—¿Quieres saber cuánto valgo para Khaos? —preguntó Zuri entre risas—. Al menos, el comentario de Rosa era demasiado hilarante como para sofocar su intención asesina—. Ni siquiera puedes compararte conmigo, princesa. Aléjate de él, solo te haces miserable con tu patético intento.
Zuri continuó riendo tan fuerte que se le salieron las lágrimas. No sabía por qué, pero su pregunta le parecía muy graciosa. Le dolían las mejillas de tanto reír.
—¡Hace tiempo que no me río tanto! —exclamó.
Rhett intervino inmediatamente y le recordó a Rosa que el rey la esperaba.
—¿Qué le pasó a tu hermana? Está enferma —dijo Rosa, cuya cara se había puesto roja por la ira y la humillación. La forma en que Zuri se reía de ella la hacía sentir como si hubiera dicho algo estúpido, como si Zuri cuestionara su inteligencia.