Nota del autor:
Buenos días, noches o tardes a todos mis lectores, hoy les traigo un largo capitulo para engreírlos a todos ustedes, espero que este capitulo sea muy disfrutable, a por cierto para alguien que alguna vez me dijo algo sobre "Si matas a un personaje, recuerda que algunas tramas futuras se caeran"...si me refiero a ti @Arthur_Blazer carnal, que tal la vida? Todo bien?
Espero que estés gozando de buena salud y estés bien, eso va también para todos los lectores que estén leyendo esta nota.
Gracias a todos por su apoyo, por favor sigan donando sus piedras de poder y dejando sus comentarios que me hacen feliz, por cierto aun no me olvide del capitulo especial de 100 piedras de poder, ese capitulo esta en producción.
Gracias a:
@Tomas_Serrano
@kev1n_777
@Jeimy123
@Fernanda_Ledesma_7323
@DaoistlNLKZ2
@DaoistARFwB2
@Jimmy_Cast456
No pude agregar a todos los que colaboraron con su piedra de poder pero que sepan que realmente se los agradezco por el apoyo en forma de piedras de poder, comentarios y reseñas..
-Lidenskap
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Hace 1 día, Local sin nombre, 583-1 Kawasaki, Ciudad de Wakayama, 19 de junio del 2005, 5:30 AM
—Así que, esto es nuestro adelanto de 3 mil dólares eh?—
Dentro del local/hogar de Maxwell y Ophis, se encontraban los susodichos frente a una caja de mensajería abierta en la mesita para invitados, Maxwell tenia una mirada en blanco al no ver dinero en la caja si no dos pistolas de color negro y blanco, un mapa, una galleta a medio comer que estaba en la caja pero que fue tomado por Ophis, dos boletos y una nota.
Ophis miro aturdida la galleta a medio comer en sus manos. Un pensamiento comenzó a gestarse, un plan se estaba formando, todo dirigido a cierto gobernador.
Pero en cambio Maxwell tenía una expresión compleja al ver ambas armas, un deja vu, un sentimiento encontrado al ver estas dos armas familiares en sus manos, como si se encontrara con viejas amigas después de mucho tiempo, pero, él no podía recordar que él alguna vez usara estas dos armas, sobre todo, porque estas armas eran casi una copia al carbón con la única diferencia de la firma en las armas, ya no siendo "FOR TONY REDGRAVE BY.45 ART WARKS" si no "FOR MAXWELL FERRIS BY AZAZEL" pero aparte de ese detalle, estas armas eran sin lugar a dudas una réplica casi exacta de las icónicas armas de Dante del juego Devil May Cry.
Estas armas no deberían existir en este mundo.
Fue un hecho desconcertante para Maxwell pero mientras él estaba metido en sus pensamientos la niña pelinegra vio una nota en la caja y la tomó, al abrir la nota comenzó a recitar lo que estaba escrito.
—"Oye chico rudo, te estarás preguntando porque no están los 3 mil dólares que te prometí, a que si. Pues, lo estas viendo con tus propios ojos, esas dos par de bellezas son los 3 mil dólares que te dije, en ningún momento he mencionado que los 3 mil serán en efectivo. Pero a todo esto, creo que las necesitarás, estas par de hermosuras están hechas y diseñadas por mi, el Gran Azazel, a si que sé agradecido, que esas par de pistolas no son nada normal, son casi irrompibles y con munición infinita si logras imbuir con energía demoníaca las dos armas. Con respecto al motivo de la energía demoníaca, cómo sentí una gran cantidad de energía demoníaca proveniente de ti pensé, por qué, porque no aprovecharlo y usarlo como un arma, después de todo pareciese que no eras consciente de ese hecho. No te culpo, no te veías como el listo del grupo. Suerte, y cuida bien de esas bellezas. Con amor, Azazel."— Recito al pie de la letra Ophis, mientras su rostro se contorsionaba de disgusto antes de incinerar la nota en sus manos.
Mientras escuchaba a Ophis, el rostro del peliblanco se oscurecía al entender lo que insinuaba la carta.
—Voy a desplumar a ese cuervo.— Dijo un furioso Maxwell, rechinando los dientes de ira al insinuar que era un idiota retrasado, Ophis asintió de acuerdo con él.
