El guardia de la habitación contigua se recompuso y verificó rápidamente la identidad de los cadáveres.
—Señor, es la Pandilla de la Hoja de Sangre. Seis de sus miembros de alto rango. Sus identidades están confirmadas —anunció la voz desde la otra habitación.
—Tiene más de ellos también. De cuando nos rescató —declaró la niña.
Karl la acarició en la cabeza, para que sintiera que se valoraba su ayuda. Si tenía que explicar que había cazado más de ellos, solo aterrorizaría aún más a los guardias.
—Envíenlos todos, estoy listo —el hombre en la otra habitación anunció.
Karl envió los cuerpos, y el hombre comenzó a maldecir.
—¿Qué en el Dragón usaste como arma? ¿Un madero de ferrocarril ensangrentado? Estas heridas parecen como si hubieras atravesado sus pechos con un mazo —se quejó.
—Oh, esas serían las heridas punzantes de mis gólems. Están diseñados a la imagen de una Araña de la Matanza. Patas gruesas y afiladas. Muy efectivas en combate cuerpo a cuerpo.