Me tomó como tres segundos darme cuenta de que estaba solo. En Central Park, sin siquiera saber que tenia de diferente este mundo de mi propio mundo.
Y es que en verdad… Central Park siempre lucio como… ¿Central Park?
¿Es realmente un mundo diferente? Además… ¿Cómo es que ese inútil dios de la Muerte espero hasta el ultimo segundo para decirme que ellos se irían por su lado y yo me quedaría por mi cuenta?
Bueno, es cierto que el árbol de Hiperion no estaba por ningún lado, pero fuera de eso… bueno, era simplemente Central Park. Sin ninguna otra diferencia.
Así que sí. Allí estaba yo, de pie en mitad del parque, cerca de la laguna, rodeado de arboles y zonas verdes, viendo a los cisnes nadando en la laguna. Detrás de mí, ni rastro de las Puertas de la Muerte. Solo. Tan solitario.
¡Di Inmortales, ya se había acostumbrado a las constantes presencias de Japeto y Damasen después de un año con ellos en el Tartaro!
Además, ¿Apolo siempre fue tan brillante?
Diablos, ese maldito sol no es bueno para los ojos.
Pasar de la oscuridad perpetua del Tartaro al sol de medio día del mundo mortal no es una experiencia agradable.
El aire esta tan fresco y relajante. Nada que ver con el viciado, estancado y sulfuroso aire del Tartaro.
Mire a mi alrededor por un momento. Si, nada parecía fuera de lugar. Vagabundos durmiendo en los bancos, gente paseando a sus perros. Ardillas corriendo por todos lados. La laguna estancada y ¿sin vida? ¿Eh?
¿Qué diablos pasa con la ninfa de la laguna de Central Park? ¿Por qué ese cuerpo de agua parece… muerto?
¿Qué pasa? No siento que los árboles tengan espíritus, ninguno de ellos tiene una dríade.
Camine rápidamente hasta el borde de la laguna y toque la superficie del agua con mi mano.
Lance un pequeño pulso de energía, pero no hubo respuesta.
¡Oh, Hades! Perdón tío H, no quise blasfemar con tu nombre. Me disculpe mentalmente, malas costumbres de mi tiempo en el Campamento.
¡Este mundo no tiene espíritus de la naturaleza! ¡Ni siquiera el agua está viva!
Es una pesadilla. ¡Incluso los ríos del Inframundo tienen sus propias ninfas!
Inconscientemente, debido al pánico, al parecer lance otra descarga de energía divina en la laguna.
No se si es una cosa normal, pero sentí una pequeña conexión, vida y consciencia en la hasta el momento inerte laguna.
Fue una sensación extraña, como si el dominio sobre el Agua de mi padre de repente se encendiera. Y… ¡Bang!
Frente a mi apareció una pequeña niña, de unos dos o tres años de edad. Su cabello celeste y piel de color azul verdoso, como el agua de la laguna fueron una gran pista sobre su identidad.
Una pequeña y adorable ninfa recién nacida.
Creo que mi cerebro se apago por un instante, perdí el equilibrio y caí sobre mi trasero, mientras veía a la pequeña niña asomarse sobre la superficie de la laguna.
—¿Err? ¿Hola? —le dije con desconcierto.
Bien hecho Percy, que elocuente. Sip, la elocuencia es mi segundo nombre. ¿Y porque mi consciencia es sarcástica conmigo?
—¿Hola… mi… señor? —respondió la pequeña ninfa de agua dulce.
¿Seguía siendo una Náyade incluso si simplemente llego a existir?
—No necesitas llamarme señor —fue mi respuesta automática, realmente odio que me traten con respeto solo por ser hijo de Poseidón— ¿Sabes...? Err… ¿Sabes cómo llegaste a existir?
Bien Percy, sigue así. Definitivamente una niña recién nacida sabrá mas que tu sobre lo que hiciste. Gracias, Percy mental, ahora callate, no ayudas.
—¿Mi señor… me creo? —fue la respuesta vacilante y adorable de la pequeña ninfa.
No pude hacer otra que parpadear como un tonto ante eso, y rascarme la cabeza desconcertado.
—Supongo que eso paso…—respondí— ¿Tienes… tienes nombre?
Ella negó con la cabeza.
Me quede callado y mire a mi alrededor. Yip, se que lago es este, el Lago del Silencio, en el centro de Central Park, así que creo que se cómo debería llamarse esta pequeña náyade.