Cuando ellos vieran al gobernador de los ángeles caídos, sin duda lo harán pagar con sangre y plumas.
En algún lugar de Grigory cierto ángel caído se estremeció de miedo.
Aunque ambos estuvieran furiosos tuvieron que resignarse a suspirar impotentes y esperar su inevitable reencuentro, donde esta vez, sin duda tendrán su venganza.
—Vamos Ophis, hay que terminar el maldito trabajo de ese cuervo.— El cansancio por la montaña rusa de emociones había agotado al joven peliblanco.
Dicha niña asintió para luego dirigirse hacia las escaleras para alistar su maleta.
Maxwell se tumbó en el sofá de invitados mientras miraba a las dos armas en la mesita, pensativo.
—Ebony & Ivory, eh? Que curioso ¿Será el destino? o hay algo tras bambalinas.— Musito reflexivamente.
En eso escucho a Ophis llamándolo, al ver que quería la vio a ella cargando muchas bolsas de postres y golosinas, inmediatamente el rostro del peliblanco volvió a oscurecerse.
—No.— Dijo rotundamente, negándose a permitirle llevar esas cosas innecesarias.
Poco después se puede ver a Maxwell y a Ophis afuera del local, siendo que el peliblanco estuviera cerrando el local/hogar pero lo curioso es que él llevaba bolsas con postres por todo su cuerpo…y un ojo morado.
—Cuando es la salida del tren.— Preguntó tranquilamente Ophis a Maxwell mientras lamía una paleta.
—Déjame ver.— Después de asegurarse de que el local esté cerrado bajo llave sacó del bolsillo interior su chaqueta azul uno de los dos boletos, en ella vio algo que hizo infeliz al joven.
—Dentro de 7 minutos.— Maxwell rechino los dientes mientras maldecía a Azazel en su mente.
—¡Vamos Ophis! NO podemos perder el tren.— Grito ansioso.
A lo que ello solo se limitó a asentir mientras corría detrás de Maxwell mientras masticaba su paleta y llevaba las bolsas con postres restantes.
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Maruyama Park, ciudad de Kioto, 20 de Junio de 2005, 4:13 PM
—Humpf, mamá dice que el mundo es peligroso, ella siempre dice eso, pero alega que ahora es más peligroso que nunca después de la desaparición de Amaterasu-sama. Yo pienso que no confía en que pueda cuidarme yo solita UMU.— Murmuró una pequeña niña malhumorada en medio de la calle de Kioto.
En la calle tumultuosa en kioto, una pequeña y adorable niña de cabello dorado y rubio atado a una cola de caballo, sus ojos del mismo color de su cabello pero en sus ojos transmitía una gran astucia que no pertenecía a un niño pero contradictoriamente también tenía una alegría e inocencia de un niño, vestida con un traje tradicional miko con la geta alta con tabi blanco, las mangas de su haori presentan un pentagrama gigante en forma de estrella roja rodeada de cinco pentagramas pequeños en cada punta.
Ella paseaba tranquilamente sin ninguna preocupación por las calles en busca de entretenimiento para olvidar su amargura hacia su madre, pero sin olvidar de ocultar sus rasgos de Kyubi con talismanes para esconder su naturaleza sobrenatural de la gente ignorante de lo sobrenatural que la rodeaba.
Las personas de vez en cuando miraban confundido hacia la pequeña debido a la ausencia de un adulto que la cuide pero un gesto discreto de la niña "resolvía" las dudas de las personas a su alrededor, aunque eso poco a poco comenzó a irritar a la niña de cabello dorado.
Harta de ser objetivo de miradas preocupadas y maliciosas de algunas personas, la niña rubia se dirigió hacia el parque cercano a ella, en el lugar encontró a madres con sus respectivos niños jugando alegremente entre ellos.
Esto de alguna manera en vez de alegrar su estado de ánimo, solo lo agrio aún más.
Recuerdos de su propia madre invadieron la mente de la niña de ojos dorados, recuerdos en la que su madre no podía jugar con ella debido al trabajo y deber como líder de la facción Yōkai, o cuando ella terminaba todo sus deberes ella regresaba cansada e incapaz de jugar con la pequeña.
