—No te burles de un dolor que no has sufrido —Desconocido.↩
Cielo no pudo dormir durante toda la noche. La cama nueva, el espacio nuevo y la habitación nueva le resultaban extraños. Este no era su hogar y ya extrañaba su hogar. Durmió abrazada a la camisa de Zamiel, que había tomado de su habitación. Su aroma la mantenía fuerte. Tenía que mantenerse fuerte por todos. No podía seguir huyendo ni escondiéndose. Ya había probado esa técnica y casi mató a su compañero. Él no merecía pasar por eso otra vez. Ninguno de los miembros de su familia merecía pasar por tal cosa solo porque ella quisiera quedarse.
Zamiel había luchado contra la muerte para volver con ella. Lo menos que podía hacer era luchar por él. No esconderse ni huir. La regla número uno para derrotar al enemigo era conocer a su enemigo. Tenía que quedarse con su abuelo para aprender sus debilidades. Debía haber algo o alguna escapatoria.