—Bueno… entonces… ¿Qué te parece Siopí? Significa silencio, y los mortales apodan este lago como el Lago del Silencio… — le dije a la pequeña ninfa, cuyos ojos brillaron con felicidad al escucharme.
—Siopí… Siopí… Soy Siopí… —dijo la pequeña náyade con felicidad.
—¿Siopí? —llame a la pequeña náyade que estaba rodando sobre el agua de su laguna con una sonrisa de oreja a oreja.
La niña se detuvo al instante y se acercó a mí.
—¿Si mi señor, necesita que Siopí haga algo? —pregunto enfatizando su nombre con infantil orgullo, no pude evitar sonreír y acariciar su cabeza.
—Siopí, necesito que te quedes en tu laguna, y no te acerques a los mortales, volveré más tarde, ¿está bien? —le dije, ella me miro con tristeza, pero asintió antes de hundirse en el agua y desaparecer.
Créanme, no le habría dado esa instrucción si no fuera importante, pero no puedo quedarme con ella en Central Park todo el día, y los mortales parecen ser capaces de verla, si la expresión de la familia que paso por aquí hace un momento es un indicador.
Así que… Tenemos una falta de espíritus de la naturaleza. No hay niebla que cubra lo mágico y mítico. Y parece ser que mis poderes respecto a los mares y cuerpos de agua son mayores que nunca, al punto que puedo crear náyades con solo un pulso de mi energía divina…
Si… Creo que tengo un gran problema entre manos.
Abandone Central Park con las manos metidas en mis bolsillos, y me dirigí a pie hacia el Empire Estate, creo que lo mas prudente seria hablar con los Dioses directamente.
Mientras caminaba por las casi desiertas calles de Nueva York, comencé a pensar en el Campamento, la derrota de los Siete ante Gaia, y la muy real muerte de todos mis amigos…
No me había dado el tiempo de pensar en eso, es decir, no pueden culparme, estaba atrapado en el Tartaro, y no podía ayudarlos, ¿okay?
Pero no puedo evitar sentirme mal por ellos. Es decir, si, eran aun mas impredecibles que mi padre, pero eran mis amigos. Y es cierto que no deberían depender de un solo semidios para solucionar sus problemas, pero bueno…
—Hah… —suspire agotado y triste, cuando un familiar aroma encontró a mi nariz, olía como… como a las galletas azules de mi madre.
No pude evitarlo, y mucho menos ignorarlo, así que cambié de rumbo y me dirigí a la fuente del olor.
Un café y pastelería llamada "Café-Pastelería Thalassa".
Eso, eso no pudo ser una coincidencia. Y verán… Mi madre, bromista como era, y con mal gusto por los nombres, no me llamo solo "Perseus" para que obtuviera la suerte (no funciono) del Perseus original. Sino que me llamo "Perseus Thalasos Jackson" Thalasos como una referencia a la Primordial esposa de Ponto, la encarnación del Mar, Thalassa.
Así que… sip, ese nombre no puede ser solo una coincidencia, especialmente si venden las galletas de mi madre.
Sin dudarlo ni un segundo camine hacia el local, la dirección si no me equivoco, era el 307 de la 5ta Avenida, que gran lugar para un local. Cerca de una trampa para turistas con gusto por las películas de King Kong.
Entre en la cafetería con nervios y esperanza a partes iguales. Y me encontré con un local completamente tematizado con el mar.
Había doce mesas circulares con manteles de color verde mar con anclas, timones o tridentes bordados en hilo dorado. Las paredes estaban adornadas con timones de madera, redes de pesca, fotos de veleros.
En el mostrador estaba una niña pequeña de unos dos años de edad, sentada en una silla para bebes, con un hombre que reconocí como Paul Blofis, el nuevo esposo de mi madre atendiendo la caja registradora.
Y allí, atendiendo una mesa con una libreta para tomar su orden estaba mi madre. Sally Jackson.
No estoy seguro de que hice a continuación, pero dada mi vista nublada, supongo que me eche a llorar, mi madre me reconoció, y me llevo a la trastienda.
Me sentó en una silla, y me sirvió un plato de galletas azules. Y Coca-Cola de mora azul. No escuche mucho de lo que dijo, pero entendí la esencia.
Realmente, realmente no sabia si alguna vez la volvería a ver. Y esto, esto fue demasiado incluso para mí, me derrumbé, luego de un año en el Tartaro, luego enterarme de la perdición del mundo en que crecí, la muerte de mis amigos, el abandono del mundo por parte de los dioses. Yo, simplemente por ver a mi madre, simplemente por ver a Estelle, a Paul, y comer sus galletas… me derrumbe.