"Sus ojos letárgicos mirándola con cariño pero un solo bosteza de ella solo la aletargada a un más, cansadamente se acercaba a ella y se arrodillaba para estar frente a la pequeña, sus ojos del mismo color que la pequeña, dorado, mirándola con cariño, dio un beso en la frente de la joven para demostrar su afecto. Ella se retiró poco después a sus aposentos para descansar.
Dejando a la pequeña en un solitario y hermoso jardín."
Inmediatamente la pequeña sacudió su cabeza para alejar esos recuerdos.
—Mamá, tonta.— Murmuró molesta mientras miraba con envidia a los niños jugar con sus madres, anhelando también poder estar así con su propia madre.
Pero en eso ve a una extraña niña de largo cabello negro vestida con un lindo vestido gótico de colores oscuros y violetas con volantes, sentada en un banco del parque mirando aburridamente a los niños jugar en los juegos del parque, observándolos mientras comía una galleta pero lo extraño era que había casi una montaña de bolsas con todo tipo de golosinas a su alrededor.
En eso el sonido del estomago de la niña de cabellos dorados gruñe en protesta y queja, a lo que ella solo se limito a sonrojarse de vergüenza, la baba comenzó a caer de su boca al ver semejantes bocadillos delicioso desaparecer a gran velocidad en la boca de la extraña niña de cabello negro.
Tembloroso la niña de ojos dorados se acercó tímidamente hasta estar a un lado de la niña de cabello negro, la llamó pero ella lo ignoró, siguió llamando pero nuevamente era ignorada, poco a poco cada vez que la llamaba su timidez se desvanecía hasta que la molestia se hizo cargo de sus acciones como bloquear la vista de la extraña niña que observa a los pequeños jugar, provocando que un pequeño y lindo ceño fruncido apareciera en la extraña niña.
—Hazte a un lado.— Indiferente y carente de emoción, este tono provocó escalofríos en la pequeña niña de cabellos dorados, sintiéndose intimidada ante la niña.
Pero la niña se recompuso y con el pecho al frente le extendió la mano, como si pidiera, no, exigiera algo.
—Invítame uno de tus postres.— Clamo audazmente a la extraña niña de cabello negro.
Atrevimiento o ignorancia, se cuestionó la niña extraña ante la actitud de la niña que bloqueaba su vista de su "entretenimiento casual". Los ojos grises observaron con escudriñamiento a la niña de cabello dorado frente a ella, hasta que el rostro de la niña de cabello negro se contorsiono en confusión como si viera la verdadera forma de la niña dorada.
Esta mirada poco a poco comenzó a incomodar a la niña de cabello dorado pero aun así eso no la alejó de su objetivo planteado.
—¿Me invitas o no?— Como para resaltar su gesto, ella agitó ligeramente su mano.
—No.— Pero ella lo rechazó rotundamente, como para resaltar su postura, ella tragó de un solo bocado la galleta en sus manos y siguió con los otros.
La pequeña niña rubia se estremeció de angustia mientras veía como esos deliciosos bocadillos desaparecían en el pozo sin fondo que era al parecer el estomago de la niña de caballo negro, agito las manos desesperadamente intentando detenerla pero al ver que no se detenía se abalanzo sobre ella para detenerla pero la extraña niña se retorcía en su agarre, siguiendo devorando los bocadillos.
Cuando de repente la galleta que estaba a punto de ser devorada por la niña de cabello negro fue arrebatada de sus manitas, devorando nada mas que aire donde se suponía que estaría la galleta.
Tanto la pequeña niña rubia como la niña pelinegra voltearon sus miradas a quien había arrebatado la galleta a la niña glotona, asombro e irritación, fueron las expresiones de las niñas respectivamente.
—Oye Ophis comparte algo con la niña callejera, se más comprensiva, no escuchas que le rugen las tripas?.—
Desde la perspectiva de la niña rubia vio a un hermoso y atlético joven peliblanco, su rostro cincelado por los mismísimos ángeles, su mandíbula afilada estrecha, hermosos ojos azules como el cielo que la hechizaban, vestido con una chaqueta con cremallera azul sobre una camiseta blanca de cuello V que remarcaban sus músculos y abdomen con six pack, pantalones jeans negros y botines marrones, siendo que su vestimenta le otorgaba un aire de rebeldía juvenil que comenzaba a volverla loca.
