Después de terminar su conversación con Isabel, Shiro abrió su laptop, determinado a profundizar en los misterios del juego. Sabía que para sobrevivir y prosperar dentro del juego necesitaba entender más sobre cómo estaba estructurado y qué recursos estaban a su disposición. Comenzó buscando información general sobre los rangos de equipo dentro del juego, descubriendo que estos variaban desde niveles básicos hasta extremadamente raros y poderosos.
Los niveles de equipo se clasificaban en Bronce, Hierro, Plata, Platino y Épico, con Bronce siendo el más común y de menor calidad, y Épico representando el pináculo de lo que un jugador podía aspirar a obtener, aparte de los legendarios. Shiro leyó que solo diez jugadores en todo el juego poseían equipos de rango Épico. Aunque sospechaba que el número real podría ser mayor, entendió que la discreción era vital, pues nadie querría hacerse objetivo de robos o ataques revelando tal posesión.
Mientras navegaba por foros y guías, Shiro se topó con menciones de los equipos Legendarios. Estos equipos estaban envueltos en mitos y rumores, con historias de piezas que aparecían en los lugares más inesperados del juego, ofreciendo capacidades casi divinas a sus portadores. Sin embargo, no había confirmación alguna de que alguien poseyera realmente un equipo completo. Se decía que la aparición de un solo elemento de este equipo podía alterar drásticamente el equilibrio de poder entre los gremios más influyentes del juego.
Curioso, Shiro exploró más a fondo. Los foros estaban llenos de teorías y especulaciones sobre dónde podrían encontrarse estos artefactos legendarios y qué pruebas debían superarse para obtenerlos. Algunos jugadores creían que los equipos Legendarios estaban conectados de alguna manera con la trama central del juego, posiblemente involucrando antiguos secretos o misiones aún no descubiertas.
Además, Shiro investigó sobre las habilidades que los jugadores podían adquirir en Alma. Descubrió que cada jugador iniciaba con una o dos habilidades, dependiendo de ciertos factores desconocidos. Él mismo no había manifestado ninguna habilidad todavía, lo que lo hacía sentir en desventaja. "Con lo bello que soy," bromeó para sí mismo, con un llanto sobreactuado.
Justo cuando estaba sumido en su lectura, un golpe en la puerta lo sacó de su concentración. Alarmado, se lanzó a la cama y se cubrió completamente con las sábanas. "Que no sea la vieja de la renta," repetía para sí, esperando evitar el enfrentamiento con su casera debido a la renta atrasada.
—"Shiro, no soy la vieja de la renta," —se oyó una voz conocida detrás de la puerta — Y sé que aún estás despierto. Piensas tanto en ella que no puedes conciliar el sueño hasta después de las tres de la mañana— Esta vez se pudo escuchar una pequeña risa detrás de la puerta. Al parecer a Yonas le parecía muy divertida la situación actual de Shiro.
Al reconocer la voz de Yonas, su viejo amigo, Shiro exhaló un suspiro de alivio. No habían podido reunirse desde el incidente de la pelea. Rápidamente se levantó y abrió la puerta.
Allí estaba Yonas, con una sonrisa comemierda adornando su rostro.