Llore como un bebe, y acabe quedándome dormido allí, sentado en una silla en la cocina del local de mi madre.
***
Bien, recapitulemos.
Acabo de despertar de la primera siesta reparadora que he tenido en un año entero.
Mientras caminaba hacia el Empire Estate para llegar al Olimpo y pedir información a los dioses sobre el estado de este nuevo mundo, me encontré con un aroma familiar, y acabé encontrándome con una pastelería de la que mi madre es propietaria.
Comí galletas azules, y me quedé dormido por el desgaste emocional y la tranquilidad.
Y… bueno, aquí estamos ahora. Long Island, en el lugar donde en mi mundo estaba emplazado el Campamento Mestizo. O, bueno, cerca de allí, no exactamente allí.
Estoy en una cabaña con mi madre y mi familia mortal.
Y estoy enfrentándome al sermón mas largo de mi vida.
—…saltar al Tartaro por una chica… —las cosas me entraban por un oído y salían por el otro, solo estaba atento a asentir cuando fuera necesario— …quedarte en casa de un Gigante por un año… —sí, esto tardaría un rato— …ni siquiera enviabas mensajes a través de Lord Hades, si Nico no nos dijera cada vez que se comunicaban… —ups, definitivamente algo se me olvidaba, malo yo— … me alegro tanto de que estes a salvo, Percy.
Y, fui atrapado en un abrazo de oso que definitivamente no tengo inconvenientes en devolver.
—Yo también te extrañé, mamá —le dije, porque era completamente cierto.
—Percy, no sabes lo preocupados que nos tenías — añadió Paul.
—Yo también estaba preocupado por ustedes —dije— no tenia idea de si estaban a salvo, o que pasaría con ustedes cuando los dioses se marcharan de ese mundo.
Paul y Sally intercambiaron una mirada y comenzaron a contar la historia, o al menos Sally lo hizo, ya que Paul tenía una expresión amargada en el rostro.
—Oh, Percy —comenzó mi madre— Tu padre nos salvó. El día de la batalla final contra Gaia, Paul y yo estábamos en casa. Entonces tu padre apareció, y nos conto lo que había pasado, y que parecía ser que los Gigantes ganarían la guerra. Que el mundo de la superficie ya no seria seguro. Pero que los mares lo serian, porque tú y el habían matado a Polibotes, así que nadie podía disputar su control sobre los mares.
Vaya, entiendo porque Paul parece amargado, que el ex de tu esposa se aparezca en tu casa, y los lleve a vivir con él, incluso si es por tu bien no debe ser agradable para su orgullo como hombre.
Aun así, gracias, papá. Pensé enviando mi agradecimiento a Poseidón. La respuesta pareció embotada, pero estaba allí.
—Así que, cuando los dioses dejaron el mundo anterior, Poseidón nos trajo con él. Me dio una tarjeta de crédito del Casino Lotus, y yo conseguí un local para una pastelería, porque sabia que aparecerías cerca de allí, y que no ignorarías las galletas de tu madre —continuo mi mamá— Luego compré los terrenos donde estaba el Campamento Mestizo en nuestro mundo, y esta cabaña que estaba cerca de allí.
Asentí con la cabeza, ahora las cosas tenían sentido. Después de todo era raro tener el dinero para comprar propiedades tan rápido, pero esa tarjeta de crédito ilimitado lo explicaba todo.
—El local es rentado, pero pienso comprarlo pronto —añadió Sally.
—Ya veo, mamá —respondí— Te extrañé —le dije antes de abrazarla, y luego también a Paul, y Estelle— también a ti Paul. Y a mi linda y adorable hermanita igual.
Después de mi reunión familiar, mi madre me mostro mi habitación, me envió a tomar una ducha, y a ponerme ropa que no fueran andrajos.
Obedecí como el hijo bueno, obediente y respetuoso de la autoridad que soy.
Fue tan agradable tomar una ducha fría por primera vez en meses. Me vestí rápidamente con la ropa que mi madre ya tenia preparada en mi habitación en caso de que realmente regresara.
Pantalones de mezclilla negros, una camiseta color azul marino, y una chaqueta de mezclilla color verde mar, y un par de zapatillas de color azul cobalto con pequeños tridentes dorados como símbolo. ¿Es alguna marca que no conozco?
