—Voy a enloquecer.
—¿¡Ella no me quería?!
—¿¡No le importaba que ese desgraciado fuera su maldito compañero?! ¿¡No le importaba que yo fuera su compañero otorgado por la Diosa?!
—Debía ser porque todavía no me dejaba abrazarla. Si me hubiera dejado abrazarla...
Tuve que respirar hondo para calmarme. Quería volver y arrancarla de sus brazos.
—Ella pertenecía conmigo. ¡Ella jodidamente pertenecía conmigo!
Noel estaba tan angustiado que ni siquiera quería hablar con él ahora mismo. Dudaba que pudiera hacer otra cosa que no fuera gruñir de todas formas.
Lancé mi bolsa sobre la cama y enredé mis dedos en mi cabello, tirando de él lo más fuerte que podía.
—¿Qué diablos fue eso, hijo?—me preguntó mi papá enojado—. "Debiste haberlos enfrentado. ¡Debiste haberla tomado de él! ¡Ya podríamos habernos ido de aquí!"
Me giré para mirarlo. Me estaba cabreando mucho.