás. Su boca de abajo está siempre llena.
La agarro de las nalgas. Embistiéndola mientras ella esconde la cabeza en una almohada. ¿Cuándo se ha hecho con ella? Su vagina me aprieta. Busca su placer y el mío. Mis dedos quedan marcados en sus nalgas. Y el qi con ellos.
Entro y salgo de su cavidad sin cuartel. Freno un poco cuando se corre. Pero veo que puede aguantar más. Así que vuelvo a acelerar. Llevándola de nuevo al orgasmo. Llevándola al borde de la extenuación.
–Aaaah. Kong, Malo. Ken, chivata– se queja casi sin fuerzas cuando acabamos.
–Como si no lo hubieras disfrutado– se burla Ken.
Le acaricio un rato las nalgas. La espalda. Su cabello morado. La beso a media espalda. Luego voy a por Bi Lang.
Ella me recibe con un beso. Mis manos se mueven por su pecho con suavidad y qi. Por sus piernas. Por sus nalgas. Durante un rato, recorro su cuerpo poco a poco.
La penetro despacio. Con suavidad. Añadiendo un poco de qi a lo largo de cada penetración. Mientras mis manos siguen acariciándola. Y mis labios llenándola de besos.
–¡Aaaaah! Es cierto. Ken es una chivata. ¡AaaaaahH!– se queja sin mucha convicción.
–De nada. Sé que harías lo mismo por mí. Sabes, estás increíblemente erótica– se burla esta.
–¡Aaaah! Tonta ¡Aaaah!– se vuelve a quejar, antes de que la silencie con un largo beso.
–La verdad es que sí que lo es– añade Liu sin moverse.
Lang quiere quejarse. Pero está demasiado ocupada con mis besos, mis caricias y mis embestidas. La voy llevando suavemente al orgasmo. Dejo que vaya creciendo el placer en ella. Hasta que su cuerpo entero tiembla.
Nos quedamos mirando. Me sonríe. Mueve los labios para pedirme que se lo haga ahora más rápido. Asiento.
–Yo también quiero el próximo día– comenta Ken.
–Supongo que no está mal de vez en cuando– le responde Liu.
Lang les saca la lengua. Después las ignora. Mientras vuelvo a embestir. A follarla. Con un poco más de intensidad. Haciéndola gemir a cada embestida. Sin besarla por ahora. Mirándola fijamente. Ella devolviéndome la mirada. Nos sonreímos.
Cuando se acerca el orgasmo, me besa. Nuestros cuerpos se acercan más. Se frotan el uno contra el otro. Puedo sentir sus modestos pechos pinchándome. Su calor mezclándose con el mío. Saborear su sudor cuando beso su cuello. Su saliva cuando es el turno de sus labios. Su interior a cada momento. Que acabo llenando.
—————
Nos quedamos un rato hablando. O tirándonos almohadas. Lang ha empezado. Quería dar a Liu, pero me ha alcanzado a mí. Yo me he vuelto, pero he dado a Ken. Y Ken se ha reído y ha ido directamente a por Liu.
Finalmente, Ken se tiene que ir. Besa sensualmente a sus amigas. Luego a mí. Más largo y húmedo.
–No es justo. Tienes preferencias por Kong– bromea Liu.
–Es más guapo– argumenta Ken con una sonrisa.
–Eso es verdad– está de acuerdo Lang.
Yo solo me encojo de hombros. Un poco triste de verla marchar. Cuando sale, me giro hacia sus amigas.
–Contadme todos los detalles.
Parte ya lo sabía. Pero no todo. Al parecer, el estudiante la asalta cuando va a por agua. Ella no puede hacer nada para evitarlo. Están preocupadas. Aunque intente esconderlo, Ken no está bien. Se siente frustrada y humillada. Ahora que tenían una esperanza de estar tranquilas, este ha decidido molestarla.
No se van hasta que les aseguro que no haré nada peligroso. Aunque puede que les esté mintiendo. Lo comento con las chicas.
–Adolescente engreído que abusa de esclavas. Los odio– gruñe Song.
–¿Qué podemos hacer?– pregunta Yu.
–¿Qué tal lo que hablamos el otro día?– sugiere Shi.
–¿No será excesivo? No queremos que haya investigaciones– pregunta Liang.
–Bueno, tampoco tenemos que llegar hasta el final. Solo asustarlo– sonríe Song con malicia.
–Será divertido– añade Yi.
–Ayudaré en lo que pueda– se ofrece Lang.
–¿Y exactamente, qué es lo que hablasteis?– pregunto, sintiéndome un tanto marginado.
Ellas se ríen. Tardan un rato en confesar. He tenido que recurrir a las cosquillas. Por suerte, no se han unido en mi contra.
Podría funcionar. No es muy peligroso, y no debería tener consecuencias. Y es un poco malvado. Bastante. Siempre lo digo. Mejor no hacerlas enfadar.
A Shun la dejamos descansar. Se ha levantado varias veces para dar de mamar a Wei. La primera ha llorado. ¿Quizás no se lo creía? Ahora duerme con una sonrisa en sus labios. De alguna forma, se siente bien verlas así.
Por su parte, las chicas se muestran muy sumisas. Muy complacientes. "Se portan bien," han dicho. No es que me vaya a quejar.
Incluso Wan se ha acabado uniendo. Me pregunta día sí día no cuando subiré. Quiere estar en Alma. Está ansiosa por hacer píldoras. Aún tendrá que esperar. Calculo que un año. Quizás algo menos.
El ritmo al que acumulo el qi "concentrado" me daría para algo así. Podía ir más rápido si exprimiera a Fen Huan. O si tuviera a alguien más en la etapa 2. Pero no puedo quejarme. Lo normal serían unos 10 años. No obstante, no sé que pasará en el momento de cambiar de etapa. Si será tan fácil como hasta ahora.
bình luận đoạn văn
Tính năng bình luận đoạn văn hiện đã có trên Web! Di chuyển chuột qua bất kỳ đoạn nào và nhấp vào biểu tượng để thêm nhận xét của bạn.
Ngoài ra, bạn luôn có thể tắt / bật nó trong Cài đặt.
ĐÃ NHẬN ĐƯỢC