Ella se había vuelto un desastre tartamudo, su cara roja como un tomate al ver al joven peliblanco.
—H-Hola.— Los nervios le ganaban pero sus ojos estaban nublados aunque si mirabas bien pareciese que en la parte más profunda de sus ojos había corazones.
Pero desde la perspectiva de la pequeña de cabello oscuro, lo único que veía era a un vagabundo peliblanco pestilente que era su esclavo- Ejem, empleado y sirviente con serios problemas de deudas.
El joven en cuestión se encontró algo incómodo por la intensa mirada de la niña rubia, pero aun así lo dejó de lado cuando sintió algo extraño y viscoso en su mano izquierda, volteo su mirada y vio como la glotona niña se había abalanzado en su mano que tenía la galleta y lo había tragado, con galleta y mano incluido, él se asustó y agito el brazo desesperadamente en busca de quitarse de encima a la niña tragona que devoraba su mano, dicha niña tenía una mirada indiferente aun cuando la agitaba de un lado a otro.
—O-Oye Ophis! Deja de tragarte mi mano, déjalo maldita sea ¡Tragona empedernida, suelta mi mano ya!.— Dijo el peliblanco nervioso al sentir como su mano izquierda era devorada por Ophis.
Estas acciones rompieron el pequeño trance de la niña que los observaba, ella siguió mirando como ellos de alguna manera extraña se llevaban bien, lo divertido que era observarlos.
Ella se rio.
Ocasionando que el joven se detuviera confundido, Ophis igualmente la observaba curiosa del porqué de la risa.
Pero la niña rubia no ofreció explicaciones y siguió riendo, sosteniendo su estómago con sus manitas.
Ya algo molesto el peliblanco se acercó a la niña que se había tumbado al suelo retorciéndose de la risa, la tomó y levantó por el cuello de su haori como si fuera un gato, los ojos dorados de la niña y los ojos azules del peliblanco estuvieron a la misma altura.
—Lo siento.— Algo avergonzada la pequeña se disculpó cuando sus ojos vieron la mirada molesta del joven, sabiendo que fue grosero de su parte al reírse de ellos.
—Ahora discúlpate con Ophis por abalanzarse sobre ella.— Pidió con tono firme el joven quien al siguiente segundo asintió satisfecho al ver al asentimiento de la pequeña.
—Lo siento señorita Ophis.— Dijo tiernamente la pequeña quien se veía lamentaba al ser regañada y levantada por el cuello como si fuera un gatito que hizo algo muy malo.
La niña en cuestión solo asintió en reconocimiento hacia la niña rubia…mientras seguía devorando la mano izquierda del joven.
—¡Y tú! Deja mi mano ahora!— El joven regaño a Ophis quien simplemente lo ignoro.
Dejando cuidadosamente a la niña rubia se volvió a centrar en el tema de la Ophis devorando su mano, comenzó a forcejear para liberar su mano con su brazo libre, luego con sus piernas, pero fue inútil hasta que se le ocurrió una idea al joven, tomando uno de los pastel de una de las bolsas que estaban a su alrededor, lo puso a la vista de la pelinegra.
—¡Mira Ophis!— El olor llamó la atención de la susodicha quien observó atentamente el postre que era agitado frente a ella. —¿Lo quieres?— Dijo con un tono tentativo hacia la niña pelinegra, ella solo miró fijamente el pastelito que iba de izquierda a derecha. —Si? ¡ENTONCES VE!— Con gran fuerza lanzó el pastelito hacia las afueras del parque e inmediatamente Ophis soltó la mano izquierda del joven para correr en busca del pastelito como si fuera un perrito en busca del palo lanzado por su dueño.
—O-Oye—Llamó tímidamente la niña rubia hacia el joven quien comenzó a limpiar su mano llena de baba con uno de los envoltorios dentro de algunas de las bolsas.
A lo que el peliblanco levantó una ceja en dirección de la niña.
—Realmente estuvo bien tratarla de esa manera.— Pregunto preocupada la niña de cabellos dorados hacia la niña que fue tratada como un animal.
El joven se le quedó mirando fijamente, ella se incomodó, pero al momento siguiente el peli blanco comenzó reír desquiciadamente como si escuchara el mejor chiste de su vida. Las madres que estaban a su alrededor observando desde el principio su interacción comenzaron a alejarse junto a sus hijos como si el joven fuera la peste y una mala influencia para sus hijos.