Sali de mi habitación con el pelo húmedo por el agua de la ducha, y me senté en el sofá frente a la televisión con Estelle en mi regazo. Como su hermano mayor, es mi deber y responsabilidad mimarla.
Estábamos viendo caricaturas cuando la transmisión fue interrumpida por un informe noticioso, sobre una...
—¡Una batalla en Manhattan! —grite asustando a Estelle accidentalmente.
Mi madre me la quito de los brazos y comenzó a tratar de calmarla.
—Eso es bastante común en este mundo, Percy —me dijo— Al parecer hay superhéroes con poderes y supervillanos. Casi dos veces por semana hay alguna batalla en las noticias.
La escuche atentamente mientras que no quite los ojos de la tv.
Un hombre con spandex azul y ropa interior roja por fuera junto a una ridícula capa se enfrentaba a cierto viejo conocido mío.
Un hombre con cabeza de toro, solo que ahora usaba una armadura griega completa y empuñaba una enorme hacha de dos filos tan alta como yo mismo, creo.
—Oh, es Superman —comento mi madre— debería solucionarlo rápido —dijo como si fuera un hecho establecido.
El hombre en spandex, err… Superman, peleaba con cerebro de bistec. Igualando sus golpes puño a hacha.
Aunque no parecía saber pelear contra un monstruo. ¡Di Inmortales! El idiota de azul estaba tratando de hablar con el Minotauro. ¿Es que acaso es estúpido?
Me había puesto de pie y estaba gritándole a la televisión.
—¡Idiota, atrapa el filo del hacha no lo golpees es oro imperial! —ese hombre en spandex me tenía de los nervios.
Y, tal como pensaba que pasaría, el hombre en spandex… se que es un tal Superman, pero no pienso llamar así a alguien que solo parece super tonto. Acabo con un hacha clavándose unos centímetros en su puño izquierdo, su sangre goteaba hacia el suelo, y parecía completamente desconcertado.
—¡Eso pasa cuando dependes de fuerza bruta, gran tonto! —volví a gritar a la TV— ¿Qué esperabas? Si esa arma podía tocarte, podía cortarte —gruñí— Eres como Heracles, un bruto sin cerebro con superfuerza.
Y allí vi como el cerebro de bistec sonreía grotescamente al super idiota frente a él, y con una patada espartana mandaba a volar al desconcertado hombre en spandex.
—¡Bien hecho Asterios! —grite, apoyando al Minotauro. Después de todo, si el Minotauro muestra ser mejor guerrero que el idiota de azul, bien merecida tiene su victoria. Y ese Superman logro que lo pusiera en la lista de iditas cerebro de musculo junto a Atlas, Heracles y Ares.
Continue mirando la TV, Superman volvía al combate contra el Minotauro, volando a gran velocidad y estrellándose contra él, solo para acabar en un agarre de lucha libre griega, y ser aplastado de cabeza en el suelo.
El Minotauro, mi viejo némesis, retrocedió entonces recuperando el agarre sobre su hacha, y dejando que el idiota de azul se levante.
Es un poco divertido verlo, en realidad, y frustrante, en los casi cinco minutos de pelea he visto unas veinte aperturas para acabar con el Minotauro, pero ese Superman parece perdérselas intencionalmente.
Mino-tan acaba de golpear a Supes en las partes bajas con la asta de el hacha… Uy… eso dolerá por horas.
Ver al idiota azul retorcerse agarrándose las partes en el suelo ante un aburrido Minotauro me ha hecho el día, la verdad.
—Eh… ¿Percy? —llamo mi madre detrás de mí.
—¿Si, mamá? —respondí mientras me mantengo atento a la tv para celebrar cada golpe que Mino-tan conecte en el super idiota.
—¿Por qué apoyas al Minotauro? —pregunto mi madre con un tono desconcertado y un poco molesto.
—Ese tipo Super-Tonto da mala reputación a los héroes —respondí— Y Mino está peleando muy bien, apoyo al mejor guerrero.
Mi madre se quedo en silencio ante eso.
Mientras en la TV vi como Supes levantaba al Minotauro, hacha incluida y se lo llevaba hacia Central Park, para lanzarlo en…
—¡Ese imbécil! —brame furioso. Ese idiota azul lanzo al Minotauro al lago de Siopí— Oh, le daré una lección…
—¿Te refieres al Minotauro, verdad? —pregunto Paul.
—¡A el también, pero ese imbécil del spandex aprenderá a no dañar lagos inocentes! —gruñí, mientras me dirigía a la puerta.