—Yo pensé que te gustaba; supongo que soy la única que lo disfruta. Nos veremos mañana.
—Emily, espera. ¿Por qué haces esto? Siempre buscas irte cada vez que te digo que esto me molesta. Me duele mucho todo lo que haces.
—Si tanto te desagrada, dejaré de hacerlo y problema resuelto. Ya me tengo que ir, amor— me subí al auto, y lo miré por última vez, antes de irme.
—Es insoportable, pero debo controlarme. Falta muy poco para tenerlo en mis manos— reí.
Llegó el día más esperado, nuestra graduación. El tiempo me pareció eterno, pero ya estoy casi al otro lado.
Ya no tendré que asistir a menudo a verle la cara a ese inservible psicólogo, y los medicamentos me los suspendieron. Ya no tendré que seguir fingiendo más.
La relación entre Kevin y yo sigue igual; dejé de alimentarte de él para mantenerlo tranquilo, por ahora. Es complicado porque esos malestares han regresado, y a veces tengo esos impulsos, pero hasta ahora he podido controlarlos; aunque no sé por cuánto tiempo.
Mis padres estaban más que felices, de que su adorada hija iba a graduarse. Me acompañaron a la actividad, y el discurso de graduación, fue sumamente aburrido. Cogí mi diploma, y me mantuve con ellos. Las víboras estuvieron mirándome a lo lejos en todo momento, habían estado molestándome, pero ya no tendré que soportarlas más. Por otro lado, Kevin se mantuvo con su mamá, pero quedamos en que no íbamos a contarles todavía de nuestra relación. Mi padre se sospecha que tengo a alguien, ya que cada vez me hace la pregunta, pero lo he mantenido en secreto.
«A los muertos no hay que darle explicaciones, ¿Verdad que no?»
—Te tengo un regalo, hija. Sé que en dos días es tu cumpleaños, por eso tu madre y yo decidimos hacerlo hoy.
—No tenían que hacerlo, papá.
—Eres nuestra hija y te lo has ganado— me dio unas llaves, y tenía la marca de un Mercedes Benz.
—Papá, ¿Acaso tú…?
—Es tu regalo de cumpleaños y de graduación, hija. Lo escogimos entre los dos.
—Gracias, papá — lo abracé fuertemente.
—Te lo mereces, mi amor—dijo mi mamá.
La miré y sonreí, antes de abrazarla también.
—Ve a probarlo, hija.
«Es lo bueno de ser hija única»
Miré en dirección a Kevin y estaba con su mamá todavía. Supongo que tendrá que ser otro día.
Dos días después:
Llegó el segundo día más esperado. Estaba ansiosa, y ya había planificado el escenario perfecto de esta noche.
Mis padres querían pasar el día conmigo porque es mi cumpleaños, así que ambos tomaron libre del trabajo. Lo que no saben es que, ya tengo planes de encontrarme con mi novio aquí en la casa.
Había cuadrado la hora, y el momento oportuno de hacer las cosas. Al igual que, todo lo que iba a usar.
Me vestí con un traje púrpura, amarré mi pelo, y me maquillé. Quería lucir radiante esta noche tan especial; luego bajé a la sala y di una vuelta frente a mi padre.
—¿Cómo me veo, papá?
—Te ves hermosa, hija. El color púrpura es tu color— sonrió.
—¿Y mamá?
—Está atendiendo a la vecina Gila. Al parecer, su perro otra vez se le escapó.
Tal parece que sirvió de mucha ayuda haberlo soltado.
—Que lastima.
—Es por eso que no me gustan los animales.
Ví su cartera encima de la mesa del comedor, y sonreí.
—Iré a buscar mi cartera. No olvides que quedamos en ir a cenar esta noche, papá.
—No lo he olvidado. Tan pronto tu mamá suba, nos iremos— sonrió, y di la vuelta para subir las escaleras, cuando añadió algo más—. Te amo, Emily.
—Y yo a ti, papá. Eres el mejor papá del mundo— sonreí, y subí a mi habitación.
«¿Qué hay con esa expresión tan patética? Solo es un estorbo y una molestia, que debe ser eliminada ya»
Me lavé las manos y luego de secarlas, me puse doble guantes con cuidado, para luego ponerme un abrigo negro y un pantalón estilo sudadera. Me había dejado el traje por debajo, como era tan fino, no pasé trabajo para ponerme la ropa por encima de ella. Me puse la capucha del abrigo y unas gafas oscuras.
Al terminar, busqué el cuchillo largo y puntiagudo, para facilitar más el proceso. Me había asegurado de tener cuidado y no sujetarlo directamente sin guantes nunca. Mis huellas no debían estar en el, pero si de la persona que me lo vendió. De igual forma, no van a dar con nada luego de todo; de eso me encargo.
Bajé las escaleras sigilosamente, mirando a ambos lados y vi a mi padre aún viendo el partido en la televisión. No vi rastro de que mi madre haya subido, siempre que habla con esa vecina, se queda largo rato. Era mi oportunidad, y no la iba a desaprovechar.
Me agaché al bajar el último escalón, y me fui detrás del sofá.
—¿Ya terminaste con la vecina, amor?— preguntó repentinamente, y me asusté. Pensé que me había descubierto.
Me levanté, y acaricié su pelo como si de mi mamá se tratara.
—Tu no eres mi papá, y jamás lo serás— murmuré, antes de darle un corte fulminante justo en la yugular.
Necesitaba que fuera lo más sigiloso y rápido posible, no tenía tiempo que perder. El tiempo estaba corrigiendo, y no podía cometer ningún error.
Recuerdos:
«Un pequeño y fulminante corte, y verás como todo se tiñe de ese espectacular y delicioso líquido carmesí, hija»
—Tienes razón, mamá. Me has enseñado mucho.