—H-Hablas en serio?!— Apenas dijo esto volvió a reír hasta que se secó las lágrimas al ver a la niña con una mirada de reproche. —Esta bien, esta bien, ella no causara problemas por perseguir ese pastelillo…p-probablemente.— Dijo con humor y confianza, hasta que en la última parte vaciló acerca de sus propias palabras.
Se podía notar que la niña no se refería a ello pero cuando iba a responderle, alguien más se le adelantó.
—Por supuesto que no, no soy como este idiota.— Habló una tierna voz carente de emoción, aunque no había emoción en su voz sus palabras se denotaba el desdén hacia el joven peli blanco.
Esto por supuesto asustó a la niña rubia quien soltó un chillido…el joven no fue muy diferente de la niña.
—KYYYYYAAAAAAA— Grito asustada la niña dorada.
—KYYYYYAAAA- EJEM! Ophis!— Gritó y se recompuso rápidamente para luego exclamar muy molesto el joven hacia la niña pelinegra pero la susodicha solo lo ignoró.
Ophis solo se centró en la pequeña niña y le apuntó con su dedo acusadoramente.
—Zorro.— Unas simples palabras salieron de ella pero bastaron para congelar a niña de cabello rubio, pero como si eso no fuera poco el espacio alrededor de su cabeza y espalda se rompieron como pequeños fragmentos de cristal, revelando un par de lindas orejas zorro con 9 colas que se estaban alrededor de su espalda balanceándose.
Esto confundió y asustó a la niña.
—C-Como?— Tartamudeó asombrada, confundida y asustada pero lo que hizo a continuación la niña de cabello negro la dejó extrañada.
La pequeña niña de vestido gótico dio unos leves aplausos y adoptó una "pose de poder", piernas separadas pero una hacia adelante, codo chocando con codos, cada mano en pose de rockstar apuntando una hacia arriba y la otra hacia abajo en cada mano, dando una vibra extraña y extravagante por parte de la niña.(Una JOJO's pose, killer Queen)
—¡Porque YO, Ophis, soy genial!— Dijo orgullosamente en su pose extravagante.
Dejando confundida y extraña pero sobre todo emocionada a la niña de ojos dorados por esa ridícula pero extravagante pose que de alguna manera se veía amenazante e imponente. Se podía ver asombro y estrellas en los ojos de la niña rubia.
Pero inmediatamente cayó un golpe en la cabeza de Ophis.
—Ah!— Grito monótonamente mientras se sobaba la cabeza y le dirigía una mirada apestosa al joven peliblanco a su lado.
—¿Quién rayos te enseño esa pose? — Dijo desconcertado el peliblanco. —¡Bah! Eso no es problema, Ophis discúlpate con la pequeña e invítale uno de tus postres, tienes un montón de ellos, no seas avariciosa.— Regaño a la niña de ojos grises.
Pero ella solo lo miró inexpresivamente.
—No.— Se negó rotundamente Ophis.
E inmediatamente un golpe cayó a la cabeza de Ophis.
—Esta bien, pero solo un poco.— Dijo resignada la pequeña pelinegra mientras se dirigía a una de las bolsas alrededor de la banca, rebusco entre las bolsas hasta sacar una pequeña migaja de galleta.
—Aquí.— Dijo con toda seriedad mientras le ofrecía la migaja de galleta como si fuera el mayor tesoro que la pequeña niña rubia pudiera tener en toda su corta vida.
Y nuevamente cayó un golpe, y "mágicamente" la migaja se convirtió en una galleta completa.
El joven se sintió satisfecho.
—Tómalo como una disculpa mía y de Ophis, pequeña niña callejera.— Dijo amablemente el joven peli blanco mientras Ophis asentía de acuerdo con él, aunque era dudoso cuán sincera era su "disculpa".
Ella solo asintió, confundida mientras recibía la galleta a manos de Ophis.
—Eh? Si, gracias señor…— Dijo con gratitud la pequeña de ojos dorados pero inmediatamente se dio cuenta que en toda su interacción con el joven, nunca le preguntó su nombre.
—Es Maxwell, pequeña niña callejera sin hogar.— Le respondió con amabilidad mientras le sonreía.
