El interior de la taberna.
Con las palabras de Link, los mercenarios en la taberna sabían que era hora de luchar. Todos giraron, recogieron sus tazas y se prepararon para ver el espectáculo. A los mercenarios no les importaba ni el bien ni el mal. Era solo una batalla de poder.
Si Link podía vencer a Irvan, entonces tenía razón. La gente se reiría de Irvan por sobreestimar su propio poder y buscar una paliza. Si Link perdía, entonces sería el ejemplo clásico de pretender ser genial y fallar en el intento. Al instante se convertiría en el hazmerreír y no podría quedarse en la taberna.
Irvan frunció el ceño. Era un arquero y no le gustaba tener conflictos por una cosa tan pequeña. Pero conocía las reglas entre los mercenarios. Si se rindiera y se fuera ahora, su reputación como Ojo de águila desaparecería. Otros dirían que era un cobarde. Tenía que aceptar y enseñarle una lección a este tipo.