—Si! Gracias señor Maxwell y señorita Ophis!- ESPERA! ¡Eso no! ACASO NO ESTÁN ASUSTADOS?! COMO ELLA LOGRÓ ROMPER MI ILUSIÓN?! Y NO SOY UNA NIÑA CALLEJERA Y SIN HOGAR IDIOTA!— Comenzó con gratitud y respeto pero rápidamente se dio cuenta de la cuestión de que la niña extraña había disipado la ilusión que ocultaba sus rasgos de Kyubi, desde el comienzo el joven la había estado llamando niña callejera y sin hogar, molestando sin fin, y ambos no se habían sorprendido o asustado por sus características sobrenaturales. Pero poco a poco una visión comenzó a aparecer frente a ella, su rostro comenzó a palidecer de miedo.
Este extraño dúo pertenece al lado sobrenatural del mundo.
"Quizás ellos sean el motivo por el cual mamá no quiere que salga" Fueron los pensamientos ansiosos de la pequeña.
Al ver la expresión aterrada, el peliblanco no pudo resistirse a las ganas de molestar a esta niña rubia.
El peliblanco se acercó al rostro de la niña rubia mientras le daba una sonrisa escalofriante revelando sus caninos pronunciados, como si fueran los colmillos de una bestia al acecho de su presa.
—¿Qué pasa, zorrito? ¿El lobo te comió la lengua?— Dijo lacónicamente mientras su sonrisa se pronunciaba por sus colmillos, sus ojos miraban cruelmente a la niña, como si jugara con su presa, con la comida que pudiera devorar en cualquier momento.
Aterrada la niña zorro de ojos dorados, dio unos pasos hacia atrás, aterrada ante la vista que se le presentaba a la niña. No podía creer que ella hubiera bajado la guardia tan descuidadamente, sin que ella lo supiera pequeñas lágrimas comenzaron a emerger de sus ojos dorados.
La niña rubia estaba tan asustada que salió corriendo del parque, huyendo de ellos, sobre todo del joven peliblanco, como si fuera una especie de monstruo.
Ambos vieron como la niña corría velozmente fuera del parque, perdiéndose a lo lejos.
—Te excediste, idiota.— Reprendió monótonamente la niña pelinegra.
—Si, creo que me excedí.— Solo se limitó a responder torpemente. —Oye, en serio doy tanto miedo?— Le pregunto con una sonrisa triste y melancólica a Ophis.
—No.— Respondió resueltamente como si lo estuviera consolando, alegrando a Maxwell. —Das pena ajena.— Para inmediatamente rematar con un insulto.
Cansado y algo deprimido, Maxwell soltó un suspiro exasperado por la actitud de su compañera, para luego comenzar a caminar por donde huyó despavorida la pequeña niña rubia.
—Iré a calmarla y disculparme con la niña.—
Maxwell le aviso a Ophis con un gesto mientras el sol comenzaba a ocultarse, dándole una vista extraña a la niña de cabello negro hacia el atardecer del sol iluminando al joven pero provocando que algo cambiara en él que estaba a lo lejos, como si por un momento viera a otra persona superponerse sobre el joven peliblanco.
Un hombre cansado de la vida, ocultando su tristeza a través de las risas, bromas y una actitud despreocupada y alegre. Llevaba sobre sus hombros una gran carga, un pecado. Su espalda estaba ligeramente encorvada mientras empuñaba una gran espada calaverica plateada sobre sus hombros mientras su gabardina roja ondeando por el viento, dirigiéndose hacia un lugar de muerte y desolación con una falsa sonrisa y arrogancia.
Ophis frunció el ceño, realmente preocupada.
—Maxwell.—
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Cerca de la estación de metro de Kioto, Prefectura de Kioto, 20 de Junio del 2005, 9:43 PM
La pequeña niña rubia corría cansadamente entre las calles de la ciudad, empujando a la gente a su alrededor hasta que llegó a un callejón, afortunadamente la pequeña rubia había vuelto a lanzar el conjuro de ilusión en un nuevo talismán pero eso tuvo un costo al haber estado corriendo sin parar para despistar y quitarse de encima al monstruo de cabello blanco y lanzar este conjuro.
Había agotado gran parte de su fuerzas y energías.
Ahora sola en un callejón en medio de la ciudad de Kioto, lejos del templo de su madre, con el estómago vacío y agotada tanto física como mentalmente, la pequeña se había encontrado en una encrucijada de la que difícilmente podría salir sin la ayuda de su madre.
Su estómago gruño, ella se sobo suavemente el estómago pero en eso noto la galleta que aun seguía sosteniendo y que había recibido de la extraña y misteriosa niña de cabello negro, se llamaba Ophis según recuerda como lo llamo el monstruo.
Pero eso nuevamente la llevó a un dilema.
Comer la galleta que le dio ese dúo perteneciente al mundo sobrenatural, que probablemente esté envenenado, maldecido, hechizado o alguna cosa nefasta.
O comerla y saciar su hambre independientemente de lo que le hayan hecho a la galleta.
Ella miró intensamente la galleta, como si observar de cerca pudiera revelar los posibles secretos que contenían en su interior, pero sin que ella se diera cuenta un gato callejero se asomó desde dentro del callejón para fijarse en la galleta en manos de la pequeña niña, sus ojos hambrientos ya habían revelado sus intenciones de robar y devorar la galleta en manos de la pequeña, cosa que hizo cuando de un salto grácil y bien ejecutado por parte del felino le arrebató frente a los ojos de la niña rubia.
—H-Hey devuélveme eso, es mío!— Gimió frustrada cuando por fin se había decidido a devorar la galleta sin importar lo que contuviera.
La pequeña persiguió implacablemente al felino que recorría y se escurría por las calles concurridas de Kioto, el gato se movía con gracia y elegancia como si conociera cada calle de la ciudad como la palma de su pata gatuna.
Esto siguió por un buen tiempo, pero en ese tiempo un grupo de personas dispersas por toda la ciudad observaban cuidadosamente los movimientos de la pequeña niña, como si pudieran ver fácilmente lo que la niña rubia intentaba ocultar con su ilusión.
Mientras el gato que seguía escapando de la niña, frustrado y cansado, se preguntaba en su pequeña cabecita cuando esa mocosa "humana" se rendiría, no se había percatado de que un un chico joven se plantó frente al gato y con gran habilidad tomo al felino en plena carrera de su cuello, inmovilizando.
Al ver al gato por fin atrapado se aumentó su carrera hasta estar frente al joven, aun cansada y agotada por toda la maratón que le hizo pasar ese felino ella se inclinó agradecidamente a quien le ayudó.
—G-Gracias señor.— Dijo exhausta pero cuando vio de cerca al joven que la ayudó, ella no pudo sonrojarse al ver lo guapo que era el joven.
Su cabello corto y de color negro, su rostro revelaba su ascendencia china, llevaba una combinación de un uniforme escolar japonés (más específicamente, la gakuran usado por los colegiales japoneses en el otoño) y de un antiguo atuendo chino sobre sus caderas como si fuera un faldón.
—Ah! Mi nombre es Kunou señor, gracias por detener a este gato ladrón.— Se presentó la pequeña rubia ahora conocida como Kunou, no volviendo a cometer el error que tuvo al no presentarse y a no bajar la guardia, aunque el joven era alguien guapo, no volvería a cometer el mismo error dos veces.
Al ver lo bien educada que era la niña el joven solo se rio ligeramente, divertido por la mirada que intentaba transmitir seriedad y madures pero que era estropeado por el sonrojo en sus mejillas, y sin olvidar del porque se encontraron, el joven pelinegro le echo un ojo al gato callejero en sus manos, viendo que en la hocico del felino estaba una galleta, rápidamente unió los puntos y volvió reir pero esta vez no pudo ocultar su diversión.
Esto provocó que el rostro de Kunou se volviera rojo como un tomate, otra vez.
Pero al ver lo apenada que estaba la pequeña, el joven decidió responder su educada presentación.
—Mis disculpas señorita Kunou, mi nombre es Cao Cao— Dijo el joven con elegancia y dignidad pertenecientes a la nobleza, su sonrisa magnética y su voz carismática inmediatamente enganchó a la pequeña Kunou.
Cao Cao se inclinó levemente ante Kunou, confundiéndola.
—Líder de la Facción de los Héroes, pequeña Princesa Yōkai de Kioto.—